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Masacre en Connecticut

Horror en la escuela primaria

Hijo de una maestra que resultó ser la propietaria de las armas, el ex alumno Adam Lanza mató a quemarropa a 20 niños en edad preescolar y a 7 adultos. Se trata de la octava masacre perpetrada en 2012.

Walter Goobar
Según el calendario maya, el 21 se termina todo, pero el veinteañero Adam Lanza decidió escenificar su propio Apocalipsis en una pacífica escuela primaria en Newtown, una pequeña ciudad de Connecticut, ubicada a 130 kilómetros de Nueva York. Con un Infierno de armas de fuego –compradas por su madre, que era maestra de la escuela–, Lanza asesinó a sangre fría a 27 personas –entre ellas, una veintena de niños en edad preescolar–. El fin de los tiempos cayó en esta confortable y segura ciudad, refugio de familias acomodadas, a las nueve y media de la mañana de una jornada soleada.
Los 20 niños asesinados en Newton terminaron de ser identificados en la mañana del sábado y sus cadáveres fueron retirados del centro, informó la policía, mientras Estados Unidos, conmocionado por una de las peores matanzas de su historia, se plantea por enésima vez una pregunta terrible y sin respuesta: ¿qué llevó al joven Adam Lanza a matar el viernes a 26 personas en una escuela primaria de Newton (Connecticut), 20 de ellas niños de entre cinco y 10 años? Lanza había asesinado, además, a su madre, maestra en el colegio.
Tras una noche de duelo, comenzaron este sábado a emerger nuevos detalles de esta matanza masiva, que vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre la segunda enmienda de la Constitución, que permite la tenencia de armas. Lanza, descrito como inteligente pero tímido, iba protegido por un chaleco antibalas y armado con varias pistolas y un fusil semiautomático que eran propiedad de su madre. Lanza concentró los disparos en dos de las clases del centro, mientras el resto de alumnos intentaba huir o se escondía, según diferentes relatos.
Testigos y fuerzas del orden han descrito la escena como horrenda, al tiempo que destacaban la brutal eficacia del tirador, que eligió a sus víctimas en dos de las aulas del centro. Mientras disparaba, otros estudiantes se refugiaban bajo los pupitres.
El tiroteo comenzó sobre las nueve y media de la mañana, hora local. La policía acaba de confirmar que el presunto asesino entró por la fuerza en la escuela donde trabajaba su madre, Nancy Lanza –propietaria de las armas–, que fue hallada muerta poco después en su casa con un tiro en la cabeza. Se cree que fue su primera víctima.
La segunda fue la directora que le abrió la puerta cuando acudió a una de las clases al escuchar el ruido de los disparos. También la psicóloga del centro murió a manos de Adam Lanza.
El tirador fue de una precisión trágica y sólo dejó a una persona herida.
Lanza utilizó tres armas, dos pistolas, una Sig Sauer y una Glock, y un arma de guerra, un fusil 223 M4, que las tropas estadounidenses utilizan en Afganistán e Irak. Según la agencia AP, que cita fuentes de la policía, las armas estaban a nombre de su madre. Connecticut tiene una de las leyes más duras de posesión de armas de Estados Unidos, con reglas muy estrictas. Se requiere una licencia y para tener una de las utilizadas en el crimen hay que pasar un curso. Con 20 años de edad, a Adam Lanza le resultaba imposible obtener una legalmente.
En total, Lanza mató a 20 niños y seis adultos en la escuela. Antes había asesinado a su madre y después se suicidó de un disparo con una de las armas que portaba, aunque este dato todavía no ha sido confirmado oficialmente. Es la segunda peor matanza en un centro educativo ocurrida en la historia de Estados Unidos, sólo superada por la que cometió en 2007 el estudiante Cho Seung en el centro universitario Virginia Tech. Cho mató a 32 personas antes de suicidarse.
Cada tragedia desde Columbine en 1999 ha suscitado las mismas reacciones de dolor, pero no ha habido avances legislativos. El alcalde de Nueva York se ha puesto ahora a la cabeza de una campaña para que la Casa Blanca tome medidas contra la falta de control sobre la venta y tenencia de pistolas y rifles
El presidente Barack Obama, que apenas pudo contener las lágrimas durante su comparecencia en televisión del viernes tras la tragedia, hizo un llamamiento a “tomar medidas” para que no puedan repetirse matanzas como ésta, aunque en su alocución por radio e internet del sábado no hizo ningún llamamiento concreto a cambiar las leyes que permiten la compra de armas.
“Ya hemos oído antes la misma retórica”, protestó el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, en referencia a las intervenciones del presidente, Barack Obama, sobre la necesidad de tomar medidas para evitar nuevas tragedias.
“La realidad de lo que hemos visto no constituye liderazgo [para el control del armamento en manos privadas] ni por parte de la Casa Blanca ni por el Congreso”, subrayó Bloomberg, quien lidera una coalición nacional de alcaldes sobre la política de la venta de armas de fuego. “Y esa inacción debe terminar hoy mismo”.
“Lo que Obama debe de hacer con las armas”, escribe este sábado el director de la revista The New Yorker, David Remnick. “Se esconde ante la vista de todos, pero lo que se necesita es controlar las armas, poner por encima valores como la seguridad pública y la seguridad antes que la caza de ciervos o la Segunda Enmienda”.
“El único modo de honrar a estos pequeños muertos es establecer un estricto control sobre las armas, establecer un cuidado de la salud mental gratuito y hacer una política pública para poner fin a la violencia” , dijo el documentalista Michael Moore.
Estas declaraciones de Moore eran en referencia a la masacre producida este viernes en una escuela de Connecticut. Así lo expresó a través de una de sus cuentas en la red social de Twitter. Moore es conocido por su postura progresista y su visión crítica hacia la globalización, las grandes corporaciones, la violencia armada, la invasión de Irak y de otros países y las políticas del gobierno de George W. Bush y sus antecesores.
Su documental Bowling for Columbine (Masacre en Columbine, pueblo donde dos muchachos mataron a tiros a sus compañeros de escuela), estrenado en 2002, presentó un análisis de la cultura armamentista estadounidense. La película ganó especial atención en el Festival de Cine de Cannes (en Francia), y ganó el premio César a la mejor película extranjera. Ganó también el premio Oscar al mejor documental en el año 2003. Al aceptar el Oscar, generó una gran polémica en Hollywood ya que fue el único ganador que aprovechó la oportunidad para denunciar públicamente al presidente George W. Bush por llevar a su país a “una guerra ficticia”, según palabras del propio Moore refiriéndose a la Invasión de Irak de 2003.
Miradas al Sur
16-12-2012

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