Si los 11 millones de documentos de los Panamapapers contienen revelaciones que salpican a más de 140 líderes y figuras mundiales y a miles de empresas y corporaciones globales que van desde Argentina a Ucrania, de Islandia a China y Arabia Saudita, ea llamativo -por no decir sospechoso-, que -hasta ahora no hayan aparecido nombres de corporaciones, políticos y celebridades estadounidenses, británicas y alemanas.
walter Goobar
Si los 11 millones de documentos de los Panamapapers contienen revelaciones que salpican a más de 140 líderes y figuras mundiales y a miles de empresas y corporaciones globales que van desde Argentina a Ucrania, de Islandia a China y Arabia Saudita, ea llamativo -por no decir sospechoso-, que -hasta ahora no hayan aparecido nombres de corporaciones, políticos y celebridades estadounidenses, británicas y alemanas.
¿Será que los #PanamaPapers tienen un trasfondo absolutamente político y con una estrategia claramente preconcebida?
No sólo se desconoce la fuente que entregó los papels al diario Süddeutsche Zeitung, sino que estos, por casualidad o no, apuntan a grupos con los que Estados Unidos, tiene intereses directos sean como adversarios o aliados carentes de disciplina.
A diferencia de lo ocurrido con las revelaciones de Wikileaks, Julian Assange y Edward Snowden, en este caso resulta más complejo entender quién o quiénes y con qué objetivos lograron filtrar la mayor cantidad de documentos de la historia a traves del diario Süddeutsche Zeitung y el Consorcio Internacional de Periodistas de investigación, que no por casualidad tiene su sede en Washington.
Las sospechas se multiplican al constatar que uno de los organismos que coordinó la investigación es el Center for Public Integrity, financiado nada más y nada menos que por Fundación Ford, Carneghie Endowment, Open Society (de Soros) y la Fundación Rockefeller. Es decir, los representantes a nivel mundial del modo en que funciona la red global de poder que incluye: corporaciones, fundaciones, gobiernos, organismos internacionales, ONGs y medios de comunicación. Ellos eligen qué es conveniente para el público, y qué información es mejor ocultar para evitar daños reales en el funcionamiento del sistema.
Los paraísos fiscales son la razón más importante por la cual las personas y los países pobres continúan siendo pobres. Se encuentran en el corazón de la economía global y a través de ellos se procesa más de la mitad del comercio internacional, un tercio de la inversión directa extranjera y más del 50% de los valores bancarios de las corporaciones transnacionales transitan por estas plazas financieras ajenas a todo control democrático. Según el ejemplar Tax Justice Network,el 99% de las 100 transnacionales europeas tienen filiales en paraísos fiscales. En cada estado, la que más se aprovecha es siempre un gran banco. Para el Fondo Monetario Internacional, en 2010 los balances financieros de estos agujeros negros de la especulación financiera acaparaban 18 billones de dólares, el equivalente a un tercio del PIB mundial.
En los papeles panameños aparecen el premier ruso, Vladimir Putin quien, dias atrás había denunciado que se preparaba un ataque mediático en su contra. Otro blanco privilegiado fue el renunciado primer ministro de Islandia, Sigmundur Gunnlaugsson, quien en 2013, ganó las elecciones con un discurso basado en negarse a pagar a los acreedores extranjeros los depósitos perdidos por los bancos”. Y precisamente fue Islandia el único país que tomó decisiones heterodoxas respecto a la deuda y decidió encarcelar a los directivos de bancos vinculados a la crisis de 2008. Los #PanamaPapers vinculan al presidente chino, Xi Jinping con la creación de empresas pantalla en paraísos fiscales.
También aparece el padre del Premier Británico, David Cameron, con acciones de blindaje de capitales mediante el uso de empresas offshore en paraísos fiscales.
