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Un nuevo Congo

Kabila según el Che

El líder rebelde zaireño, Laurent Kabila que derrotó al dictador Mobutu, fue compañero de armas del "Che" Guevara cuando, a principios de la década del '60, integró las guerrillas cubanas que lucharon en el este de Zaire. En su diario africano, el Che Guevara cuenta las desilusiones que le provocaron los guerrilleros congoleses en general y Kabila en particular: su afición al trago y a los burdeles, su desorganización y escaso espíritu de lucha, su apego a las creencias mágicas, su recurrencia a la superchería y sus pleitos internos.

Por Walter Goobar
El líder rebelde zaireño, Laurent Kabila que durante más de 30 años luchó contra el dictador Mobutu Sese Seko, finalmente consiguió apoderarse de la mayor parte de Zaire en sólo siete meses. "Mis largos años de lucha fueron como el fertilizante rociado en un campo, pero ahora es tiempo de la cosecha", dice el líder rebelde en su cuartel en el este de Zaire. Conocido por sus seguidores como Mzee, que en swahili significa "gran veterano", Kabila fue compañero de armas del "Che" Guevara, quien a principios de la década del '60 integró las guerrillas cubanas que lucharon en el este de Zaire. En su diario africano el Che no ocultó sus críticas sobre Kabila: "Uno tiene que ser serio y poseer una ideología y espíritu de sacrificio para acompañar sus metas. Hasta ahora, Kabila no ha mostrado ninguno de estos rasgos. Está joven y puede cambiar, pero, por ahora, me quedan serias dudas... de que pueda superar sus defectos".
Entre 1964 y 1966, el Movimiento Nacional de Liberación del Congo libró una guerra de guerrillas contra los regímenes prooccidentales de Moise Tshombe y Joseph Mobutu (como se llamaba entonces el actual dictador), que terminó en un fracaso. La lucha fue encabezada por varios seguidores del primer ministro izquierdista Patrice Lumumba, quien gobernó desde que Zaire ganó su independencia, en junio de 1960, hasta que fue depuesto y asesinado, en enero de 1961. Laurent Kabila dirigía una de las facciones rebeldes. Una de las victorias más sonadas de los rebeldes —que contaban con el apoyo de China y la Unión Soviética— fue la captura de Stanleyville, ciudad que luego fue rebautizada como Kisangani. Durante varios meses, Stanleyville fue la capital de la llamada "República Popular del Congo", un intento secesionista encabezado por Gbenye, un excolaborador de Lumumba. En noviembre de 1964, tres meses después de la toma de la ciudad, el gobierno de Tshombe lanzó una ofensiva contra Stanleyville, apoyado por mercenarios. Los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Bélgica apoyaron el operativo, con el pretexto de rescatar a un grupo de misioneros blancos que se encontraba en el lugar.
El ataque radicalizó a varios gobiernos de la región y capturó la atención del Che Guevara, que se encontraba en Cuba, aunque ya había decidido dejar la isla y poner en práctica su concepto del internacionalismo revolucionario. El 9 de diciembre de 1964, el Che viajó a Nueva York para hablar ante la Asamblea General de Naciones Unidas. "Todos los hombres libres del mundo deben estar listos para vengar el crimen en el Congo", arengó, en referencia al operativo en Stanleyville. De Nueva York, el Che viajó Africa. Entre diciembre de 1964 y febrero de 1965, estuvo en Argelia, Malí, Congo- Brazzaville, Guinea y Dahomey (hoy Benin). Luego viajó a China. Según Richard Gott, el periodista británico que cubrió la campaña del guerrillero en Bolivia e identificó su cadáver en la población de Vallegrande, el Che estaba interesado en hablar con los chinos sobre el Congo. De Pekín, el Che se trasladó a Dar-Es-Salaam, la capital de Tanzania, donde tenían su base varios de los jefes rebeldes del Congo Belga. Allí conoció a Laurent Kabila.
El Che dejó un manuscrito de 153 páginas sobre su experiencia africana,
titulado Pasajes de la guerra revolucionaria (Congo). El texto permaneció casi tres décadas bajo llave en La Habana antes de que el gobierno cubano lo empezara a mostrar a tres investigadores: el periodista estadunidense Jon Lee Anderson, el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II (quien escribió el libro El año en que estuvimos en ninguna parte), el politólogo mexicano y columnista de este diario, Jorge Castañeda. Anderson acaba de publicar en EEUU una biografía de 800 páginas del Che, titulada Che Guevara, una vida revolucionaria, en la que se refiere ampliamente a los siete meses de 1965 que el guerrillero pasó en el Congo.
