Antes de ser elevado a la categoría de Enviado de Dios en la tierra y convertirse en Pablo VI, Montini se ocupaba de los contactos del Vaticano con la policía política de Benito Mussolini, y durante los primeros años después de la guerra supervisó personalmente gran parte de las operaciones que permitieron la fuga de miles de criminales nazis hacia America del Sur. La segunda división del secretariado de Estado de la Santa Sede, a su cargo, era la que manejaba la oficina de refugiados del Vaticano que expidió los certificados de identidad que acreditaban a miles de fugitivos nazis como "apátridas" o "personas desplazadas" lo que luego les permitió refugiarse legalmente en Argentina y otros paises del Cono Sur.
Por Walter Goobar
A partir del abril de 1943 y como consecuencia de una negociación secreta entre el Papa Pio XII y el ultraconservador arzobispo norteamericano Francis Spellman, la Santa Sede se convirtió en un centro clandestino del espionaje angloamericano en Italia, según afirma el historiador Richard Smith en O.S.S., un libro que
trata sobre la predecesora de la CIA. La colaboración había comenzado
un año antes cuando un importante personaje del secretariado pontificio
había entregado a la O.S.S.,(Oficina de Servicios Estratégicos), los planos estratégicos de los centros de la industria militar japonesa, lo que había permitido a la aviación estadounidense asestar una serie de golpes decisivos al esfuerzo de guerra nipón. Esta operación, continuó bajo el nombre clave de "Proyecto Vessel" y tuvo dos protagonistas principales: Earl Brennan, un veterano del Departamento de Estado norteamericano y Gian Battista Montini, entonces obispo y subsecretario de Estado del Vaticano pero que posteriormente se convertiría en Pablo VI.
La colaboración entre el futuro Pablo VI y los servicios secretos estadounidenses continuaría después de la guerra por intermedio de James Angleton, responsable de la O.S.S., del S.S.U. y más tarde de la CIA en Italia desde su debut en los años 50. Antes de ser consagrado Pontífice, Gian Battista Montini o el futuro Pablo VI jugó un papel politico extremadamente importante como discreto consejero de los servicios secretos norteamericanos y de la democracia cristiana en la lucha contra el comunismo, según testimonian los archivos del Departamento de Estado publicados en enero de 1976 en el libro Gli americani in Italia, de Marco Fini y Roberto Faenza.
EL ENVIADO DE DIOS
Antes de ser elevado a la categoría de Enviado de Dios en la tierra y convertirse en Pablo VI, Montini se ocupaba de los contactos del Vaticano con la policía política de Benito Mussolini, y durante los primeros años después de la guerra supervisó personalmente gran parte de las operaciones que permitieron la fuga de miles de criminales nazis hacia America del Sur. La segunda división del secretariado de Estado de la Santa Sede, a su cargo, era la que manejaba la oficina de refugiados del Vaticano que expidió los certificados de identidad que acreditaban a miles de fugitivos nazis como "apátridas" o "personas desplazadas" lo que luego les permitió refugiarse legalmente en Argentina y otros piases del Cono Sur. La organización de beneficencia de la Iglesia, Cáritas Internacional, que por esos años fue especialmente caritativa con los nazis en fuga también estaba bajo su area de responsabilidad. Fue también la oficina a cargo de Gian Battista Montini la que emitió los pasaportes regulares del Vaticano destinados a una selecta cúpula de dignatarios nazis que no dudaron en vestir la sotana para huir. "Está comprobado -escribe Ladislas Farago en el libro Martin Bormann y el Cuarto Reich- que trece de los más encumbrados diroigentes nazis, entre ellos Martin Borman llegaron a America del Sur disfrazados de sacerdotes y munidos de pasaportes del Vaticano expedidos con nombres supuestos de ascendencia española.
Un pasaporte de ese tipo fue encontrado en Lima entre las pertenencias de del coronel de las SS, Frederich Schwend", el encargado de lavar un equivalente a 300 millones de dólares en libras esterlinas falsas que habían sido acuñadas por las SS y que nunca fueron encontradas. Sin embargo algunas anotaciones encontradas entre los papeles de Schwend indican que parte de ese dinero fue entregado al obispo Alois Hudal, del Collegium Teutonicum di Santa Maria dell'Anima, un hombre cercano a Pio XII y al futuro Pablo VI que no escondía sus simpatías por el Tercer Reich sino que ya en 1937 había publicado en Viena y Leipzig Die Grundlage der Nationalsozialismus (Las leyes fundamentales del Nacionalsocialismo). Hudal cuyo nombre se asocia a la "red de los conventos" participó activamente en la fuga a la Argentina de Heinrich Muller, el jefe de la Gestapo que fue identificado en la provincia de Córdoba en 1951. Muller es uno de los 14 jerárcas nazis que según el Centro Wiessenthal aún estarían en la Argentina. Contando con la distraída complicidad de la inteligencia norteamericana Schwend habría seguido administrando desde Perú los fondos nazis hasta 1972 cuando se lo implicó junto a una banda de croatas en un asesinato en el que también habría participado "el angel de la muerte", Josef Mengele.
