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NUEVOS PLANES DE BUSH

El ataque quirúrgico a Irán

El prestigioso y temido periodista Seymour Hersh revela en la revista The New Yorker los nuevos planes del presidente de los Estados Unidos contra Irán: Bush parece haber dejado de lado la idea de una invasión y ahora apuesta a ataques limitadios contra los Guardias Revolucionarios de Irán

Por Walter Goobar
A George W  Bush no le faltan ganas, sino mano de obra calificada  para una invasión regular  o un ataque "quirúrgico" contra Irán, que le permita  justificar y remontarel empantanamiento en Irak. Por eso, Bush ha cambiado sus planes y ahora  prepara ataques puntuales  contra la Guardia Revolucionaria iraní, a la que acusa de injerencia directa en el conflicto iraquí, según afirma el prestigioso periodista Seymour Hersh en una nota de la revista The New Yorker  que aparecerá este fin de semana.
"Ahora el énfasis es realizar ataques precisos en las instalaciones en las que la Administración considere que han sido las fuentes de ataques a estadounidenses en Irak, sostiene Hersh, 
famoso por su manejo de fuentes gubernamentales de alto nivel. Sus artículos en The New Yorker sobre la guerra de Iraq se han convertido en lectura obligada por sus revelaciones de las maniobras encubiertas del gobierno de Bush (ver nota aparte).
En el número que saldrá a la venta el 8 de octubre, se publica una investigación de Hersh titulada "Shifting Targets" (Blancos cambiantes) en la que se asegura que si hasta hace poco Washington sopesaba efectuar bombardeos amplios, incluyendo como objetivo las instalaciones nucleares y centros militares, ahora tiene puesta la mira en la Guardia Revolucionaria iraní.
Tres factores han contribuido, según Hersh, a este cambio: la falta de apoyo de los estadounidenses a un bombardeo masivo, las informaciones que aseguran que Irán tardará aún cinco años en conseguir la bomba nuclear y el que en Washington se hayan dado cuenta de que Irán es "el ganador geopolítico de la guerra en Irak".
Las fuentes militares de Hersh admiten que no tienen ninguna prueba de que Irán tenga un programa para producir armas nucleares. En un artículo anterior Hersh lo resumió así: "Los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania e inclusive Israel no han podido descubrir ninguna prueba de un programa paralelo, o secreto, de armas en Irán". Un ex analista de inteligencia le dijo: "En el Pentágono preguntan: '¿Dónde están las pruebas? ¿Tenemos un millón de tentáculos, abiertos y clandestinos, y los iraníes tienen este programa desde hace 18 años, y no tenemos nada? No hemos desenterrado nada' ".
Según Hersh, los militares norteamericanos se apuntron una victora al conseguir que la administración Bush descartara (por el momento) la posibilidad de atacar a Irán con armas nucleares: . "A finales de abril, el alto mando militar, dirigido por el general Pace, consiguió una victoria importante cuando la Casa Blanca abandonó su insistencia de que el plan de la campaña aérea prevea lanzar una bomba nuclear para destruir la fábrica de enriquecimiento de uranio de Natanz".
Para el periodista, la opción nuclear es "indefendible políticamente", en parte porque "regaría radiación sobre muchos kilómetros" y provocaría una "protesta internacional por el primer uso de armas nucleares en un conflicto desde Nagasaki".
Hersh escribe en The New Yorker que la Casa Blanca recientemente le solicitó a los Jefes del Estado Mayor Conjunto que vuelvan a redactar antiguos planes para un posible ataque.
La órden no se apoya ahora en el presunto programa de armas nucleares de ese país, sino su papel en Irak.
Hersh escribe: "Lo que había sido presentado ante todo como una misión contra la proliferación, ahora ha sido concebido como una misión contra el terrorismo". La misión ya no se centrará en un gran bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán, sino en ataques contra las instalaciones de la Guardia Revolucionaria Iraní en Teherán y otros lugares.
Según Hersh, Bush informó este verano por medio de una videoconferencia al embajador estadounidense en Bagdad, Ryan Crocker, que estaba planeando bombardear objetivos iraníes en la frontera con Irak y que el Reino Unido estaba de acuerdo.
El periodista añade que el vicepresidente, Dick Cheney, sostuvo en una reunión celebrada este verano que los ataques serían presentados como acciones defensivas y que, si los demócratas protestaban, se les recordaría que Bill Clinton lanzó acciones preventivas contra Afganistán, Irak y Sudán.
