Esta es la historia de las promesas nucleares que el gobierno de Carlos Menem incumplió con el régimen de los ayatollas
Por Walter Goobar
"Con los ayatollas y los temas nucleares no se juega", dice una altísima fuente iraní en el exilio señalando el carácter errático, contradictorio y arriesgado de las aventuras nucleares de Carlos Menem en el Medio Oriente. Aunque carece de las aptitudes literarias de un Salman Rushdie, el cuñado presidencial, Alfredo Karim Yoma fue también el autor de unos "versos" que en los oídos sirios e iraníes pueden haberse tornado satánicos. Esta es la historia de aquellas promesas incumplidas:
-El cuñado presidencial Alfredo Karim Yoma, a quienes sus detractores apodaron el "señor dos dígitos" impulsó desde la Secretaría de Asuntos Especiales de la Cancillería dos multimillonarios y riesgosos negocios que incluían la provisión de un reactor nuclear experimental a Siria (ver nota aparte) y un vasto plan de transferencia de tecnología nuclear y triangulación de petróleo iraní que, al frustrarse, contribuyeron de manera decisiva a convertir a la Argentina en deudor y enemigo de Irán y de Siria.
-El entonces canciller, Domingo Cavallo puso fin a los aventureros negocios impulsados por Yoma poco antes de anunciar el envió de las naves argentinas al Golfo.
-Las "relaciones carnales" con los Estados Unidos jugaron un papel decisivo en el incumplimiento argentino de los convenios nucleares con Irán y Siria pero fueron justamente las petroleras estadounidenses las que finalmente se quedaron con el lucrativo negocio de triangular el petróleo iraní.
-Entre el primer y el segundo atentado, el gobierno argentino mantuvo negociaciones secretas con Irán "en algún país europeo", para "renegociar" las cláusulas de los contratos incumplidos.
Cuando asumió el poder, Carlos Menem creó a la medida de su cuñado Alfredo Karim Yoma la Secretaría de Asuntos Especiales de la Cancillería, un híbrido diplomático desde donde se manejaron arriesgados negocios con Estados como Irán, Siria y Taiwán. El 15 de enero de 1990, el secretario para Asuntos Especiales, -acusado posteriormente por el cobro de comisiones ilegales en la frustrada venta de seis submarinos a Taiwán- dirigió un memorándum a Carlos Menem que lleva el número 109 y los sellos de "confidencial" y "urgente", donde le informaba que había aceptado una invitación del gobierno iraní para visitar Teherán el 14 de febrero.
Tras entrevistarse con el presidente iraní Hashemi Rafsanjani, a quien entregó mensajes de salutación de Carlos Menem y su Canciller, Alfredo Karim Yoma declaró en Teherán que "el pueblo y el gobierno de Argentina apoyan los esfuerzos de Irán para permanecer independiente de los bloques de poder desde el triunfo de la revolución islámica en 1979". Otro informe citado por Oscar Raúl Cardoso en Clarín consigna que Yoma comprometió a la Argentina en los siguientes rubros:
-Un acuerdo para proyectos nucleares por un total de 300 millones de dólares -50 millones por año- más la provisión de dos reactores para la central nuclear de Busheir y el suministro de plantas de irradiación de alimentos totalizando 500 millones de dólares.
-Comercialización de "crudo iraní (...)que se nos ofrece en cantidad suficiente para abastecer a los mercados importantes (a los que) ellos mismos no pueden o no les interesa vender (EEUU, o América Latina).
-Participación argentina en el Plan Quinquenal de Reconstrucción iraní que "movilizará recursos por un monto global de compras de bienes y servicios de aproximadamente 120.000 millones de dólares, el doble de nuestra deuda externa".
"VENDER LO QUE TODOS VENDEN"
Consciente de las objeciones que despertaría el acuerdo, Yoma escribió otro memorándum en el que señala que es un prejuicio no vender lo que todos venden por temor a transgredir normas internacionales o molestar a
alaguien: "es muy importante distinguir entre lo que es un prejuicio (no vender todo lo que el mundo vende aunque con las garantías de seguridad del caso) presumiendo que podemos molestar o incomodar a quienes erróneamente califican de riesgosa nuestra transferencia con el perjuicio real y efectivo que esta omisión representa para el país", escribió Yoma.
