El jefe de la banda de policías que proveyó el vehículo doblado, el taller donde se armó el coche-bomba y se encargó de los traslados había exigido diez millones de dólares para realizar la operación.
Por Walter Goobar *
Los financistas contrataron un atentado "llave en mano" que fue perpetrado por policías bonaerenses con la complicidad de miembros de otras fuerzas de seguridad. El jefe de la banda de policías que proveyó el vehículo doblado, el taller donde se armó el coche-bomba y se encargó de los traslados había exigido diez millones de dólares para realizar la operación. Sin embargo, finalmente los terroristas extranjeros iraníes y los uniformados argentinos cerraron trato por tres millones de dólares: los policías cobraron la mitad como anticipo y la otra mitad después de consumado el atentado.
* Fue un policía quien retiró la Trafic cargada de explosivos del estacionamiento Jet-Parking y la condujo hasta el sitio donde esperaba el jefe de la célula que perpetró el atentado.
* El piloto que estrelló la Trafic contra la mutual judía fue provisto por los contratantes, tenía unos 40 años y abordó el coche-bomba cuando estaba estacionado en la cortada Rauch (ahora rebautizada Discépolo), a escasos 30 metros de la avenida Corrientes
* Si por algún motivo el atentado contra la AMIA se suspendía, el grupo terrorista tenía la orden de estrellar el vehículo contra un segundo blanco.
Estas y otras escalofriantes que aportan precisiones hasta ahora desconocidas sobre los instantes previos a la voladura de la AMIA, forman parte de un testimonio brindado con carácter de exclusividad a Página/12 por una persona que debido a su profesión, su vinculación con las policías Federal y bonaerense, y a una serie de circunstancias fortuitas, accedió a datos sumamente precisos sobre el atentado que cobró 86 vidas.
A dos años de la voladura de la AMIA, la justicia argentina sólo ha conseguido establecer que el 10 de agosto, ocho días antes del atentado, Carlos Alberto Telleldin entregó la Trafic doblada a un grupo de entre cuatro y seis policías que llegó a su casa en dos vehículos. El viernes 15 de julio a las seis de la tarde la camioneta ingresó al estacionamiento Jet Parking, ubicado en Azcuenaga y Marcelo T. de Alvear, cerca de las facultades de Medicina y Ciencias Económicas, El conductor pidió una estadía de cinco días pero accedió a pagar por quince, que era el tiempo mínimo, sin poner demasiadas objeciones. Cuando intentó estacionar, la Trafic quedó trabada con dos ruedas en la calle y dos en la vereda. En ese momento apareció otra persona, que se ubicó al volante, estacionó la camioneta y desapareció sin saludar.
Este tropiezo llamó la atención de los empleados, que observaron que la parte trasera de la camioneta estaba levantada. No podían saber que el elástico del vehículo había sido cambiado para soportar el peso de las bolsas de tierra utilizadas para dirigir la explosión de 125 kilos de Nitrato de Amonio ubicados en la caja. Faltaban sólo tres días para el atentado y el coche-bomba ya estaba emplazado a nueve cuadras del blanco. Sin embargo, los empleados de Jet Parking no pudieron determinar con exactitud cuando ni quien retiró la camioneta patente 400.506 que había sido dejada por un supuesto Carlos Martínez quien había mostrado una Cédula de Identidad número 11.509.709. Allí se perdía -hasta ahora- el rastro de la Trafic y tampoco se había podido establecer a ciencia cierta si en ese momento ya había sido convertida en coche-bomba o nó.
-"La Trafic ya estaba cargada con los explosivos cuando ingresó al Jet Parking el viernes y quienes la condujeron allí eran policías.", relata la fuente de Página/12 quien debido a una serie de circunstancias fortuitas accedió a detalles sumamente precisos sobre el atentado contra la AMIA."El vehículo fue retirado del estacionamiento el lunes 18, poco antes del atentado por un policía", afirma la fuente de este diario a quien desde ahora en más llamaremos "A.B." a los fines de preservar su anonimidad. El señor A.B. no puede precisar si se trataba del mismo policía que tres días antes había dejado allí la camioneta, pero explica que "quienes planificaron el atentado decidieron que tenía que ser un policía, porque si se presentaba algún problema podía presentar una credencial de la
repartición y zafar".
