La periodista explica por qué conducir el programa de National Geographic le representa “un alivio” y a la vez le sirve para hablar de la realidad social a escala planetaria. “La soberbia humana lo altera todo”, afirma.
Ruiz Guiñazú asegura que trabajar en documentales para NG “es como el sueño del pibe”.
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Por Patricia Chaina
La formas de la sabiduría son múltiples en el ciclo natural de la vida, sea del mundo animal o vegetal. Por eso, para Magdalena Ruiz Guiñazú, “ante una realidad tan terrible, es un alivio conducir un ciclo como éste”. La periodista habla de “Aventura”, el programa que el National Geographic Channel ubicó en la grilla de Canal 13 los sábados a las 20. “El mundo animal resulta más plácido, menos peligroso y además, para que un animal te traicione vos tenés que hacerle algo antes, una cosa a tener en cuenta en este momento donde las traiciones se cruzan en todos los niveles”, puntualiza.
Su relación con el documentalismo se remite al momento en que comenzó a elaborar especiales surgidos del archivo, como “El día del juicio”. La relación con National Geographic fue consecuencia de esos trabajos. Pero en lugar de incorporar a sus archivos los trabajos de Ruiz Guiñazú y su equipo –integrado por Walter Goobar y Silvia Di Florio–, el canal estadounidense decidió integrarlos a ellos a su staff y producir para un canal de aire un ciclo con sus investigaciones, sin escatimar rigor ni esfuerzos presupuestarios.
“A los estadounidenses les gustaba la idea, pero antes de firmar vinieron a ver cómo era yo, cómo trabajábamos en equipo”, cuenta a Página/12. “Aunque les habíamos mandado los videos nuestros, ellos vinieron tres veces”, recuerda. “Hoy se trabaja en base a un temario, se selecciona el material y una vez que está el programa editado, va a Washington. Les encanta cómo está saliendo”, detalla, satisfecha ella también por los resultados. En el piso de “Aventura”, Magdalena puede hacer una entrevista acompañada por una boa de 7 metros o por leoncitos de ocho días, como los que la visitarán en el emisión de hoy, donde el juego es uno de los temas convocantes. La devastación de Chernobyl y una escuela de circo que rescata chicos de la calle en Colombia cierran el temario de un ciclo que encuentra en la versatilidad de la conductora su justo equilibrio.
–¿Por qué aceptó una propuesta tan lejana a la actualidad periodística?
–Siempre me fascinó la importancia de los medios en lo cultural y educacional. La idea de que todos los medios técnicos estén a favor de una tarea educativa y entretenida me parece una maravilla. Nos parecía el sueño del pibe manejar el mejor material de la TV en el rubro, producto de un ejército de camarógrafos que van por el mundo grabando lo más interesante y sin límites de tiempo.
–¿Tanto le atrae el mundo animal como para que haya cambiado la veta política por el mundo natural de los documentalistas?
–No cambié una cosa por otra, las dos coexisten, pero siempre me encantaron los animales, de chica. Había animales en casa porque yo tenía un hermano ciego y tenía un perro guía, me crié con ese perro que vivió casi 16 años, y cuando pude también tuve, perros y gatos. Ahora tengo una gata que encontré en la basura, Manola, y es un miembro importantísimo de la familia. Más allá de eso tengo, consciencia de que esto funciona como un escape. Porque el mundo natural es más sabio y pacífico que el nuestro. El mundo de los hombres es un espanto, porque la soberbia humana altera la naturaleza. La soberbia, la ignorancia y torpeza, porque esas alteraciones son fruto de experiencias que no se hacen bien.
–Usted habla de conocimiento como una salida a esta situación social, pero sería una salida a largo plazo...
–Hablo de conocimiento, con imágenes, en este caso. El saber por sí mismo hace más sabia a la sociedad, por eso es catastrófico que la sociedad haya entrado en esta situación de ruptura donde la escuela es un lugar para ir a comer. A través del conocimiento se rearma una sociedad. Pero también a través de gente eficiente y preparada. A mí se me cae la cara de vergüenza de pensar en la gente que se postula para los cargos más responsables sin tener formación. En Francia, la Escuela de Administración del Estado forma gobernantes. Es difícil entrar y ser egresado. Presidentes como Mitterrand o Pompidou egresaron de ahí. Por algo son la sexta potencia del mundo.
–En la Argentina, los políticos ni se plantean una formación universitaria...
–Ni siquiera existe el pudor de pensar que si nos toca gobernar podemos tener limitaciones por falta de formación. En medio del caos, no veo planes estructurados para salir de esta situación que se veía venir. No solo la desocupación sino el hambre, cuando tendríamos que lograr que toda la nación, a través del INTA, que tiene programas como Prohuerta, por ejemplo, pueda producir alimentos. Que en este país haya hambre habla de que a nadie le importa nada de nadie, y que nadie se preparó, ni estudió, ni previó el futuro, porque no es una decisión que se pudo haber tomado hace seis meses.
–¿Cuál cree que fue el detonante para que estallara el caos?
–Hace cuatro o cinco años que los gobernantes sabían perfectamente que los bancos le prestaban al Estado a tasas que no iban a poder devolverle. Menem y De la Rúa lo sabían. Duhalde lo sabe. El problema no es cómo darle un subsidio a una persona, sino trabajar para salir de este extremo de pobreza que es endémica, transmitida de generación en generación. Hay impresionante cantidad de nuevos pobres, gente que perdió empleo, casa, la posibilidad de una vida digna y serena. Cada día veo cerca de mi casa a la gente que hace cola para comer en una iglesia. Muchos están con libros, esperando. ¡Me asombra! Es terrible y no permite un minuto de espera. Hay que pelear contra eso ya.
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Espectáculos del Sábado/15-Jun-2002