No es el delirio de un científico loco ni una sucesión de trucos de una película de ciencia ficción: Son las armas que pueden llegar a usarse en una Tercera Guerra. Las tienen las superpotencias, pero también las organizaciones terroristas. Un muestrario de lo que existe, pero no se ve.
Por W.G.
Rifles que disparan rayos láser que ciegan a los soldados enemigos, microondas de alta potencia que destruyen sistemas electrónicos, virus informáticos, infrasonidos capaces de provocar ataques de epilepsia, espumas paralizantes y agentes químicos que corroen cualquier material forman parte del catálogo. No son el fruto del delirio de un científico loco, ni los trucos de una película de ciencia ficción. Son las armas que pueden emplearse en la Tercera Guerra, si el descontrol impera en los Estados y las organizaciones terroristas. Además claro, de las armas convencionales, de los misiles y de las bombas atómicas, casi una antigualla, terrible antigualla, para los tiempos que vienen
Richard Kokoski, experto del Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI), elaboró una exhaustiva lista del nuevo arsenal que rodea a toda innovación militar:
l Serpentinas de carbono. La primera noche de la Operación Tormenta del Desierto misiles de crucero Tomahawk lanzaron una lluvia de carretes de fibras de carbono, que cayeron como serpentinas sobre las principales centrales eléctricas de Bagdad provocando un fenomenal cortocircuito en los sistemas de defensa antiaérea iraquí.
l Microondas de alta potencia. Actúan convirtiendo la energía liberada por una explosión convencional en energía de radiofrecuencia, lo que destruye los sistemas electrónicos no protegidos. Serán empleadas en misiles Tomahawk y sus objetivos potenciales son los emplazamientos de la defensa aérea.
l Impulsos electromagnéticos. Generan un exceso de voltaje en los equipos eléctricos que destruyen los sistemas electrónicos de aviones, tanques, comunicaciones, radar y ordenadores. Tanto estas como las del punto anterior pueden causar inconsciencia, ya que trastornan las terminaciones neuronales del cerebro.
l Rayos láser. También llamadas Municiones de Energía Dirigida o demos (demonios, por su acrónimo en ingles), ya que su objetivo es cegar sensores de vehículos y aviones, así a como personas. Aquí las estrellas son el Laser Countermeasure System (LCMS) norteamericano, diseñando para ser montado en un rifle, y el Laser Portatil Perturbador ZM-87 chino. También están siendo investigados en el Laboratorio Nacional de Los Alamos (EEUU), láseres químicos capaces de proyectar una altísima temperatura contra un objetivo.
l Infrasonidos. Sonidos de muy baja frecuencia que causan desorientación, nauseas, vómitos e incluso ataques de epilepsia. Están pensados tanto para proteger instalaciones fijas como para reducir bolsones de resistencia.
l Ácidos supercaústicos. Agentes químicos millones de veces más cáusticos que el ácido hidrofluorhídrico que alteran la estructura molecular de metales y aleaciones, haciéndolos quebradizos o corrompiéndolos. Serán empleados para destruir sistemas y componentes claves como neumáticos o equipos ópticos de carros blindados y aviones.
l Sustancias deslizantes y adhesivas. Lubricantes y plásticos que hacen impracticables vías férreas y carreteras convirtiéndolas en pistas de patinaje o en superficies pegajosas.
l Espumas de acción rápida. Dos clases de espumas están siendo investigadas en el Laboratorio Nacional de Sandia, Nuevo México (EEUU). Una, de gran viscosidad, se transforma en un pegamento semejante a la miel en contacto con el aire. La otra desencadena una avalancha de burbujas de jabón muy densas que no dejarían oír, ver, ni moverse a un virtual atacante, aunque si respirar.
l Agentes biológicos. Sustancias que alteran la composición o contaminan el carburante de un motor dejándolo inservible. En personas, empleando agentes calmantes o somníferos absorbidos a través de la piel.
l Granadas de flash y partículas cerámicas. Las primeras servirían para deslumbrar al enemigo, y las segundas, disparadas al aire, destruirían las turbinas de los aviones.
l Virus informáticos. En esta guerra se van a estrenar nuevos virus proporcionando información falsa en los canales de comunicación y bases de datos de los sistemas informáticos del enemigo. El FBI prevé ataques cibernéticos por parte de servicios de inteligencia enemigos y civiles que se oponen a la intervención armada.
l Armas químicas y bacteriológicas. Las armas químicas y bacteriológicas son consideradas “la bomba atómica de los pobres: la bacteria de ántrax, el virus de la viruela, la toxina del botulismo, el VX, el gas mostaza, el gas sarín constituyen las amenazas más serias. Un gramo de ántrax mata a diez millones de personas y contamina para la eternidad. El sarín, utilizado por terroristas japoneses en el subte de Tokio, se fabrica a partir de elementos inocuos. Una simple avioneta sobre un estadio alcanzaría para contagiar a 15.000 personas con el virus de la viruela. EEUU e Israel sospechan que Bin Laden es uno de los inversores de Al-Shifa, una industria sudanesa dedicada -según Washington- a la producción de armas químicas, entre ellas uno de los componentes del gas nervioso VX, un gas incoloro e inodoro que resulta difícil de detectar por los sistemas convencionales de seguridad. Según un informe del Pentágono, los agentes de Bin Laden han sido entrenados en el uso de armamento químico. Entre el 10 y el 14 de febrero de este año los servicios de inteligencia europeos abortaron un ataque con gas nervioso contra la sede del Parlamento europeo en Bruselas. El Pentágono no se queda atrás: desde 1949, Fort Detrick, en Maryland, es el centro neurálgico de las investigaciones y almacenamiento de gases tóxicos, virus y bacterias que incluyen, por ejemplo, fiebre hemorrágica argentina y boliviana, Hanta, Viruela, Hepatitis y abarcan “los microorganismos más virulentos que se conocen”. En las últimas décadas Fort Detrick concentró su atención sobre lo que en la jerga militar norteamericana se denominan los “asesinos limpios”, que en lugar de desencadenar epidemias pueden aniquilar al enemigo, preservando las instalaciones y evitando las posteriores tareas de descontaminación.
Revista Veintitrés
ID nota: 10761
Numero edicion: 167 02/00/2001