Más allá de cierta monocromía, en lo básico, el nuevo gabinete mantiene su línea y su direccionalidad.
Por Walter Goobar
"Un ministro necesita un año de rodaje y recién después de un año se lo puede juzgar... Salvo que haya chocado". La frase acuñada por Néstor Kirchner explica porqué el gabinete de Cristina Fernández de Kirchner esta signado por la continuidad. La estabilidad de los funcionarios de Kirchner ha sido altísima comparada con la de cualquier otro gobierno reciente. "Equipo que gana no se cambia", aleccionan los técnicos de fútbol y el oficialismo acaba de golear en una elección nacional. Cristina jugará en otra coyuntura y la presidenta lo registra pero confía en el plantel que obtuvo el ascenso del infierno al purgatorio.
Más allá de cierta monocromía, en lo básico, el nuevo gabinete mantiene su línea y su direccionalidad.
La mudanza de Aníbal Fernández de Interior a Justicia constituye una jugada decisiva en el nuevo armado político. Férnandez se lleva consigo el manejo de las fuerzas de seguridad -Policía Federal, Gendarmería y Prefectura-, y de esta manera el nuevo ministerio cobra el protagonismo que tuvo con Gustavo Béliz al comienzo de la administración Kirchner. Y de paso, Mauricio Macri se las verá negras para conseguir el traspaso de la Federal.
La salida de Alberto Iribarne de la cartera de Justicia estaba casi cantada. Su gestión fue particularmente opaca y signada por un sordo enfrentamiento con el secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde. Aunque algunas fuentes insinúan que Iribarne fue vetado por Cristina, es innegable que casi nadie sabe que fue ministro de Justicia. De todos modos, su nombre suena como Procurador General del Tesoro.
Independientemente de la gestión de Iribarne, lo cierto es que salvo el manejo del Servicio Penitenciario y algunos registros como los de Propiedad Automotor, Sociedades e Inmuebles el ministerio estaba vacío de contenidos.
El Gobierno pretendía jerarquizar el área de Seguridad, tan cara a los reclamos ciudadanos y se contempló la posibilidad de crear un ministerio ad hoc hasta que la presidenta vetó la idea que le pareció "muy derechosa. La solución intermedia fue cambiar el área y mudar a Aníbal Fernández que también había sido postulado para ocupar la cartera laboral.
Por su parte, la retención de Carlos Tomada en Trabajo evita que se agiten aún más las internas gremiales y mantiene un enlace ya probado para promover el pacto social de empresarios y sindicalistas, uno de los objetivos más citados por Cristina en su plataforma electoral. Mientras Tomada quería irse para asumir la banca que ahora ocupará Juan Carlos "Canca" Gullo, Ginés González García estaba convencido hasta el último minuto que se quedaba.
Más que un tema de Salud, su reemplazo por Graciela Ocaña debería leerse como una señal de buena voluntad hacia el Vaticano. Ginés llevó a cabo una labor encomiable, pero su continuidad era un obstáculo para descongelar las relaciones con la Iglesia. De hecho, el anuncio del nuevo gabinete coincidió con que el matrimonio Kirchner recibió al número dos del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone en la Casa Rosada y Cristina invitó al Papa a visitar el país.
El pase de Graciela Ocaña a Salud corona dos años de paciente trabajo en los que manejó con precisión la burocracia y el presupuesto del PAMI que venía salpicado de corrupción y de incompetencia.
Ocaña podría encarar la modernización del sistema de salud estancado en su diseño de los '60, con el agregado privatizador de los '90. En ese escenario, los laboratorios, las prepagas, las obras sociales no tendrán en Ocaña una ministra "comprensiva" o transigente.
En la elección del nuevo ministro de Economía, el Gobierno resistió con mano firme las presiones de un sector de bancos y empresas privatizadas que -cuando constataron que Miguel Peirano tenía los días contados iniciaron una fuerte ofensiva para imponer al ortodoxo Mario Blejer, quien -por si acaso-, se había tomado un año sabático en el Banco de Inglaterra.
La suerte de Peirano había quedado sellada cuando planteó en términos de ultimátum su continuidad o la de Guillermo Moreno. De hecho, el tema del INDEC será la primera prueba de fuego, al menos en lo simbólico, para Martín Lousteau, el joven inquilino del quinto piso del tradicional edificio de Hipólito Yrigoyen.
Desde el vamos, el actual presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires (Bapro), afrontará el desafío de no ser un ministro inexistente frente a la vigilante mirada de Néstor Kirchner.
Si hay que nombrar mentores de Lousteau, habría que referirse a Javier González Fraga y Felipe Solá. Lousteau no sólo es discípulo de Gpnzález Fraga, sino coautor de ·Sin atajos", un libro imprescindible para entender al país y al nuevo ministro.
El actual gobernador bonaerense también es el mentor del contador Florencio Randazzo, nominado para el Ministerio del Interior, cuyas funciones estarán dedicadas al ejercicio federal, ya que los temas de seguridad pasaron a Justicia.
Educación fue separada en dos áreas, la tradicional con Juan Carlos Tedesco, un especialista que acompañó a Daniel Filmus, y una flamante cartera de Ciencia, Innovación Productiva y Tecnología, con Lino Barañao, doctor en Ciencias Químicas, especializado en Biología Animal que puede darle a la ciencia y la investigación una jerarquía que se les venía negando.
Para una presidenta que piensa manejar personalmente los hilos de la política exterior, Jorge Taiana es un Canciller a la medida de Cristina. En cuanto a embajadas clave se barajan los nombres de Héctor Timerman y del ex canciiller Rafaél Bielsa para Washington (Bielsa rechazó Berlín por razones familiares) y Carlos Bettini se quedará en Madrid, por ahora. Felipe Solá no irá a Francia, pero podría tener otro destino en la política local.
En lo que respecta a la conformación del gabinete, Julio De Vido conserva el ministerio de Planificación e Infraestructura y el manejo del presupuesto de obras públicas así como una agenda de gestión y de alianzas incomparable a la de sus pares. Su papel es tan vital que el Gobierno prefirió asumir el riesgo de confirmarlo en función de conservar la unidad interna.
No se equivocaron: según un estudio de la consultora OPSM de Enrique Zuleta Puceiro, para el 47,9 por ciento de los encuestados, la prolongación de Julio De Vido en Planificación es "indiferente", para un 4,5 por ciento es "muy positivo" y para un 10 por ciento es "muy negativo". En el curso natural del pensamiento de Néstor y de Cristina, De Vido se queda otros cuatro años más. No es el único.
Es dificil que este sea un gabinete de transición y mucho menos de verano, como auguran varios analistas. Es un gabinete que vino para quedarse.
Diario BAE
19-NOV-2007