El policía trasladó la Trafic hasta la cortada Rauch, una calle serpenteante y tranquila cuyo nombre actual es Discépolo que se abre en forma oblicua cerca de la esquina de Lavalle y Callao. Según la versión de A.B., alrededor de las ocho y treinta de la mañana del lunes, el policía estacionó el coche-bomba sobre la derecha a unos 30 metros de Corrientes cerca del sitio donde se encuentra el estudio de cine y televisión "El Picadero". "Después de cerrar el vehículo, el policía entregó las llaves al jefe de la célula operativa que se encontraba apostado a pocos metros de allí", afirma A.B. al tiempo que explica que este procedimiento estaba destinado a preservar la organización celular y evitar que el policía conociera al terrorista que iba a pilotear el coche-bomba hasta el blanco.
El señor A.B. proporcionó detalles sobre cuál habría sido el camino seguido por el coche-bomba desde Rauch hasta la AMIA: el piloto puso en marcha la Trafic y lo dirigió hasta Corrientes donde dobló a la izquierda, luego realizó un nuevo giro a la izquierda en Callao y finalmente retomó Tucumán hasta Pasteur donde el vehículo detonó a las 9.53.
Si bien en la causa judicial no hay evidencias sobre la presencia de un piloto suicida y -en cambio- existen ciertos testimonios indicando que transcurrieron entre 8 y 10 segundos desde que la camioneta choca contra el frente de la AMIA hasta que explota, lo que podría indicar una mínima chance de que el conductor hubiera intentado o logrado escapar, para A.B. no existen dudas sobre la existencia de un suicida:"El jefe de la célula operativa entregó las llaves de la Trafic al piloto. Era un individuo de aspecto extranjero que frisaba los 40 años de edad. El piloto llegó a pie y solo al breve encuentro en la calle Rauch donde recibió las llaves de manos del jefe de la célula".
Si bien subsisten las dudas, debido a la falta de evidencia forense contundente, dos cuestiones abonan la versión de A.B. respecto a la presencia de un suicida:
- A la altura de la entrada de la AMIA. el coche-bomba hizo un giro cerrado hacia la derecha y subió a la vereda colocándose en un ángulo aproximado de 45º, y es casi imposible que esa maniobra haya sido realizada por control remoto.
- Los organismos de inteligencia nacionales y extranjeros poseen informaciones de que en fecha posterior al atentado se realizaron ceremonias fúnebres con cajón vacío en el Líbano.
RECUADRO A1
EL SEÑOR A.B.
-(Por W.G.)"Su versión sobre la trayectoria del coche-bomba es ecencialmente correcta, pero contiene un error importante", disparó A.B. durante el primer encuentro, aludiendo a la versión del atentado publicada por este cronista en el libro El Tercer Atentado (Ed. Sudamericana)."El error -continuó A.B.- consiste en que el piloto no abordó la camioneta en el estacionamiento Jet Parking, sino en otro sitio: en la cortada Rauch", agregó como introducción a la siniestra historia que comenzaría a revelar a Página/12.
A lo largo de los sucesivos encuentros, A.B. aseguró que no tuvo participación directa o indirecta en el atentado, sino que por razones profesionales y circunstancias fortuitas tuvo acceso a estos detalles debido a infidencias que son relativamente comunes en el seno de las Policías Federal y Bonaerense.
--"Fijese que los 14 policías detenidos por el juez Galeano se niegan a declarar porque no actuaron como célula compartimentada, sino como banda y por lo tanto todos y cada uno tiene miedo de lo que el resto pueda declarar con respecto a los otros, tanto en lo específicamente vinculado a la AMIA como al resto de ilícitos en los que están involucrados".
