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VO NUGUYEN GIAP

El estratega vietnamita que derrotó a tres imperios

Conocido como el “Napoleón rojo”, el general Vo Nuguyen Giap se erigió como el líder de un ejército guerrillero que usaba sandalias fabricadas de neumáticos y cargó su artillería pieza por pieza para poder rodear y aplastar al ejército francés en Dien Bien Phu en 1954.

Walter Goobar
Teniendo en cuenta que su apellido, Vo, significa “fuerza” y su nombre, Giap, “armadura poderosa”, parece que el carácter del hombre que ayudó a Vietnam en la segunda mitad del siglo XX a derrotar primero a las fuerzas militares de Japón, Francia y finalmente las de Estados Unidos, le venía dado desde la cuna, a pesar de que cuando él nació en 1911, Vietnam ni siquiera existía como tal.
Conocido como el “Napoleón rojo”, el general Giap se erigió como el líder de un ejército guerrillero que usaba sandalias fabricadas de neumáticos y cargó su artillería pieza por pieza para poder rodear y aplastar al ejército francés en Dien Bien Phu en 1954. La improbable victoria, que se sigue estudiando en las escuelas militares, no sólo llevó a la independencia de Vietnam, sino también al colapso del colonialismo en toda Indochina y más allá.
Giap siguió adelante hasta vencer al gobierno de Vietnam del Sur, respaldado por Estados Unidos, en abril de 1975, con lo que reunificó a un país que había sido dividido en dos Estados.
Considerado por los expertos como uno de los más importantes estrategas militares de la historia y un genio de la logística, Vo Nguyen Giap se pasó más de treinta años luchando contra los invasores de su país.
En 1945, derrotó a los soldados japoneses. Nueve años después, en 1954, venció al ejército francés, y casi veinte años más tarde, en 1975, entró triunfante en Saigón, hoy rebautizada Ho Chi Minh, tras expulsar del país a las tropas estadounidenses.
Nacido un 25 de agosto de 1911 en el seno de una familia campesina de Quang Binh, en el centro del país (que entonces formaba parte de la Indochina francesa), Giap se convirtió en leyenda tras infligir la derrota definitiva a las tropas francesas.
El gran triunfo de la estrategia de Giap fue la batalla de Dien Bien Phu, en 1954, en la que consiguió cercar a 14.000 soldados franceses en un valle al norte del país. El Ejército galo no esperaba que los guerrilleros vietnamitas fuesen capaces de cavar trincheras y posicionar cañones sobre las montañas que rodeaban el valle.
En una de las más sorprendentes operaciones de logística que se conozcan, los soldados del Vietminh comunista trasladaron la artillería pieza a pieza a través de la selva en bicicletas o simplemente arrastradas a mano y las montaron en las zonas montañosas que rodeaban el campamento francés.
Los 55 días de asedio, asalto y posterior rendición de Dien Bien Phu asestaron un golpe mortal a las aspiraciones coloniales francesas –no solo en Indochina– y serían uno de los acontecimientos que desencadenarían el fin de la Cuarta República. Francia se retiró de Indochina tras acordar la división “provisional” del país en dos Estados: el norte soberano y el sur, un títere de las potencias coloniales.
Cuando Giap logró este éxito militar hacia tan sólo diez años que había creado el ejército revolucionario del Vietminh.
Un encargo que le había encomendado el padre de la patria, Ho Chi Minh, con quien coincidió a finales de los años treinta del siglo pasado en China, donde se refugió al huir de los franceses, que lo perseguían por pertenecer al prohibido Partido Comunista de Indochina.
Aquella victoria significó el fin de la guerra de Indochina y el salto a la fama como estratega de un hombre autodidacta que antes de aquella contienda daba clases de Historia en Hanoi.
Giap tenía un interés especial por las tácticas militares de Napoleón y, según uno de sus alumnos, había memorizado las estrategias de las batallas en las que se involucró el emperador francés.
Sus tácticas, que fueron después publicadas en el libro La Guerra de los Pueblos, el Ejército de los Pueblos en 1962, las volvería a usar con efectos devastadores contra los estadounidenses 20 años después.
“Tuvimos que usar lo pequeño contra lo grande, armas anticuadas contra armas modernas”, diría Giap más tarde. “Al final, es el factor humano el que determina la victoria.”
Después de su campaña contra los franceses, Giap continuó dirigiendo a sus soldados contra las tropas estadounidenses en la guerra de Vietnam, hasta la caída de Saigón, el 30 de abril de 1975.
Giap creía que los estadounidenses no soportarían un conflicto prolongado en Vietnam.
“Pelear en una batalla prolongada es una derrota para ellos”, decía. “Su moral estará por los suelos”.
Durante los 15 años que duró la guerra, más de tres millones de vietnamitas perderían la vida, así como más de 58.000 estadounidenses. “No eramos lo suficientemente fuertes para expulsar a medio millón de soldados, pero ese no era el objetivo”, diría Giap en 1990. “Nuestra intención era romper la voluntad del gobierno estadounidense de continuar con la guerra”.
“Ninguna otra guerra por la liberación nacional fue tan encarnizada o causó tantas pérdidas como esta guerra”, destacó Giap en declaraciones a The Associated Press en el 2005, en una de sus últimas entrevistas conocidas con la prensa extranjera la víspera del 30º aniversario de la caída de Saigón, la ex capital de Vietnam del Sur.
“Pero seguimos luchando porque para Vietnam, no hay nada más preciado que la independencia y la libertad”, agregó, con lo que repitió una frase célebre de Ho Chi Minh.
La muerte de Ho Chi Minh, en 1969, y su conflicto con su sucesor, Le Duan, lo retiró lenta pero decisivamente de la primera línea de la política. En 1979 dejó de ser ministro de Defensa y, tres años más tarde, abandonó el Politburó. En 1991, fue excluido del comité central del Partido.
Pero Giap no perdió su espíritu luchador. Convertido en uno de los personajes más admirados por la juventud vietnamita, detrás de Ho Chi Minh, aprovechó este prestigio para erigirse en la conciencia crítica del país durante los últimos años de su vida.
En el 2006 escribió que el Partido Comunista se había convertido “en un refugio de corruptos”.
Y en el 2009, publicó una carta abierta criticando los planes gubernamentales de explotación de bauxita, por sus nocivos efectos sociales y medioambientales. Con 102 años cumplidos, su voz se apagó para siempre.
Miradas al Sur
06-OCTUBRE-2013

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