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Ucrania, Venezuela y Siria

Geografía del disciplina global

Ucrania, Venezuela y Siria tienen como denominador común la doctrina del cambio de régimen, propiciada por EEUU para lo cual se han creado las condiciones propicias para un golpe de Estado blando, según el modelo acuñado por el politólogo -y experto en desestabilizaciones-, Gene Sharp.

Por Walter Goobar
¿Qué tienen en común Venezuela, Ucrania y Siria?
Son tres contextos muy diferentes en términos políticos, económicos y sociales. Una república bolivariana, una democracia parlamentaria, y una república hereditaria en la que a las elecciones se presenta un único partido, que obtiene por sistema un 99 por ciento de los votos. Y sin embargo, resulta difícil no pensar que los tres casos tienen como denominador común la doctrina del cambio de régimen, propiciada por EEUU para lo cual se han creado las condiciones propicias para un golpe de Estado blando, según el modelo acuñado por el politólogo -y experto en desestabilizaciones-, Gene Sharp.
Tanto en Venezuela como en Ucrania y Siria, son más que evidentes los intentos de instrumentalizar las protestas y demandas populares, tanto por parte de sectores de la oposición política como por fuerzas externas. Estados Unidos, la UE, Rusia y el resto de potencias juegan sus cartas para promover o silenciar las protestas en su beneficio.
Pese a las promesas de Obama de que seguirá con su táctica del “realismo prudente”,existen rasgos distintivos que podrán dar indicios de cómo terminará el presidente lo que le queda del mandato: una diplomacia agresiva en vez del uso exclusivo de la fuerza militar, fortalecimiento de la alianza con los gobiernos clientes, operaciones encubiertas, financiamiento y respaldo a golpes de estado, aumento y potenciamiento de las bases militares, etc., o sea, un intervencionismo más o menos sutil, basado en la doctrina de la dominación de espectro completo.
La politóloga mexicana Ana Esther Ceceña ha desempolvado un documento con las previsiones estratégicas del Pentágono que contempla el reparto y supervisión del mundo.
EE.UU. cuenta con nueve Comandos, garantizando una vigilancia detallada de las tierras, mares, glaciares y poblaciones que componen el planeta Tierra en su conjunto.
Equipos de especialistas a su vez trabajaron en la identificación de problemáticas diferenciadas en el campo del disciplinamiento en términos geopolíticos y aportaron una caracterización que distingue tres grandes regiones, hacia las que se diseñaron políticas diferentes:
1. Los aliados. El área desarrollada agrupada en organismos de gestión internacional y comprometida en el establecimiento y cumplimiento de las normativas que aseguran la marcha del sistema y el respeto y resguardo de la propiedad privada.
2. El área de riesgo o ingobernable. Un amplio grupo de países e incluso de zonas marinas que es reconocido como “brecha crítica” en el que siempre hay riesgo de colapsos, de insubordinación frente a las reglas establecidas por los organismos internacionales como la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, rebeliones frente al modo de gestionar las controversias entre Estados y empresas transnacionales (ETN) en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (Ciadi), de indisciplina en términos de gobernabilidad, etc. Se señala ésta como una región conflictiva, parcialmente ingobernable y susceptible de poner en riesgo a las áreas aledañas a la manera de ampliación de la zona podrida o que puede poner en riesgo de colapso al sistema mundial, aunque no fuera más que circunstancialmente. Por tanto, es una región que debe concitar la mayor atención y debe mantenerse bajo supervisión e incluso, si es el caso, intervención oportuna y eficiente. Ceceña señala que ésta es la región de mayor tamaño entre las tres identificadas y es la que guarda la mayor cantidad de riquezas de la Tierra: el cinturón biodiverso, las aguas, petróleo y otros energéticos, minerales y culturas.
3. La bisagra. Es una región importante en sí misma tanto políticamente como por sus riquezas, pero se la ubica como el eslabón o punta de lanza en el convencimiento o recuperación de los países de la brecha crítica. La componen países semidesarrollados o emergentes, como se suele caracterizar, respetuosos de las reglas del juego aunque en ocasiones con dificultades para seguirles el paso a las políticas internacionales (casos de renegociaciones de deudas o similares), pero interesados en mantenerse dentro de las dinámicas de lo establecido. Con los países de esta región es posible confiar en acuerdos diplomáticos, políticos y económicos sin necesidad de intervenirlos directamente mediante la fuerza. De diferentes maneras todos tienen un peso regional definitivo y serían capaces de hacer transitar las normatividades globales a través de adecuaciones, canales y compromisos de nivel regional. Entre los países de esta franja se encuentran Brasil, Argentina, India, Sudáfrica, Rusia y China.
