CARLOS FLORIA, ASESOR VATICANO, CONTRA “LOS CRUZADOS” QUE IMPUGNAN A LA JUEZA CARMEN ARGIBAY

“Son más papistas que el Papa"

Integra una comisión que asesora a Juan Pablo II y codirige una revista católica. Sin embargo, Carlos Floria critica con dureza las campañas contra la doctora Argibay. Dice que a pesar de sus declaraciones contra la penalización del aborto la jueza fallará de “acuerdo a derecho”.

Por Walter Goobar
--Qué le parece la candidatura de Carmen Argibay?
–Sin dudas que Argibay tiene un buen currículum y tiene trayectoria de vida que son dos requisitos fundamentales. Sólo se pueden discutir sus declaraciones...
–¿Cree que su opinión contraria a penalizar el aborto y su declaración como “atea militante” son motivos valederos para impugnar su candidatura?
–No. A mí no me gustaron sus opiniones. Me pareció un acto imprudente para un candidato a juez. No entiendo por qué tuvo que hacer declaraciones cuando está en discusión su candidatura... me parece un acto de inmadurez.
–¿No cree que contribuyen al debate?
–No, me parece un debate bastante inconducente, porque desvía la atención sobre la trayectoria de vida, técnica y personal del juez, del candidato...
–¿Pero no le parece positivo que la gente conozca su opinión ahora y no cuando ya la designaron?
–Es posible. Gustavo Bossert, que fue un excelente miembro de la Corte y que renunció por razones éticas, revisó los fallos de Argibay sobre el aborto y cada vez que tuvo que pronunciarse sobre este tema lo hizo en contra (ver recuadro). Es decir, cuando Argibay tenga que fallar respetará la legalidad constitucional.
–¿A usted le cabe alguna duda de que ella va a respetar la legalidad?
–Ninguna duda. Pero a mí me hubiera gustado una juez prudente. Lo que ella hizo es concentrar y polarizar el debate. Pero para mí esto no la descalifica.
–Usted integra la Comisión de Justicia y Paz del Vaticano que asesora al Pontífice. ¿Cómo compatibiliza su opinión favorable a la candidatura de Carmen Argibay a la Corte mientras grupos católicos se oponen?
–Lo que pasa es que yo no lo admito como una cruzada. Yo no veo apropiado ese tipo de reacciones. Puedo discutir la actitud de Argibay, puedo criticarla, pero no es un punto de partida para una cruzada. Me parece un acto de clericalismo de algunos sectores. Salvo opiniones aisladas, la Iglesia como tal se retrajo mucho en lo que se refiere a emitir opiniones políticas. Justamente, si en algo ha progresado la Iglesia es que es mucho menos clerical, en el sentido del compromiso con el poder político. " Uno puede ser clerical sin ser católico o sin ser religioso.
–¿Cómo es eso?
–El antecedente es el nacionalismo antiliberal católico que fue enormemente influyente en los años ’20 y ’30. Respondía a un personaje llamado Charles Maurras que era agnóstico pero clerical. Él le daba a la Iglesia un enorme papel con la monarquía y el poder militar. El maurrasismo alimentó el nacionalismo argentino antiliberal, de gran influencia católica, cuando los católicos ignoraban en su mayoría que era agnóstico.  Una de las ventajas del Concilio Vaticano II –que no todos los miembros de la Iglesia leyeron, sino muy tarde– es que se trata de un concilio muy anticlerical, donde el tema de la libertad religiosa –no el de la religión del Estado– es un tema central. En el caso de la Iglesia argentina, recién con la llegada de monseñor Estanislao Karlic aparece un episcopado no clerical. En esa línea considero a Karlic; al obispo de Resistencia, Carmelo Giaquinta; al de San Isidro, Jorge Casaretto; a Jorge Bergoglio, entre otros...
–De lo que usted dice, se desprende que en el país hay un sector clerical que es más papista que el Papa...
–Sí, creo que hay un sector más papista que el Papa. Después están los cruzados...
–¿No cree que esos cruzados responden a una línea bajada por la Iglesia?
–No en este momento, felizmente.
–Y a esos cruzados ¿qué les molesta más de las declaraciones de Argibay, su posición sobre el aborto o su ateísmo militante?
–Las dos cosas. Lo del ateísmo militante, Argibay reconoció en una declaración que fue una especie de ironía y hasta una contradicción en los términos. Hay una cita de Chesterton que dice: “Aquel que dice que no cree en Dios, no es que no crea en nada, sino que cree en cualquier cosa”. Argibay vuelve atrás con lo del ateísmo porque no tiene mucho sentido.
–¿Usted no cree que, tal como dice Argibay, muchas de las esposas y las hijas de esos cruzados son las que aseguran haberse operado “de apendicitis” para disimular un aborto?
–Es probable. " Juan Carlos Maccarone, obispo de Santiago del Estero, dijo algo que me pareció muy duro pero elocuente: “Hay una enorme cantidad de católicos que invocan al catolicismo y son unos sinvergüenzas”. El doble discurso es una inconsistencia muy argentina. Además, entre los cruzados están los caraduras: hubo embajadores ante el Vaticano con conductas no sólo dudosas, sino dignas de proceso criminal. (N. del R.: se refiere al banquero Francisco Trusso y a la quiebra del BCP de La Plata). Por otro lado, hay una tradición de integrismo católico que tiene un comportamiento similar al fundamentalismo: sea musulmán, judío o el de Bush y la derecha cristiana norteamericana. Siempre hay integristas.
–¿Pero no cree que cuando el nuevo embajador ante el Vaticano presente sus cartas credenciales, le va a plantear la necesidad de que la Argentina permanezca alineada con la Santa Sede en los temas centrales?
–Que la Iglesia pretenda eso, que además es la posición del Papa, es  legítimo. Sería hipócrita no plantearlo. Pero no es un intercambio como ocurrió en el menemismo: “Se puede hacer cualquier cosa en lo referido a la corrupción, pero en este tema estamos de acuerdo”. Yo no niego que haya en el Vaticano sectores que piensen en ese tipo de canjes, pero no es el comportamiento de los mejores hombres de la Iglesia ni el pensamiento del Papa. En el tema de la defensa de la vida desde su origen, él va a insistir, pero él distingue entre la insistencia en los valores y el comportamiento político.
–¿Qué opina de la forma en que Kirchner está seleccionando a los nuevos jueces?
–Kirchner mejoró un sistema que era demasiado arbitrario. Pero el hecho de presentar un solo candidato conduce a un condicionamiento. Los senadores se ven obligados a aceptarlo para no dañar la imagen del Presidente, se neutraliza así buena parte del progreso obtenido con la reforma. Yo soy partidario de una terna para no atar al Senado a una interna del PJ o del Gobierno.
 
