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Matteo Renzi

Un Maquiavelo del Siglo XXI


El joven y mediático Matteo Renzi recibió el encargo de formar un nuevo gobierno tras la dimisión como primer ministro de Enrico Letta, quien había sido derrocado por sus compañeros del Partido Demócrata un día antes.

Por Walter Goobar
para Tiempo Argentino
El joven y mediático Matteo Renzi recibió el encargo de formar un nuevo gobierno tras la dimisión como primer ministro de Enrico Letta, quien había sido derrocado por sus compañeros del Partido Demócrata un día antes.
Renzi, que con 39 años puede convertirse en el primer ministro más joven de Italia, ha aceptado el encargo con reservas, como es la praxis habitual, y ha anunciado que se tomará algún tiempo para negociar con sus aliados la lista de ministros y el programa de gobierno.
El hecho de que Renzi haya admitido que necesita más tiempo revela de manera palmaria los obstáculos con los que se enfrenta. Las mayores tensiones tienen su origen en Nuevo Centroderecha, el partido que lidera Angelino Alfano, el ex delfín de Berlusconi que hace unos meses abandonó el partido de Il Cavaliere llevándose a una treintena de senadores y cuyo apoyo ahora es vital para dar vida al gobierno de Matteo Renzi. Alfano ya ha hecho saber que no está dispuesto a dar su apoyo al nuevo Ejecutivo a cualquier precio y pone sus condiciones, exigiendo sobre todo que no se haga una política de izquierda.
"Ridículo" es el término más apropiado para definir el clima en el que se ha llevado a cabo este traspaso político entre dos figuras de la centroizquierda italiana, cuyo primer efecto ha sido resucitar a ese cadáver político llamado Silvio Berlusconi. Después de construir su éxito sobre la promesa de liberar a Italia de las tramas poco transparentes de los partidos, Renzi decidió tomar el lugar de Letta sin pasar por las urnas, al más clásico estilo de la vieja política italiana.
Hay tres hipótesis para explicar la lógica de la traición de Renzi a Letta. La primera sostiene que el asalto al poder no hace más que desenmascarar su ambición personal. Todo su discurso a favor de una reforma radical del sistema y de la necesidad de una ruptura con las liturgias de la política partidista no eran más que una cortina de humo útil para su carrera política.
La segunda hipótesis entiende el homicidio político de Letta como una manera del sistema político italiano y de sus intérpretes tradicionales de desactivar la fuerza innovadora de Renzi, "obligándolo" a formar un nuevo gobierno en un momento muy crítico y con escasas probabilidades de éxito.
La tercera hipótesis es aquella planteada por el propio Renzi al explicar públicamente su decisión de relevar a Letta. La idea inicial era que Letta se mantuviera en el gobierno mientras que Renzi orquestaba un arriesgado pacto con Berlusconi para llevar a cabo la reforma de la ley electoral y del Senado de la República.
El pasado 18 de enero, Renzi se reunió con Berlusconi para modificar la actual ley electoral, lo que le valió las críticas de una gran parte de la sociedad italiana y sobre todo supuso un desafío al poder de Enrico Letta.
La fricción que se desencadenó a raíz de la reunión llegó a su punto más álgido cuando los rumores apuntaban a que Renzi podría relevar a Letta como presidente del gobierno de Italia.

La ambición de Renzi quedó al desnudo cuando aseguró, ante la asamblea de la directiva del PD, que era "necesaria y urgente" la formación de un "nuevo gobierno" para Italia y reconoció que era "ambicioso", antes de pedir la salida del Ejecutivo de su compañero de partido.
Ni siquiera el genial Darío Fo, máximo cultor de la comedia del absurdo, hubiera imaginado una entrega tan grotesca del gobierno entre dos personajes que han negociado mano a mano como si el cargo de primer ministro fuera una cuestión personal, para decidir cuándo y cómo transmitirse un cargo para el que ninguno de los dos ha sido votado. ¿Qué hubiesen dicho el PD y la opinión pública si Berlusconi hubiera administrado de esta forma un traspaso de poderes en la sede de su partido?
Lo que queda claro es que el florentino Renzi optó por el recetario maquiavélico de la traición como herramienta de construcción de poder.
Antes de que consumara el asesinato político de Letta, muchos creían ver en Renzi un infiltrado de la derecha, tal vez un impostor, una suerte de Berlusconi de centroizquierda. O, dicho de otra manera, un Renzisconi.

Estas frases, que conforman una suerte de radiografía del verborrágico Renzi, fueron tomadas de una entrevista publicada en el diario El País de Madrid el 23 de abril de 2013:
-"En EE.UU, si dos chicos se encierran en un garaje, crean una empresa exitosa. En Italia, llega la policía y se los lleva".
-"Quiero formar parte de una generación que no tiene el objetivo de mandar a Berlusconi a la cárcel."
-"No tengo una excelente relación con los sindicatos, no son mis amigos del alma."
-"No tengo la ambición de cambiar de sillón. Lo que quiero es cambiar el país".
No hace mucho, Matteo Renzi contó que, cuando tenía apenas 18 años, hizo de árbitro en ligas locales y potreros de fútbol y que la única forma en que los jugadores, más altos y más fuertes que él, no le pasaran por encima, era enseñar en los primeros minutos una tarjeta amarilla. Si no era así, el partido se le iba de las manos. Ahora se encuentra en una situación parecida. Su gobierno no contará con los clásicos 100 días de gracia, ni siquiera con los 50.
El primer día que se presente ante los ciudadanos Renzi tendrá que tener previstas –a modo de tarjeta– una serie de medidas incuestionables para ahogar las primeras voces que, desde dentro del PD, hablan de "malestar" con los métodos utilizados para asaltar el poder ya que él es el tercer primer ministro no elegido desde 2011. Y eso significa que Italia puede convertirse en una República oligárquica, lo que sería un caso único en Europa.
Lo primero que intentará aprobar será Italicum, la ley electoral concebida por Renzi y Berlusconi. Comprende un nuevo sistema de listas cerradas, un premio para la mayoría más votada del 18% adicional, así como una posible segunda vuelta en el caso de que ninguna coalición electoral consiga el 37% de los votos en la primera ronda.

La nueva ley también comprenderá algunas reformas constitucionales como la eliminación del actual bicameralismo al convertir el Senado en una verdadero espacio de representación regional, y con una reducción de 315 a 150 miembros, y "todos ellos sin el sueldo". La reducción del número de senadores y otra serie de recortes al costo de la política, como el control y la devolución de algunos gastos a los parlamentarios.

Sobre el problema del desempleo, el ex alcalde de Florencia presentó hace algunas semanas un documento que bautizó como Jobs Act y que se inspiraba en el nuevo laborismo del ex primer ministro británico Tony Blair. Entre los puntos principales está la reducción o eliminación de algunos impuestos para aquellas empresas que contraten jóvenes menores de 30 años, ya que el desempleo entre los jóvenes de 16 a 25 años toca en Italia el 41,6 por ciento. Esa será otra de las prioridades de este Maquiavelo del siglo XXI.
TIEMPO ARGENTINO
18 de Febrero de 2014

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