El Centro de Prevención Contra las Derivas Sectarias del Islam (Cpdsi), un think tank creado y dirigido por Dounia Bouzar, experta en antropología de las religiones, públicó un estudio que desmiente varios de los mitos atribuidos a los jóvenes franceses que se suman a la yihad mundial.
Walter Goobar
El Centro de Prevención Contra las Derivas Sectarias del Islam (Cpdsi), un think tank creado y dirigido por Dounia Bouzar, experta en antropología de las religiones, públicó un estudio que desmiente varios de los mitos atribuidos a los jóvenes franceses que se suman a la yihad mundial.
El 80% de las familias con un hijo yihadista se declaran ateas, el 67% son de clase media y el origen inmigrante solo se concreta en un 10%.
“En nuestros estudios anteriores (…) aparecía claramente que el discurso del islam radical tocaba prioritariamente a las familias fragilizadas en el plano social y familiar –explica Dounia Bouzar–. Hoy, ese discurso llega a imponerse en jóvenes de familias muy diversas”.
Dounia Bouzar advierte, sin embargo, que estas familias constituyen solo “la punta del iceberg”, ya que se trata de “gente que confía en el Estado”, mientras que “el gran problema que muestra nuestro informe es cómo tocar las clases populares”, que representan el 16% de los casos.
En general, en un 63% se trata de jóvenes entre los 15 y los 21 años, solo un 5% de los cuales habían cometido actos delictivos. En cambio, en un 40% habían presentado cuadros de depresión, lo que lleva a pensar a los autores del estudio, señala Le Parisien, “que el adoctrinamiento funciona con más facilidad en jóvenes hipersensibles que se cuestionan el sentido de sus vidas”.
Ese adoctrinamiento se produce por internet en un 91% de casos. Pero lo más interesante –y algo no deja de ser una sospecha creciente entre los observadores atentos–, es que la religión y “el paso por la mezquita” no es algo prioritario. En cambio, sí se produce una ruptura con los amigos, los estudios y el entorno en general.
Así, los autores del estudio creen que los reclutadores han “afinado sus técnicas” al punto de poder llegar a “individualizar la oferta” y orientarla a jóvenes muy diferentes.
Se trabaja, sin embargo, sobre cinco aspectos:
-El modelo de “caballero heroico”, dirigido a los chicos.
-La “causa humanitaria”, especialmente útil para captar chicas.
-La búsqueda de un liderazgo, y la necesidad de pertenecer a un grupo o una comunidad.
-Las referencias a los videojuegos (tipo Call of Duty).
Todo esto se utiliza mezclado con todo tipo de teorías de la conspiración para hacer ver al joven que vive en una sociedad corrupta y que es necesario abrazar ideales más altos.
El estudio ha detectado que todo esto se transmite a través de tres series de videos. En la primera, el objetivo es persuadir al joven de que vive en un mundo corrompido, materialista, lleno de mentiras, dominado por un complot.
En la segunda, se abunda en las teorías conspirativas, algunas de ellas muy viejas y que a veces poco o nada tienen que ver con el islam: los illuminati y los masones, los siete sabios de Sión, cultos satánicos, sociedades secretas que gobiernan el mundo...
La tercera evoca el fin de los tiempos, con un combate final del verdadero islam contra los infieles para salvar el mundo. “Habrá un último profeta, que emergerá de entre los yihadistas, y solo aquellos que le hayan seguido se salvarán”, señala Dounia Bouzar.
El mensaje mesiánico es evidente, pero la oferta de “una comunidad virtual de sustitución en un espacio virtual”, como menciona el informe, ha sufrido un cambio enorme desde que Abu Bakr el Bagdadi, líder del Estado Islámico, declarara en Mosul (Irak) un califato, es decir, un territorio “real y concreto”.
En este sentido, y aunque el estudio del Cpdsi no abunda en ello, cobra especial significado el nombre de Dabiq. Esta localidad siria al norte de Alepo es donde, según la profecía que utiliza el ISIS, se dará la batalla final contra los infieles. También es el nombre de la lujosa revista que edita el Estado Islámico en inglés –entre otros idiomas– para captar adeptos.
13-10-2015