Las técnicas de espionaje denunciadas por Edward Snowden tuvieron su bautismo de fuego en 2006 contra Hugo Chávez. La gran operación de espionaje del G-20 tuvo en la península su auténtico banco de pruebas, según reveló el portal italiano The Globalist.
Walter Goobar
Durante una cena secreta con los abogados que lo asesoraron en Hong Kong, el ex empleado de la CIA, Edward Snowden insistió a sus comensales que colocaran sus teléfonos celulares en la heladera. Todos quedaron perplejos. Más tarde, Snowden burló a sus perseguidores y reapareció en el aeropuerto de Moscú, donde permanece en un limbo jurídico debido a que el Departamento de Estado le canceló el pasaporte estadounidense y está combinando presiones y amenazas a los países –como Ecuador–, dispuestos a concederle asilo político.
Snowden dejó atónitos a sus abogados. El técnico informático que ha revelado el mayor escándalo de espionaje perpetrado por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de EEUU, explicó a sus letrados que no bastaba con apagar los celulares ni tampoco con sacarles la batería para no ser espiados a través de ellos.
Snowden les dijo, muchos de los dispositivos modernos "tienen estados intermedios entre completamente encendidos y completamente apagados, cuando algunos circuitos funcionan y otros no. Esos modos permiten que el dispositivo se despierte de manera autónoma en ciertas condiciones, tales como si se aprieta una tecla o si entran ciertos datos a través de Internet", detalló.
Con la batería pasa algo similar porque muchos dispositivos están dotados de una fuente de alimentación auxiliar utilizada para manejar la memoria. "No está claro si baterías de este tipo podrían ser usadas por programas espía como el Carrier IQ", advirtió el ex agente, que guarda el celular en el freezer.
La técnica de Snowden "consiste en bloquear la señal que se puede usar para transmitir datos de voz y bloquear todo el audio”, confirmó Adam Harvey, un experto en dispositivos contra la vigilancia, citado por The New York Times. Los congeladores –fabricados con gruesas capas aislantes– son capaces de producir el efecto de la llamada 'jaula de Faraday', un espacio impenetrable para las ondas de radio, por lo que evita la transmisión de datos.
El espionaje indiscriminado contra presuntos enemigos como chinos y rusos, fue aplicado también contra aliados incondicionales como los miembros de la Unión Europea. Edward Snowden ha revelado que en 2009, EEUU espió la reunión del G-20 en Londres –a la que asistió Cristina Fernández de Kirchner–, con técnicas y tecnologías refinadas que incluían un complejo sistema de escucha de las conversaciones de delegaciones enteras y de los líderes que asistieron a la cumbre, a través de la instalación de varios cafés Starbucks dotados de software espía, y del control capilar del sistema de Blackberry utilizado por los invitados.
Lo que –hasta ahora–, no se sabía es que esta técnica tuvo su bautismo de fuego durante la visita del presidente venezolano Hugo Chávez a Italia en 2006.
La gran operación de espionaje del G-20 tuvo en la península su auténtico banco de pruebas, según reveló el portal italiano The Globalist. Fue una acción masiva de la NSA que se tradujo en un enorme salto de calidad que permitió a la agencia de inteligencia convertirse en el Gran Hermano a escala planetaria que ahora quedó al descubierto.
A escasos cinco meses de la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata –donde el continente hizo naufragar la propuesta del ALCA (Alianza de Libre Comercio de las Américas), impulsada por Washington– se concretó la segunda visita a Italia de Chávez, que estaba en confrontación y desafío con Estados Unidos y, en particular, con George Bush, al que unos meses más tarde –en septiembre–, definiría como un diablo que dejaba tras de sí un rastro de azufre. Unos años antes, Estados Unidos había apoyado el fallido golpe de Estado contra el presidente venezolano, y uno de los agentes de la CIA implicados en el complot había sido destinado posteriormente a la estación de la agencia en Roma.
The Globalist revela que durante la visita de Chávez a Roma, la NSA llevó a cabo una operación sin precedentes de sigint (signal intelligence) es decir, de espionaje electrónico, que fue el comienzo de una nueva etapa en su capacidad de control y penetración.
