La caída en picada de la popularidad de Bush se produce en el primer año del segundo mandato, mucho antes de lo habitual. En menos de un año, Bush está sufriendo ataques por todos los frentes sin contabilizar ni un solo éxito significativo.
Por Walter Goobar
George W. Bush no es el primer presidente que ve cómo su segundo mandato se ve sumido en el escándalo y el fracaso. Le pasó a Clinton con el affaire Lewinsky y, antes a Ronald Reagan con el escándalo Irán-Contras. . Sin embargo, es difícil encontrar un precedente de alguien que haya conseguido su reelección con un apoyo popular tan arrollador y haya dilapidado ese caudal tan rápidamente.
La caída en picada se produce en el primer año del segundo mandato, mucho antes de lo habitual. En menos de un año, Bush está sufriendo ataques por todos los frentes sin contabilizar ni un solo éxito significativo.
A Bush le quedan 39 meses en la Casa Blanca. Los últimos días han puesto de manifiesto su debilidad en varios frentes
CADENA DE MALAS NOTICIAS
Además de fracasar en su intento de reflotar el ALCA a la medida de los EEUU en la reciente Cumbre de las Américas de Mar del Platay de haber sido condenado por la ONU por el bloqueo contra Cuba, pocos dias antes Bush e vio obligado a retirar la candidatura de Harriet Miers, propuesta por el presidente para integrar la Suprema Corte de Justicia. Con esta nominación, Bush logró que republicanos y demócratas se pusieran de acuerdo en algo: que la candidata no tenía otro mérito que su cercanía al presidente.
Continuador de la tradición nepotista que lo llevó a la Casa Blanca Bush no dudó en poner a un experto en caballos al frente de la Agencia de Emergencias que de manera desastrosa afrontó las consecuencias del huracán Katrina.
VIENTOS HURACANADOS
Otro flanco débil fue abierto por el huracán Katrina. Aunque las investigaciones puedan demostrar que los errores quedan muy repartidos, el nivel máximo de poder tiene la mayor responsabilidad. Con Katrina se erosionó el liderazgo de Bush; y de la mano de Katrina -aunque ya había empezado antes- vino un desenfreno de gasto público que abre las puertas a los conservadores partidarios de la disciplina fiscal.
A eso hay que agregar el déficit público generado por la presencia de EEUU en el país árabe ha llevado ya a varios republicanos a volverse en contra del presidente.
La base conservadora de Bush empieza a debilitarse, y todavía falta un año para que su apoyo legislativo pueda cambiar de manos. Aunque Bush ya no tenga que concurrir a unas elecciones, su única oportunidad de que su presidencia remonte es conseguir que sus propuestas más significativas sean aprobadas por el Congreso.
EL ESPIAGATE
Con un perjurio y un fiscal valiente se inició el principio del fin de Richard Nixon. A fines de octubre el gran jurado encargado de investigar la filtración del nombre de la agente de la CIA Valery Plame anunció que presentará cargos contra el jefe de gabinete del vicepresidente Cheney, Lewis Libby.
Libby era a Dick Cheney lo que Dick Cheney a George W. Bush, Ahora Libby enfrenta a 30 años de cárcel por perjurio y obstrucción de la Justicia y Cheney será llamado a declarar contra quien fue su mano derecha y leal instigador de la Guerra de Irak.
Cheney aparece mencionado en tres ocasiones en el auto de procesamiento de Libby, y en una de ellas figura como la fuente originaria de la filtración del nombre de la espía Valerie Plame. Todas las pruebas para justificar la guerra contra Saddam pasaron por el filtro de Libby. Por ese motivo, el juicio se puede convertir en una emboscada para el vicepresidente, sobre Bush y sobre el Partido Republicano.
UNA PRIMICIA ASEGURADA
En las últimas semanas el fiscal Patrick Fitzgerald ha puesto en la mira a la oficina del vicepresidente con la ayuda de la declaración de la periodista de The New York Times Judith Miller, a quien Libby le filtró la identidad de Plame. Ahora bien, ¿cómo sabía Libby que Plame trabajaba en la CIA? Ahí es donde Fitzgerald le apunta a a Cheney.
El fiscal especial está tratando de desentrañar la relación incestuosa entre la agencia de espionaje y la oficina del vicepresidente, para determinar si Cheney dirigió o toleró filtraciones a la prensa y manipulaciones no sólo en el caso Plame, sino también sobre el famoso e inexistente arsenal químico y biológico de Saddam Hussein.
