La Nación fue testigo del encuentro de Magdalena Ruiz Guiñazú y camaristas que condenaron a las juntas militares para ver "ESMA: el día del juicio", un programa especial que emitirá mañana Canal 13.
Estamos vivos, por eso debemos contar la historia. Están vivos los jueces. Están vivos los familiares. Están vivos los culpables." A Magdalena Ruiz Guiñazú se le llenan los ojos de lágrimas, aunque no es la primera vez que ve esas imágenes. Los últimos cuatro meses trabajó, junto a los periodistas Walter Goobar y Rolando Graña, y la editora Silvia Di Florio, en la revisión de las 530 horas de grabación para hacer "ESMA: el día del juicio", un documental sobre el juicio a las tres juntas militares, que jamás se vio en TV, y que mañana, 13 años después, pondrá en pantalla Canal 13, a las 22.
Es la tercera vez que Magdalena Ruiz Guiñazú ve el video terminado en su casa. Esta vez, el miércoles último, junto a tres de los jueces que integraban aquella Cámara Federal que condenó a Videla, Massera, Viola, Agosti y Lambruschini: el actual ministro de Justicia y Seguridad de la provincia de Buenos Aires, León Arslanian; el constitucionalista Ricardo Gil Lavedra, y el decano de la Facultad de Derecho de la UBA, Andrés José D´Alessio, además de La Nación , único medio periodístico que fue testigo del encuentro.
El peso de la imagen
Aunque repetido, Magdalena Ruiz Guiñazú no deja de emocionarse: las imágenes en pantalla y las voces de los protagonistas parecen adquirir el peso de una realidad que hasta ahora estaba archivada.
La frase de la periodista no es casual. Para narrar "ESMA: el día del juicio", el equipo prefirió guiarse precisamente por el hilo de la vida.
Es la historia de Emiliano Hueravilo, el único bebe recuperado de la Escuela de Mecánica de la Armada, la que va guiando el argumento del documental hacia esas 17 semanas de juicio, hacia el horror de la Esma, la defensa que pronunció Eduardo Massera (cuando dice: "Yo soy dueño de la historia"), el alegato del fiscal Julio César Strassera y la sentencia que finalmente leyó Arslanian, el 9 de diciembre de 1985. Todas voces que hace trece años no llegaron por los televisores y que sólo se conocieron por los medios gráficos o radiales. Voces que, en palabras de Goobar, "no sé si hubieran sido toleradas por la televisión antes, cuando el horror estaba demasiado cerca".
"Fue el juicio más importante de la historia argentina y de América latina. Había trescientas personas allí, y por mucho que nos guste o nos pese, una gran parte de lo que es la realidad lo determina la televisión. Emiliano, protagonista de esta historia, nos decía que para muchos chicos de su edad, el juicio a las juntas es algo parecido al Enterprise de "Viaje a las estrellas". Algo demasiado lejano... Yo les pregunté, a Emiliano y a su abuelo, si habían visto la película "Titanic". El abuelo me respondió que no porque ya había visto las versiones anteriores. Emiliano, en cambio, me dijo que sí y que sólo al ver las imágenes se había dado cuenta de que realmente había ocurrido", ejemplifica Goobar.
Fue justamente ese dato el que determinó que el argumento de "ESMA: el día del juicio" se centrara en las historias que ocurrieron en ese edificio. Ese centro de detención ilegal es el más tristemente conocido, incluso por las generaciones más jóvenes.
"Limitamos el tema a la ESMA porque es lo que todo el mundo conoce. Si uno le pregunta a los más chicos sobre un centro de detención, hablan de la ESMA. Al resto, no los conocen. Eso nos acotó el material y nos acotó físicamente a un edificio. Pero también nos permitió meternos en las relaciones humanas que se establecieron allí, en el diccionario de palabras que surgieron en ese lugar, y hasta en el hecho de que se desarrollaron máquinas especiales para matar, como la SWAT, que es una camioneta que se hizo especialmente para ir torturando en el camino. Lo que queremos mostrar es toda la locura que hubo dentro de ese universo cerrado", explica Goobar.
Y se ve. En el living de la casa de Ruiz Guiñazú, los invitados del día reviven aquellas imágenes con dolor. Arslanian se toma la cabeza, notablemente emocionado; D´Alessio se inquieta, Gil Lavedra calla. Y en los cortes recuerdan con precisión cada uno de los hechos, como si no hubieran pasado trece años. "Abismos del alma" De hecho, ellos saben que el programa "ESMA: el día del juicio" no es una pieza histórica, desconectada de los tiempos que pasan. El proyecto de demolición de ese edificio, las declaraciones de Astiz, la detención de Videla y la reapertura de las causas por sustracción de menores "devuelven con fuerza lo que ocurrió hace años".
De todas maneras, los testimonios reunidos en esos 47 minutos que se verán mañana, no se meten en lo más "escabroso" de ese universo cerrado. "No sabíamos si poner el tema de las relaciones personales entre víctimas y victimarios, en ese infierno que fue la ESMA. Lo que se ve en el documental es sólo parte del esbozo de los abismos del alma humana puesta en situaciones límite. Y es un abismo insondable. Es un universo que se puede explorar indefinidamente. Y esas relaciones son cosas que no pensaría en juzgar porque las circunstancias condicionan al hombre", dice Ruiz Guiñazú, puesta a repasar el documental.
El archivo de la memoria La mayor parte de "ESMA: el día del juicio" se basa en material de archivo. En realidad, en la única copia que existe de ese juicio a las tres juntas militares que se realizó en 1985.