El 7 de mayo de 2006 aterrizó en una zona reservada del aeropuerto de Ciampino un avión que transportaba a algunas personas "invisibles", sin nombre ni identidad. El procedimiento es el mismo que más tarde sería conocido para el público en las entregas a terceros países de secuestrados por la CIA bajo acusaciones de terrorismo y que ya era procedimiento estándar. Se trataba de lograr el máximo nivel de secreto, dejando el menor número de huellas.
Los ocupantes de la aeronave eran parte de un equipo de élite de la NSA. Al llegar a Ciampino fueron llevados directamente a un ala de la Embajada de EE UU en la Via Veneto, donde permanecieron en aislamiento durante la duración de la misión. Nada de hoteles, nada de contactos con el mundo exterior, ni siquiera con el personal de la embajada. Después de la misión, el mismo recorrido inverso hasta Ciampino. El equipo llevaba instrumental de última generación, capaces de interactuar con el sistema de satélites y guiar a estos e interactuar con los aviones espías.
La misión de este grupo ultrasecreto de la NSA era interceptar las comunicaciones de la capital italiana durante una semana para espiar a Chávez. Por orden de George Bush la mitad de la ciudad fue interceptada por la NSA, que no quería perder detalle de la visita del líder bolivariano. El 9 de mayo comenzaron a volar sobre Roma dos aviones espías controlados directamente por la NSA. Las aeronaves se relevaban y permanecían 24 horas en el aire para no perder ni un minuto de supervisión.
El 10 de mayo llegó Chávez como parte de una gira por toda Europa. En Roma, el encuentro más importante era una visita al Papa Benedicto XVI. En la agenda también estaba prevista una entrevista privada con el presidente de la Cámara, Fausto Bertinotti. Chávez fue directamente a un hotel de Via Veneto que se hallaba, paradójicamente, a unas pocas decenas de metros del equipo llegado a la capital para espiarlo. Pero es sólo un detalle: la tecnología hubiera garantizado también un monitoreo a una distancia de kilómetros. La operación de la NSA llegó a poner bajo control todas las frecuencias de radio y también consiguió controlar Internet de manera similar a la descrita por Snowden para China: mediante entrada en los nodos de las redes de comunicación que dan acceso a las comunicaciones de cientos de miles de personas sin tener que hackear cada una de las computadoras, y obviamente también los teléfonos.
Durante toda la gira, Chávez fue acechado electrónicamente a través de dos instrumentos de extraordinaria importancia para la sigint: el bombardeo por radio y las capacidades de escucha a distancia. Es decir, sólo con el uso de satélites y aviones espías, la NSA era capaz de escuchar las conversaciones de Chávez, incluso las que se desarrollaban en lugares privados y cerrados. No había ninguna necesidad de instalar micrófonos en las habitaciones o de enviar a ningún espía a fisgonear en el lobby del hotel. Todo circulaba vía satélite con potentísimas tecnologías.
Además, cuando el presidente venezolano se trasladaba de un lugar a otro, o estaba en algún lugar en el que las ondas de radio causaban interferencias y no se llegaba a escuchar las conversaciones, la NSA activaba un dispositivo de emergencia consistente en tumbar todas las ondas y frecuencias en un radio de 500 a 600 metros. Mientras estaba activo ese dispositivo, los mandos a distancia de los televisores o el control remoto de las puertas no funcionaban, las líneas de teléfonos celulares quedaban interrumpidas, y los aparatos de radio reducidos al silencio. Todo ello durante unas pocas decenas de segundos. Nada que no pudiera confundirse con un mal funcionamiento temporal normal, que por lo tanto no generase sospechas, pero que ofrecía a la NSA el tiempo necesario para "limpiar" la señal.
La operación contra Chávez costó una fortuna, pero fue una orden explícita del propio Bush, quien veía en el presidente de Venezuela uno de sus principales enemigos y del que quería conocer todos los detalles, sus estrategias y cuáles eran sus contactos y referencias internacionales.
Tras la partida de Chávez, los dos aviones espías emigraron a otros cielos. El equipo de la NSA siguió recluido en la embajada un día más antes de ser devuelto en secreto a Ciampino; los altos mandos de la NSA que habían estado siguiendo el operativo desde la sala de mandos comenzaron a analizar el botín. Lo cierto es que la operación contra Chávez fue una prueba. Desde entonces, no se han detenido y los EE UU se van asomando cada vez más al abismo del Estado policial.
Tiempo Argentino
04-JUNIO-2013