La justicia de Alemania, Francia, Suecia y Suiza tiene contundentes evidencias de que durante gran parte de los ´90 Irán perpetró actos de terrorismo de Estado cuyas matrices son casi idénticas a los atentados perpetrados en la Argentina. Más aún, en algunos de esos casos que terminaron en severas condenas, los inculpados fueron los mismos funcionarios cuya extradición reclama hoy la Argentina.
Por Walter Goobar
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El principio de inocencia por el cual nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario es una de las bases del Derecho. Esto también vale para las sospechas que pesan sobre Irán por su presunta participación en el atentado contra la Amia. Sin embargo, existen evidencias judiciales documentadas ante tribunales europeos que demuestran que en la misma época de los atentados contra la AMIA y la Embajada de Israel, Irán practicaba el terrorismo de Estado. Los protagonistas, los móviles, las motivaciones y el modus operandi fueron casi idénticos a los de atentados perpetrados en Argentina. Todas estas evidencias recolectadas por tribunales independientes de países que tenían florecientes relaciones políticas y económicas con Irán echan por tierra la teoría de que la actual implicación de Irán está vinculada exclusivamente a los planes de EEUU e Israel de atacar a Irán.
BLANCOS EN ESTOCOLMO
En mayo de 1995, los servicios de inteligencia de Suecia consiguieron conjurar dos atentados contra instituciones judías y desarticular una red terrorista de Hezbollah en el país nórdico. Uno de los fallidos ataques estaba dirigido contra la embajada de Israel en Estocolmo y aporta pruebas sobre las redes terroristas que Irán había montado en Europa y en otras partes del mundo por intermedio de Hezbollah.
Los investigadores suecos concluyeron que el jeque Ali Hassan Roushandel, líder espiritual de la mezquita de Estocolmo funcionó como enlace con Hezbollah.
En la mezquita de Estocolmo se realizaban periódicamente actos públicos y reuniones de militantes de Hezbollah y se pudo establecer que un miembro de la dirección política de Hezbollah, Khudir Nur al Din, participó en algunas de esas reuniones.
Si bien los servicios de inteligencia suecos mantuvieron el tema en el más absoluto secreto hasta después de que se concretó la deportación al Líbano de los acusados, los detalles de la operación antitterrorista fueron filtrados por el diario británico The Sunday Times de Lóndres.
Los deportados, Faisal Ibrahim Atar y Ali Reda Abdullah habían sido responsables de la visita de dirigentes de Hezbollah y mantenían contacto con el jeque Mohammed Hussein Fadlallah, máximo líder espiritual de la organización chiita libanesa.
Por su parte, el responsable de la mezquita estaba vinculado a la embajada de Irán en esa capital por intermedio de su hijo que se desempeñaba en la sección consular de la legación diplomática.
La utilización de las mezquitas como centro de reclutamiento, los nexos con la embajada de Irán y con Hezbollah y la preparación de dos atentados -uno contra la embajada de Israel y otro contra un blanco de la comunidad judí en Estocolno, resultan un calco de la operación ejecutada un año antes en la Argentina.
Aunque los casos de Suecia y Argentina compartieron la misma matriz, durante la década de los ´90 agentes iraníes perpetraron decenas de atentados contra opositores políticos en Francia, Alemania, Suiza, Italia, Paquistán y Turquía.
MUERTE EN MYKONOS
En septiembre de 1992, un agente de inteligencia iraní, Kazem Darabi reclutó, proporcionó las armas y planificó la fuga de los pistoleros que perpetraron un sangriento atentado en el que cuatro opositores al gobierno de Teherán fueron acribillados a balazos en el restaurante Mykonos de Berlín.
En abril de 1997, el Tribunal Supremo de Berlín condeno a cadena perpetua a iraní Darabi,como organizador del atentado y otros dos acusados, recibieron penas de 11 y cinco años y un quinto salió absuelto.