Otros criminales de guerra célebres que utilizaron la conexión vaticana fueron: Adolf Eichman, Klaus Barbie, el jefe del grupo croata Ustacha, Ante Pavelic y Walter Rauff, el jefe de la Gestapo en Milán e inventor de las cámaras de gas rodantes que posteriormente se refugió en Chile y asesoró a la DINA de Pinochet. El caso Rauff es particularmente interesante porque bajo la protección del obispo de Genova, el Cardenal Siri, uno de los hombres fuertes de la curia romana, Rauff dirigió desde junio de 1945 hasta 1949 una oficina en esa ciudad que posibilitó la huida a la Argentina, Siria y Egipto de más de 5.000 agentes de la Gestapo y de las SS con dinero y documentación falsa.
LA RED DE LOS CONVENTOS
El 27 de abril de 1945 luego de haber sido visitado en Milan por el agente Emilio Daddario de la O.S.S.(la antecesora de la CIA en tiempos de guerra), Rauff se entregó a las tropas estadounidenses. Según consta en documentos secretos que recientemente fueron desclasificados, Rauff declaró ante sus interrogadores de la contrainteligencia norteamericana que su rendición era parte de un "arreglo" para impedir más derramamiento de sangre en Milán y que este acuerdo podía ser confirmado por los agentes aliados en Suiza. El "arreglo" que llevaba el nombre clave de "Operación Amanecer" había sido formalizado de manera secreta entre el jefe de la OSS en Berna, Allen Dulles y el general de las SS, Karl Wolff y garantizaba inmunidad para los negociadores de las SS a cambio de la rendición separada de las tropas alemanas en Italia.
A pesar de las recomendaciones de la contrainteligencia que "de no ser eliminado,(Rauff) debe ser internado de por vida ya que constituye una amenaza si alguna vez es puesto en libertad", Allen Dulles cumplió su palabra, lo liberó y puso a trabajar para la OSS en las operaciones anticomunistas en Italia, que eran su especialidad. Fue Dulles quien le solicitó al Vaticano que durante los primeros años de la posguerra que permitiera utilizar los monasterios y conventos católicos para esconder a los refugiados anticomunistas. De acuerdo a documentos secretos del Departamento de Estado, citados por John Loftus en el Boston Globe, la Iglesia proveía casa, comida y documentos falsos con visas otorgadas por el consulado argentino en Trieste. En un memorandum calificado de "ultrasecreto", fechado en mayo de 1947 y dirigido al secretario de Estado George Marshall, el agregado militar estadounidense en Roma, Vincent La Vista califica al Vaticano como "la principal organización implicada en el movimiento ilegal" de criminales de guerra que huían a través de la "ruta de los monasterios". Asimismo, La Vista acusa al Vaticano de utilizar a la Cruz Roja Internacional para conseguir papeles falsos, y precisa que "en diversas ocasiones y bajo ciertas condiciones, el Vaticano se servía de la Cruz Roja Internacional". Dos años después del informe de La Vista, la Santa Sede seguía colaborando con la evasión nazi. En julio de 1949, la Cámara de Diputados de la Argentina solicitó al gobierno la publicación de los informes sobre la llegada a Buenos Aires en septiembre de 1947 del jefe del gobierno nazi en Croacia, Ante Pavelic, que junto a Branco Benzon y Milo Bogetic desembarcado en el puerto de Buenos Aires disfrazados de monjes. Los tres croatas se convirtieron en protegidos y protectores de Juan Domingo Perón e Isabel Perón.
Según el informe de La Vista "el Vaticano deseaba no solamente infiltrar los paises europeos sino también los de America latina, (...) con hombres de todas las convicciones políticas bajo la condición de que sean anticomunistas y favorables a la Iglesia Católica". El documento cita a un responsable no identificado de la Oficina de Refugiados del Vaticano que reconoce que La Santa Sede "teme particularmente el auge de las actividades comunistas en America del Sur y que, por esa razón, acoge favorablemente los pedidos de personas que con un pasado fascista" deciden emigrar ilegalmente.
NOTA B
La creación de Odessa
(Por W.G.)A pesar de que Adolf Hitler continuaba prometiendo la victoria, a partir de la aplastante derrota en la batalla de Stalingrado en enero de 1943 en el Estado Mayor nazi se formaron dos grupos con ideas distintas ante el inminente colapso del nazismo: Por una parte, el jefe de las SS,Heinrich Himmler basaba sus premisas en la tésis de Hitler respecto a que la alianza entre los "ultracapitalistas de EEUU y los ultramarxistas" de la URSS era políticamente inestable" y que "con algunos golpes certeros ese frente artificial iba a colapsar con un estruendo semejante a un gigantesco trueno". Himmler especulaba con la posibilidad dque en ese momento, los EEUU podrían formar una nueva alianza antisoviética junto a la Alemania Nazi. En ese caso, los nazis podrian negociar una paz separada con EEUU y continuar la guerra contra la URSS.