Dos cámaras fijas siguieron, durante aquellas diecisiete semanas, las 530 horas de testimonios, los alegatos de la fiscalía, y la sentencia. Y hoy, esas copias permanecen casi olvidadas en la Cámara Federal.
Cuentan los cuatro responsables de este proyecto que una vez elegido el tema del documental, empezó un "proceso totalmente arduo hasta que llegamos a los cassettes originales". Es que, según explica Silvia Di Florio, hubo que desarmar muchos de esos videos y volver a pegarlos para poder recuperar el material.
Y luego seleccionar. De los 709 casos que se expusieron en aquellas semanas de 1985, el equipo de "ESMA: el día del juicio" sólo eligió aquellos que tenían relación directa con la Escuela de Mecánica. Y de ellos, sólo aquellos que dan una clara idea de lo que ocurría en su interior. También hubo que escoger sólo algunas partes del extenso alegato que leyó Strassera y de la sentencia que pronunció Arslanian.
"Lo importante es que no se pierdan los acontecimientos de la historia de un país. Después, cada uno sacará sus propias conclusiones y cada uno elaborará su acercamiento o alejamiento de esos temas. Esa fue la Justicia argentina de 1985 y eso fue lo que ocurrió en el país", opina Ruiz Guiñazú.
Sin pararse en el lugar de los dueños de la memoria, los cuatro responsables de este documental saben que, más allá del impacto y la emoción que causa, es un documento histórico. "Si uno quiere ser testigo de su tiempo debe ser testigo full time", dice Ruiz Guiñazú. Y Di Florio agrega: "Es un elemento importante para digerir nuestra historia. Creo que todo esto necesitaba un tiempo de maduración. Para poder escuchar las historias, y para poder aceptar que esto también formó parte de nuestro país. Y como nadie lo vio es una cosa que quedó en una burbuja. Por eso vuelve".
El peso de la ley
En la pantalla, Emiliano Hueravilo, ya un adolescente, vuelve a la ESMA. Se para en la puerta del edificio y observa las ventanitas del altillo donde nació, el 11 de septiembre de 1977. Ruiz Guiñazú le hace una pregunta sobre el juicio, ante las cámaras. Y Hueravilo apenas responde: "Quiero verlos presos, con el peso de la ley".
Ahora, Magdalena dice enojada: "Yo nunca entendí qué pacificación invocaba el presidente Carlos Menem cuando dio los indultos. No estábamos en estado de guerra civil ni de conmoción interna. No había un motivo. De la misma manera, la ley de punto final fue anticiparse a los acontecimientos. Y creo que los gobernantes deben tener una visión más objetiva del valor de la civilidad.
"La civilidad salió a las plazas, en una cosa única, sin violencia, cuando Semana Santa. Y convirtió todas las plazas del país en un cabildo abierto. Creo que si Alfonsín, en vez de dar la ley de obediencia debida, decía que el presidente y la Constitución estaban solos, la gente no se movía de las plazas. Entiendo que la responsabilidad es mucha. Pero también los compromisos históricos son muy grandes.
"De alguna manera, el primer gobierno democrático tomó esa responsabilidad, pero la historia les exigía seguir adelante. Sin vengarse, con la ley en la mano. Es lo que dice Arslanian en la sentencia final: «Tal represión y combate nunca debió evadirse del marco de la ley, mucho más cuando las Fuerzas Armadas contaban con instrumentos legales vigentes desde antes del derrocamiento del gobierno constitucional: podían declarar zonas de emergencia, dictar bandos, efectuar juicios sumarios y aun, aplicar la pena de muerte». Lo que pasa es que es mucho más fácil, en vez de poner la firma en una sentencia, mandar a cuatro forajidos en un Falcon en la madrugada, sacar a la gente de la cama y tirarla a un río".
Parece que para ellos no fue fácil tomar la decisión de llevar a Emiliano Hueravilo a las puertas de la ESMA y exponerlo ante cámaras para recordar el pasado. "Fue muy fuerte pararlo a Emiliano ahí. El quería hacerlo, pero era muy terrible decirle que ahí habían muerto sus padres", dice Guiñazú. Pero ellos saben que esas imágenes, las de Hueravilo y las del juicio, "son necesarias: que esto sirva para que nunca jamás se repita, para que hayamos aprendido esta terrible lección".
Verónica Bonacchi
Magdalena, testigo de las horas más trágicas
Magdalena Ruiz Guiñazú no fue una testigo silenciosa del juicio a las juntas. Tampoco de lo que ocurrió durante la última dictadura militar. La periodista no sólo formó parte de la Conadep, sino que declaró ante la Cámara Federal, el 11 de junio de 1985, y fue, además, una de las pocas civiles que entró en la ESMA.
En aquella jornada, la periodista, declaró: "Lo que había molestado al general Videla era un comentario radial sobre un párrafo de la Biblia que dice: "Ay de aquel que escandalizara a un niño. Más le valiera haberse colgado una piedra de molino al cuello y arrojarse al mar"". Y ante una nueva pregunta de Prats Cardona para que la testigo volviera sobre el tema, Ruiz Guiñazú agregó: "Creo haber sido suficientemente clara. Yo me pregunto: los 127 niños desaparecidos, ¿son terroristas?" De su visita a la ESMA, la periodista recuerda que "es un lugar enorme, gigantesco, con vigas de hierro donde encadenaban a los detenidos. Reinaba un enorme silencio entre quienes habíamos entrado. Y no me preguntes por qué, pero me encontré diciendo, fuerte: "Por la misericordia de Dios, que descansen en paz"".
LA NACIÓN
Domingo 23 de agosto de 1998