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La nueva diplomacia petrolera de Kuwait mira hacia el sur

El emirato del Golfo Pérsico fue anfitrión de una cumbre entre la Liga Árabe y la Unión Africana. En la cita, el local puso de manifiesto que busca incidir con una estrategia diplomática multilateral en un momento sensible para la geopolítica del crudo.

Por Walter Goobar, desde Kuwait
La noche del 25 al 26 de febrero de 1991, los cazabombarderos de EE.UU. convirtieron en chatarra una caravana de dos mil vehículos iraquíes en la autopista 80. Huían con sus últimos saqueos tras haber invadido y anexado a Kuwait por la fuerza durante siete meses. Los pozos de petróleo ardían y en las afueras de Yara yacía un cadáver en una camioneta repleta de frascos de Chanel Número Cinco.
A más de dos décadas de la primera guerra del Golfo, no quedan en Kuwait demasiados rastros de esa catástrofe fuera de los museos y los edificios conmemorativos. La autopista 80 sigue pasando por Yahra, la tierra sigue escondiendo el 10% de las reservas mundiales de petróleo y el emirato de Kuwait sigue marcado por el perfume de Chanel y una volatilidad que nunca se acaba de disipar.
Transcurridas más de dos décadas del fin de la ocupación iraquí que colocó el nombre del discreto Kuwait en las primeras páginas de los diarios de todo el mundo, la volatilidad del único emirato democrático del Golfo no es interna, como en otros países de la región –como la de Siria, desangrada por una guerra fratricida; ni la de Egipto doblegado por un golpe de Estado; ni la de libia, que tras el derrocamiento de Mohammar Khadafi perpetrado por fuerzas de la OTAN con financiación del emirato de Qatar está sumida en el caos; ni tampoco la de otra decena de países donde la restauración conservadora como respuesta a las revueltas populares han hecho resurgir el yihadismo militante y el fantasma de Osama Bin Laden vuelve a aparecer como una amenaza latente.
La volatilidad, también está dada por la cercanía de la central nuclear de Bushehr, una de las plantas donde el vecino Irán enriquece uranio y que en el momento menos pensado puede ser atacada por Israel si la política de disuasión, negociación y flirteo de Obama fracasa. Y están los sauditas que temen ser los perdedores de un descongelamiento entre Teherán y Washington.
Nada de eso ocurre en Kuwait, donde en 2012 hubo manifestaciones de protesta, pero los manifestantes enarbolaban pancartas con la imagen del emir de Kuwait, pero todo pesa en el aire que viene del Golfo.
Kuwait City, la capital del emirato, es un extraordinario oasis en el desierto, que mantiene lo fascinante del mundo árabe con lo más moderno que la sociedad occidental puede ofrecer. Los rascacielos hipermodernos, que imitan los minaretes árabes, conviven de manera armoniosa con casas de adobe de inspiración beduina. La historia de esta región se revela dulcemente en sus casas antiguas, con sus patios y jardines, y los cánticos que provienen de los altoparlantes de las mezquitas, que desde el alba convocan a los fieles a rezar.
Kuwait tiene la moneda más cara del mundo (un dinar equivale a 3,75 dólares), y se respira un aire cosmopolita aunque muchas mujeres vayan enfundadas el los clásicos ayab negros con un velo que sólo permite fisgonear sus negrísimas pupilas, mientras los hombres visten de un inmaculado blanco de pies a cabeza.
En el remozado mercado árabe –Shuk–, hay muchas alhajas con piedras preciosas que dibujan los colores de la bandera kuwaití, carteras Yves Saint Laurent y anteojos de sol Gucci abiertos como mariposas tintadas. Los hombres ofrecen su nariz a otros hombres para que se la besen a modo de saludo y van por la calle tomados por los meñiques entrecruzados. En sus muñecas brillan pesados relojes de un oro rojísimo, colgados de cadenas del mismo metal que podrían servir para amarrar un barco.
Así como todos los buenos creyentes llevan una brújula que les indica la ubicación de La Meca para así poder orientar sus cinco oraciones diarias a la ciudad sagrada de los musulmanes, el emir de Kuwait, jeque Sabah al Ahmed al Sabah, está buscando reposicionar a su país en la arena global en un momento en que el boom petrolero estadounidense está haciendo que cada uno de los países miembros de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP) se replantee su estrategia. Con una larga tradición solidaria y filantrópica, que lo llevó a organizar campañas internacionales para las víctimas de la guerra en Siria o las del supertifón que recientemente azotó a Filipinas, Kuwait busca ahora perfilarse como como impulsor de la integración Sur-Sur con África y con América latina.
