“Hemos tenido muy cerca al narcotráfico, y por eso estamos tan convencidos de que hay que erradicar ese mal. Pero solos no vamos a poder salir de este problema", advierte María Emma Mejía, canciller colombiana
Por Walter Goobar
"Colombia no es un narcoestado. Hemos tenido muy cerca al narcotráfico, y por eso estamos tan convencidos de que hay que erradicar ese mal. Pero solos no vamos a poder salir de este problema", advierte María Emma Mejía, la canciller colombiana que se encuentra de visita en Buenos Aires para dinamizar las relaciones económicas con la Argentina. María Emma Mejía, de 43 años, tuvo que hacerse cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores de su país en julio de 1996, cuando su antecesor se vio involucrado en el narcoescándalo y Washington retiró la visa de entrada a los EE.UU. al presidente Ernesto Samper, acusado de haber financiado sü campaña electoral con fondos del narcotráfico. Para María Emma Mejía, la exculpación de Samper en el juicio político al que se vio sometido en Congreso en noviembre pasado demuestra que "Colombia ha sabido preservar su estado de derecho", y da a entender que el presidente se ha afianzado en el poder: "El Gobierno ha asumido la responsabilidad de terminar este mandato". La canciller destaca que ya 45empiezau a oírse voces preelectorales, ante la recta final de presentación de candidaturas para las presidenciales de mayo de 1998. Mejía reitera que, "a pesar de algunos altibajos, la lucha contra la droga es lo que más une a Colombia, uno de los principales productores del mundo de narcóticos, con Estados Unidos, primer consumidor mundial". Pero advierte: "Colombia no debe rendir cuentas a ningún país".
-La relación con los Estados Unidos es una relación normal. Estamos necesariamente aliados en la lucha contra el narcotráfico. Tenemos que trabajar juntos para buscar una solución ya que Colombia es uno de los principales productores y Estados Unidos es el principal consumidor. Yo creo que hemos encontrado una relación de trabajo que nos permitirá diversificar la lucha contra el narcotráfico. Colombia va a salir de este mal que socava a la democracia y va a seguir cooperando con los Estados Unidos sin necesidad de tener que rendir cuentas...
-Esta cooperación de la que usted habla se da en un contexto en el que el presidente de su país no puede ingresar a los Estados Unidos y muchos medio colombianos señalan que bajo el pretexto de la lucha contra la droga Estados Unidos maneja su país como una provincia. ¿La palabra "cooperación" es un eufemismo para hablar de injerencia o subordinación?
-Es cierto que las relaciones con los Estados Unidos pasan por su peor momento desde la época en que Panamá se escindió, pero no vamos a llegar a una ruptura diplomática. El retiro del visado al presidente Samper es una medida que yo no puedo compartir, pero la respeto, y nosotros seguimos trabajando bajo el liderazgo del presidente de Colombia en la idea de cooperar en la lucha antinarcóticos. Nosotros no tomamos decisiones porque Washington dispone o impone. Aunque Colombia confiscó cien toneladas de cocaína durante 1996, no disminuyó el consumo en los Estados Unidos ¿Qué reemplazó la droga que dejó de proporcionar Colombia? Estados Unidos tiene un problema muy serio que no acabará el día que mi país deje de producir drogas, porque lo que está creciendo en forma alarmante es el consumo de drogas sintéticas.
-Sin embargo, la "descertificación" ha colocado a Colombia en la lista de los países indeseables, al lado de Birmania, Siria...
-La descertificación es una medida política que tiene pocos efectos prácticos, pero yo creo que se ha desacreditado por sí misma. El mecanismo de descertificación es perverso y es una intromisión en los asuntos internos que además divide a los países latinoamericanos.
-Pese al carácter perverso de la deseertificación, ¿no hay una doble moral colombiana frente a la droga y el narcotráfico que fronteras adentro le otorgan cierta legitimidad comercial?
-Yo diría que Colombia entró en esto sin darse cuenta. No creo que hubiera una doble moral. Colombia ha pagado un precio altísimo por su ingenuidad. El poder del narcotráfico es demoledor. Es como un pulpo que te va tragando. Tuvimos el narcoterrorismo de Pablo Escobar en Medellín, que luego degeneró en una narcocorrupción y hasta este momento no sabemos cuál de los dos males es peor.
-Al narcoterrorismo y la narcocorrupción parece haberles seguido un "narconacionalismo" que se contrapone a la injerencia extranjera...
-Todo lo contrario. Por primera vez toda la sociedad está unida en la lucha contra el narcotráfico. Hemos sido pioneros en la ley de lavado de activos, confiscación de bienes y agravado de penas a los narcotraficantes para revertir la tendencia que a comienzos de los 90 nos obligó a ceder frente al terrorismo.
-¿Los carteles de la droga están desarticulados en Colombia?
-Creo que ya no veremos más figuras como Pablo Escobar o Gilberto Rodríguez Orejuela, pero aún nos queda una presencia muy fuerte del narco tráfico. Colombia es ahora un país muy sólido en materia económica y en materia política con una democracia muy sólida que va en camino hacia un proceso electoral...
-Colombia es una democracia basada en un sistema bipartidista que está agotado porque la alternancia en el poder del binomio liberal-conservador, más que constituir un juego de dos partidos, es una única clase política que se compone y recompone permanente mente.
-Considero que el modelo bipartidista está parcialmente agotado. Creo que han surgido nuevas figuras, que ahora hay muchas más gamas y muchas más posibilidades de las que hubiéramos soñado hace unos años.
Fuente: Página 12 - Argentina
Fecha : 4/5/97