Como muchos argentinos, los ancestros de Diego Maradona, Hebe de Bonafini, Néstor Kirchner, Ernesto Sabato y Marcelo Tinelli llegaron de Europa huyendo de la miseria o la guerra. Sus historias son un compendio de penurias y desamparo, pero también revelan la pasión, la lucha y el am or que entregaron por una tierra que sólo era una promesa. Un homenaje por el 7 de Septiembre.
Por Walter Goobar
El hambre empujó a Francisco a cambiar de mar. La miseria lo llevó a cruzar medio mundo en busca de un sueño. Cuando llegó al puerto de Buenos Aires, el 8 de diciembre de 1887, tenía apenas 19 años. Era jornalero y, como la mayoría de sus paisanos calabreses, católico hasta la médula. Se había embarcado en el buque Bearn en Nápoles junto con un primo. Pero había dejado un tesoro.
En Fuscalfo, un pueblo de Calabria que mira al Mar Tirreno, lo esperaba su novia, Juana Ferraro, una joven descendiente de albaneses siete años menor que él. En realidad, había dos Fuscaldos: en la parte de abajo vivían los pescadores y en la parte alta, con vista al Tirreno, vivía Juana, que en ningún momento dejaba de mirar el mar.
A poco de llegar, Francisco se fue a vivir a un pueblo de la llanura de Buenos Aires donde hasta pocos años antes incursionaban los malones indios. El pueblo se llamaba Rojas y cuando Francisco llegó todavía había un fortín. Comenzó como peón rural pero con el tiempo llegó a tener un molino.
El nombre original de la familia de Juana era Papic, pero los albaneses que cruzaban a Italia eran obligados a cambiar de apellido. La familia de Juana pasó a ser Ferraro. Antes de venir a la Argentina, Juana se casó por poder con Francisco en una ceremonia que mezcló tristeza y esperanza. A diferencia de Francisco que era un hombre rudimentario, su esposa leía y escribía. Tuvieron o nce hijos varones, de los cuales dos murieron muy chicos. El séptimo fue ahijado del presidente Roque Sáenz Peña y por eso lo llamaron Ernesto Roque. Juana llegó a planificar el destino de cada uno de sus hijos: quería que uno fuera cura, otro militar, otro intendente y para Ernesto Roque eligió la profesión de farmacéutico. Todos se fueron mudando a la casa del tío Paolo, un hermano de Juana que vivía en La Plata, para cursar el secundario y después la universidad.
Francisco también se trasladó a vivir a La Plata Falleció en 1949 sin haber vuelto nunca a su amada Calabria. Juana vivió hasta 1960 y su hijo Ernesto Roque –que en lugar de farmacéutico se convirtió en escritor– está convencido de que el particular sentido de la vida y la muerte que se trasunta en su obra no tiene que ver con la tradición italiana sino que la herencia albanesa de su madre. Juana, la mujer que esperaba mirando el mar. La madre de Ernesto Sabato.
Tinelli, el pintor
Liberio Tinelli movía las manos con precisión y sonreía. Tal vez de una manera parecida a como ahora mueve las manos Marcelo ante las cámaras de televisión. Las formas y los colores crecían de los trazos de Liberio. El maestro Tinelli, como lo llamaban, había nacido en 1586. Esa es una de las primeras referencias documentadas del apellido: tiene que ver con ese conocido artista que murió en 1684. Los estudiosos de la genealogía indican que una antigua familia Tinelli residía en Siena en 1605 y que había una familia Tinelli de Milano, dueña del feudo de Gorla en 1754. El apellido proviene del nombre propio “Tino”, que primero se deformó hacia el diminutivo Tinello y luego al plural Tinelli.
Angelo Tinelli, el primero de la familia que llegó a la Argentina, nació en Rivanazzano, Italia, el 16 de julio de 1878 y el 10 de enero de 1903 se casó con María Teresa Constaninta Cravotta. Dos años después de la boda, la pareja emigró a la Argentina. Vivieron varios años en pensiones y conventillos de Buenos Aires, hasta que Angelo y María Teresa se instalaron en la localidad de Carhué. Angelo era agricultor y con el tiempo se transformó en rentista. María Teresa se dedicaba a las tareas del hogar. Él tenía 27 años y ella 25 cuando nació José Antonio en 1906.
