El ministro Domingo Cavallo y el banquero David Mulford fueron ideólogos del megacanje que reportó jugosas comisiones a los banqueros. Y agravó el endeudamiento externo.
Por Walter Goobar
Según indicios coincidentes de las investigaciones que realizan por separado el fiscal federal Miguel Angel Osorio, el diputado Mario Cafiero de la comisión antilavado, la Auditoría General de la Nación y la Oficina Anticorrupción, la operación financiera conocida como “megacanje” fue en realidad una operación de endeudamiento subrepticio con la que se le malversaron recursos del Estado que elevarán la deuda en cifras astronómicas: 52.000 millones de dólares más para el año 2031.
El Credit Suisse, el J.P. Morgan, el Santander Central Hispano, el BBVA Francés, el HSBC, el Citi y el Galicia canjearon títulos por 27.700 millones de dólares, y se repartieron una comisión de 152 millones de dólares, pese a que muchos de esos títulos ya estaban en su poder. Es decir, se autocanjearon y cobraron comisión por eso.
El Banco Nación y el Ciudad se negaron a canalizar sus títulos públicos a través de entidades privadas, como requería el viceministro Daniel Marx.
La operación que ahora se investiga fue presentada oficialmente como el rescate de 3.303 millones de dólares de bonos Brady, Par y Descuento, contra la emisión de 2.402,7 millones de dólares de bonos Global 15, y el logro de una reducción nominal de la deuda pública de 927,6 millones. Descripta así, la operación no parece descabellada, pero los Brady tenían en ese momento un interés del 6 al 8 por ciento anual y vencían en el año 2023, y los bonos Global un interés del 12 por ciento anual, y vencen en el 2015, casi a la mitad del plazo original de los primeros. Además, la operación de canje demandó también el pago en efectivo a los tenedores de los Bonos Brady: se trata de una suma de alrededor de 3.550 millones de dólares, que desaparecieron del activo de la deuda pública, donde estaban contabilizados. De esta manera, en lugar de una reducción de la deuda nominal, el saldo del canje es un aumento de la deuda neta que oscila entre 165,4 millones de dólares a valor nominal y 863 millones a valor de mercado.
De los testimonios de más de 20 funcionarios de la Oficina Nacional de Crédito Público que declararon en el juzgado a cargo del juez Gabriel Cavallo se ha podido comprobar que el megacanje se concretó sin dictamen de los economistas de la Comisión y con la oposición explícita del Departamento Jurídico que dejó constancia escrita de ello.
No se cumplieron, además, los requisitos requeridos en la ley 24.156, con que el Congreso delegó en el Poder Ejecutivo su facultad de “mejorar los montos, plazos y/o intereses de las operaciones originales”. La operación podría ser considerada “nula y sin efecto, sin perjuicio de la responsabilidad personal de quienes la realicen”, aseguró el diputado Cafiero.
Una alta fuente judicial da por probado que:
* Las ofertas se hicieron una hora después de vencido el plazo.
* Se pagaron 35 millones de pesos de sobretasas: con la excusa de “motivar a los bancos a participar y mostrar una operación récord”.
Una perlita de archivo
la deuda, ¿qué deuda?
La prueba del archivo es mortal para Domingo Felipe Cavallo. En un olvidado artículo que firmó bajo el título “Nueva cultura para un nuevo país” (Cuadernos de Economía Política de la Universidad de Luján, Editorial Biblos, 1993) el entonces y actual ministro, a cargo de las finanzas de la Argentina, afirmó: “Dado que se prevé que la deuda bruta pública externa se estabilice en valores nominales en torno de los 46.000 millones de dólares para comenzar a reducirse hacia 1997, (...) hacia el año 2000 es posible proyectar una relación deuda bruta/PBI del orden del 15,4 por ciento. Con la meta de reservas y de garantías compradas con motivo del Plan Brady, la deuda pública será insignificante hacia fin de siglo”. Sí, una insignificancia de 150 mil millones, sin contar lo que acaba de sumar el megacanje, nieto de aquel Plan Brady (en la sucesión generacional no hay que olvidar al blindaje). Pero a no desesperar, ahora sí, con la ley de déficit cero nos salvamos.
Revista Veintitrés
ID nota: 10498
Numero edicion: 162 02/06/2001