La influyente voz de Condoleeza Rice –una de las principales asesoras del gobierno de George W. Bush– anunció que la Argentina tiene que dar “pasos difíciles”. Mercedes Marcó del Pont, directora de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), descifra el mensaje.
Por Walter Goobar
El FMI intentó presionar porque están aterrados de que estos 3.000 o 4.000 millones de superávit fiscal que nos sobran se gasten en planes sociales, en aumentar los salarios de los trabajadores del sector público o en ‘medidas populistas’ de recuperación de demanda interna”, dice la economista Mercedes Marcó del Pont, directora de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE). “Toda la ortodoxia –la local y la foránea– está planteando que esos recursos se los paguemos a los acreedores externos o bajemos las retenciones las exportaciones. En general, la pelea es cómo se asigna este excedente fiscal. En ese sentido hubo presiones del Fondo y de Estados Unidos, pero tampoco pueden presionar demasiado porque la Argentina sobrecumplió todas las metas y no tienen de dónde sustentarse para decir: ‘No te apruebo’”, agrega.
–Cuando Condoleeza Rice, que es asesora de seguridad nacional de Bush, advierte que la Argentina deberá dar “pasos difíciles”, ¿qué quiere decir exactamente?
–Ellos creen que la Argentina está pagando un costo insuficiente, tomando como datos puntuales el crecimiento económico del año pasado y el que se proyecta para este año. Hay una abstracción por parte de los funcionarios de EE.UU., pero también de Europa y del Fondo, con respecto a que la Argentina llegó al default pudiendo haberlo evitado. Hacen abstracción de lo que es tener 53 por ciento de la población por debajo de la línea de pobreza, del deterioro en las condiciones argentinas, lo que fue la caída de la inversión y del producto bruto. Ellos hacen un borrón y cuenta nueva y dan por consolidado el crecimiento y a partir de ese dato vuelven con el viejo recetario que tienen en la cabeza. A toda esta gente le atrasa bastante el reloj: no han hecho la menor autocrítica de las políticas que ellos proponen. Una vez que la Argentina toca fondo, ellos vuelven a la carga con sus viejas ideas de lo que son las políticas “correctas y saludables” para un país subdesarrollado como la Argentina.
–¿Pero cuál es el objetivo central del Fondo?
–Maximizar los excedentes para pagar la deuda. Ahí empieza y termina la filosofía de esta gente.
–En lo que hace a las cuentas fiscales, ¿qué pretenden?
–Más ajuste fiscal. Esto implica aumentar el superávit primario, que la porción de los recursos fiscales que se orienten al pago de la deuda aumenten. Están pidiendo más de un tres por ciento de superávit primario (cada punto de superávit primario equivale a 3.500-3.800 millones de pesos) para destinar a pago de la deuda.
–Hay una cuestión que no es menor: la Argentina le otorgó al FMI, al BID y al Banco Mundial el estatus de acreedores privilegiados. Es decir que son los primeros en cobrar mientras que lo que sobre se va a asignar al pago de los títulos en default...
–Efectivamente, la Argentina privilegiaba a los organismos internacionales con esta idea de bolsillo único. En su momento cuando al FMI se le garantizó eso, se olvidó completamente de los tenedores de títulos. Por primera vez en mucho tiempo, el FMI les soltó la mano a los otros acreedores pero ahora están tratando de borrar con el codo lo que firmaron en septiembre pasado porque la Argentina está demostrando que crece más de lo previsto.
–¿Por eso EE.UU. y el Fondo insisten tanto en que la quita a los tenedores de bonos no debe superar el 60 por ciento?
–Yo no sé si ellos tienen tan claro una propuesta. Ellos lo que no quieren es que fracase la negociación. Quieren hacerla más “amigable” y quieren que la Argentina ofrezca algo: o les ofrezca menor quita o una suma de dinero fresco. Un pago simbólico a cuenta en demostración de buena voluntad. Yo no creo que ellos tengan en mente una ecuación matemática, porque durante los ’90 Anne Kruger y otros funcionarios se llenaron la boca con informes en los que criticaban estos procesos de endeudamiento diciendo que el FMI tenía que dejar de cubrir a los países y proteger a los acreedores, porque los famosos salvatajes entraban por un lado y salían por el otro. En ese sentido, van a tratar de empujar hacia que la Argentina tenga una propuesta más potable.
–¿A qué otras cosas apuntan sin nombrarlas?
–Básicamente, lo que ellos están planteando es la eliminación de exenciones: al IVA y a las ganancias. De hecho, su lógica es más progresiva que lo que está vigente en la Argentina, pero también hablan mucho de “impuestos distorsivos”. Desde la visión del Fondo, los impuestos distorsivos son las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque. Desde la visión argentina, lo primero que uno tendría que considerar como distorsivo es el IVA del 21 por ciento para todos los bienes de la canasta familiar. En el tema impositivo, el Fondo apunta claramente a impuestos que están chupando parte del excedente de los sectores que se beneficiaron con la devaluación y con el aumento de los precios internacionales. Yo no creo que ellos puedan acompañar una propuesta de reestructuración tributaria progresista.