En los seis meses siguientes, los negocios secretos de Alfredo Karim Yoma con Irán fueron torpedeados por el entonces canciller Domingo Cavallo y por el director de Seguridad Internacional y Asuntos Nucleares Especiales del Palacio San Martín, Enrique Candioti y el asunto se dio por cerrado a fines de julio de ese año con la renuncia del cuñado presidencial, sobre quien siguieron lloviendo acusaciones de cobro de suculentas comisiones ilegales. La opinión pública recibió una explicación por demás burda: se temía que los cereales y alimentos argentinos para Irán fueran a parar a su archienemigo Irak, violando el embargo comercial y el bloqueo naval ordenados por la ONU. Aunque Argentina trató de archivar lo más rápidamente posible el tema, ni los norteamericanos, ni los israelíes y menos aún los iraníes, olvidaron el incidente tan fácilmente.
Una carta fechada el 17 de diciembre de 1991 dirigida a la Cancillería argentina por el encargado de negocios de la Embajada de EEUU en Buenos Aires, James D. Walsh -cuyo facsímil se reproduce en el libro Misión Cumplida de Martín Granovsky- prueba que el affaire Yoma no concluyó con la renuncia de su principal protagonista: "Estamos sumamente complacidos de recibir mayores garantías de que su gobierno comparte verdaderamente nuestras preocupaciones con respecto a la naturaleza del programa nuclear de Irán. Los felicitamos por haber tomado la difícil decisión de cancelar el reciente embarque de material destinado al programa nuclear de Irán (...) Entendemos que pronto se tomará una decisión definitiva sobre éste y otros contratos vigentes con Irán". Walsh agrega que "el gobierno de los Estados Unidos no puede asumir ninguna responsabilidad financiera derivada de la muy adecuada decisión del gobierno argentino en este asunto".
EEUU no se hizo cargo de compensar económicamente a la Argentina por las exportaciones perdidas, pero sus empresas asumieron las operaciones de triangulación del petróleo que Irán había ofrecido -vía YPF e Interpetrol (controlada por YPF)- a sus volubles socios argentinos: Aunque Estados Unidos prohíbe las importaciones de Irán, las compañías petroleras norteamericanas se han convertido en el apoyo mas importante de la economía iraní. Varios especialistas en la industria petrolera afirman que en 1993 esas compañías compraron 3,6 mil millones de dólares en petróleo para revender fuera de los Estados Unidos, con el argumento de que es imposible distinguir la procedencia del crudo de los distintos Estados del Pérsico.
AYATOLLAS NUCLEARES
Aunque la participación argentina en los proyectos nucleares iraníes se remonta a la época de la dictadura militar y se prolongaron después durante la administración alfonsinista, fue Karim Yoma quien desde antes de asumir el cargo en la cancillería oficiaba de lobbista iraní en Buenos Aires y proponía que Argentina concediera un status especial a sus relaciones con Irán. Las promesas generadas por Yoma determinaron, por ejemplo, que la agencia oficial de noticias IRNA abriera en 1990 una corresponsalía en Buenos Aires y acreditara a tres periodistas. Las expectativas iraníes se tornaron en frustraciones desmedidas cada vez que el gobierno argentino, cediendo a las presiones de sus aliados, traicionaba la palabra empeñada. Con el fin de la Guerra del Golfo IRNA clausuró su oficina en Buenos Aires.
Robert Gates, director de la CIA durante la administración Bush, declaró en enero de 1992 ante el Congreso estadounidense que Irán estaba gastando 2.000 millones de dólares al año en la compra de armamentos, que
podía resultar una amenaza para los Estados Unidos y sus aliados en el Golfo Pérsico en un plazo de tres a cinco años y obtener armas nucleares antes del año 2000. En el informe de Gates se menciona específicamente a la Argentina, junto con Brasil y Paquistán como los principales países que suministraban tecnología para el enriquecimiento de uranio.