 
 
 
Carlos Floria
l Politólogo y abogado.
l Profesor de Derecho de la UBA y de la Univ. de San Andrés.
l Miembro del Consejo Vaticano Justicia y Paz.
l Integra el consejo de redacción de la revista católica Criterio.
l Fue miembro del Consejo Nacional de Educación Superior.
l Ex embajador de la Argentina ante la Unesco.
l Miembro de la Academia Nacional de Cs. Morales y Políticas.
l Su último libro publicado se llama Pasiones nacionalistas (FCE). 
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“en todos sus fallos condenó el aborto”
“Yo revisé jurisprudencia y pude comprobar que la doctora Argibay ha sido más dura en la condena que otros miembros del tribunal en casos abortivos”, afirmó Gustavo Bossert, ex ministro de la Corte Suprema de Justicia, quien recientemente fue designado presidente del comité académico para América latina de la Academia Internacional de Justicia.
“La doctora Carmen Argibay es una juez que se ha destacado por su tarea, por su seriedad a lo largo de su vida profesional. Es una mujer capacitada, sobre todo en el derecho penal, pero además ha tenido la distinción de ser elegida para el Tribunal Internacional de Juzgamiento de Crímenes de Guerra. Es opinable el juicio que a cada uno le pueda merecer si era prudente o no era prudente que la doctora Argibay hiciera esas declaraciones sobre sus puntos de vista. Si alguien hace una declaración relacionada con sus convicciones íntimas en Francia o Inglaterra, por ejemplo, difícilmente se diría que esto es descalificante para un cargo.” Para Bossert es importante entender que “se la postula para la Corte y no para legislar; para aplicar las leyes, no para reformarlas. Yo revisé jurisprudencia de la doctora Argibay y comprobé que ella condenó por la práctica del aborto, más allá de su opinión de que debe haber una legislación distinta. Es más: en ese fallo vi que su posición era más dura, alcanzaba en la condena a más integrantes de ese acto abortivo, que otros miembros del tribunal”.
 
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la contracara de argibay
Es una lástima que Elena Highton de Nolasco (61) haya decidido no dar entrevistas luego de su nominación como futura jueza de la Corte Suprema. Entre tantas preguntas pendientes está la que busca confirmación respecto de si ella, tan formal y conservadora, ingresó a la carrera judicial por una recomendación del impetuoso polemista Arturo Jauretche, que al parecer era tío de su marido, el médico Alberto Nolasco. Pero no hubo caso: en estas horas mantendrá inalterable el culto por el bajo perfil que la distingue. Ni necesitó Néstor Kirchner alertarla al respecto después del revuelo que causaron las declaraciones de Carmen Argibay, la otra mujer que entrará a la Corte. Un hecho inédito, a su modo, revolucionario. Ambas se conocen. Se respetan en sus diferencias. Que tienen como antecedente unas elecciones internas de la asociación de magistrados que mostraron a Highton del lado de la Lista Blanca, la identificada con las posiciones más conservadoras, mientras Argibay buscaba votos para la Lista Verde, de izquierda y progresista.
Otra diferencia notoria fue que los mismos centros que alimentaron críticas a las nominaciones de Argibay y, antes, de Eugenio Zaffaroni saludaron la elección de Nolasco. “Un paso positivo, garantía de independencia, evita hegemonismos en la Corte, no tiene compromiso ni militancia política conocida”, coincidieron el Foro de Estudios Judiciales (Fores) y la Fundación Bicentenario. Con ella, Kirchner se sacude entonces el sayo de completar vacantes sólo con aquellos con los que tiene afinidad ideológica.
No vale la pena detallar aquí lo que se ha dicho y escrito hasta el cansancio en los últimos días: que es una mujer de trayectoria impecable en la carrera judicial, de gran solvencia técnica, sólida formación y sin fallos polémicos. Una rápida recorrida que Veintitrés hizo por Tribunales permitió certificar el respeto de sus colegas. La leyenda dice que escribe sus fallos de punta a punta (contra la práctica más o menos extendida de delegar tareas en secretarios) y que tiene asistencia laboral casi perfecta.
Camarista del fuero civil, ocupará la vacante del destituido Eduardo Moliné O’Connor. Egresó de la UBA, pero tiene también estudios en Harvard. Su especialidad: la mediación y la solución alternativa a juicios para descongestionar los tribunales. 
Revista Veintitrés
edición: 293 de fecha: 
19/02/2004