En los fundamentos de la sentencia, el tribunal berlinés señala a la dirección política de Irán como instigadora del asesinato. Estas decisiones sobre crímenes contra disidentes en el extranjero se adoptaron en el seno del "Comité para Asuntos Especiales" en el que participaron los más altos dirigentes del régimen iraní, estima el tribunal berlinés. El objetivo del asesinato, ordenado desde el poder, era acallar las voces opositoras al régimen.
La parte más delicada de la sentencia de Berlín no es tanto la condena a los asesinos y sus cómplices, como la referencia a la dirección del régimen iraní. En ese comité, que imparte las ordenes de asesinar a los opositores, se sientan nada menos que el jefe del Estado Ali Akbar Rafsanjani, el máximo líder religioso Ali Jameini y el jefe de los servicios secretos Ali Falahiyan. Algunos de estos nombres -como el de Rafsanjani y Falahiyan-, son los mismos cuya captura ha solicitado la Argentina como sospechosos por la voladura de la Amia.
ADVERTENCIAS Y AMENAZAS
Casi todos los actos de terrorismo iraní, incluyendo la condena a muerte del escritor británico Salman Rushdie, han estado precedidos por alguna forma de negociación, advertencia o chantaje. Antes de la sentencia de Berlín, los líderes religiosos iraníes amenazaron a los fiscales alemanes y después de la condena consideraron decretar una fatwa (sentencia de muerte) contra los tres miembros del equipo acusador, similar a la lanzada la semana pasada contra el presidente Néstor Kirchner y el año pasado contra los fiscales argentinos del caso Amia que fueron intimidados durante las reuniones de Interpol en las que se solicitaron las capturas de funcionarios iraníes.
Tras conocerse la sentencia, Alemania expulsó a cuatro de los sesenta diplomáticos iraníes acreditados en Bonn, retiró a su embajador en Teherán y reconoció el fin al controvertido "dialogo crítico". Teherán respondió con una medida simétrica.
La sentencia de Berlín abrió una tormenta política pero cerró el caso Mykonos. Sin embargo, el asesinato a tiros de esos opositores que cenaban en un restaurante no fue un hecho aislado ni los iraníes se quedaron cruzados de brazos ante el juicio y la condena.
MORTERO EN AMBERES
El 14 de marzo de 1996, tres días antes de que se cumpliera el cuarto aniversario del atentado a la embajada de Israel en Buenos Aires, las autoridades belgas y alemanas consiguieron abortar un atentado contra la embajada de Israel en Bonn que era una represalia por el pedido de captura del ministro iraní de Inteligencia, Ali Fallahiyan acusado de haber planificado el atentado de Mykonos.
Las autoridades aduaneras belgas que inspeccionaron el carguero iraní "Shaheed Koladouz" que había anclado en el puerto de Amberes descubrieron que en los containers -que supuestamente contenían aceite y pickles-, se escondía un mortero pesado con un alcance de 600 metros, un lanzador especial y munición que contenía 120 kilos de TNT.
Los expertos en explosivos del ejército belga indicaron que el mortero tenía un alcance de 600 metros, mientras las municiones estaban cargadas con 120 kilos de TNT y habían sido preparadas para perforar la estructura de edificios reforzados del tipo usados por embajadas.
La mortífera carga iba consignada a nombre de un despachante del gobierno iraní y estaba destinada a una empresa privada iraní con sede en Munich.
Los agentes belgas arrestaron a dos agentes del ministerio de Inteligencia iraní que escoltaban la carga que iba a bordo el Shaheed Koladouz y que había sido cargada en el puerto iraní de Bandar Abbas el 29 de febrero. Simultáneamente, los servicios de inteligencia alemanes, detuvieron al despachante y a los propietarios de la compañía iraní de Munich.
Pese a que Alemania era uno de los principales socios comerciales de Teherán, el tribunal de Berlín pasó por alto todas las consideraciones políticas y falló con arreglo a los criterios de justicia y culpabilidad.