José Antonio fue empleado de comercio y se casó con Carolina Guido. En julio de 1932 nació Dino Hugo Tinelli. José murió de un paro cardíaco en 1978 en Bolívar y su tumba es una de las que quedaron sepultadas tras la gran inundación de Carhué.
Dino hizo sus primeras armas en el periodismo en el diario La Mañana de Bolívar, cuyo dueño se iba a convertir en su suegro, el padre de María Ester Domeño, la madre del creador de Videomatch.
El pastor y la loca
Francisco Pastor Herrero tenía siete años cuando su padre, Casto Pastor, firmó el permiso para que se embarcara con sus cinco hermanos y su madre. María Petra Herrero partió rumbo a la Argentina el 1 de julio de 1910 desde Balderas, León, España. Según el acta de nacimiento, fueron sus hermanas apenas un poco mayores que Francisco quienes oficiaron de testigos para que el cura párroco anotara al niño como hijo legítimo de Casto y de María Petra.
El viaje de su familia a América sumió a Casto en una profunda angustia. Tal vez, de esa manera, habría logrado escaparle a su destino de pastor. Pero como madre sola y con seis hijos, el pasaje de María Petra en tercera clase era más barato. Eso resolvió todas las dudas. Casto seguiría juntando dinero en España para reunirse con la familia no bien pudiera.
Junto a su madre y sus hermanos, Francisco llegó al puerto de Buenos Aires unos meses después y de allí la familia se trasladó a Mar del Plata, donde vivían otros coterráneos. Pasaron dos años hasta que Casto pudo reunir el dinero necesario para viajar a Buenos Aires, pero nunca llegó a destino. Dos días antes de embarcarse, sufrió un paro cardíaco y murió.
Francisco creció en Mar del Plata lamentando la ausencia de su padre. Toda su vida trabajó en la fábrica de sombreros de Basso-Imperatori. Había empezado como cadete y llegó a ser prensador de sombreros. Fiel a sus orígenes durante toda su vida, Francisco organizó cooperativas y sociedades de fomento para hacer cloacas y dotar de servicios que mejoraran las condiciones de vida de los inmigrantes españoles. El ejercicio de la solidaridad era un imperativo. A los 18 años se casó con Josefa Bogetti. De este matrimonio nació una hija, Hebe Pastor Herrero. Una niña dulce, que como su padre, tendría a la ausencia y a la lucha como destino. Hebe se transformó en un símbolo universal cuando para protestar contra la impunidad cubrió sus cabellos no con un sombrero, como los que hacía su padre, sino con un pañal que se transformó en pañuelo y bandera. Así, con ese gesto, se nació de nuevo: como Hebe de Bonafini, la loca de la Plaza.
Los goles del croata
Los primeros croatas llegaron al río Solís (Río de la Plata) con la expedición del veneciano Sebastián Gaboto que el 27 de mayo de 1526 llegó a la confluencia de los ríos Carcarañá y Coronda. En su orilla occidental construyeron un fuerte de madera que llamaron a Sancti Spiritu. Entre los croatas que formaron parte de aquella expedición, había varios Maradona.
Los descendientes de aquellos pioneros fueron registrados recién en 1895 pero como “austríacos”. Trabajaron en las carbonerías de Guayquiraró en esa ribera que separa las provincias de Entre Ríos y Corrientes sobre el Paraná. Uno de estos “austríacos” se llamaba Mateo Cariolichi, cuyo apellido se escribió indistintamente como Carioli, Cariolic y Cariolichi. En 1895 se casó con la criolla Trinidad Ferreira. Cariolichi era hijo de Catalina y Gaspar Polich, dos croatas de Dalmacia, que aseguraban tenían cierto parentesco con Marco Polo. Gaspar Polich había nacido en 1820 en la isla de Korcula. La nieta de Mateo, Salvadora Cariolichi, se casó con Ramón Franco. Salvadora era la abuela materna de Diego Armando Maradona, el salvador del fútbol argentino.
