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Snowden y el gusano de las filtraciones

Luego de haber denunciado desde Hong Kong la masiva operación de espionaje de las comunicaciones mundiales vía internet, el topo Edward Snowden se esfumó en los laberintos de la terminal del aeropuerto de Moscú mientras –teóricamente–viajaba a Ecuador. “No enviaré jets para hacer la guerra a un hacker de 29 años”, lo cual indica que la idea no es totalmente ajena a este campeón de los asesinatos selectivos sin juicio previo.

Walter Goobar
“Espiar es esperar”, reza una máxima del espionaje que el topo Richard Snowden no parece haber abandonado. Luego de haber denunciado desde Hong Kong la masiva operación de espionaje de las comunicaciones mundiales vía internet, el topo se esfumó en los laberintos de la terminal del aeropuerto de Moscú mientras –teóricamente–viajaba a Ecuador vía Cuba. Además de poner en ridículo a la todopoderosa NSA, Snowden ya ha conseguido impacientar al jefe máximo de los espías, Barack Obama, quien ante la negativa de rusos y chinos de extraditarlo amenazó: “No enviaré jets para hacer la guerra a un hacker de 29 años”, lo cual indica que la idea no es totalmente ajena a este campeón de los asesinatos selectivos sin juicio previo.
Desde los primeros días de este mes, cuando The Guardian empezó a revelar los documentos filtrados por Snowden, en los que se exhibía el gigantesco aparato de espionaje electrónico de la NSA y su uso contra ciudadanos estadounidenses y extranjeros, así como contra universidades, empresas y funcionarios de otros países, el secretario de Estado, John Kerry, ha recorrido medio mundo ensayando una combinación de amenazas y súplicas para que alguien le de una mano para capturar y silenciar al espía que se fue de boca y reveló las prácticas ilegales y vergonzosas de la administración Obama. Sólo recibió cortes de manga.
Aunque suena a una novela de espionaje barato, el caso Snowden supera la trilogía Bourne,de Robert Ludlum, porque está aconteciendo en vivo, en tiempo real, frente a nuestros ojos. Ni las afiebradas mentes de Le Carre o Ludlum se hubieran atrevido a imaginarlo: un sólo ex-agente de la CIA para derrotar la inteligencia de los Estados Unidos, o mejor dicho, la carencia de inteligencia.
Desde su guarida, Snowden parece haber desencadenado un imparable efecto catarata: un general retirado y ex segundo al mando del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos está siendo investigado por la filtración de información clasificada sobre un ciberataque al programa nuclear de Irán, según informa la cadena NBC.
La cadena indica que el general retirado James Cartwright, de 63 años, está siendo investigado por filtrar presuntamente información sobre un ataque de Estados Unidos con un virus informático llamado Stuxnet a la red de instalaciones nucleares de Irán.
En junio de 2012 el diario The New York Times publicó que Cartwright, antiguo vicejefe del Estado Mayor Conjunto entre 2007 y 2011, concibió y dirigió esa operación cibernética, llamada “Juegos Olímpicos”, durante la presidencia de George W. Bush.
El actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ordenó incrementar esos sofisticados ataques para sabotear las instalaciones nucleares de Irán, de acuerdo con The New York Times.
La última serie de ciberataques estadounidenses contra ese país, ocurrida poco después de que Stuxnet fuera detectado en todo el mundo, “puso temporalmente fuera de servicio a unas 1.000 centrifugadoras de las 5.000 que Irán estaba utilizando para purificar uranio”. Al indagar el origen de la filtración, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) se centró primero en la Casa Blanca, pero las pesquisas giraron a finales del año pasado hacia Cartwright, el padre del gusano.
Lo cierto es que el escape de Edward Snowden desde Hong Kong hacia quién sabe dónde ha provocado sordas fricciones de la diplomacia estadounidense con los gobiernos de Hong Kong, China, Rusia y Ecuador: el Departamento de Estado acusa a la ciudad china autónoma de haber permitido la salida de un fugitivo; achaca a Pekín el haber tenido parte importante en la decisión; reprocha a Moscú que no haya efectuado una entrega expedita del ex consultor de la CIA y la NSA y advierte a Quito que habrá consecuencias si el gobierno de Rafael Correa decide otorgar refugio a Snowden. En general, Washington amenaza a todos los que colaboren en la fuga del infidente con tomar represalias –diplomáticas y, a lo sumo, económicas, se entiende.
Oficialmente, Edward Snowden permanece, desde el domingo en la mañana, en la zona internacional de tránsito del aeropuerto moscovita de Sheremetyevo. El martes el vuelo de Aeroflot que supuestamente llevaría a Snowden a La Habana despegó de suelo ruso repleto de periodistas que compraron el boleto con el único propósito de entrevistar al prófugo durante el vuelo hacia la capital cubana. Tuvieron que conformarse con fotografiar los dos asientos vacíos reservados por Snowden y por la abogada Sarah Harrison, integrante de WikiLeaks a la que le fue encomendada la misión de asistir al estadounidense en su incierto viaje de Hong Kong hacia Islandia, Cuba, Venezuela o Ecuador. Ese mismo día el presidente Vladimir Putin y su canciller, Serguéi Lavrov, se ampararon en el hecho de que Snowden no ha cruzado la frontera rusa –en referencia a que no ha llegado a los controles de migración del aeródromo– y apelaron a la ficción de que tal área es una suerte de tierra de nadie en la que las autoridades no tienen injerencia. El mandatario ruso aseguró que el ex contratista era un hombre libre que podía dirigirse hacia donde le diera la gana, y mientras más pronto, mejor. Pero, hasta donde se sabe, Snowden no ha abandonado Sheremetyevo.
Algunos atribuyen la demora al hecho de que ninguna aerolínea está dispuesta a venderle un boleto porque carece de pasaporte, ya que el suyo fue revocado por el Departamento de Estado. En un primer momento, WikiLeaks afirmó que Snowden viajaba con un documento de refugiado que le habría sido otorgado por el gobierno ecuatoriano –el cual podría demorarse meses en decidir sobre su solicitud de asilo–, pero el hecho fue desmentido por las autoridades de Quito; el ex juez español Baltasar Garzón, abogado de Julian Assange, se rehusó a defender al perseguido estadounidense que se ha tomado su tiempo antes de hacer su próxima jugada.
Miradas al Sur
30-JUNIO-2013



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