El jefe de Gobierno electo tuvo los seis meses y medio de la transición en la ciudad para parlamentar con el mandamás de los municipales. Su primer emisario fue Santiago de Estrada y en una segunda fase participaron Néstor Grindetti y Horacio Rodríguez Larreta, los actuales secretarios de Hacienda y jefe de Gabinete, respectivamente. Desde el principio las negociaciones estuvieron planteadas por la necesidad de Macri de hacer lugar en la nómina oficial para su gente y las exigencias de Genta.
Por Walter Goobar
Macri empieza su gestión después de ganar con un alto nivel de consenso, pero se nota que esta tomando decisiones que lo marcan y lo caracterizan desde un punto de vista más ideológico que político.
En menos de un mes aumentó los impuestos en forma irracional, ha endeudado a la Ciudad, ha pedido medidas extraordinarias, se ha duplicado el sueldo y ha echado a dos mil trescientos trabajadores.
En esta primera batalla con el poderoso gremio de los municipales, el jefe de Gobierno asegura haber interpretado el voto popular que lo erigió para el cargo hace ya demasiados meses, pero también anticipan los lineamientos de una gestión que tiene una política clara y bastante conflictiva. También se suman otros ingredientes que están más relacionados con una forma de ver el Estado y los gremios.
No se trata sólo de la pelea con los municipales. También se verifica en algunos nombramientos, en el aumento ABL, en la iniciativa con los hospitales y ahora el conflicto que amenaza con generalizarse y convertir a los porteños en rehenes de una pulseada con los sindicatos.
En ese sentido, lo que más preocupa es la mirada de Macri sobre el empleado público. Su caracterización global de que son todos ñoquis es un error político serio.
Desde el macrismo aseguran que el 90 por ciento de los contratados despedidos no hacía más de un año que estaba en funciones y acusan al anterior jefe de Gobierno, Jorge Telerman, de haber engrosado en forma abusiva la nómina municipal por razones electorales.
Pero la embestida de Macri también tuvo un trasfondo electoral: buscó el impacto porque el tema de los ñoquis formó parte de su campaña y porque en general el empleo público no tiene buena prensa a causa del clientelismo de los políticos y los gremios.
El cacique Amadeo Genta conduce el sindicato municipal desde los años'70 y está acostumbrado a que una de las primeras acciones de todas las nuevas autoridades de la ciudad cuando inician su gestión sea reunirse con él. Así lo han hecho todos, incluido el propio Macri que no se apartó de esa tradición.
El jefe de Gobierno electo tuvo los seis meses y medio de la transición en la ciudad para parlamentar con el mandamás de los municipales. Su primer emisario fue Santiago de Estrada y en una segunda fase participaron Néstor Grindetti y Horacio Rodríguez Larreta, los actuales secretarios de Hacienda y jefe de Gabinete, respectivamente. Desde el principio las negociaciones estuvieron planteadas por la necesidad de Macri de hacer lugar en la nómina oficial para su gente y las exigencias de Genta.
Macri había adelantado que estaba dispuesto a ofrecer un aumento salarial del 20 por ciento, pero que al mismo tiempo necesitaba dar de baja a por lo menos 1500 contratados. Evidentemente no se pusieron de acuerdo y comenzó la pulseada.
La primera oleada de despidos encontró rápido rechazo entre el aparato sindical, que reaccionó con virulencia aún mayor cuando el líder de PRO subió la apuesta y decidió intervenir la obra social de los municipales, una "caja" sensible en la que el macrismo intentará recalar esta semana, ya que el viernes último se lo impidieron a puro topetazo sindical.
El líder de la CGT, Hugo Moyano dio una fuerte señal de lo que es capaz de movilizar un sindicalismo enojado y paralizó el centro porteño con su acto en la Plaza de Mayo en el que denunció un intento de "genocidio laboral" y amenazó paralizar la recolección de la basura a traves del sindicato de camioneros. En la CGT aseguran que Moyano está dispuesto a parar pero que Genta prefiere escalonar las medidas de fuerza.
Curiosa imagen dio el líder camionero en la histórica Plaza, ya que algunos comentaban con acidez que si bien fue una señal hacia Macri, bastaría con dar vuelta el palco para llevar esa protesta a las propias narices de la Rosada, si el diluido Pacto Social no se traduce en aumentos salariales satisfactorios a partir de marzo.
En ese sentido, el acto de Moyano contra Macri no hizo olvidar a Cristina Fernández de Kirchner que casi el mismo día en que asumió el camionero le buscó marcar la cancha, llegando a mencionar, incluso, la posibilidad de ubicarse en la vereda de enfrente si las exigencias salariales no eran atendidas.
Igual, la movilización gremial sirvió para que las peores pesadillas de la novata dirigencia del PRO reaparecieran en estos calurosos días de inicio de año, donde por unas horas la Casa Rosada pareció correrse del centro de la escena política, para dejarlo aún más en evidencia al ex presidente de Boca.
"No somos futbolistas", bramó desde la Plaza de Mayo el cacique municipal Amadeo Genta, en un discurso que reflejó que la oposición aprovechará discursivamente hasta donde pueda el reciente pasado de Macri como presidente de Boca.
La mirada del macrismo sobre el acto en Plaza de Mayo fue parcial y pecó en parte de triunfalista. Pensaron que la figura de Genta era una de las más desgastadas y desprestigiadas del gremialismo, pero no evaluaron que aún así la convocatoria fue masiva. En realidad, los discursos de Genta y de su adjunto -y también eterno alter ego-, Patricio Datarmine, mostraban el esfuerzo de ambos por reabrir un espacio de negociación. La confrontación los puso en un lugar incómodo para ellos y desde el macrismo lo sienten como un signo de debilidad, aunque ya han designado a Diego Santilli como eventual interlocutor.
Es difícil saber qué es lo que podrán negociar cuando decidan hacerlo. Ambos contendientes están tan comprometidos que al que pierda no le quedará una salida digna, como sucede por lo general en los conflictos que llegan rápidamente al punto más alto de choque.
Macri descolocó a los gremialistas estatales porque encaró el conflicto con una lógica empresaria. Pero a los empresarios nadie los vota y él ahora es jefe de Gobierno. En este caso dependerá de lo que sufran los usuarios.
Si los municipales pueden sostener el conflicto en el tiempo, afectando el servicio en cementerios, hospitales, CGP y recolección de la basura, en algún momento el capital que sumó Macri se le puede volver en contra.
La duda es si Macri cuenta con la suficiente espalda para sostener la puseada con Genta, o deberá retroceder algunos pasos y sentarse a "discutir" la medida con el gremio, lo cual podría desgastar en forma prematura su capital político. Aun ganando, Macri no saldrá ileso.
Diario BAE
07-ENE-2008