El pasado domingo John Bolton, el ex embajador estadounidense ante la Organización de las Naciones Unidas, exhortó a Estados Unidos a que atacara Irán, y pidió el derrocamiento del Presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad. Durante una reunión en Inglaterra, Bolton dijo que las negociaciones con Irán habían fracasado, y que consideraba que la única alternativa eran las acciones militares.
LAS GANAS DE BUSH
El ataque a Irán está en la mente de la administración Bush desde su llegada al poder hace más de siete años, es decir mucho antes de las invasiones a Afganistán e Irak, pero la caída a pique de su popularidad a partir del empantanamiento en Irak podría precipitar la próxima guerra que estárá signada por la apropiación de recursos energéticos `por parte de EEUU`, mas que `por las ambiciones nucleares de los ayatollas.
Los halcones explicitaron sus intenciones respecto de Irán durante el año 2000, en el documento titulado  Proyecto para un Nuevo Siglo Norteamericano, Los Peligros actuales. unaobra colectiva dirigida por el ex-responsable de operaciones encubiertas de la CIA en ese país, Reuel Marc Gerecht (alias Edward Shirley). En ese documento se ennumeran  el apoyo iraní al terrorismo y  el financiamiento de  todas las organizaciones islámicas violentas en todo el mundo y finalmente se menciona que Irán está tratando de obtener la bomba atómica.
Las tibias desmentidas, no hacen sino confirmar los temores que los plazos para el ataque -quirúrgico o no-,  se van acortando. De hecho,  EEUU ya  ha invadido los dos países con los que Irán tiene fronteras y Irán es el único de los seis que Condoleezza Rice' califica como "avanzadas de la tiranía" y parte del Eje del Mal" que, además tiene posibilidades de adquirir armas nucleares.
UN CUARTO DE SIGLO
Irán ha estado en la mira de Washington desde que en 1979  la revolución islámica encabezada por el ayatola Jomeini derrocó al gobierno pronorteamericano del Sha de Irán y remplazó la autocracia por una teocracia. Pocos meses mas tarde, el 4 de noviembre de 1979, un grupo de estudiantes iraníes -entre los que se encontraba  el actual presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad-, tomaba 63 rehenes en la Embajada de EE UU en Teherán, creando una grave crisis diplomática y desencadenando sanciones contra el régimen de los ayatolás.
Tras un cuarto de siglo de Gobierno teocrático, la fugáz ilusión de exportar la revolución islámica se ha evaporadó, porque los propios iraníes se dieron cuenta de algo evidente: ésta no le trajo nada bueno ni a ellos, ni ningún otro país musulmán. Sin embargo, Irán vive su mayor enfrentamiento con EE UU desde entonces. En efecto, ningñun tema, desde la Revolución Islámica de 1979, ha alineado a todas las facciones políticas, clases sociales y medios de comunicación iraníes como el  derecho de  Teherán a desarrollar la energía nuclear y el desafío a Occidente respecto a sus ambiciones atómicas: jóvenes o viejos, conservadores o reformistas, seguidores o detractores del régimen, todos se han unido en la creencia de que Irán no debe resignar sus aspiraciones nucleares ni hacer concesiones a Occidente.
El Gobierno de Ahmadineyad se ha mostrado rápido y eficaz a la hora de explotar el nacionalismo de la población iraní. La cuestión nuclear se ha convertido en un asunto de orgullo nacional. El problema es que la misma  técnica que quiere emplear para enriquecer el combustible de las centrales sirve para fabricar el material de las bombas atómicas. Nada asegura que no pueda desviar parte del uranio destinado a la generación de electricidad para fines bélicos.El hecho de que, durante 18 meses, Teherán ocultara a la AIEA que estaba enriqueciendo uranio no es un buen precedente para confiar.
Los iraníes ven a su país como una nación avanzada y sienten inquietud al comprender que sus vecinos India y Pakistán, considerados menos desarrollados, sean potencias nucleares.
Es un error típìcamente norteamericano creer que el programa nuclear de Irán está dirigido por el actual Gobierno , cuando la realidad muestra que está dirigido por los nacionalistas y que comenzó durante la era del Sha en los años 70. La actual Administración utiliza el tema nuclear como una forma de mantener y extender la revolución iraní.
Aunque la elite de la administración Bush propugne la eliminación de los teocracias de Teherán por la fuerza, los iraníes reaccionarían ante cualquier intervención para defender su tierra ante los extranjeros, no por aprecio al régimen de los ayatolas.
"Si me preguntan lo que pienso, la hora de tener miedo será después de las elecciones, cuando a Bush le queden solo unos meses, ya sea que los demócratas recuperen la Cámara o el Senado o no", advierte Hersh indicando que EEUU se verá envuelto en una guerra regional que se extenderá durante los próximos veinte años.
Revista 7 Días
6-OCT-2007