En el "Primer Acto" de su diario africano, el Che reseñó sus reuniones con los dirigentes rebeldes congoleses. La primera cosa que le llamó la atención —apunta Anderson en su libro— fue "el extraordinario número de tendencias y diversidad de opiniones" entre los jefes guerrilleros. Si bien Soumaliot le pareció "poco desarrollado políticamente", el Che se llevó buena impresión de Kabila, quien entonces tenía unos 25 años. Escribió que la exposición de Kabila le pareció "clara, concreta y firme".
Dice Anderson: "Después, el Che también observó que Kabila le había mentido en su primera reunión. Kabila le dijo que acababa de llegar 'del interior' del Congo, pero, como se enteró después el Che, Kabila sólo había ido al desaseado puerto de Kigoma, de bares y burdeles, en la costa tanzaniana del lago Tangañica, usado por los rebeldes como una base de retaguardia para "descanso y recuperación". Pero el Che decidió ignorar la fanfarronería de Kabila, en función de sus intereses estratégicos. "Kabila entendía perfectamente que el principal enemigo era el imperialismo norteamericano', escribió el Che, 'y dijo que estaba dispuesto a luchar contra él consecuentemente hasta el final; sus declaraciones y su seguridad me dieron... una muy buena impresión". Anderson relata que el Che ofreció a Kabila la ayuda del gobierno cubano a su lucha. El Che escribió: "Ofrecí 30 instructores y todas las armas que tuviéramos y él aceptó gustoso; (Kabila) recomendó celeridad en la entrega de ambas cosas, lo mismo que hizo Soumaliot en otra conversación, este último recomendando que los instructores fueran negros".
Luego de permanecer quince días en La Habana, para despedirse discretamente de familiares y amigos, el Che regresó a Africa. Con el nombre de guerra de Tato, el Che puso pie en el Congo Belga el 24 de abril de 1965, acompañado de trece cubanos. En la zona oriental, los rebeldes habían conseguido establecer un "territorio liberado", de unos 20,000 kilómetros cuadrados. En su diario, el Che cuenta las desilusiones que le provocaron los guerrilleros congoleses: su afición al trago y a los burdeles, su desorganización y escaso espíritu de lucha, su apego a las creencias mágicas, su recurrencia a la superchería y sus pleitos internos. "Esta es la historia de un fracaso", escribió en las primeras páginas de Pasajes.
Efectivamente, luego de sufrir varias bajas y revelar su presencia al
enemigo, los combatientes internacionalistas cubanos tuvieron que regresar
sobre sus pasos, el 25 de noviembre de 1965. En cuanto a su relación con Kabila, el Che narra en su diario que el dirigente congolés posponía continuamente las reuniones entre ambos. Eso sí, le enviaba mensajes pidiéndole "paciencia y valor" y asegurándole que iría a verlo "pronto". Durante la campaña en el Congo, ambos se reunieron una sola vez, en julio. Ese encuentro reveló al Che que la cúpula dirigente de la rebelión estaba enfrascada en graves conflictos intestinos.
En otros pasajes de su diario —que aparecen en la biografía escrita por Jorge Castañeda—, el Che se refiere así al joven Kabila: "Nada me lleva a pensar que Kabila sea el hombre del momento. Deja que pasen los días sin preocuparse por otra cosa que los pleitos políticos internos y es demasiado aficionado a la bebida y a las mujeres... Si alguien me preguntara si hay un individuo en el Congo que puede convertirse en una figura nacional, no respondería afirmativamente. El único hombre que tiene el potencial de ser un líder de masas es Kabila".
Otros comentarios del Che sobre Laurent Kabila son los siguientes: "Uno tiene que ser serio y poseer una ideología y espíritu de sacrificio para acompañar sus metas. Hasta ahora, Kabila no ha mostrado ninguno de estos rasgos. Es joven y puede cambiar, pero, por ahora, me quedan serias dudas... de que pueda superar sus defectos". Por lo pronto, el dirigente rebelde —que cambió su vestimenta militar por un traje tipo safari y zapatillas— ha reorientado su vida privada. Recientemente, el diario The Irish Times publicó: "Sus amigos dicen que es casado y que tiene seis hijos, de los cuales tres están en las fuerzas rebeldes. Es cristiano y abstemio".
Sobre los planes concretos que tiene para el país, se sabe muy poco, fuera de que piensa rebautizarlo como Congo. Renuente a hablar sobre el pasado que compartió con el Che Guevara, Kabila asegura que ha abandonado el marxismo y que está en favor de un sistema multipartidista de gobierno, aunque no tiene muchas simpatías por la actual oposición parlamentaria de Zaire (hace unos días rechazó un ofrecimiento de integrar un gobierno con ella). Dice que lo guía únicamente su rechazo al régimen "mercenario" y "vendepatrias" de Mobutu, y se incomoda cuando la prensa insiste en el tema de su ideario político.
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