Según Nicholas Shaxson, autor de "Las islas del tesoro. Los paraísos fiscales y los hombres que se robaron el mundo", el pincipal lavadero a nivel global, no es Panamá, sino que el mayor santuario extraterritorial del mundo es “la telaraña británica”. Su centro es la City de Londres, municipio del Gran Londres cuyo ayuntamiento eligen 9.000 residentes y los gerentes de 23.000 firmas allí registradas constituyen un Estado libre de
facto que -a diferencia de las demás instituciones del país-, no se rige por un estatuto aprobado por la Corona sino por normas y privilegios exclusivos, algunos previos a la conquista normanda, incluidas incontables excepciones a las leyes y regulaciones británicas y de la Unión Europea.
Londres suma casi el 80% del mercado financiero exterior de la UE pero está exenta de la Tasa Tobin.
Así, la City de Londres (el top one de las islas del tesoro, convertida en paraíso fiscal hace más de medio siglo) y sus satélites (desde Guernsey y Jersey hasta Hong Kong) han acaparado más de la mitad de los depósitos bancarios mundiales. El otro bastión de los paraísos fiscales se encuentra en Wall Street, una república independiente de EEUU a efectos fiscales desde la revolución ultraliberal de Reagan en los años 80. Como dice Shaxson, llama la atención que los traficantes de drogas, los terroristas y otros criminales usen la misma red de paraísos fiscales que las corporaciones transnacionales y que ello no comporte ninguna investigación ni regulación pública internacional seria.
Todos ellos captan negocios para Londres, como otros lo hacen para Nueva York, pues la situación no es diferente en Estados Unidos, que se apoya exteriormente sobre todo en Panamá y las islas Marshall, e interiormente en un nutrido “archipiélago” de estados, con Delaware y Florida al frente, que por sus normas en materia fiscal, de regulación financiera y de responsabilidad corporativa son “paraísos”. Delaware tiene 800 mil habitantes pero cuenta con 850 mil empresas fantasmas que hasta ahora no aparecen en los papeles de Panamá.
América Latina tampoco podía estar exenta de poseer sus figuras en esta lista negra y se presentan una serie de nombres vinculados con gobiernos latinoamericanos.
Todos los medios publicaron que Venezuela aparece reiteradamente en los documentos. Era obvio que se iba a escudriñar hasta el último detalle para atribuir al chavismo la etiqueta de intrínsecamente corrupto, pero los nombres venezolanos son de poca relevancia –lo que no implica que efectivamente puedan ser enormemente corruptos–: Adrían Velasquez, exjefe de escoltas gubernamentales, su esposa la enfermera Claudia Díaz, el general Víctor Cruz Weffer (ya juzgado por corrupción en la propia Venezuela) y el exejecutivo de la compañía nacional de petróleo PDVSA Jesús Villanueva. Ni presidentes, ni vicepresidentes, ni ministros. Ni siquiera un diputado o un gobernador. Sin embargo, esto no es obstáculo para que se ponga el foco mediático de los Panamá Papers en Venezuela antes que en otros países.
Pese a lo disímil, plural y variado de la lista, las corporaciones y figuras estadounidenses, alemanas y británicas brillan por su ausencia.
Está claro que los #PanamaPapers no serán ni las primeras ni las últimas filtraciones sobre la forma en que la corrupción ha permeado en las diferentes esferas del poder global, pero tampoco hay que pecar de ingenuos, es preciso dudar respecto a las intenciones de Washington respecto a las sucesivas revelaciones. Tal como sucedió con #FIFAGate las denuncias han sido también parte de una jugada maestra de la geopolítica para hacer de la política una continuación de la guerra a favor de los Estados Unidos.
La estrategia de denunciar la corrupción, pero “solo la corrupción de los malos” es una estrategia para profundizar la ya existente crisis de legitimidad del poder, enterrar cualquier forma de voz crítica a los intereses de Estados Unidos, y sumir al mundo en la incertidumbre propia de necesitar al Gendarme Global.
06-04-2016
REVISTA LA TECL@ Ñ