Seymour Hersh:
El periodista más temido por Bush
(Por W.G.) Su apego a las normas básicas del periodismo de investigación han convertido a Seymour Hersh en el periodista más famoso de Estados Unidos. Sólo lo superan Bob Woodward y Carl Bernstein, los descubridores del escándalo de Watergate, pero mientras ellos se convirtieron en parte del establishment que redacta biografías complacientes, las investigaciones de Hersh son más letales paraGeorge W. Bush que la insurgencia en Irak. En los últimos 30 años ha escrito ocho libros y numerosas investigaciones sobre seguridad nacional que han tenido enormes repercusiones.
El septuagenario reportero que trabaja en una modesta oficina de dos cuartos en la avenida Connecticut de Washington, es el periodista que ha descubierto el lado más oscuro de todas las guerras y operaciones encubiertas  de EEUU a lo largo de las tres décadas que abarcan las  guerras de Vietnam y de Irak.
Su primer gran reportaje fue en 1969: La historia de la matanza realizada por soldados estadounidenses en una aldea de Vietnam, llena de mujeres y niños, conocida después como "la masacre de My Lai". Las víctimas fueron 350 mujeres, ancianos y niños. Sin embargo, ningún diario o revista importante aceptó publicarlo.
 Al final, una pequeña agencia de noticias, el Dispatch News Services, que dirigía su vecino, aceptó distribuirlo . Treinta y seis periódicos optaron por reproducirlo, incluido The New York Times.
En 1970, por la historia de My Lai, Hersh ganó el Premio Pulitzer. Su investigación sobre My Lai fue un factor decisivo en el debate sobre la guerra de Vietnam.
En 1972 reveló que la campaña secreta de bombardeos contra Vietnam del Norte había sido  autorizada por el gobierno de Richard Nixon. En septiembre de 1974, escribió una serie de reportajes en los que denunció  los planes de la CIA para desestabilizar al gobierno de Salvador Allende en Chile; los programas de la CIA para asesinar a líderes extranjeros, como Fidel Castro y Patricio Lumumba y el espionaje contra los estadunidenses que se oponían a la guerra de Vietnam. Gracias a esos reportajes, el Congreso realizó la primera investigación sobre las operaciones encubiertas de la CIA.
En 1983, Hersh publicó "El precio del poder", un best-seller sobre el papel de Henry Kissinger como jefe del Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de Nixon. Sobre la responsabilidad que tuvo Kissinger  en Vietnam y Chile, Hersh escribió: "Cuando el resto de nosotros nos vamos a dormir, contamos ovejas. El tiene que contar pequeños bebés desfigurados y quemados". Siguieron otros libros: "El blanco está destruido", en el que cuenta cómo aviones soviéticos de combate derribaron un avión de pasajeros de la Korean Airlines, y "La opción Sansón", acerca del programa secreto de armas nucleares de Israel.
En 1995 volvió al centro de la polémica con “El lado oscuro de Camelot”, un libro sobre los Kennedy en el que defiende sin ambigüedades las incursiones de la prensa en las alcobas de los poderosos.
Hersh retrata a John Kennedy como un adicto a la promiscuidad sexual y argumenta que "una de las razones para informar acerca del sexo es que éste es un determinante del carácter. "Si uno engaña a su mujer, también puede mentir sobre la crisis de los misiles".
Kennedy -afirma Hersh- recurrió a la misma temeridad para enmascarar sus aventuras amorosas clandestinas que la que empleó para ocultar las operaciones encubiertas y las actividades de los servicios de inteligencia. El mismo razonamiento empleó Hersh en el affaire que protagonizaron el presidente Bill Clinton y la becaria Mónica Lewinsky.
El 30 de abril de 2005 The New Yorker publicó un artículo titulado escuetamente "Tortura en Abu Ghraib". Hersh había obtenido el informe secreto de 53 páginas que describía numerosos casos de "abuso criminal sadista, descarado e injustificado", perpetrado por soldados y por miembros de la inteligencia estadounidense. Con la publicación de los detalles de la tortura dentro de la cárcel iraquí de Abu Ghraib, Hersh puso en jaque a uno de los hombres del Presidente, el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld que debió renunciar.
En 2005, Hersh reveló que EE UU estaba realizando operaciones secretas en Irán para localizar blancos de un futuro ataque. En 2006, reveló que el Gobierno estaba estudiando la posibilidad de realizar un ataque con armas atómicas sobre Irán, y también informó de que EE UU había instado a Israel a planear y ejecutar la guerra contra Líbano, en la que murieron más de un millar de civiles libaneses. Más recientemente, ha escrito sobre el apoyo de EE UU y Arabia Saudita a los jihadistas sunitas de Líbano.
A lo largo de los años Hersh ha tejido una fina red de fuentes en los niveles medios de la inteligencia, las fuerzas armadas y la burocracia estadounidenses, quienes en muchos casos exigen que se les garantice el anonimato.
En los textos de Hersh uno encuentra con frecuencia, por ejemplo, "un miembro del Comité me dijo", ó "un oficial del Pentágono me dijo". Sin embargo, cada fuente anónima para el lector tiene nombre, apellidos y teléfono para el director de la revista y el editor de la historia, que habla con sus fuentes, confirma una a una las declaraciones utilizadas y repasa todos los datos mencionados, asegura Hersh, que trabajó más de una década para The New York Times.
En el presente la rivalidad con Bob  Woodward sigue viva, pero es Herh quien hace historia. En una época gobernada por la información fragmentada e instantánea, por el interés predominante de las revistas en las celebridades, el hombre aún conserva en su interior el fuego y las ideas que animaban los años sesenta. Su principal arma son las fuentes que cultivó durante treinta años.
Revista 7 Días
6-OCT-2007

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