Mi sobrino, el sospechoso

El fiscal de la causa que investiga el contrabando de armas a Croacia pidió interrogar a Yalal Nacrach, sobrino de Carlos Menem y Emir Yoma, que también figura en los expedientes de la causa AMIA y en el escándalo del Narcogate. “Me atacan porque soy parte de la familia del Presidente”, dijo Nacrach en una entrevista exclusiva. Su origen, sus negocios, sus vínculos, en este informe especial.

Por Walter Goobar
Me atacan a mí porque soy sobrino del Presidente”, grita Yalal Nacrach en el otro extremo de la línea telefónica, y en ese argumento se atrinchera ante cada pregunta sobre la inusual coincidencia de que su nombre aparezca en tres de las causas judiciales más escandalosas de la era menemista: el Narcogate, el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y el contrabando de armas a Ecuador y Croacia.
El Narcogate es cosa juzgada, pero en los otros dos expedientes el sobrino de Carlos Menem, Emir Yoma y Amira Yoma tiene motivos para preocuparse: el juez federal Juan José Galeano decidió reabrir uno de los legajos secretos del caso AMIA, en el que constan las sospechas sobre dos ciudadanos sirios de estrecha vinculación con Nacrach. Y el fiscal del caso Armas, Carlos Stornelli, quiere interrogar al misterioso sobrino para saber por qué figura como único dueño de la empresa Elthan Trading, que pudo haber jugado un rol clave en el lavado del dinero sucio que tiene como origen la venta ilegal de armamentos.
Fuentes cercanas al juez federal Jorge Urso dijeron a esta revista que el magistrado ya resolvió acceder al pedido de Stornelli y citará a Yalal Nacrach en calidad de “testigo”.

QUIÉN ES QUIÉN. Las sospechas de quienes se cruzaron con el nombre de Yalal Nacrach en un expediente son variadas: algunos creen que es un oficial de inteligencia siria, que mantuvo frecuentes contactos con el traficante Monzer Al Kassar durante los embarques de armas a Croacia; otros suponen que es un eslabón de la pista siria en el caso AMIA, y una tercera versión lo ubica como un simple testaferro de Emir Yoma. O sea, que allí donde asome alguna duda sobre la conducta del tío, habrá prevenciones sobre el sobrino.
La vinculación económica entre tío y sobrino es directa. Cuando tuvo que dar explicaciones sobre las maniobras y deudas del Yoma Group, Emir dijo que vendió la mayoría de las acciones de sus curtiembres a Elthan Trading Co., cuya titularidad atribuyó a “un chino... un tal Fin Tin Chim... o algo así”. Pero, oh casualidad, aparece después Yalal Nacrach como único accionista de Elthan Trading, empresa constituida en un garaje de barrio en Montevideo y luego inscripta en el registro público de Chilecito, La Rioja.
Sin embargo, Muhamad Yalal Nacrach asegura que no tiene nada que ver con el Grupo Yoma. Que se trata de “errores del periodismo”.
Yalal tiene 34 años, nació un 2 de marzo en Damasco, Siria, y es hijo de un oficial de inteligencia de ese país y de Delia Yoma, la hermana de Emir, Karim, Zulema y Amira. Es musulmán practicante, lo seducen las discotecas de la noche porteña, pero no prueba una gota de alcohol. Suele ostentar un reloj Bulgari (valor aproximado, dos mil pesos).
Antes de radicarse en la Argentina, Yalal Nacrach vivió en Estados Unidos y trabajó para el jefe de los servicios sirios, Ali Issa Dubba, quien al igual que el propio Nacrach es pariente de Monzer Al Kassar.
Nacrach consiguió la nacionalidad argentina en 1986 por recomendación del entonces gobernador de La Rioja, Carlos Menem. Sus referencias para obtener la cédula de identidad número 12.260.224 fueron Emir y Laila Yoma
El 12 de julio de 1993, Carlos Corach, entonces secretario legal y técnico de la Presidencia, envió una recomendacion de Nacrach al subcomisario José Depresbitero.

YALAL, ACÁ TA. El nombre de Yalal Nacrach apareció casi de casualidad en la causa del contrabando de armas, que involucra a ex ministros y a la cúpula del Ejército, por operaciones hechas a partir de decretos especiales firmados por el presidente Carlos Menem.
El fiscal Miguel Angel Osorio investigaba la mafia del oro y al allanar el Banco Baires encontró un pago de dos millones de dólares hecho por la empresa Daforel –principal sospechosa de haber lavado el dinero de esa operación– al Grupo Yoma en diciembre de 1994.
Previamente, la firma Elthan Trading había depositado fondos similares en una cuenta norteamericana de Daforel. La Justicia sospechó que esos fondos podrían estar vinculados con el escándalo de las armas.
Yoma tuvo que dar explicaciones al juez Jorge Urso y dijo que el depósito de Elthan era parte de una operación de capitalización. Pero como los aportes de capital deben ser aprobados por asamblea y denunciados a la Inspección General de Justicia, cambió de estrategia: definió a Elthan Trading como “un accionista” de la curtiembre.
Presionado para acreditar sus dichos, Yoma envió la documentación en que aparece Yalal Nacrach como único accionista de la misteriosa empresa Elthan Trading. Siendo Elthan Trading una empresa registrada en la Argentina, ¿por qué tuvo que enviar dos millones de dólares vía una cuenta en Nueva York para aportar capital al Grupo Yoma?, se preguntan los investigadores judiciales. Es sólo una de las dudas asentadas en el extenso interrogatorio que preparan los colaboradores de Stornelli para el sobrino del Presidente.

