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Segunda temporada en la Oficina Oval

El Obama que ayer juró por segunda vez, frente a una multitud congregada en las escalinatas del Capitolio, es un presidente desgastado que ya no podrá encandilar al mundo de la misma forma.

Walter Goobar
Con una mano sobre las biblias de Abraham Lincoln y Martin Luther King, Barack Obama asumió ayer su cargo por cuatro años más con pocas posibilidades de convertir en realidad las promesas que en 2009 lo llevaron a ser el primer presidente afroamericano de la historia de los EE UU y despertaron enormes expectativas de un cambio de época. El Obama que ayer juró por segunda vez, frente a una multitud congregada en las escalinatas del Capitolio, es un presidente desgastado que ya no podrá encandilar al mundo de la misma forma.
Para Obama, empieza mañana una nueva carrera contrarreloj: en cuanto se apaguen los ecos de la fiesta, el presidente deberá abocarse a resolver el tema del endeudamiento porque EE UU está todavía ante el peligro de caer en el precipicio fiscal, en default. En el nuevo pacto que acaba de arrancar Obama a los republicanos, le han autorizado a aumentar el techo del déficit público tres meses más, pero a condición de acordar un presupuesto que recorte drásticamente el gasto público.
De esa negociación dependerá que se caiga o no en default y que el presidente tenga margen para implementar la política económica y social que Obama pretende y que no ha conseguido implementar hasta ahora.
La deuda, que supera los 16,4 billones de dólares, se ha abultado por las guerras de la última década, los efectos de la recesión y los 10 mil baby-boomers que se jubilan cada día.
Obama prometió un "gran acuerdo" sobre impuestos y recortes, pero la radicalización de una parte del partido republicano ha derivado en una política de componendas que no bastará para sanear las cuentas públicas. La economía estadounidense crece a un ritmo del 2% anual, un nivel que no produce suficientes estímulos para reducir la desocupación, que sigue en el 7,8 por ciento. En noviembre, Obama fue reelegido con la tasa de desempleo más alta desde Franklin D. Roosevelt, y no se avizoran señales de que la economía estadounidense esté en condiciones de generar los 90 mil puestos de trabajo cada mes que pondrían la economía sobre ruedas.
Después del abismo fiscal, la inestabilidad en Europa es el principal peligro para Estados Unidos, cuyos bancos y mercados están tan amarrados a la suerte del euro como la Casa Blanca.
La elección del republicano Chuck Hagel como secretario de Defensa indica que la gran preocupación de Obama es recortar el presupuesto del Pentágono. Poner a un antibelicista declarado como jefe de la maquinaria bélica más poderosa del mundo es una jugada arriesgada en un país donde el complejo militar industrial siempre tuvo carta franca para actuar a sus anchas.
Otro antibelicista declarado es el senador John Kerry, que sucederá a Hillary Clinton en el Departamento de Estado.
Aunque quizás desconocido en América latina –salvo por su derrota como candidato demócrata a la presidencia estadounidense en 2004, cuando George W. Bush consiguió una polémica reelección–, el senador John Kerry es una figura veterana y muy reconocida de la política estadounidense. Desde 2009 preside la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, lo que lo convirtió en el congresista más influyente en los temas de política exterior. Kerry, un firme opositor de la intervención de Estados Unidos en América Latina desde su elección en 1984, ha mantenido siempre una postura inteligente sobre Cuba. No le dio a la administración Obama un cheque en blanco para ejecutar los programas de cambio de régimen de la Usaid en Cuba y fue un crítico implacable de los millones gastados en la difusión de propaganda contra Cuba a través de Radio y TV Martí.
Con Kerry al comando de la política exterior, Obama apuesta a una figura reconocida internamente y con un amplio conocimiento de las relaciones internacionales. Su postura es contraria a los enfrentamientos militares y tendría bajo su batuta el inicio de un diálogo con la República Bolivariana de Venezuela, una nueva política antinarcóticos, el punto final de la guerra en Afganistán, y un manejo distinto de las relaciones con Irán, Siria e Israel en el Medio Oriente pueden estar más cerca de lo que se piensa.
Desde que llegó a la Casa Blanca, Obama pretende mirar hacia Asia y el Pacífico en lugar de hacia Europa y Medio Oriente. En los próximos cuatro años, la economía china puede superar a la estadounidense, pero Obama apenas ha tenido tiempo para trazar relaciones con Beijing. Aún tiene pendiente un encuentro con el nuevo líder chino, Xi Jinping. A pesar de haber recibido el Nobel de la Paz por anticipado, Obama no ha conseguido el menor avance en el conflicto entre israelíes y palestinos. Todo lo contrario: hoy se celebran elecciones anticipadas en Israel y uno de los temas ausentes de la campaña electoral fue, justamente, el de la paz con los palestinos.
La masacre de 20 niños y seis adultos en una escuela en Newtown fue el evento más fuerte desde el 11-S para la sociedad norteamericana. Obama no quiere perder esta oportunidad para hacer cambios en el control de armas.
El fondo de la reforma para controlar a los compradores de armas y limitar la munición depende ahora del dividido Congreso. La batalla para prohibir al menos el uso de fusiles de asalto se presenta dura, larga y difícil de ganar.
Aunque Obama intentará mejorar la reforma sanitaria aprobada en su primer mandato, totalmente descafeinada de su idea original, difícilmente conseguirá evitar que millones de personas sigan estando discriminadas y que la sanidad universal sea una realidad.
Otra de las promesas incumplidas de su primer mandato es una reforma permanente para los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados –en su mayoría latinoamericanos–, que viven y trabajan en Estados Unidos. La Casa Blanca ya trabaja en una nueva propuesta y asegura ahora que espera un acuerdo legislativo en el Congreso para junio. La ventaja que Obama tiene esta vez es la buena disposición de los republicanos.
La segunda temporada de la saga Obama ya comenzó.
Diario Tiempo Argentino
22-ENERO -2013

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