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A todo o nada por Ingrid Betancourt

El gobierno argentino y la familia Betancourt evalúan positivamente la labor que realizó Chávez porque había conseguido establecer un canal de diálogo con las FARC, algo que ahora parece muy difícil de restablecer. Ni Uribe ni George W. Bush lo permitrirán. Historia secreta de un fallido rescate francés.

Por Walter Goobar
Cristina Fernández de Kirchner dedicó su primer día al frente del Ejecutivo a la agenda internacional. La flamante mandataria tomó el tema de la ex candidata presidencial y rehén de las FARC Ingrid Betancourt como una preocupación propia. Se trata de una arriesgada apuesta donde no hay mucho espacio para mediastintas porque la frontera emtre el éxito y el fracaso es más tenue que el hilo de donde pende la vida de la secuestrada.
Para plantar bandera en el caso Cristina deberá -en primer término- vencer la postura irreductible del presidente colombiano Alvaro Uribe quien ya abortó la mediación del venezolano Hugo Chávez cuando esta parecía bien encaminada.
El gobierno argentino y la familia Betancourt evalúan positivamente la labor que realizó Chávez porque había conseguido establecer un canal de diálogo con las FARC, algo que ahora parece muy difícil de restablecer. Ni Uribe ni George W. Bush lo permitrirán.
Chávez era mediador en el caso de los rehenes hasta que Uribe se enteró de que había conversado directamente con el jefe del ejército de Colombia y se puso furioso.
Alvaro Uribe fue el primero de los involucrados en el caso Betancourt en reunirse este martes con Cristina Kirchner en la Casa Rosada. En su paso por Buenos Aires, el presidente colombiano se encontró con que en cada discurso tanto Néstor como Cristina Kirchner hacían mención a la situación de la ex candidata, con el aval que le había dado la carta enviada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, requiriendo la intervención del gobierno argentino.
La intención de Cristina fue cercar a Uribe por varios  flancos que incluyeron  al primer ministro de Francia, François Fillon, al presidente brasileño Luis Inacio Lula Da Silva  y la presidenta chilena Michel Bachelet, pero el colombiano prefirió asumir la figura de alguien inmune a las "sugerencias" de sus colegas sudamericanos y franceses.
Al salir del Congreso, donde juró Cristina como Presidenta, Uribe aseguró que "es un derecho irrenunciable" de su gobierno rescatar a los rehenes por la vía militar. Dicho de otra manera, Uribe no descarta abortar cualquier intento de mediación por la vía armada y la razón es simple: es probable que Ingrid Betancourt le sirva más muerta que viva. La madre de Ingrid lo sabe y así se lo transmitió a CFK.
En Colombia todas son verdades a medias. Y no sólo en Colombia: las buenas intenciones francesas en el caso Betancourt también están teñidas por un ansia de revancha por parte del presidente Nicolas Sarkozy. Fue Sarkozy quien como ministro del Interior protagonizó en julio de 2003 un rocambolesco operativo de rescate que terminó en un fiasco.
La historia parece una novela por entregas: el 9 de julio de 2003 un avión militar francés voló a Manaos, la capital de la Amazonia brasileña con agentes de la DGSE, los servicios del contraespionaje francés, con la meta de recuperar en la frontera entre Brasil y Colombia a la candidata ecologista secuestrada por las FARC el 23 de febrero de 2002.
La operación fue un fracaso total, tanto más cuanto ni siquiera los brasileños habían sido informados de los objetivos de la misión.
La actitud poco habitual de los cuatro franceses que viajaban en un avión alquilado hacia la frontera con Colombia, en plena Amazonia, despertó las sospechas del piloto, Cleiton de Abreu, que terminó denunciándolos a la policía local.
Los pasajeros fueron arrestados y conducidos a Manaos. Interrogados por la policía, los miembros del grupo se negaron a hablar. Sólo uno de ellos cometió el error fatal. En el formulario que llenó, en vez de poner una dirección cualquiera, en lugar de su domicilio puso el de la sede central del contraespionaje francés, en París.
Desmentidos, contradicciones, faltas elementales a las reglas de la diplomacia, improvisación absoluta, signaron el fallido operativo francés.
El 13 de julio fueron expulsados del Brasil y el presidente Jacques Chirac tuvo que pedir disculpas a Lula. El padre Pedro, el cura de la parroquia de Sao Paulo de Olivença que había negociado con las FARC las modalidades de la liberación de Ingrid Betancourt, se quedó sin presenciar el milagro que los patrióticos franceses habían planificado para el 14 de julio, Día de la Revolución Francesa.
En realidad, aquella operación no buscaba la liberación inmediata de Ingrid sino la obtención de otra prueba de vida, que las FARC entregarían a cambio de que sacaran a 'Raúl Reyes' -el número dos de las FARC-, y a otros guerrilleros enfermos para ser tratados en Francia. Con este 'gesto de buena voluntad' de los franceses arrancaría en firme la negociación de la liberación de Ingrid en el marco del canje por guerrilleros presos.
Como la operación fracasó 'Reyes' salió por Venezuela rumbo a Cuba, donde le practicaron una diálisis.
Las FARC han sido siempre una organización rural que consideraba que para obtener sus objetivos había que infligir derrotas militares al Ejército, sin recurrir al terrorismo y al chantaje. Estos conceptos puristas han sido revisados, pero no porque les importe la imagen, sino porque buscan el canje de guerrilleros presos por políticos y militares prisioneros.
Es bastante improbable, por no decir imposible, que las Farc entreguen a Ingrid, cuyo secuestro es de gran valor político para la guerrilla, a cambio de nada. Ingrid representa para las Farc su mayor carta para conseguir el canje de secuestrados políticos por guerrilleros presos.
El papel que podría jugar el presidente Nicolas Sarkozy en la liberación de los rehenes no está claro. Tras el reciente mensaje enviado por el jefe del Estado francés, a través de la televisión, al jefe de las FARC, Manuel Marulanda, Tirofijo, pidiéndole que dejara en libertad a Betancourt, la dura respuesta de las FARC no se hizo esperar: le advirtieron que "no debe favorecer ni a una ni a otra parte". La advertencia de Tirofijo también vale ahora para la Argentina. Se trata de una maniobra arriesgada, valiente, un a apuestaa todo o nada.
Diario BAE de Argentina
13-DUC-2007
 
 

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