En el verano de 2003, Libby le dijo a Miller que la CIA estaba involucrada en la "filtración selectiva" de noticias sobre Irak. Fitzgerald también ha investigado las insólitas visitas que Cheney hizo a la sede de la CIA antes de la Guerra de Irak, en las que se reunió frecuentemente con funcionarios de bajo rango a los que interrogó -y, tal vez, presionó- sobre los programas de armas de destrucción masiva de Irak.
LA LISTA DEL FISCAL
Pero fiscal no se conforma con Libby y seguirá investigando al principal asesor del presidente, Karl Rove.
La lista de problemas no acaba aquí, y podría desbordarse especialmente si Karl Rove, conocido por los demócratas como el cerebro de Bush y artífice de sus victorias electorales, corre la misma suerte que el poderoso Libby. El presidente prometió que despediría a todos los que estén implicados en el caso Plamegate, pero Rove es insustituible
Bush no sería lo que es sin Karl Rove.. Un ejemplo: la falta de reflejos del presidente en el huracán Katrina se atribuyó a la distracción de Rove debida a problemas médicos -piedras en los riñones- pero, sobre todo, a su preocupación por el desenlace del caso Plame.
FESTIN DEMOCRATA
Harry Reid, líder de la minoría demócrata en el Senado, cree que el caso Plame la punta del iceberg de los pecados de este Gobierno y acaricia la idea del juicio de Libby como la gran oportunidad de procesar políticamente a Bush. ¿Se trata de un delito relativamente menor en el que lo peor, como es habitual en EEUU, es el intento de ocultarlo? Como señala The Washington Post, "nada sugiere que haya habido una conspiración que exija más investigaciones ni se prueban -o refutan- las acusaciones de que el presidente engañara al país sobre las justificaciones de la guerra, como señaló el fiscal".
Quizá no estemos ante un Watergate, pero detrás del Plamegate está Irak. David Gergen, ex asesor de presidentes republicanos y demócratas, lo sintetizó así en la cadena CBS: "No tiene nada que ver con los casos de abuso de poder, como Watergate o el Irán-Contra. El problema es que esto reabra las heridas y que la gente empiece a hacerse preguntas sobre los medios usados para ir a la guerra". Como concluye el editorial de The New York Times, "lo que los estadounidenses tienen que tener en ente es que no había armas de destrucción masiva en Irak".
NUEVE DE CADA DIEZ
Nueve de cada 10 norteamericanos, según un reciente sondeo de Gallup, opinan que la Casa Blanca ha actuado «incorrectamente» en el caso Plame. El 39% de los encuestados cree que los altos oficiales de la Administración Bush actuaron de un modo “ilegal”, frente al 39% que considera que hubo un comportamiento “inmoral” pero que no se ha violado gravemente ninguna ley.
En la guerra de Irak, la unica noticia medianamente positiva como la aprobación de la nueva Constitución, fue empañada por una noticia que sin dudas les preocupa más a los norteamericanos y es que ya se ha superado la cifra de 2.000 muertos y 5000 heridos estadounidenses.
En otro contexto, el estómago del país puede aguantar estas cifras. Pero los sondeos demuestran que al menos la mitad de los estadounidenses cree que la guerra fue un error y el 51%, según la encuesta de la NBC, dice que derrocar a Saddam Hussein no mereció la cifra de muertos y heridos. La violencia que no cesa, la lentitud en la formación de tropas iraquíes y la ausencia de un calendario para que las tropas vuelvan a casa hacen que cunda el pesimismo.
VENGANZA REOUBLICANA
Tal vez las verdaderas raices del escándalo sean otras: si el nepotismo es un rasgo del actual inquilino de la Casa Blanca, otra característica es la de haber menospreciado a grupos conservadores que lo ayudaron a seguir en la Casa Blanca, por diferentes razon a conseguir la reelección. La venganza ha sido tremenda. La retirada de la candidatura de Miers a la Corte Suprema por la presión de la base político-religiosa "es una humillación muy profunda para el presidente", dice Emilio Viano, profesor de la American Universit
En opinión de un líder intelectual neoconservador como William Kristol, "con el desenlace del fiasco Miers y de la investigación de Fitzgerald, la aplastada fortuna política de Bush debería estar madura para una recuperación. Y la receta es clara: volver a lo fundamental en la economía, la justicia y la política exterior: ir a la ofensiva en esas áreas. Para recuperar el terreno perdido y avanzar hará falta energía, disciplina y audacia, del Gobierno de Bush y del propio presidente". Pero son demasiados los factores que el presidente no controla, y no está claro que Bush tenga la energía, la disciplina y la audacia necesarias para volver a empezar su segundo mandato.
