Casi todos los actos de terrorismo iraní, incluyendo la condena a muerte de Salman Rushdie, han estado precedidos por alguna forma de negociación, advertencia o chantaje. Tanto en ese sonado caso que se ventila actualmente en Alemania como en el del asesinato perpetrado en Francia contra el ex premier iraní Shapur Bajtiar, Irán llevó a cabo negociaciones secretas con los respectivos gobiernos para evitar que su participación en esos atentados tomara estado público.
(Por Walter Goobar) Agentes de inteligencia iraníes actuando bajo la cobertura que les otorgaba su acreditación diplomática en la embajada de ese país en Bonn, Alemania organizaron una célula terrorista de Hezbollah para asesinar a la opositora iraní Maryam Rajavi durante una manifestación que se iba a realizar a comienzos de este mes. Actuando con la más absoluta discreción, el gobierno alemán prohibió sin previo aviso la entrada de Rajavi a Alemania, argumentando que integra la dirigencia de un movimiento que busca derrocar al gobierno de Irán empleando la violencia, y de manera paralela -aunque sin vincularlo explícitamente- expulsó a los dos responsables de los servicios secretos iraníes. Los alemanes quisieron mantener el asunto en secreto pero el fue filtrado por los servicios de inteligencia estadounidenses en una maniobra destinada a poner en aprietos al gobierno de Helmut Kohl y al resto de los países europeos que no han querido incorporarse al embargo petrolero propiciado por los EEUU contra Irán. Sin embargo, como la información aparecida en The New York Times no fue desmentida se considera como una tácita confirmación alemana. El incidente -que se suma a uno similar registrado en mayo en Suecia- guarda particular interés para la Argentina porque aporta datos recientes sobre las operaciones terroristas iraníes en el extranjero.
El año pasado, los servicios de inteligencia estadounidenses y alemanes comprobaron que Irán estaba utilizando su embajada en Bonn como cuartel general para sus operaciones de inteligencia en Europa. La embajada se utiliza para vigilar las actividades de los 100.000 iraníes residentes en ese país, para planificar atentados contra opositores políticos en el exterior y para dirigir una sofisticada red de contrabando de armas e insumos nucleares y misilísticos.
Durante la última década agentes iraníes perpetraron atentados contra opositores políticos en Francia, Alemania, Suiza, Italia, Suecia y Turquía. Tras la muerte del Ayatola Jomeini en 1989, los actos de violencia crecieron de manera geométrica desde que el presidente Hashemi Rafsanjani creó el ministerio de Inteligencia que está al mando del clérigo Ali Fallahiyan, quien durante la revolución islámica se ganó el apodo del "juez de la horca".
Los asesinatos son llevados a cabo por la brigada Quds (Jerusalén) que es una rama especial de los Guardias de la Revolución y está dirigida por el general Ahmad Vahidi. La operaciones llevadas a cabo en el exterior -con apoyo logístico y cobertura proporcionadas por la Cancillería, el ministerio de Comunicaciones y la cadena estatal de Televisión (IRIB)-, son decididas por el Consejo Supremo de Seguridad Nacional que está integrado por el presidente Hashemi Rafsanjani, el canciller Ali Akbar Velayati, el sucesor espiritual de Jomeini, Ali Jamenei y el ministro de inteligencia Ali Fallahiyan. El secretario del Consejo es el vicepresidente del Parlamento Hassan Rouhani quien en 1994 declaró al diario iraní Ettela'at que "Irán no dudaría en destrozar la actividad de grupos contrarevolucionarios en el exterior".
Desde 1988 fecha en que se hizo cargo de la jefatura de los servicios de inteligencia iraníes (VEVAK), Ali Fallahiyan ha sido responsable de dos docenas de atentados cometidos contra disidentes políticos en distintas partes del mundo. En un reportaje concedido a la televisión iraní en agosto de 1992, Fallahiyan se jactó de los logros de su organización para acallar a los opositores:"También los rastreamos en el exterior", dijo."El año pasado tuvimos éxitos en dar golpes fundamentales a sus principales representantes". La referencia de Fallahiyan a 1991, no es accidental ya que ese año en que fue asesinado en Paris, el ex premier iraní Shapur Bajtiar y la exhaustiva investigación conducida por el juez Jean-Luis Brugiere ha permitido no solo condenar a principios de este mes a los asesinos, sino también desentrañar la metodología del terrorismo iraní.
En diciembre pasado fueron juzgados en Paris tres de los acusados por el asesinato de Bajtiar: Ali Rad Vakili, Massud Hendi y Zeinal Abein Sarhadi. Otros seis prófugos fueron procesados en rebeldía. Y, detrás de todos ellos, se juzgó simbólicamente a los servicios secretos iraníes.
