A veces muere un inocente, pero en el sórdido submundo de los servicios de inteligencia de cualquier país, ese asesinato o suicidio –sea inducido o convencional–, es inevitable. El trasfondo es una estrategia perversa basada en la idea que la misión de los servicios no es proteger al Estado y los ciudadanos de amenazas reales, sino “crear realidad”.
Walter Goobar
A veces muere un inocente, pero en el sórdido submundo de los servicios de inteligencia de cualquier país, ese asesinato o suicidio –sea inducido o convencional–, es inevitable. El trasfondo es una estrategia perversa basada en la idea que la misión de los servicios no es proteger al Estado y los ciudadanos de amenazas reales, sino “crear realidad”. Los ejemplos abundan: en Gran Bretaña, Scotland Yard investigó sin éxito la muerte del agente del MI-6, Gareth Williams, especialista en escuchas telefónicas que apareció desnudo dentro de un bolso deportivo cerrado con candado por afuera, en la bañadera de su casa. La llave del bolso estaba debajo del cadáver. Después de tres años de investigación, la jueza forense ni siquiera pudo establecer si se trató de un fallido acto de escapismo, un suicidio o un homicidio. La contracara es el asesinato por parte del Mossad israelí de un líder de Hamas en 2010 en un lujoso hotel de Dubai: los asesinos de Mahmoud al-Mabhouh le produjeron un paro cardíaco, le colocaron el piyamas y hasta trabaron con la cadena de seguridad la puerta de la habitación que no tenía ventanas. Al final, pierden todos, especialmente los ciudadanos, que ya no pueden confiar en sus Estados, más preocupados de exterminar al enemigo que de respetar sus propias leyes.
Hace diez días la fiscal Viviana Fein salió a refutar la tapa de Clarín que decía que el disparo había sido a quince centímetros. En ese momento dijo que fue a menos de un centímetro próximo al parietal derecho de la víctima. Después del almuerzo en lo de Mirta Legrand del escritor y ex embajador en Francia de Carlos Menem, Jorge Asís, donde Asís da su versión de que el disparo habría sido detrás de la oreja, Fein corrigió su primera versión.
Algo parecido ocurrió con el pasaje aéreo de Nisman: la fiscal declaró que la vuelta del fiscal no había sido intempestiva porque el boleto había sido comprado el 31 de diciembre con esa fecha, pero omitió decir que Nisman tenía otro pasaje para retornar a Europa el 19 de enero por la noche, después de su presentación ante el Congreso.
A casi tres semanas de la muerte de Nisman, la fiscal no ha puesto en duda el testimonio de Diego Lagomarsino, el entregador del arma y la última persona que vio a Nisman con vida.
¿Por qué no hay huellas del informático en la pistola si dice que la armó e instruyó a Nisman en su manejo? ¿Por qué Lagomarsino omitió mencionar durante su conferencia de prensa y durante su declaración testimonial la conversación que Nisman había mantenido con Jaime Stiuso en la que –supuestamente– el espía le aconsejaba desconfiar de la custodia y proteger a sus hijas que se hallaban en Europa? Está claro que, por alguna razón, Lagomarsino trató de sacar a Stiuso de su relato.
Es imposible que Nisman contratara a un experto en informática, le pagara 41 mil pesos mensuales y le confiara la seguridad de la fiscalía sin que éste fuera recomendado o al menos tuviera la aprobación de Stiuso. Nadie ha explicado tampoco, por qué Lagomarsino acompañó a Nisman durante un viaje a Chile que costó unos 90 mil pesos. Lagomarsino tenía gastos por más de 70 mil pesos. ¿Cuánto ganaba? ¿Quién le pagaba? ¿Cómo llegó a la fiscalía de la AMIA? La fiscal Fein todavía no lo sabe.
La fiscal Fein tampoco investigó los intereses cruzados de los servicios de inteligencia: la Side, el Mossad israelí y la CIA estadounidense.