La idea central de las guerras del siglo XXI es la del manejo de la asimetría, una vez roto el equilibrio de poderes con el colapso del campo socialista. La construcción del enemigo se desliza de los entes institucionales a los inespecíficos, creando un imaginario de guerra ciega.
El enemigo identificable o convencional disminuye su status al de amenaza regional y por ahí pasarán Irak, Libia, Irán y Venezuela, cada uno entendido como potencial cabeza de región, así como cualquier tipo de coalición en la que estos participen (ALBA, OPEP, Petrocaribe, etc.). Es siempre un polo articulador de poderes alternativos u hostiles a Estados Unidos y su American way of life convertido en política internacional. Para este enemigo, la respuesta es el aislamiento y la demonización, o la aplicación de una fuerza sobredimensionada para destruirlo y, sobre todo, humillarlo. El caso prototipo es el de la operación en Irak.
El enemigo no institucional es difuso, relativamente invisible, ajeno a las reglas de las confrontaciones de poderes y en cierto sentido indescifrable.
Es desde un vietnamita aparentemente inofensivo al que sólo se le ve el sombrero y nunca la cara, hasta mujeres y niños de una comunidad que protestan contra la construcción de una represa generadora de energía eléctrica, o masa urbana en contra del aumento del precio del transporte, de quienes se piensa que pueden poner una bomba, fabricar armas químicas o biológicas en laboratorios caseros, o que pueden movilizar amplios contingentes para oponerse a las políticas y proyectos hegemónicos. El peligro llega hasta el grado de que estos pequeños e insignificantes enemigos, que aparecen en cualquier rincón o se cuelan por cualquier agujero, pueden poner en riesgo el sistema mismo. Por eso se busca atacarlos antes de que se coloquen en posición de fuerza disuadiendo lo que resulte sospechoso de convertirse en tal enemigo. Tapar todos los poros y no dejar resquicio al enemigo, dice el misal militar estadounidense (Joint, 1998).
Estados Unidos rediseña sus metas, sus espacios, modifica o adecúa sus mecanismos, genera exigencias tecnológicas, recompone los equilibrios entre trabajos de inteligencia, de persuasión y de combate, redefine los puntos críticos y explora los esquemas de aproximación pero sin renunciar en ninguna medida a lo que desde ese momento denomina la “dominación de espectro completo” (Joint, 1998 y 2000).
La mayor novedad de esta concepción estriba en su virtud para articular y dar sentido general único a las estrategias sectoriales, parciales, específicas, temporales y más limitadas que se desplegaban desde diferentes emisores o agentes de la política de seguridad y de búsqueda de la supremacía de Estados Unidos en todos los campos. No se inventó nada nuevo, pero se pensó el problema de manera integral y eso cambió los términos y las prioridades.
Se sistematizó, con detalle científico, cada uno de los niveles o espacios del espectro donde pudiera parapetarse un potencial enemigo. Espacio exterior, espacio atmosférico, aguas, superficie terrestre, bajo tierra; espacios públicos y privados que deberían ser penetrados mediante mecanismos panópticos (cámaras en las esquinas, en los bancos y oficinas, chips espías, sistemas de datos centralizados, etc.). Vida cotidiana, vida productiva, pensamiento y acción. Barrios populares con políticas diferenciadas de las de los barrios clase media o clase alta, estratificación competitiva, transporte, dotación de servicios, etc., todos puntos de observación y de manejo de poblaciones.
Con dos objetivos generales: garantizar el mantenimiento del capitalismo y dentro de él la primacía de Estados Unidos; y garantizar la disponibilidad de todas las riquezas del mundo como base material de funcionamiento del sistema, asegurando el mantenimiento de sus jerarquías y dinámicas de poder.
Siria, Venezuela y Ucrania no son equiparables, ni en su contexto político y social, ni en la legitimidad de sus gobiernos, ni en el nivel de violencia, pero la ambiciosa geografía de la estrategia de disciplinamiento estadounidense abarca todo el planeta. Sin embargo, la concepción del mundo como campo de batalla tiene como territorio base, como territorio inteno, al continente MIRADAS AL SUR
23-feb-2014

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