El Diego es tataranieto de croatas. Según el periodista Narciso Binayán Carmona, autor de Dieciséis estudios genealógicos, “Maradona, siendo lo más plebeyo del mundo, tiene además una rama aristocrática muy importante por parte de su ascendencia criolla”. El astro tenía referencias sobre su origen pero nunca le había dado importancia. Antes del Mundial de 1994 cuando la selección nacional realizó una gira por Israel y Croacia, un periodista croata le preguntó por el origen de su apellido porque había encontrado el mismo en Croacia, aunque con algunas diferencias. Pero el asunto quedó como una anécdota.
Pero como en un gol de Diego, el destino hizo una gambeta imprevisible. El cineasta Emir Kusturica está actualmente negociando con Guillermo Coppola los derechos para filmar la vida de Diego. Kusturica, que también de origen croata, quiere reconstruir la historia menos conocida del astro.
La bisabuela Bertha
Bertha Althaus había cumplido los siete años una semana antes que el vapor Apolo atracara en Buenos Aires el 6 de febrero de 1884. Mientras descendía por la escalerilla del barco, Bertha descubrió las primeras imágenes de la misteriosa ciudad: la marea humana de inmigrantes le recordó a su Suiza natal. Y eso era bueno, el viaje había sido una odisea.
Sus padres, una pareja de campesinos suizos, firmaron en 1878 un contrato de migración que los llevó a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. Cuando partieron, dejaron a Bertha y a su hermano Friedrich Jr. en Interlaken. Durante los cinco años que la pareja y otros dos hermanos estuvieron en Sudáfrica, los abuelos cuidaron de los niños. Los Althaus no se adaptaron a África y decidieron emigrar a la Argentina. A una colonia suiza en Santa Fe. Para eso reunieron a toda la familia en la capital sudafricana y partieron a Buenos Aires. Bertha tenía el sueño de cualquier niña: quería ver a su familia unida. Pero sufrió una nueva desilusión. Sus padres y sus hermanos menores se instalaron en Rosario, mientras ella y Friedrich continuaron viviendo con los abuelos en Colonia Romang, al noroeste de San Javier. La familia volvía a separarse y Bertha no se atrevió a preguntar por qué.
Friedrich, el padre de Bertha, tenía tuberculosis, no podía trabajar y sus hijos tuvieron que mantener a la familia. Finalmente falleció en 1895. Katarina, su madre, vivió hasta 1912. Friedrich Jr. se hizo talabartero y luego tuvo un almacén y un bar en Colonia Ella (hoy, Malabrigo). Bertha, con sólo 19 años, se casó en 1896 con Gottlieb Kaenel. Tuvo cuatro hijos: Margarita Isolda, Ana, Clara y Amadeo. Kaenel era un hombre fuerte, pero su corazón no resistió las penurias económicas. Acorralada por las deudas, la viuda pidió ayuda a sus hermanos. A fines de 1912, viajó con sus hijos a la casa de Ida Emma, en Río Gallegos. Allí trabajó en el negocio de su cuñado, el Bar Coning. La ciudad no tenía ni ferrocarriles, ni comunicación telegráfica. Con el tiempo su hermana emigró con su familia a Buenos Aires pero Bertha se quedó para siempre.
Margarita, la hija mayor, tenía 16 años cuando llegó a Gallegos y a los 19 se casó con Carlos Santiago Kirchner, un comerciante de ramos generales que amasó una pequeña fortuna y también mala reputación como prestamista. El matrimonio dio a luz cuatro hijos: Néstor Carlos, Carlos Arturo, Delia Margarita y Zulema Bertha.
El mayor, Néstor Carlos, era un empleado del Correo que gracias a su trabajo conoció a María Ostoic, una joven telegrafista chilena de Punta Arenas. La pareja tuvo tres hijos: Alicia Margarita (hoy ministra de Desarrollo Social), Néstor Carlos (el actual presidente) y María Cristina, una farmacéutica que no se dedica a la política y vive en Río Gallegos. La bisabuela Bertha, la niña suiza que odiaba las separaciones familiares, no llegó a conocerlos.
Revista Veintitrés
ID nota: 965
Numero edicion: 269 04/09/2003