La popularidad del presidente norteamericano está en su nivel más bajo desde que fue reelegido en noviembre. Sólo el 44% de los ciudadanos respalda su gestión frente al 46% que la critica, según datos de Gallup. Por otro lado, la mayoría de los estadounidenses (el 53%) está en contra del control del registro de llamadas.
Walter Goobar
Desde la última vez que aceptó preguntas de los medios de comunicación, la relación de EE.UU. con Rusia ha alcanzado uno de los puntos más bajos desde la Guerra Fría, el caos se ha apoderado del gobierno y las calles de Egipto, el fin de la guerra en Siria es una entelequia y el temor hacia Al Qaeda, a la que se consideraba agonizante, ha revivido. En el ámbito interno, el bloqueo en el Congreso ha impedido sacar adelante gran parte de su agenda política y la amenaza de que las arcas públicas queden vacías si no se llega a un acuerdo sobre los presupuestos antes del 1 de octubre es cada vez mayor.
Acosado por la catarata de denuncias del ex espía Edward Snowden, el presidente Obama se vio obligado a anunciar un paquete de medidas para reforzar la protección de la privacidad tras la controversia por las prácticas de espionaje.
En un claro cambio de estrategia, Barack Obama decidió este viernes tomar las riendas de la polémica suscitada por las controvertidas técnicas de espionaje del gobierno y anunció una serie de medidas para impulsar la transparencia de los programas de vigilancia de la Administración. A punto de iniciar sus vacaciones estivales y atrapado entre la obstrucción del Congreso y los múltiples frentes abiertos en el ámbito internacional, Obama ofreció su primera rueda de prensa en más de tres meses para responder a las cuestiones que éstán enturbiando su segundo mandato y lo han obligado a a modificar su agenda política con un claro declive de popularidad, que se encuentra en los niveles más bajos desde noviembre de 2011.
Tras la publicación de detalles sobre los programas de vigilancia masiva por parte de la Agencia Nacional de Inteligencia, la popularidad del presidente está en su nivel más bajo desde que fue reelegido en noviembre. Sólo el 44% de los ciudadanos respalda su gestión frente al 46% que la critica, según el índice de Gallup. La mayoría de los estadounidenses (el 53%) está en contra del control del registro de llamadas, según Gallup, aunque aprecien poco a Snowden.
“Dado el historial de abusos del gobierno, creo que es legítimo cuestionar los programas de vigilancia”, comenzó Obama. El inquilino de la Casa Blanca anunció una revisión de la Ley Patriótica, una reforma del Tribunal de Supervisión de Inteligencia Extranjera, el organismo secreto que autoriza la captación de datos, o la creación de un equipo independiente que analice la tecnología empleada por las agencias de inteligencia. “No basta con que el presidente tenga confianza en la legalidad de estos programas, es necesario que el pueblo estadounidense también la tenga”, aseguró Obama.
Este viraje en la actitud de la Casa Blanca con respecto a sus mecanismos de inteligencia, cuya legitimidad siempre había defendido de manera firme hasta ahora, es una clara concesión a los grupos de derechos civiles y empresas que han intensificado su presión política durante las reuniones que han mantenido con el presidente en privado en la Casa Blanca en los últimos días.
La filtración de los programas de seguridad por parte de Edward Snowden y su posterior huida de la Justicia estadounidense se han convertido en un serio contratiempo para la Administración Obama, no sólo en el ámbito nacional, reavivando el debate entre seguridad y privacidad, sino a nivel internacional, desatando una catarata de consecuencias diplomáticas, la última y más importante, el enfriamiento de la relación bilateral con Rusia, que ha llevado a Obama a cancelar la cumbre bilateral con su homólogo, Vladimir Putin, tras la concesión de asilo al informático estadounidense. “Este último incidente es sólo un ejemplo más del crecimiento en nuestras diferencias”, señaló el presidente.
Obama no ocultó su falta de sintonía con el líder ruso –“Putin ha devuelto a la mesa de negociación una retórica antiamericana propia de la Guerra Fría, pero no tengo una mala relación con él”, puntualizó–, pero insistió, como ha venido haciendo la Casa Blanca en estos últimos días, en que el caso Snowden no ha sido la causa principal para cancelar la cumbre bilateral. “Francamente, en un amplio abanico de cuestiones en las que creíamos que podíamos hacer progresos, como Siria o los derechos humanos, Rusia no se ha movido y por eso hemos creído que era el momento de revisar nuestra relación”, explicó.
Pese al interés por minimizar el impacto de Snowden, el ex analista centró buena parte de la conferencia de prensa de Obama. El presidente sostuvo que no considera al joven de 30 años “un patriota” e invitó al ex analista a que regresara a Estados Unidos a defender sus convicciones “si cree que lo que hizo es correcto”.
El mandatario estadounidense evitó decir abiertamente si habrá más represalias de su país a Rusia por las renovadas tensiones tras la concesión de asilo temporal a Edward Snowden.
No obstante, aclaró que la “decisión de no participar en la cumbre no fue exclusivamente por el caso de Snowden”, sino que “en una serie de asuntos que interesan a Estados Unidos, Rusia no se ha movido”.
“Este último episodio es sólo uno en una serie de diferencias en los últimos meses, en torno a Siria o derechos humanos. Creemos que es apropiado para nosotros ver hacia dónde se dirige Rusia y reevaluar nuestra relación”, agregó.
“Cuando Putin volvió al poder, vimos más retórica antiamericana, que recuperaba viejos estereotipos. Y lo he alentado a mirar hacia adelante y no hacia atrás en esos asuntos”, indicó.
El presidente aludió a la amenaza global indeterminada de Al Qaeda con un lacónico: “No vamos a eliminar por completo el terrorismo, pero podemos debilitarlo”, asegurando que la organización tiene “capacidad” para atentar contra las embajadas y que Estados Unidos seguirá “vigilante”.
Miradas al Sur
11-AGOSTO.2013