Aunque el valor probatorio del testimonio de A.B. sea relativo, los
detalles aportados llenan vacíos importantes en la causa y pueden ser decisivos a la hora de interrogar a los actuales o futuros detenidos.
-"Alguien que se cree intocable se fue de boca" -afirmó- "aunque no creo ser el único que conoce todos estos detalles. Si bien el número de policías implicados en el atentado no supera las dos docenas, el espíritu de cuerpo y el antisemitismo generalizado hacen que nadie quiera deschavar a los que están involucrados. El unico motivo por el que se deja de lado el espíritu de cuerpo es cuando muere algún policía como resultado de la comisión de un ilícito por parte de otro policía. En ese caso un policía puede delatar a otro policía. Por eso los autores del atentado a la AMIA se cuidaron de que no hubiera víctimas policiales".
-- ¿Pero entonces contaron con la complicidad -o la participación- de miembros de la Policía federal?
-- Mire, lo más probable es que hayan comprado una "zona liberada". Contando con un presupuesto de tres millones de dólares esas cosas se arreglan...
Cuando se le pregunta a A.B. si la recompensa de dos millones de dólares para quienes contribuyan a identificar a los culpables no resulta tentadora, el personaje esboza una sonrisa y enseguida responde:"La plata no sirve de nada si después uno va a parar a una zanjan con un balazo en la cabeza. Si entre los actuales detenidos hay algunos que participaban de la investigación. ¿Qué garantías de anonimidad podría darme el juez?"
ORDEN DE ALQUIlAR EL TRABAJO SUCIO
NOTA B
(Por W.G.) "Entre octubre de 1991 y noviembre de 1993, llegaron al país por lo menos tres misiones de inteligencia iraníes, relata A.B. Orientados por sus contactos locales, los agentes iraníes intervinieron en la elección del blanco pero se opusieron a que la célula fundamentalista local utilizara su propia infraestructura y personal para perpetrar el atentado: "había instrucciones precisas" -prosigue A.B.- que ordenaban alquilar mano de obra local para hacer el trabajo sucio.
El señor A.B.indica que Alejandro Monjo, el dueño de Automotores Alejandro, y proveedor de la Trafic a Telleldin, fue quien vinculó a los iraníes con la banda de policías dedicados al doblaje de automotores.
Según consta en la causa judicial, el juez Galeano comprobó que entre diciembre de 1993 y febrero de 1994, el clerigo Moshen Rabbani recorrió diversas concesionarias en la avenida Juan B. Justo -la misma zona donde fue comprada la F-100 utilizada en el atentado contra la embajada de Israel- buscando un rodado muy específico: empleados y propietarios de tres agencias de automotores recuerdan que el clérigo iraní quería comprar una camioneta Trafic usada con ventanillas en la caja.
--"Rabbani es sumamente desconfiado y temía que lo pasaran al cuarto con el precio del vehículo, por eso se encargó personalmente de recorrer las concesionarias", explica A.B.
No era un vehículo tan difícil de conseguir, pero en febrero Rabbani interrumpió la búsqueda de la Trafic de manera tan intempestiva como la había comenzado. Tenía motivos más que suficientes: le avisaron -o se dió cuenta- que agentes de la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE) lo seguían y lo habían fotografiando durante su peregrinación por las concesionarias. Al comprobar que había dado un paso en falso, Rabbani -que vive en la Argentina desde 1983 y hasta ese momento dirigía la mezquita al-Tawhid de Floresta-, buscó una tabla de salvación: según consta en la causa judicial, el 30 de marzo de 1994, fue expeditivamente acreditado como Consejero Cultural de la Embajada iraní, con lo que quedó amparado por la inmunidad diplomática. Lo más extraño del caso es que después de ese incidente renunció definitivamente al sueño del auto propio.
--"El jefe de la célula operativa es el que unico que tuvo el contacto con los iraníes. Al comienzo exigió 10 millones de dólares pero finalmente
Diario Página/12
18-JUL-1995