David Brooks, columnista de The New York Times, señala algunas: razones del deterioro de Bush"El partido presidencial se fracciona; los problemas de gestión que estaban enconados florecen y se convierten en escándalos; aquellos a los que les ha ido mal dentro del Gobierno y han tenido que dejarlo disparan desde fuera... Pero la causa principal es la psicológica". En opinión de Brooks, se trata de la burbuja que envuelve a los poderosos y les aísla de la realidad, porque nadie de su entorno quiere o puede romper esa barrera. "La presidencia está desbordada. La Administración entera lo está", escribe la conservadora Peggy Noonan en The Wall Street Journal.
RECUADRO 1
LLA SALIDA DE CHENEY
Cuatro infartos y un cuádruple bypass no han quebrado la afición de Dick Cheney por la caza menor y la pesca. El vicepresidente de Estados Unidos es bien conocido por su afición a l pesca en Wyoming y a tirar tiros a los seres voladores. Además, esas actividades son más que deportes, ya que le permiten cerrar acuerdos de forma discreta, como a él le gusta.
Los directivos de la empresa de servicios petroleros Halliburton le ofrecieron a Cheney los cargos de presidente y consejero delegado en 1995, mientras pescaban en Wyoming. Tres años después, fue él quien cerró la compra de la empresa Dresser por Halliburton por 7.700 millones de dólares (6.400 millones de euros) en una cacería de codornices.
Pero ahora, al menos en su actividad política, Cheney está descubriendo el otro lado de ese deporte: él es el pato. El cazador se llama Patrick Fitzgerald.
Una hipótesis que circula dentro del Partido Republicano dice que Cheney podría anunciar próximamente su dimisión por motivos de salud, apelando a los cutro infartos y al bypass y añade que Bush quiere que su archienemigo político, el senador John McCain, le sustituya en la vicepresidencia. Sin embargo, McCain no es Lenin, sino Che Guevara. Es ambicioso, carismático, más popular que Bush, le gusta hacer la guerra por su cuenta y quiere ser presidente. Eso no encaja en una Casa Blanca en la que la disciplina y la lealtad son las cualidades más apreciadas. Si Bush nombra a McCain vicepresidente sabe que él se quedaría con tanto poder como la Reina de Inglaterra.
RECUADRO 2
PLAMGATE
El 'caso Plame' devuelve al primer plano la invasión de Irak y acentúa los problemas de la Casa Blanca El origen de la investigación, bautizada ya como el Plamegate fue la publicación en la prensa del nombre de la espía Valerie Plame, casada con el ex embajador Joseph Wilson. Según Wilson, la revelación de la profesión secreta de su esposa fue una represalia directa por sus críticas contra la Administración Bush por haber manipulado las pruebas contra Irak para justificar la guerra.
Wilson fue enviado en 2002 a Nigeria para seguir una supuesta pista en la compra de uranio por parte del régimen iraquí. El embajador concluyó que no había pruebas, pero Bush y Cheney siguieron usando ese argumento durante meses.
En el verano de 2003, Wilson se desmarcó con una opinión muy crítica contra la Administración Bush. Días después, el nombre de su esposa se filtró a la prensa. En el otoño de ese año, el fiscal Fitzgerald comenzó su investigación para determinar la circunstancias de la filtración.
"Mi mujer ha recibido amenazas concretas, aunque no puedo dar más detalles...”. El ex embajador Joseph Wilson, casado con la espía Valerie Plame, denuncia que han contactado con varias empresas privadas de seguridad para protegerse. Wilson no da más detalles sobre el carácter de las supuestas amenazas y no lanza su dedo acusador como otras veces contra la Administración Bush.
El ex embajador admite que es "triste"ver procesado por perjurio y falso testimonio al jefe de Gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis 'Scooter' Libby, y exconfía que la ivestigacion va a llegarhasta el fondo de la filtración ilegal de la identidad de su mujer como agente secreta de la CIA.A fines de octubre el gran jurado encargado de investigar la filtración del nombre de la agente de la CIA Valery Plame anunció que presentará cargos contra el jefe de gabinete del vicepresidente Cheney, Lewis Libby.
Revista Veintitrés Internacional