Como anfitrión de una cumbre afro-árabe, el Emir anunció que su país otorgará créditos blandos por unos 1.000 millones de dólares a los países africanos durante los próximos cinco años.
En su discurso de apertura de la III edición de la Cumbre Árabo-Africana, Al Sabah subrayó su compromiso con el continente africano.
“Mi país ha comprendido la importancia estratégica del grupo árabo-africano, por lo que desde hace largo tiempo ha procurado reforzar la asociación entre nosotros”, dijo el emir.
Por ello, Al Sabah señaló que ha pedido a los responsables del Fondo de Desarrollo Kuwaití otorgar créditos blandos por unos 1.000 millones de dólares a África.
En su discurso de apertura, destacó que esta cumbre se celebra en medio de “sensibles circunstancias políticas e inestabilidad económica”, lo que obliga a intensificar los esfuerzos para paliar estos aspectos.
La cita, bajo el lema “Socios en el Desarrollo y la Inversión”, estuvo centrada en el ámbito económico y de desarrollo, aunque el conflicto sirio también ocupó buena parte de una agenda que pretendía ser lo más despolitizada posible.
El emir de Kuwait dijo que esta guerra es “un asunto prioritario y doloroso”, e instó a todas las partes implicadas a trabajar para lograr una solución política.
A esta cumbre realizada en el Palacio Real, acudieron numerosos jefes de Estado y primeros ministros de los países árabes y africanos, así como los máximos responsables de la Liga Árabe y la Unión Africana.
El emir también anunció una donación anual, por un período indeterminado, de un millón de dólares destinado a la investigación.
De esta manera, Kuwait pretende encontrar un perfil propio en el complejo tablero internacional, en la formación de nuevos de bloques políticos y económicos y en las relaciones Sur-Sur. De hecho, el emirato será sede de un cónclave similar, pero con países latinoamericanos, en marzo de 2014.
Otro objetivo de la Cumbre es acelerar los flujos de capital hacia África, que tiene un enorme potencial pero que sufre un déficit de inversiones importante.
Según el Banco Mundial, África, que registró un crecimiento del 5% en 2012, necesita unos 30.000 millones de dólares sólo en los campos de la energía y la electricidad.
Por su parte, las monarquías petroleras cuentan con una cartera de 2 billones de dólares procedentes del petróleo colocados mayoritariamente en Estados Unidos y en Europa.
Sin embargo, en esta región del globo se ve con preocupación el boom petrolero que experimenta EE.UU. y que puede llevar a una reconfiguración del planeta: Texas ya produce más petróleo que Irán y Arabia Saudita está perdiendo a su principal cliente y aliado, lo que agrava las convulsiones en Oriente Medio,
Texas extrae más crudo que siete de los doce miembros de la OPEP. Sólo la superan dentro del cartel Arabia Saudita, Irak, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. Otro estado norteamericano, Dakota del Norte, donde comenzó el boom petrolífero en 2004, con 728.000 barriles diarios, ha rebasado a Ecuador.
Si se mantiene este ritmo de crecimiento de la producción de hidrocarburos, EE.UU. será, si no lo es ya, el primer productor del mundo, superando a Arabia Saudita y a Rusia, gracias a la controvertida técnica del fracking.
Para EE.UU., este boom petrolífero tiene enormes beneficios no sólo económicos (energía más barata), sino, también, geopolíticos, ya que disminuye su dependencia de las importaciones del Golfo Pérsico. Washington queda protegido respecto a crisis como la de 1973 y amenazas. Por el contrario, Europa sólo puede colmar su sed de energía en los países árabes e Irán o en Rusia. Alemania, que ha renunciado a las centrales nucleares, estrecha sus vínculos con la Rusia de Putin, de la que provienen el 60% de sus importaciones de gas y el 40% de las de petróleo (2,8 millones de barriles diarios).
La disminución por EE.UU. de compras de crudo a sus proveedores habituales ha causado una irritación inocultable en el mayor de éstos, Arabia Saudita.
En la actualidad, el primer importador de petróleo saudí es China, también enfrentada a EE.UU. en el Pacífico. Riad reprocha al presidente Barack Obama su acercamiento a Irán y la detención de la campaña para el derrocamiento del presidente Assad de Siria, aliado de Teherán.
El alejamiento de Arabia Saudita respecto de EE.UU. empieza a ser tan grande que los príncipes wahabitas han rechazado el puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU. La primera vez que ocurre desde el establecimiento del organismo y después del largo proceso diplomático que implica.
Arabia Saudita teme perder su preeminencia entre los musulmanes de Oriente Próximo en favor de Irán. En estea tan convulsionado como siempre, Kuwait busca su lugar en el mundo.
MIRADAS AL SUR
24-NOV-2013

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