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Obama olvida a los palestinos

En su primera visita oficial a Israel, Barack Obama rectificó afirmaciones previas, medió para recomponer las relaciones entre Tel Aviv y Turquía y avaló la política de Benjamín Netanyahu.

Walter Goobar
El objetivo explícito del viaje del presidente de EE.UU., Barack Obama, a Israel y los territorios palestinos que concluyó este viernes, según su secretario de Estado, John Kerry, era “escuchar a las partes en conflicto antes de tomar decisiones sobre el relanzamiento del proceso de paz”. Nada de eso ocurrió: el de Obama fue un viaje destinado a recomponer alianzas regionales: por una parte fue a rectificar sus dichos de 2009 en Egipto, cuando declaró que Israel se había ganado su derecho a la existencia después del Holocausto, ahora asume como propia la posición ultraderechista del derecho bíblico: por otro lado, consiguió la normalización de las relaciones entre Israel y Turquía, rotas desde 2010 por el ataque a la llamada “flotilla de la libertad” que pretendía romper el bloqueo a la Franja de Gaza. No hubo una sola reprimenda al premier Benjamín Netanyahu por haber redoblado la construcción de asentamientos en Cisjordania desde que la ONU aceptó a Palestina como Estado Observador en septiembre de 2012, sino que Obama intentó convencer al premier israelí de que abandone –o posponga– su alocado plan de atacar la central nuclear iraní de Natanz con aviones comerciales –lo que convertiría a Netanyahu en el mejor discípulo de Osama Bin Laden–, y deje la opción militar en manos estadounidenses.
De antemano, Obama hizo todo lo posible para reducir las expectativas en torno de su primer viaje a Israel como presidente. Antes de abordar el Air Force 1 que lo trasladó al Medio Oriente, dirigentes árabes-estadounidenses revelaron que Obama había dejado en claro que no presentaría un plan de paz, porque Israel indica que no está interesado en un acuerdo con los palestinos.
Según el periodista Jonathan Cook, de la revista Counterpunch, “cualquier duda que quedara sobre las intenciones de Israel fue eliminada por el anuncio de un nuevo gabinete, juramentado apresuradamente antes de la visita del presidente. El nuevo gobierno hace que el anterior de Benjamín Netanyahu, considerado el de la línea más dura en la historia de Israel, parezca casi moderado.”
La popular web israelí Ynet informó que los dirigentes de los colonos lo saludaron como su gabinete soñado.
Lejos de prepararse para hacer concesiones al presidente de EE.UU., Netanyahu ha declarado prácticamente su apoyo al plan de Jewish Home de anexar grandes partes de Cisjordania.
Obama, al parecer perfectamente consciente de que enfrenta un gobierno israelí aún más intransigente que el anterior, optó por no hablar ante el Parlamento israelí. En su lugar, dirigió su discurso a una audiencia más receptiva de estudiantes, en lo que los funcionarios estadounidenses han calificado de “ofensiva de simpatía”.
Podemos esperar palabras grandiosas, unas pocas promesas vagas e inacción total respecto de la ocupación.
En una señal de lo reacia que se muestra la Casa Blanca a volver a encarar el tema de las colonias, sus representantes en las Naciones Unidas se negaron el lunes a participar en un debate en el Consejo de Derechos Humanos que describió las colonias como una forma de “lenta anexión” de Cisjordania y Jerusalén Este.
Como señaló el analista Daniel Levy: “Obama viene ante todo para hacer una declaración sobre el lazo entre EE.UU. e Israel, no sobre la ocupación ilegal”.
La mayoría de los palestinos lo ve de la misma manera. El obstruccionismo de EE.UU. los ha exasperado cada vez más. Los funcionarios estadounidenses que fueron el viernes a Belén para preparar la visita de Obama se vieron expuestos a manifestaciones contra su figura.
El mensaje tácito de la visita de Obama es que el gobierno de Netanyahu tiene libertad para continuar con su política anexionista con poco peligro de que haya algo más que una simbólica protesta de Washington.
El nuevo gabinete israelí se apresuró a establecer sus prioridades legislativas. El primer proyecto de ley anunciado es una “ley básica” para cambiar la definición oficial del Estado, de manera que sus aspectos “judíos” dominen por sobre los elementos “democráticos”, una acción que el periódico Haaretz calificó de “demencial”.
Poco después de que Barack Obama despegara del aeropuerto de Tel Aviv poniendo fin a su visita a Israel y Cisjordania, se conoció el resultado de su intensa mediación. En presencia de Obama, el jefe de Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, pactaron la normalización de las relaciones y el regreso de sus embajadores a Ankara y Tel Aviv.
Las relaciones bilaterales se rompieron en junio del 2010 tras el asalto de la marina israelí contra el barco Mavi Marmara de la flotilla a Gaza, en el que murieron nueve activistas turcos. En la conversación telefónica, Netanyahu pidió disculpas y aceptó completar el acuerdo de indemnizaciones a las familias.
En primer término, el viaje de Obama ha servido para convencer al gobierno israelí de que EE.UU. está preparándose muy seriamente para un posible ataque contra Irán y ha desarrollado una operación precisa, afirmó un funcionario de alto rango al periódico israelí Haaretz.
“Los estadounidenses, si lo desean, serán capaces de realizar una operación centrada en las armas nucleares iraníes sin necesidad de desatar una guerra regional integral”, agregó.
Por ahora, la estrategia de la administración Obama para Medio Oriente buscaría profundizar las líneas de la negociación “multilateral” (incluida la apertura de una línea directa con el nuevo gobierno de Teherán, que surgirá tras las próximas elecciones iraníes), no siendo descartable la victoria del ex ministro de Inteligencia iraní Alí Fallahian –un sospechoso por el atentado contra la AMIA–, que ha anunciado que presentará su candidatura a las elecciones presidenciales que se celebrarán en el país el 14 de junio, según ha informado la cadena de televisión iraní Press TV.
El ex jefe de inteligencia y actual sospechoso por la voladura de la mutual judía en Argentina es considerado un político pragmático que intentaría sacar a Irán de su actual aislamiento internacional, para lo que espera contar con el voto de los jóvenes licenciados y graduados universitarios. No se descarta que tras las elecciones, EE.UU. dé su visto bueno a las actividades de enriquecimiento de uranio de Irán “si se supedita a la estricta supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)”.
Diario Miradas al Sur
24-03-2013

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