ME SUENA. Desde la primera vez que lo leyó, al fiscal Stornelli le resultó conocido el nombre de Yalal Nacrach. Le bastó revolver sus anotaciones de cuando actuó en el Narcogate para obtener más precisiones.
En un dictamen de noviembre de 1994, Stornelli vincula a Yalal Nacrach y a Ibrahim Al Ibrahim (nombrado por Menem al frente de la Aduana, todavía prófugo de la Justicia) con la banda de lavadores de dinero encabezada por el ex secretario de Recursos Hídricos, Mario Caserta.
Nacrach acompañó a su tía Amira en el famoso viaje a Marbella, donde asistieron a las fiestas del traficante sirio Monzer Al Kassar. Yalal y su madre Delia se unieron a la comitiva en Praga, una de las bases de operaciones de Al Kassar.
Nacrach es también, según testimonios coincidentes, el que presentó al libanés Khalil Hussein Dibb a su tía Amira y al aduanero Ibrahim. Khalil Hussein Dib trabajaba para el magnate saudita Gaith Pharaon (también afectado por denuncias de lavado de dinero). Fue el que denunció a Amira y a Ibrahim y poco después amenazó con que había entregado a un escribano público un cassette dirigido a Menem en el que se incluían “datos explosivos” sobre las relaciones del banco BCCI de Pharaon en la Argentina, y las vinculaciones de funcionarios con Monzer Al Kassar. Luego, Dibb se desdijo.

EN CUEROS. A escasas cuatro horas del atentado contra la AMIA, el nombre del sobrino presidencial Yalal Nacrach apareció entre las primeras pistas a investigar. Ese 18 de julio de 1994, la Policía Federal hizo un procedimiento en un departamento de la calle Juncal 2519. Allí, los policías encontraron a tres ciudadanos sirios, que habían ingresado al país poco tiempo antes y que no hablaban castellano. Uno de ellos, Ghassan Al Zein, de 34 años (naturalizado argentino en noviembre de 1990), ofició de traductor y explicó que él y sus amigos ocupaban el inmueble desde hacía aproximadamente un mes, que las garantías para el alquiler eran truchas, y que ni él ni sus amigos tenían trabajo.
Al Zein dijo que había trabajado en un negocio de venta de ropa de cuero de la calle Florida 938 y agregó que su propietario era “un sobrino del presidente sirio Hafez Al Assad”.
Cuando chequearon la información, los policías descubrieron que el dueño del negocio era Yalal Nacrach, quien no era sobrino del presidente de Siria sino de Carlos Menem y de Emir Yoma. No fueron detenidos ni demorados.

CELULARES. La policía había llegado hasta el departamento de los sirios por una denuncia anónima. Fuentes ligadas a la investigación sugieren que el informante no habría sido otro que el agente de inteligencia y taxi boy brasileño Wilson Dos Santos, el curioso personaje que anticipó el atentado.
En su declaración ante la justicia brasileña, Dos Santos también afirmó que en la Argentina trabajaba en una casa de ropa de cuero de la calle Esmeralda. Aunque el taxi boy intencionadamente confunde el nombre, y la calle, lo interesante es la referencia a “la casa de cueros”. Es muy posible que sus “confusiones” sean, en realidad, mensajes encriptados.
Los amigos de Nacrach aparecieron así como un primer eslabón de la denominada “pista siria” que nunca se investigó a fondo
Recién en abril de 1995, cuando el encubrimiento del atentado por parte del Departamento de Protección del Orden Constitucional de la Federal se hizo evidente y la causa comenzaba a hacer agua por todas partes, el juzgado de Juan José Galeano abrió un legajo que tiene al sobrino presidencial Yalal Nacrach como protagonista. Se trata de un legajo que el juez maneja en forma paralela al expediente principal y al que no tienen acceso los querellantes.
El legajo que investiga sus posibles vínculos con el caso AMIA fue abierto en abril de 1995, tuvo un cierre provisional en octubre de 1997 y fue reabierto nuevamente este año.
Advertido de que sus llamadas fueron intervenidas de manera intermitente durante los últimos años, Nacrach se niega a utilizar teléfonos de línea. Sus datos y sus números telefónicos han sido cruzados con los de decenas de sospechosos en cuyas agendas apareció su nombre, y desde entonces sólo se comunica por celulares. De ese modo dialogó brevemente con esta revista (ver nota aparte).

