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CLYDE SNOW

Juntacadáveres

Rl texano que formó el Equipo Argentino de Antropología Forense

Por Walter Goobar
Tenía aspecto de detective de novela negra y hablaba en un inglés pausado, con cadencia docente cuando relataba con crudeza cinematográfica las primeras exhumaciones de víctimas de la dictadura que realizó en la Argentina en 1984.
Clyde Snow ya había intervenido en las autopsias de John F. Kennedy, del asaltante de bancos Butch Cassidy, del faraón Tutankamón y del criminal de guerra nazi Josef Mengele cuando vino a la Argentina hace tres décadas para realizar las primeras autopsias de desaparecidos y jugar luego un papel decisivo en la fundación del Equipo Argentino de Antropología Forense y en el Juicio a las Juntas.
“En los huesos de toda persona está inscripta la historia de su vida y de su muerte”, masculló Snow al autor de esta nota durante una entrevista realizada en Nueva York en 2007, y luego –con precisión quirúrgica– desgranó el relato de aquel primer viaje a la Argentina hace tres décadas que cambiaría por completo su vida y la de miles de familiares de desaparecidos.
“En 1984 –comenzó–, fui contactado por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Washington que estaban vinculados con organismos de derechos humanos y la Conadep. Ellos estaban muy preocupados por la forma en que se realizaban las primeras exhumaciones y la recuperación de evidencia de los desaparecidos. Desde el retorno a la democracia, jueces con buenas intenciones estaban ordenando exhumaciones en áreas en las que se sospechaba que había fosas clandestinas, pero en algunos casos usaban topadoras y excavaban áreas enteras en los cementerios, apilando huesos en montañas con lo que terminaban destruyendo más evidencia de la que recolectaban. Y aun cuando la sacaban correctamente, no había expertos que supieran qué hacer en términos forenses con los esqueletos”, rememoró.
Snow –que para muchos argentinos en aquel entonces era un “gringo un poco loco” que anotaba todo en su computadora y pretendía hacer hablar a los muertos– había venido por diez días al país, terminó quedándose dos años y comprometiéndose durante las últimas tres décadas de su vida.
“Los organismos de derechos humanos me pidieron si me podía quedar unos días más para ver si podía reclutar un equipo en la Argentina. Le dijimos a la Conadep y al `presidente Alfonsín que para formar un equipo así debía dedicar muchos años de trabajo, debía estar muy bien entrenado, muy bien equipado y con gente profesional. Traté de reclutar gente pero no pude encontrar el perfil adecuado porque los médicos legistas tenían lazos tan cercanos con la policía que en muchos casos eran cómplices de las desapariciones. Muchos de ellos habían emitido partidas de defunción falsas. No queríamos ese tipo de gente. Entre los antropólogos había pocos que quisieran apostar a una nueva disciplina que además era riesgosa, porque en esa época había rumores de golpe casi a diario. Finalmente, desistí y le dije a la Conadep que tenía que volver a Oklahoma y que no veía ninguna posibilidad de poner en marcha un equipo”, contó Snow.
Tres o cuatro días antes de que el escéptico forense partiera de ese extraño país al que los medios sensacionalistas revolcaban en un festival de necrofilia, exhumaciones y fosas comunes, un grupo de estudiantes contactó a Snow en la recepción de su hotel. Eran alumnos no graduados de Antropología y de Medicina, y no tenían la menor experiencia. “La mayoría nunca había visto un esqueleto, pero me conmovió su buena voluntad y los invité a cenar a una parrilla que ya no existe. Mientras comíamos, le advertí a Mercedes Doretti, Luis Fondebrider, Patricia Bernardi, Darío Olmo, entre otros, que este trabajo podía ser bastante sucio y deprimente porque en las morgues –tarde o temprano– uno encuentra algún conocido.”
Además era un trabajo peligroso, porque en este caso ellos eran los hermanos y hermanas menores de la generación desaparecida. Eso significaba que si había un nuevo golpe serían los primeros desaparecidos.