El sucesor de Gates en la actual administración, James Woolsey, relativizó en 1993 los pronósticos de la CIA afirmando ante el Congreso que "Irán necesitaría entre 8 y 10 años para construir armas nucleares, dependiendo de la ayuda del exterior que pudiera obtener".
El retraso en las ambiciones nucleares de los ayatollas y la alusión de Woolsey a "la ayuda exterior" tienen mucho que ver con el brusco giro que dio la política exterior argentina en septiembre de 1990 al enviar las naves al Golfo Pérsico. Al integrar la alianza antisaddam, Carlos Menem se desembarazó de un lastre tan peligroso como el misil Cóndor: Los servicios de espionaje estadounidenses e israelíes tenían pruebas de que durante los primeros seis meses de 1990, Karim Yoma había intercambiado varios mensajes con Bagdad referidos a la visita que Menem planificaba hacer a Irak y a Siria en marzo de 1991. Si estos se hubieran hecho públicos, la imagen internacional de Menem hubiera quedado indisolublemente ligada a la de Saddam Hussein.
Aunque para marzo de 1991, los mensajes de Yoma sobre la visita de Menem quedaron tan prolijamente sepultados en la memoria de los aliados, como los blancos de los bombardeos a Bagdad, el fin de la Guerra del Golfo acentuó simétricamente la ambición de hegemonía regional iraní y las presiones de Washington para que Argentina se apartara de Teherán.
CAVALLO VA AL GRANO
El 28 de mayo, poco antes del "desfile de la victoria" que se realizó en Nueva York, Domingo Cavallo recibió en Buenos Aires al ministro de Comercio de Irán, Abdulhussein Vahaji, y cuando firmó un acuerdo para la compra de 60.000 toneladas de cereales resaltó su deseo de que las relaciones bilaterales retornaran a los niveles de 1988, cuando su país era el segundo comprador de granos más importante de la Argentina.
Pese a que el Departamento de Comercio de los EEUU ha aprobado transferencias de tecnología sensible por valor de 324 millones de dólares (la mitad de ese monto está destinado a material que, según expertos estadounidenses, puede ser utilizado en la producción de armamentos), las presiones norteamericanas sobre la Argentina se redoblaron. Bastó una carta enviada el 17 de diciembre de 1991 por encargado de negocios de la Embajada de EEUU en Buenos Aires, James D. Walsh, para que en enero de 1992 Argentina retuviera en el puerto de Campana el primer embarque de máquinas, herramientas y tuberías "de uso dual" -es decir que puede ser utilizado para usos pacíficos como militares- destinado a una planta piloto para la purificación de uranio y fabricación de combustibles. El 10 de febrero, el gobierno iraní convocó al embajador argentino en Teherán, Norberto Auge, para protestar verbalmente porque la Argentina calificaba a Irán como "país no confiable".
NEGOCIACIONES SECRETAS
La protesta verbal iraní por el incumplimiento argentino del contrato con el INVAP cobró una dimensión distinta un mes más tarde con el atentado a la embajada de Israel. Durante la segunda semana de mayo, es decir, un mes y medio después del primer ataque terrorista, el jefe de gabinete de la Cancillería, Andrés Cisneros, encabezó una delegación que se encontró secretamente con funcionarios iraníes de primer nivel en un país europeo -presumiblemente las afueras de Paris- para "renegociar" los contratos nucleares suspendidos por la Argentina, según admitió una fuente del Palacio San Martín a Página/12.
De aquellas reuniones, que los irritados iraníes amenazaron abandonar cada vez que surgía el tema del atentado a la embajada, sólo salieron
-según los argentinos- "acuerdos verbales" de que toda nueva operación debería ser aprobada por la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) y de que Argentina compensaría económicamente a Irán aumentando en un 80 por ciento las exportaciones cereales argentinos. Los estrategas de la Cancillería argentina calificaron la reunión como "una apuesta política en favor del presidente Rafsanjani que sufre los ataques de los sectores más radicalizados".
