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Revelaciones de Seymour Hersh

Cómo mataron a Bin Laden

El prestigioso periodista derrumba la versión oficial sobre la captura y muerte del líder de Al-Qaeda.

Walter Goobar
Han pasado cuatro años desde que un grupo de Navy Seals asesinó a Osama Bin Laden en un asalto nocturno en un complejo de viviendas en Abbottabad, Pakistán. La operación de comandos fue un factor decisivo para que Obama consiguiera la reelección. La Casa Blanca siempre afirmó que se trató de una acción exclusivamente norteamericana y que los generales del ejército y la agencia Inter-Services Intelligence (ISI) de Pakistán no estaban al tanto de la incursión. “Esto es falso, como muchos otros elementos del relato de la administración Obama. La versión de la Casa Blanca podría haber sido escrita por Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas”, afirma el prestigioso periodista de investigación Seymour Hersh, quien acaba de revelar en un artículo de la revista británica London Review of Books publicado el pasado domingo, la verdadera trama de la operación que culminó con el asesinato del líder de Al-Qaeda.
Entre otros puntos, Hersh revela que Bin Laden era prisionero de los servicios de inteligencia de Pakistán desde 2006 en el complejo de Abbottabad donde resultó muerto, a escasa distancia de una de las principales academias militares, y que fue un ex funcionario de espionaje pakistaní quien se acercó a la estación de la CIA en Islamabad para reportar su paradero y cobrar los 25 millones de dólares de recompensa.
En agosto de 2010, un veterano oficial de inteligencia paquistaní se acercó a Jonathan Bank, entonces jefe de la CIA en la Embajada de Estados Unidos en Islamabad. Se ofreció a decirle a la CIA dónde encontrar a Bin Laden a cambio de la recompensa que Washington había ofrecido en el año 2001. La oferta fue considerada poco confiable por la CIA que decidió enviar un equipo especializado provisto de un detector de mentiras. El sujeto pasó la prueba.
La casa de Bin Laden fue puesta bajo vigilancia por satélites. La CIA alquiló una vivienda en Abbottabad para usar como puesto de observación y la ocupó con empleados paquistaníes y extranjeros. Más adelante, la base serviría como un punto de contacto con el ISI. Ese centro de operaciones de la CIA no llamó la atención porque Abbottabad es un lugar lleno de casas para alquilar por períodos cortos.
La residencia de Bin Laden estaba menos de dos millas de la Academia militar de Pakistán y un cuartel general del ejército paquistaní está a una milla. Abbottabad está menos de 15 minutos en helicóptero de Tarbela Ghazi, una importante base para las operaciones encubiertas de ISI y las instalaciones donde entrenan los que custodian el arsenal de armas nucleares de Pakistán.
Después de arduas negociaciones y presiones que incluyeron la promesa de que Bin Laden no saldría vivo de la operación. los paquistaníes consintieron en permitir a una célula americana de cuatro hombres –un miembro de los Navy Seals, un procurador de la CIA y dos especialistas en comunicaciones– establecer un servicio de comunicaciones en Tarbela Ghazi para acometer el asalto. Para entonces, los militares habían construido una maqueta del complejo de viviendas en Abbottabad en un antiguo sitio de prueba nuclear secreto en Nevada, y un equipo de Mavy Seals había comenzado a ensayar para el ataque.
El informante y su familia fueron sacados de Pakistán posteriormente y reubicados en el área de Washington, donde ahora se desempeña como consultor de la CIA. El gobierno estadounidense, en cambio, dijo que descubrió el lugar donde el el hombre más buscado del mundo se ocultaba al dar seguimiento a su correo, que transmitía a la red las instrucciones que recibía en Abbottabad.
Citando fuentes estadounidenses, Hersh explica que Estados Unidos planeó el asalto con los dos principales mandos pakistaníes, el general Ashfak Pervez Kayani, jefe del Estado Mayor del ejército, y el general Ahmed Shuya Pasha, titular de la ISI, por lo que considera “la mentira más descarada” que ambos ignoraran la misión.
De hecho, detalla que la administración Obama acordó inicialmente declarar que Bin Laden murió en un ataque con avión teledirigido (drone) y puntualiza, contrario a lo dicho por los comandos SEAL de la Marina que intervinieron, que no se le dio un entierro en el mar conforme a las prácticas islámicas. Sus restos “fueron arrojados a una bolsa para cadáveres y, durante el vuelo en helicóptero de regreso a Yalalabad (la base en Afganistán de donde salieron los efectivos), algunas partes del cuerpo fueron lanzadas a las montañas del Hindu Kush”.
La Casa Blanca desmintió la versión de Hersh declarando que es “falsa” y “carece de base”. Algo que no ha sorprendido al periodista, de 78 años, que ha calificado a la Casa Blanca de “una institución política” que “quiere manipular a la prensa”, por lo que esa actitud es “normal”.
Hersh también ha explicado que se siente inmune a las críticas. “Están hablando con una persona que era freelance en los ’60 y publicó una historia sobre la masacre de cientos de civiles vietnamitas para una agencia de noticias que se oponía a la guerra. Por Dios, ¿creen que no tuve problemas entonces?”, ha afirmado, en referencia a la matanza de la aldea de Mi Lai, en la que soldados estadounidenses arrasaron con al menos 347 civiles de Vietnam del Sur.
Pero las mayores críticas han llegado de sus compañeros de profesión: los periodistas. Especialmente de aquellos que llevan cuatro años viviendo del relato oficial de la muerte de Bin Laden, como el comentarista de la cadena de televisión CNN Peter Bergen, autor de los best-seller Holy War Inc. (Guerra Santa, SA) y Manhunt (Caza al hombre) y consultor de la película La noche más oscura, que dramatiza la muerte del fundador de Al-Qaeda.
Además, el hecho de que Hersh no lograra que el semanario The New Yorker, con el que lleva décadas colaborando, publicara el artículo, ha reforzado las dudas. Unas dudas que, además, cuentan a su favor con el hecho de que Hersh sólo aporta un nombre de sus fuentes, el de Assad Durrani, que fue jefe del ISI, el servicio secreto de Pakistán, hasta principios de la década de los noventa. Claro que, en buena medida, los testimonios de esos rivales se basan, de nuevo, en fuentes anónimas.
MIRADAS AL SUR
17 de Mayo de 2015

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