Un sospechoso préstamo de diez millones de dólares al ya fallecido cardenal Antonio Quarracino fue la causa del allanamiento judicial a la sede de la Curia. Ese crédito puede aportar importantes datos sobre los vínculos entre la Iglesia y el banco de la familia Trusso.
W.G.
Fue el último episodio de un thriller cuyos personajes principales visten sotanas, uniformes militares y trajes de banqueros. La imprevista llegada de policías, peritos contables y funcionarios del Juzgado de Transición de La Plata alteró la rutina de un miércoles lluvioso en la sede del Arzobispado de Buenos Aires. El allanamiento a la sede de la Curia, lindera con la Catedral, fue ordenado por la jueza Marcela Inés Garmendia, que investiga la estafa por 200 millones de dólares cometida en el Banco de Crédito Provincial (BCP). El banco de la familia Trusso tenía estrechas relaciones con el Arzobispado y con varias instituciones de la Iglesia, pero una de las irregularidades más llamativas es la concesión de un crédito de diez millones de dólares al cardenal Antonio Quarracino. La jueza busca en el balance ’97 del Arzobispado más datos sobre ese préstamo cuyos secretos Quarracino se llevó a la tumba. “Consideramos que la forma en que se realizó el procedimiento ha sido compulsiva, lo cual resulta lastimoso. El Arzobispado hará los reclamos legales que pueda corresponderle, respecto de este procedimiento”, declaró frente a las cámaras el vocero de la Curia, presbítero Guillermo Marcó.
El escándalo del BCP comenzó en agosto de 1997, cuando el programa Día D reveló las maniobras irregulares en el otorgamiento de 20.985 créditos, por 64 millones de pesos, a personas que, en realidad, nunca los solicitaron ni los recibieron. Paralelamente comenzó una causa penal por asociación ilícita, estafas reiteradas y adulteración de instrumento público que descubrió la falsificación de saldos de tarjetas de créditos por 16 millones de pesos, el desvío de depósitos al off shore por otros 100 millones y préstamos no del todo claros, como el otorgado al Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires.
Lo que distinguió el préstamo al Arzobispado de Buenos Aires del resto fue que su relación con los Trusso se asemejó mucho más a un vínculo de contraprestación y mutua conveniencia que a un lazo de caridad cristiana por parte de la familia que en ese momento era dueña de un 44 por ciento del shopping Buenos Aires Design, de una parte de la AFJP Prorrenta y de otras empresas inmobiliarias y financieras.
Como consecuencia del escándalo se ordenó la prisión preventiva de media docena de directivos del banco, entre ellos los dos hijos del ex embajador argentino ante el Vaticano, Francisco Trusso. Pablo fue el último funcionario que recuperó la libertad el pasado 11 de octubre, mientras que Francisco junior aún permanece prófugo.
Tras una corrida de ahorristas, el Banco Central suspendió a la entidad financiera, que entró en proceso de quiebra. Sin embargo, el malhumor entre los ahorristas no impidió que, en mayo último, apoyaran la formación de la entidad que reemplazó al BCP: el actual Mercobank, constituido con los recursos acreditados en la quiebra por los mayores inversores [
Revista Veintitrés
ID nota: 4460
Numero edicion: 23 01/03/1998