El asesinato de Bajtiar, acuchillado en Suresnes el 6 de agosto de 1991, fue posible por una cadena de errores de la policía francesa, que empezó por conceder visados de entrada a los asesinos pese a estar recomendados por el ex representante de la televisión iraní en Paris, sobrino del ayatola Jomeini, que había sido expulsado de Francia por dos veces. Según las conclusiones del expediente que ocupa 18 volúmenes, los ejecutores de la fatwa (decreto religioso) del ayatola Jomeini, Ali Rad Vakili (arrestado) y Mohamed Azadi (prófugo), fueron introducidos en la residencia de Bajtiar por Faridun Boyerhamadi, secretario del ex primer ministro. Los dos esbirros efectuaron un asesinato ritual; tajo mortal en la garganta, amputación de ambas manos y robo del reloj de la victima, como prueba de que el encargo había sido cumplido.
Esa mañana, horas antes de se conociera la noticia, el Gobierno de Teherán dirigió un mensaje codificado a un agente en Suiza, pidiendo confirmación de la muerte de Bajtiar. El mensaje fue interceptado y descifrado por agentes británicos y estadounidenses, y es la prueba mas sólida de la participación de los servicios secretos iraníes. Uno de los asesinos, Azadi, fue recogido en Suiza por agentes iraníes y puesto a salvo en su país. El otro, Vakili, fue detenido en Ginebra y condenado a cadena perpetua. Además de Vakili, fue condenado a diez años de cárcel Masud Hendi (empresario, sobrino de Jomeini, protector de los asesinos en Francia) mientras el organizador de la huída Zeinal Sarhadi (funcionario de la embajada iraní en Suiza y sobrino del presidente Rafsanjani, fue absuelto.
En septiembre de 1992, un agente de inteligencia iraní, Kazem Darabi reclutó, proporcionó las armas y planificó la fuga de los pistoleros que perpetraron un sangriento atentado en el que cuatro opositores al gobierno de Teherán fueron acribillados a balazos en el restaurante Mykonos de Berlín. Casi todos los actos de terrorismo iraní, incluyendo la condena a muerte de Salman Rushdie, han estado precedidos por alguna forma de negociación, advertencia o chantaje. Tanto en ese sonado caso que se ventila actualmente en Alemania como en el del asesinato perpetrado en Francia contra el ex premier iraní Shapur Bajtiar, Irán llevó a cabo negociaciones secretas con los respectivos gobiernos para evitar que su participación en esos atentados tomara estado público. En 1993 el jefe de la inteligencia iraní Ali Fallahiyan mantuvo tratativas secretas con sus colegas de Francia y Alemania para poner fin a los actos de terrorismo chiita en esos dos Estados a cambio de un alivio en el pago de la deuda externa, ayuda económica y la devolución a Teherán a dos terroristas de esa nacionalidad, que iban a ser extraditados a Suiza por el asesinato del líder opositor Kazein Rajavi. El jefe del espionaje alemán Bernd Schmidbauer reconoció el año pasado ante una comisión parlamentaria que sus agentes habían entregado equipos de computación y entrenamiento a sus colegas iraníes por valor de 60.000 dólares.
A comienzos de mayo pasado, los servicios de inteligencia de Suecia consiguieron conjurar dos atentados contra instituciones judías y desarticular una red terrorista de Hezbollah en el país nórdico. Los atentados abortados en Suecia -uno de los cuales estaba dirigido contra la embajada de Israel en Estocolmo- son una consecuencia de las extremas medidas de seguridad adoptadas en ese país tras el atentado contra la AMIA en Buenos Aires y aportan más evidencias de que a partir de 1993, la inteligencia iraní comenzó a ocultar sus operaciones en el exterior y a utilizar a Hezbollah como su brazo ejecutor.
Si bien los dos principales sospechosos Faisal Ibrahim Atar y Ali Reda Abdullah que residían en la sureña ciudad de Trollhattan, fueron detenidos el 29 de marzo, los servicios secretos suecos mantuvieron el tema en el más absoluto secreto hasta después de que se concretó su deportación de Suecia al Líbano el 5 de mayo pasado. Los investigadores suecos afirman que el jeque Ali Hassan Roushandel, líder espiritual de la mezquita de Estocolmo y vinculado a la embajada de Irán en esa capital por intermedio de su hijo que se desempeña en la sección consular, funciona como enlace con Hezbollah. Aunque no descartan que haya otros atentados en preparación, las autoridades suecas están examinando la posibilidad de cancelar los permisos de residencia del clérigo chiita y de otras dos personas para desmantelar la presunta red terrorista.
Página/12
28-JUN-1995