Durante mucho tiempo Bonn había sostenido la política de "diálogo critico" con Irán, que se derrumbó tras la sentencia de Berlín. Tanto el fallo como la orden de captura contra Fallahiyan describen en extenso el funcionamiento de las redes terroristas iraníes.
EL JUEZ DE LA HORCA
Desde 1988 fecha en que se hizo cargo de la jefatura de los servicios de inteligencia iraníes (VEVAK), Ali Fallahiyan, fue responsable de dos docenas de atentados cometidos contra disidentes políticos en distintas partes del mundo. En un reportaje concedido a la televisión iraní en agosto de 1992, Fallahiyan se jactó de los logros de su organización para acallar a los opositores: "También los rastreamos en el exterior", dijo Fallahiyan, quien durante la revolución islámica se ganó el apodo del "juez de la horca".
"El año pasado tuvimos éxitos en dar golpes fundamentales a sus principales representantes". La referencia de Fallahiyan a 1991, no es accidental ya que ese año fue asesinado en Paris, el ex premier iraní Shapur Bajtiar. La exhaustiva investigación conducida por el juez Jean-Luis Brugiere permitió no solo condenar a los asesinos, sino también desentrañar la metodología del terrorismo iraní.
CUCHILLOS EN PARIS
En diciembre de 1994 fueron juzgados en Paris tres de los acusados por el asesinato de Bajtiar: Ali Rad Vakili, Massud Hendi y Zeinal Abein Sarhadi. Otros seis prófugos fueron procesados en rebeldía. Y, detrás de todos ellos, se juzgó simbólicamente a los servicios secretos iraníes.
Horas antes de que se conociera la noticia del asesinato de Bajtiar, acuchillado en Suresnes el 6 de agosto de 1991, el Gobierno de Teherán dirigió un mensaje codificado a un agente en Suiza, pidiendo confirmación de la muerte del político. El mensaje fue interceptado y descifrado por agentes británicos y estadounidenses, y es la prueba mas sólida de la participación de los servicios secretos iraníes.
Uno de los asesinos, Azadi, fue recogido en Suiza por agentes iraníes y puesto a salvo en su país.
El otro, Vakili, fue detenido en Ginebra y condenado a cadena perpetua. Además de Vakili, fue condenado a diez años de cárcel Masud Hendi (empresario, sobrino de Jomeini, protector de los asesinos en Francia) mientras el organizador de la huída Zeinal Sarhadi (funcionario de la embajada iraní en Suiza y sobrino del presidente Rafsanjani, fue absuelto.
SECRETOS Y CHANTAJE
Por Walter Goobar
Aduciendo la falta de evidencias judiciales, el Gobierno de Carlos Menem negoció secretamente con Irán tras el atentado a la embajada de Israel, lo denunció histéricamente cuando se produjo el de la Amia -declarando que existía semiplena prueba contra Irán- y, más tarde, volvió a negociar bajo el pretexto de prevenir un tercer atentado. Esta es la lógica que Néstor Kirchner ha decidido romper sin histrionismo ni sobreactuación.
Después del atentado contra la embajada de Israel (1992), representantes del gobierno de Carlos Menem se reunieron secretamente con los iraníes en el exterior, prometieron armas y cereales como compensación por el contrato nuclear cancelado por presiones estadounidenses.
En abril de 1996, el autor de esta nota reveló que hubo por lo menos seis reuniones secretas: cuatro se realizaron en el hotel Bristol, una en el hotel Lutetia y otra en un departamento de la avenida Kleber de París.
En dos reuniones que se llevaron a cabo el 2 de febrero de 1993 y en un simbólico 17 de marzo, fecha en que se cumplía un año del atentado a la embajada, funcionarios argentinos tomaron la lista de pedidos para armar a los musulmanes de Bosnia violando el embargo impuesto por la ONU.
Ese fue el trasfondo del tráfico de armas a los Balcanes y de la histerica denuncia de Menem tras la voladura de la Amia. Durante 28 meses había negociado con ellos.
