Históricas metidas de pata de políticos norteamericanos

Se me chispoteó

El candidato George Bush no se dio de cuenta que el micrófono estaba abierto e insultó a un periodista. A Reagan, Bush (padre) y Roosevelt también se les escaparon frases memorables.

Por W.G.
En el acto de campaña, George Bush tenía pensado llamar a los norteamericanos a votar por un candidato que no se queda en medias tintas para diferenciarse de su contrincante, el vicepresidente Al Gore. Sin embargo, confirmando la regla que indica que el político que más habla más se equivoca, la supuesta franqueza de Bush lo llevó a cometer una metida de pata mayor. Cuando trepó al palco ubicado en el estado de Illinois, el candidato republicano miró hacia la zona de prensa y reconoció allí a un veterano periodista del New York Times. “Allí está Adam Clymer, un hijo de puta de primera”, murmuró Bush a su candidato a vice, Dick Cheney, sin saber que había un micrófono que estaba amplificando el mensaje a todos los presentes. “Si, es... de la primera división”, le respondió Cheney. Los voceros del candidato republicano minimizaron el hecho y disculparse diciendo que Clymer había escrito artículos sobre Bush que el candidato consideraba “injustos”.
Al día siguiente, el jefe de prensa de la Casa Blanca, John Podestá, golpeó con su dedo ligeramente el micrófono y preguntó: “¿Está encendido? En estos tiempos hay que ser prudente”. El presidente Bill Clinton, que se encontraba a su lado, reforzó la broma diciendo a los periodistas: “Nosotros los queremos a todos”.
La metida de pata del candidato Bush recordó a los norteamericanos la de otros inquilinos de la Casa Blanca: sentado en el estudio de una emisora de radio, el bromista Ronald Reagan afirmó que acababa de ordenar un ataque nuclear contra la Unión Soviética. Esto es bastante conocido entre la gente de prensa acreditada en la Casa Blanca y no solamente ahora sino desde hace algunos años. Para evitar los constantes papelones que se producían cada vez que el presidente-actor se salía del libreto, la Casa Blanca impuso la regla para que ningún periodista hiciera repreguntas, porque cuando se le repreguntaba, el mandatario respondía lo primero que se le ocurría.
Hay frases que podrían ser tomadas como exabruptos pero en realidad son ataques de sinceridad. En 1976, cuando era precandidato, Reagan se refirió al Canal de Panamá de la siguiente manera: “Nosotros lo compramos, nosotros lo pagamos, nosotros lo construimos. Es nuestro y debe seguir siendo nuestro”. Otro tanto ocurrió con el comentario de presidente Franklin D. Roosevelt sobre el dictador nicaragüense Anastasio Somoza: “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. George Bush padre también hizo papelones: en medio de una recepción oficial en Bolivia, alzó su copa para brindar y se declaró encantado de estar en Brasil. A su regreso a los Estados Unidos y a modo de explicación, comentó que “todos esos países son iguales”.
Los consejeros del presidente no han olvidado el comentario de Richard Murphy, un ex embajador de los Estados Unidos en Damasco: “El presidente sirio –Hafez Assad– odia sus riñones”, dijo una vez Murphy a funcionarios israelíes. “No va al baño durante seis u ocho horas porque considera que sus conferencias sobre Israel son más importantes.”
Algunas audiencias para interrogar a los candidatos a ocupar embajadas son tan ridículas que lindan con lo farsesco. El ex senador republicano por Nevada y ex oficial de inteligencia vinculado al escándalo Irangate, Chic Hecht, declaró con toda seriedad ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado que una de sus principales razones para aspirar a la embajada en Bahamas es la excelencia de sus canchas de golf.
Revista Veintitrés
ID nota: 1178
Numero edicion: 113      02/07/2000