“Me pidieron tiempo para pensarlo y yo supuse: ‘Bueno, ésta es una forma argentina muy amable de decir adiós gringo’, pero volvieron la noche siguiente y dijeron que aceptaban. Mis dos semanas en Argentina se convirtieron en dos años para entrenar a ese equipo. No había tiempo para lecciones en aulas. Aprendieron en las tumbas y las morgues.
En su mal español, el forense texano les enseñó a los argentinos que un esqueleto era capaz de contar su historia: “En los huesos de la pelvis quedan evidencias de que una mujer ha tenido hijos, así que usando este tipo de evidencia, podemos construir la historia de vida de la persona hasta el punto de su muerte. Por ejemplo, una herida de arma de fuego en la parte de atrás de la cabeza queda en el cráneo y podemos determinar la entrada y salida y hasta obtener una idea del calibre de la bala, la trayectoria, así que esa herida nos cuenta el último capítulo. Es como llevar un diálogo con la muerte. Estás preguntando –de manera figurada– “¿quién eres?, ¿eres hombre o mujer?, ¿cuántos años tenías cuando falleciste?, ¿cuánto tiempo llevas aquí?, ¿por qué te encontraron en este lugar?, ¿cómo llegaste a estar aquí?, ¿cómo falleciste?, y las respuestas que nos dan los esqueletos están en esta evidencia de los huesos. En los años ’80, todavía no contábamos con el ADN que nos puede decir exactamente quién era una persona. Algunas veces, la víctima nos puede decir mucho sobre los asesinos, incluso sobre su forma de pensar. Si identificamos a la persona, figurativamente el esqueleto puede señalar al perpetrador de alguna forma, nos puede decir al menos dónde buscar. Pero se debe ir más allá de cada caso particular, y ver la totalidad del cuadro, eso revela el modus operandi del perpetrador.”
Pese a sus 30 años de trabajo junto al EAAF en Chile, Perú, Guatemala, México, El Salvador, Venezuela, Etiopía, Croacia, el Kurdistán iraquí, Zimbabwe, Congo, Sudáfrica y Filipinas, Snow amaba entrañablemente a la Argentina, había momentos de frustración e impotencia en los que decía “basta” y se quería ir. “Cuando me pasaba eso, iba a lo de las Abuelas y me sentía renovado. Podía seguir por otra semana o dos y la razón era que las personas que hacemos esto estamos buscando la muerte, pero las Abuelas buscaban la vida. Tenían otra mirada, trágica, pero al menos había esperanza porque ellas buscan la vida, nosotros buscamos la muerte.”
Durante el Juicio a las Juntas, planteó que el análisis de los huesos podía servir para trabajar el tema de los desaparecidos y destruyó lo que hasta entonces muchos consideraban un crimen perfecto.
Snow explicó por qué durante el Juicio a las Juntas optó por exponer sobre los casos de un solo varón y una sola mujer: “Si hubiésemos tratado todos los casos, los desaparecidos hubieran quedado reducidos a meras estadísticas, a gente de papel y hubiésemos perdido a los jueces”, murmuró.
“Recortando el Juicio a las historias de Oscar Fonseca y Liliana Pereyra –continuó– estábamos haciendo que Liliana hablara por todas las jóvenes mujeres que desaparecieron que habían estado embarazadas.”
“El caso de Liliana era emblemático porque representaba el de todas las embarazadas que fueron mantenidas vivas el tiempo necesario para parir a sus hijos. Usando diapositivas color, conté la historia desde su secuestro, la exhumación de sus huesos y las evidencias de que había dado a luz algunas semanas antes de ser ejecutada desde corta distancia con un escopetazo en la cabeza.” La última diapositiva era un hermoso retrato de Liliana que Snow guardaba como tesoro en su computadora. Todos los que estaban en la sala quedaron demudados”, narró el antropólogo forense.
Luego de echar una bocanada de humo de su cigarro, el parsimonioso texano remató: “Los huesos de Liliana encapsulaban una historia: esos huesos nos estaban diciendo ‘busquen a mi hijo’”.
La historia que esos huesos guardaban concluyó en septiembre de 2008, cuando Abuelas restituyó su identidad al nieto número 95: era el hijo de Liliana Pereyra, esa chica a quien Snow –fallecido la semana pasada a los 86 años– ayudó a contar desde el más allá el último tramo de su historia.
Miradas al Sur
25-mayo.2014

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