Después del segundo atentado, el gobierno argentino envió al Líbano al subsecretario de inteligencia Rodrigo Toranzo, donde fue recibido por el coronel Michel Rahbani, jefe de la inteligencia siria en el Líbano. Esa visita registrada a fines de 1994 no preocupó a Hezbollah ni a Irán.
En la segunda semana de marzo de 1995, fecha en que se cumplía el tercer aniversario del atentado a la embajada de Israel, el canciller argentino Guido Di Tella se entrevistó secretamente con su par iraní, Ali Akbar Velayati durante la Cumbre Social de Copenhague. En esa reunión se discutió la posibilidad de recomponer las relaciones. Para ello, Argentina tendría que pagar un precio demasiado alto: garantizar que la investigación de los dos atentados no comprometiera ningún interés iraní.
Sin embargo, Irán no bajó la guardia: un año después, el autor de esta nota reveló que Ali Sagahianel nuevo encargado de Negocios de Irán en la Argentina, pertenecía al sector que propugnaba "transformar cada embajada iraní en el extranjero en un centro de inteligencia y una base para exportar la revolución". Sólo después de esas revelaciones periodísticas el gobierno ordenó investigar y expulsar a Sagahian, pero la Cancillería jamás explicó por qué ni siquiera había requerido un currículum del diplomático.
A propósito del asesinato de tres diplomáticos sauditas en Bangkok (Tailandia), el diario árabe Al-Dustur publicó el 12 de febrero de 1990 un informe especial bajo el título "Quién es responsable del asesinato de los diplomáticos sauditas: Las redes del terrorismo iraní en el exterior", en el que se describe a Alí Saghaian "como un ex-oficial del ministerio de Inteligencia y guardia privado de Javad Mansouri que se desempeñó como Consul General en la embajada iraní en Karachi (Paquistán) y actualmente es el embajador de Irán en China.
La tarea de Alí Saghaian incluía "el reclutamiento de jóvenes paquistaníes para ser enviados a Teherán donde recibían instrucción en la producción y el uso de explosivos y armas, además de adoctrinamiento ideológico a partir del estudio de los libros del profesor Javad Mansouri".
El `hermano-doctor' Mansouri, es uno de los teóricos que reformularon varios principios del fundamentalismo para que adoptase forma política en la vida moderna. En su libro titulado Revolución y Diplomacia, escribe que "nuestra revolución sólo puede ser exportada con granadas y explosivos".
Alí Saghaian- se volvió tan peligroso en los países musulmanes que cuando Teherán decidió enviar a uno de sus miembros como embajador en uno de los estados del Golfo Pérsico, la Cancillería iraní recibió un cable del país anfitrión con el siguiente mensaje: "Agradecemos su comunicación en la que proponen enviar a Mohammed Reza Baqeri para reemplazar al embajador saliente. Debido a que nuestro pueblo odia los explosivos, les rogamos enviar a otra persona para encabezar la legación diplomática".
A los muchos misterios y encubrimientos sobre el caso Amia, se agrega uno más: el 10 de agosto de 1999, en plena campaña electoral para ser gobernador de la provincia de Buenos Aires, el ex ministro del interior y ex Canciller Carlos Ruckauf declaró a Radio Continental: "Yo sé quiénes son los responsables. No lo puedo decir porque es un problema de Estado, es un problema de política exterior. Pero tengo claro que hay una potencia extranjera comprometida en este crimen".
Como ministro del Interior al momento del atentado y como canciller más tarde- Ruckauf tuvo tanta o más responsabilidad directa que otros involucrados, pero poco después dejó trascender que Menem le había ordenado que se callara.
En agosto de 2003, al declarar como testigo en el juicio oral por el ataquea la mutual judía, Ruckauf
indicó que "hubo responsabilidad de sectores del entonces gobierno de la República de Irán. Que por tal motivo el gobierno de la República Argentina redujo al mínimo su relación diplomática con ese país".
Revista 7 Días
25-09-2007