Entrevista con Yalal Nacrach
“Me siento afectado sentimentalmente”
Por W.G.

Qué quieren conmigo?”, fue lo primero que preguntó Yalal Nacrach ante el llamado de Veintidós. El diálogo breve no tuvo continuidad porque el sobrino de Carlos Menem y Emir Yoma se negó a responder los llamados posteriores de esta revista.
–Su nombre aparece vinculado a causas resonantes en la Argentina: Yomagate, AMIA, y la causa denominada “Armas” a través de sus vinculaciones con Elthan Trading y Daforel...
–Es sencillo: a mí me relacionan porque soy pariente del Presidente, nada más. Es lo único que se puede explicar. Yo no tengo nada que ver con ninguno de los casos que usted me está mencionando. Estoy acostumbrado a que se ataque a mi familia.
–Pero Emir Yoma admitió públicamente que usted está vinculado con Yoma S.A. y con Elthan Trading...
–Yoma es el apellido de mis tíos. Son los dueños de la empresa y tengo trato comercial con Yoma S.A. porque es una importantísima empresa en el rubro del cuero en el que yo trabajo. Mucha gente tiene relación, y una de las empresas que tiene relación es la mía. Es una relación comercial que cualquier cliente o proveedor puede tener con Yoma.
–¿Usted no es socio de Emir?
–No.
–¿Y entonces por qué figura en el directorio de Yoma S.A.?
–No. Yo no figuro. Esos son errores del periodismo. Yo no tengo nada que ver con todo eso.
–Pero Yoma dice que le vendió acciones a Elthan Trading y usted es el único accionista de esa compañía... ¿Lo desconoce? ¿Conoce a Daforel?
–Nada que ver todo esto que me dice... Ni sé lo que es Daforel. Puede ser que sea una empresa que trabajó con mi empresa, pero no creo.
–¿De los depósitos bancarios en las cuentas de Emir tampoco sabe nada?
–Pero yo no sé ni qué es Daforel. No sé. Tengo una relación muy cercana con mi tío Emir pero nunca trabajé con él.
–¿Cuál es su relación con Amira y con Ibrahim? Porque a través de ellos se lo vincula al denominado Yomagate.
–Amira es mi tía. Ibrahim era el esposo de mi tía. Nada más.
–¿No fue usted quien presentó a Khalil Hussei Dib con Amira e Ibrahim?
–Khalil es uno de los paisanos que yo conozco acá. Este es un país donde hay pocos árabes de la misma edad, y los conozco de los boliches, de algún restaurante.
–¿No se sintió involucrado en la causa del Narcogate?
–No me siento involucrado. Es mi familia. Nada más.
–¿Usted sabe que a pocas horas del atentado a la AMIA se detuvo a una persona que dijo haber trabajado en su negocio?
–Sí.
–¿Lo conocía?
–Sí. Trabajaba en relación de dependencia conmigo como cualquier otro empleado que tenga.
–¿Qué sabe del pasado de Ghassan Al Zein en Siria?
–Trabajaba en un banco en Siria y es una excelente persona. Vino acá a trabajar con la familia de él en Santiago del Estero y después trabajó conmigo, nada más.
–Porque según Interpol de Beirut, él también fue arrestado por tráfico ilegal...
–No sé nada.
–¿Se ven actualmente?
–Menos que antes porque ya no trabajamos juntos. Nos juntamos muy poco. A él lo conozco hace mucho tiempo. También vino desde Siria, nos conocimos acá y nos hicimos amigos. Terminamos amigos.
–¿Usted tiene un negocio en la calle Florida?
–Ya no (risas). No cerraban los números. Terminé con mi negocio a principio de este año. Yo creo que cuando se habla de un apellido se habla de toda la familia. Me siento afectado sentimentalmente.

Mamá Delia
Delia Yoma, madre del misterioso Yalal Nacrach, cultivó siempre el bajo perfil en una familia cuyo apellido se convirtió en sinónimo de escándalo. El clan de origen sirio que se asentó en Nonogasta y formó parte del entorno de Carlos Menem aun después del divorcio con Zulema, tiene entre sus miembros a personajes controvertidos involucrados en dos de las causas judiciales más polémicas de este gobierno: Amira protagonizó el denominado Narcogate, y Emir, referente indiscutido de los Yoma, el Swiftgate, y tuvo que comparecer en la causa armas.
Casada con el coronel sirio Yalal Nacrach, Delia aparece en las actas de constitución de la empresa de 1982 como presidenta del Yoma Group y reaparece en 1997, cuando se vende la empresa a Elthan Trading, formando parte del nuevo directorio. Ella por el grupo Yoma, y su hijo Yalal por Elthan Trading.
La vida de Delia se reparte entre Siria y la Argentina y sus prolongadas estadías en Damasco alimentan las sospechas que la señalan como el nexo entre el sirio partido Baas y el negocio familiar del cuero.
Revista Veintitres
Numero edicion: 58 01/02/1999