La otra tendencia estaba personificada por el delfín de Hitler, Martin Bormann que no aceptaba la premisa de una paz separada sobre la base de considerarla excesivamente optimista. Según Bormann la ventaja militar aliada era demasiado grande como para que Roosvevelt considerara siquiera la posibilidad de una salida negociada. Bormann que manejaba los hilos del partido nazi y los contactos con el complejo industrial y financiero, en especial con Hermann Schmitz, uno de los máximos directivos del emporio petroquimico I.G.Farben, uno de los pilares económicos e industriales del nazismo que utilizó la mano de obra esclava en Auschwitz, consideraba que la única posibilidad de sobrevivir la derrota militar debía basarse en los propios recursos y en la cohesión de miles de hombres de las SS. Tras la derrota alemana en la batalla de Normandia en junio de 1944, Bormann dio los primeros pasos para implementar los planes para el gran escape nazi hacia lo que consideraba su retaguardia en Argentina, Paraguay, Sudafrica, Egipto e Indonesia. Para concretar la expatriación de capitales, el relicenciamiento en el exterior de las empresas alemanas para evitar el pago de indemnizaciones de guerra, y establecer una red de escape para miles de oficiales de las SS, Martin Bormann y Albert Speer, ministro de Armamento y Construcción del Reich reunieron el 10 de agosto de 1944 a un selecto grupo de empresarios en el hotel Maison Rouge de Estrasburgo. Según un informe del Departamento del Tesoro de EEUU fechado en 1945, por lo menos 750 empresas financiadas por el partido Nazi y que generaban ingresos por 30 millones de dólares anuales para la causa nazi consiguieron establecerse fuera de Alemania después de la guerra.
Por lo menos 98 de las 750 se establecieron en Argentina donde las inversiones de capital alemán pasaron de 300 millones de pesos en 1933 a 30.000 millones en 1944 (540 millones de dólares al cambio de ese momento).No es casual que varios criminales de guerra figuraran posteriormente en la nómina de empleados de las empresas alemanas: Klaus Barbie y Frederich Schwend en Boering, Gemetex, Merex AG, (cuya propietaria es el servicio de inteligencia de la actual Alemania), Adolf Eichman en Mercedes Benz, Walter Rauff en I.G.Farben, Franz Paul Stangl en la Voklswagen, Hans Ulrich Rudel en Siemens, Otto Skorensky como representante de Krupp, Josef Mengele en Fadro Farm y Walter Kutschmann que se desempeñó como director de compras de OSRAM.
El Canciller alemán Otto von Ribbentrop fue uno de los jerarcas nazis que transfirieron sus fondos a las cuentas de los bancos Tornquist, Alemán Trasatlántico, Germánico y Strupp de Buenos Aires. Los custodios del tesoro nazi en la Argentina habrían sido el financista Ludwig Freude , amigo de Peron y consejero del Banco Central y Heinrich Doerge, director del Banco Alemán Trasatlántico, la mano derecha del cerebro de las finanzas nazis Hjalmar Schacht.
Uno de los personajes claves en la organización del traslado de los activos y en la huida de los oficiales de las SS fue el comando favorito de Hitler y amigo del general Juan Domingo Perón ,Otto Skorensky. A juicio de varios historiadores, la creación de ODESSA, - cuya sigla en alemán significa Organización de Veteranos de las SS-, constituye uno de los grandes logros organizativos del nazismo. Sin embargo, ninguno de los bien elaborados planes de Bormann y Skorensky habría tenido la más mínima chance de exito si no hubiese existido otro decisivo componente, la denominada organización Gehlen, el aparato de inteligencia nazi que se vendió a los EEUU al final de la guerra.
Tras una corta detención en un campo de prisioneros VIP, el brigadier general Reinhart Gehlen, jefe de los Ejércitos Extranjeros del Tercer Reich y hombre muy ligado a Bormann, Schacht, Skorensky y Himmler llegó a Washington con sus seis ayudantes de campo el 24 de agosto, exactamente una semana después del fin del conflicto mundial. De acuerdo a las memorias de Gehlen en esa ocasión se celebró un acuerdo de caballeros de seis puntos por el cual se conformaba una organización alemana de inteligencia sobre la base del interes común de la lucha contra el comunismo. Con anuencia norteamericana, en julio de 1956, Gehlen junto a un medio centenar de subordinados instalaron su cuartel general en un edificio cercano a Munich que había sido construido por Martin Bormann. Desde allí posteriormente reclutarían a Klaus Barbie, Walter Rauff y otros futuros agentes operativos que con los años cobrarían celebridad. De todos modos, la supervivencia de ODESSA ya estaba asegurada. Para sus integrantes no había habido rendición, simplemente la continuación de la guerra por otros medios-
Diario Página/12, Argentina