Por ejemplo, el Audi que Nisman tenía guardado en la cochera pertenece a una empresa de alquiler o leasing cuyos propietarios son familiares del ex titular de la Side Hugo Anzorreguy, en sociedad con el ex agente de la CIA Frank Holder. Lo mismo ocurre con los dos vehículos –un Ford Mondeo bordó, patente NJN 733, y otro Mondeo gris, patente NEM 866– en los que Nisman y su custodia partieron de la terminal aérea el 12 de enero.
Es incorrecto creer que la desmentida del jefe de Interpol, Ronald Noble, indica que la CIA le había soltado la mano al fiscal argentino.
Noble –que corroboró la versión del canciller Héctor Timerman respecto al levantamiento de las alertas rojas de Interpol– es una legendaria figura del Servicio Secreto, una fuerza que mantiene un histórico enfrentamiento con la CIA.
Si bien Obama ha iniciado un deshielo con Irán, está más que claro que no controla a sus servicios de inteligencia.
¿ Qué tiene que ver todo esto con la muerte de Nisman? Hay que remitirse a otra pregunta: a quién responden los servicios de inteligencia de EE.UU.? A Obama o al diseño geopolítico del complejo militar-industrial, del cual muchos republicanos son accionistas de las empresas proveedoras de insumos?
La construcción de un relato –o de “una realidad”– que presente la muerte del fiscal como consecuencia de denunciar encubrimiento de terroristas iraníes, concuerda con la geopolítica del poder real de Estados Unidos e Israel.
¿Cuál fue la relación de Alberto Nisman y Jaime Stiuso con los servicios Israelíes y estadounidenses? De total subordinación. Además de los elocuentes cables de WikiLeaks, el periodista estadounidense Garret Porter, especialista en seguridad nacional, señala que en los informes argentinos se le achaca a los iraníes la preparación de un atentado contra el aeropuerto Kennedy de Nueva York en la que los iraníes no participaron. Lo mismo ocurrió con el presunto conductor suicida del coche-bomba, identificado como Ibrahim Berro, que habría muerto en el Líbano antes del atentado en Buenos Aires. La mejor manera de exculpar a los iraníes es culparlos de algo que no hicieron, y no se trata de un juego de palabras.
La pregunta de rigor es: ¿quién se beneficia y quién se perjudica con la muerte de Nisman? En un artículo publicado en el portal Rebelión, Mariano Massaro señala que resulta inocultable que el primer perjudicado, además del propio fiscal y su familia, ha sido el Gobierno. Previo a la muerte, la prensa opositora aceptaba la posibilidad de un triunfo electoral del kirchnerismo, incluso en primera vuelta. Inmediatamente antes de la aparición del cadáver, al interior del FpV se debatía la figura de Scioli como el candidato del espacio. Ambos temas quedaron obturados con el caso del fiscal.
Justo antes de la desaparición del fiscal de la causa AMIA, se libraba una fuerte batalla con la corporación judicial que se encuentra colonizada por los servicios de inteligencia y los medios de comunicación hegemónicos. Todos estos actores han visto robustecidas sus posiciones en la disputa con el Gobierno; es decir, Nisman fue una pieza clave de su reposicionamiento, insuflando aire a la corporación judicial.
Una muerte con semejante repercusión, también terminó contaminando la elevación a juicio oral por el encubrimiento del atentado a la AMIA, en el segundo semestre del año.
¿Quiénes se beneficiaron con la muerte de Alberto Nisman? Muchos. Macri, Massa y Scioli usufructuaron largamente la muerte, convirtiéndose en ganadores netos. Y hasta Noah Mamet, el nuevo embajador de Estados Unidos en Argentina, hizo su presentación en sociedad en las exequias del fiscal.
Por ahora, la misteriosa muerte del fiscal Alberto Nisman sigue creando preguntas, consecuencias y silencio.
Miradas al Sur
08 de Febrero de 2015