Si Teherán -según sostiene el gobierno nacional- tuvo alguna participación en los atentados, la "apuesta" que Argentina realizó durante aquella negociación secreta fue un fracaso o alguno de los países protagonistas violó la palabra empeñada. O tal vez la fragmentada realidad iraní sea más compleja de lo que imaginan los hacedores de la política internacional argentina.
En abril de 1993, cuando arreciaba las denuncias en su contra por el cobro de comisiones ilegales, Karim Yoma utilizó ante Radio América una extraña metáfora para describir su caso. "Existe una campaña que lleva más de dos años largos, con un ensañamiento, quizás el más atróz que se recuerde contra una familia en la Argentina. Yo pienso, a veces, que el calvario de la chiquita judía, Ana Frank, fue nada al lado de la persecución sistemática que se lleva a cabo contra los Yoma". Nadie imaginaba entonces que la Argentina se iba a convertir en el escenario para el atentado antijudío más cruento desde el Holocausto.
RECUADRO A1
(Por W.G.)Existen razones geoestratégicas, tácticas, y comerciales por las cuales los gobiernos de EEUU, Israel y Argentina respectivamente, prefieren satanizar a Irán en lugar de investigar las redes terroristas -propiciadas por Irán o por otros Estados- que cometieron los dos atentados cometidos en la Argentina:
-A pesar de que en sus declaraciones oficiales la administración Clinton considera a Irán como un peligro potencial con algunas semejanzas al Irak previo a la invasión a Kuwait, a Teherán le falta del dinero, el equipamiento militar y el personal calificado para convertirse en una verdadera amenaza para sus vecinos. El esfuerzo de Irán por reemplazar a
Irak tras su derrota en la Guerra del Golfo en el papel de potencia regional se ha visto frustrado por una economía en decadencia y una sorda lucha política interna cuyas esquirlas podrían rastrearse en las calles Arroyo y Pasteur de Buenos Aires.
-Al apuntar toda la artillería verbal contra Irán, Israel y los EEUU están ejecutando una poderosa maniobra de presión sobre el hombre a quien los diplomáticos de ambos países socarronamente llaman el Frank Sinatra del Medio Oriente: Como Sinatra, el presidente sirio Hafez Assad, ha dicho que quiere un acuerdo de paz "a su manera" y hasta ahora ha resistido todas las presiones para desarmar a Hezbollah, la organización que Irán controla espiritualmente mientras que Siria la controla físicamente.
-Para el gobierno argentino, la investigación del papel jugado por Alfredo Karim Yoma y los EEUU en la frustración de las aspiraciones nucleares iraníes y sirias, asi como las negociaciones mantenidas con Teherán entre el primer y el segundo atentado, tendrían graves consecuencias.
Con la campaña de acusaciones no debidamente fundadas, los tres aliados no sólo han borrado importantes pistas e indicios para una investigación seria sobre el verdadero papel jugado por los iraníes, sino que también neutralizaron el debate interno en Irán. Las acusaciones, que radicales y moderados ven como parte de una campa;a propagandística ideada por Estados Unidos e Israel para acentuar el aislamiento internacional de Irán, han aglutinado, al menos de momento, a los rivales tradicionales. Los clérigos chiitas, encabezados por el sucesor del ayatolla Jomeini, Ali Jamenei desarrollan una impiadosa batalla contra el presidente Rafsanjani a quien consideran "pragmático" demasiado blando con Occidente y no dudan en utilizar las redes terroristas de Hezbollah en el Líbano con el doble fin de desestabilizarlo y propagar con las bombas la Revolución Islámica.
A pesar de sus defectos, Rafsanjani combina el pragmatismo con una cierta autoridad religiosa para poder enfrentar al Ayatolla Ali Jamenei y puede por lo tanto arriesgarse a la reforma económica y la aperturas diplomáticas hacia Occidente. Según la Constitución iraní, Rafsanjani que es un alto clérigo aunque no un ayatolla, no puede postularse nuevamente cuando expire su segundo mandato en 1997. Numerosos diplomáticos en Teherán predicen que su sucesor puede ser aún mas cerrado y más hostil hacia Occidente.
Diario Página/12
04-SEPT-1994