–En el tema de los bancos, ¿cuál es el lobby?
–Como son banqueros, hacen lobby por los bancos. En realidad, no están volviendo a la carga con algo que Lavagna ya les había dicho que no les iba a dar, que eran las compensaciones por los amparos y por las posiciones externas en dólares. Eso quedó afuera. Lo que están pidiendo es una compensación por pesificación asimétrica, es decir, la diferencia por haber pesificado los créditos uno a uno y haber ajustado los depósitos de los ahorristas a 1,40 y después otra por la diferencia entre el CER y el CVS (Coeficiente de Variación Salarial). Los bancos quieren títulos para recomponer sus activos patrimoniales pero la presión no es tanto de una medida que beneficie a los bancos, sino quizás una filosofía en materia de política monetaria. Ese es el condicionamiento más peligroso.
–¿Por qué?
–Porque el Fondo tiene sus referentes en el Banco Central que han comprado la idea de que la política monetaria en la Argentina tiene que tener como prioridad el control de la inflación y no la producción y el empleo. A partir de eso, la política monetaria sigue siendo absolutamente conservadora. No se está pensando en política de redescuento para financiamiento productivo.
–Otro punto grave es el desmantelamiento de todos los controles de cambio...
–En un país donde tendríamos que estar aprovechando hasta el último dólar que estamos generando, la Argentina tendría que estar fortaleciendo las reservas internacionales en lugar de estar convalidando la fuga.
–¿Cuál es la receta del FMI en materia de inflación?
–Lo que se plantea es que la política monetaria tiene que ser un instrumento para mantener la estabilidad de la moneda y controlar la inflación. No se está planteando una política monetaria para aumentar la actividad económica o para generar empleo. Están pensando: “No emitir tanto porque eso va a traer inflación”. Entonces, esa restricción tan fuerte de no emisión hace que digan: “Tampoco compren muchos dólares para fortalecer reservas”.
–En los servicios públicos hay matices entre los norteamericanos, que no tienen tanta presencia, y los europeos. ¿Qué es lo que quieren?
–Por una cuestión filosófica están en contra de cualquier congelamiento de precios. Creo que el FMI no tiene una propuesta, sector por sector, sobre cuál sería un ajuste razonable. Ellos quieren el sinceramiento de las tarifas de los servicios públicos; nada de regulación de precios, nada de regulación del mercado cambiario. Ellos quieren que sean los mercados los que asignen. Esa es la idea global que sigue funcionando.
–¿Qué capacidad real han tenido el Fondo y el gobierno norteamericano sobre el gobierno argentino?
–En septiembre se firmó un acuerdo con el Fondo donde la Argentina compromete un superávit primario que no tiene antecedentes en la historia argentina. Es un superajuste donde la Argentina se comprometió a no aumentar los salarios del sector público, donde se compromete a tener una política monetaria muy conservadora, donde se compromete a desregular el mercado cambiario a mediados de año. Son compromisos fuertes. Quizá frente a toda esta pulseada de “pago o no pago” uno desconoce las cosas que sí se acordaron y que condicionan el manejo de la política económica.
–¿Qué nos espera ahora?
–Lo más fuerte se viene en febrero porque vencen 3.000 millones de dólares con el Fondo y ahí se va a producir el tironeo de siempre. Están sorprendidos por la evolución de la economía argentina, pero el país tuvo esa evolución por no haber hecho lo que ellos nos planteaban.
las rendijas del poder
Por Aldo Ferrer*
La información que manejan funcionarios norteamericanos como la señora Condoleeza Rice sobre la situación argentina suele ser muy pobre. Hay mucho preconceptos y poca capacidad interpretativa de lo que sucede en países como el nuestro. El FMI, en cambio, cuenta con información muy detallada pero, desde luego, tiene sus propios prejuicios e intereses que reflejan las posturas de los países acreedores. Lo que ha revelado la experiencia reciente de la Argentina es que el Norte es muy complejo y que hay una serie de rendijas entre los intereses puntuales.
Hoy, la Argentina es marginal. Los intereses fundamentales de Estados Unidos pasan por la seguridad y los conflictos con los países con los que Washington está enfrentado en el escenario internacional. Con respecto a América latina, insiste con políticas que reflejan la posición de un país central, pero en una situación sobre la que no hay demasiado consenso, porque incluso temas como el ALCA han desatado resistencias en sectores importantes de la opinión norteamericana.
Yo diría que no hay un bloque monolítico del Norte. La Argentina tiene que navegar en esa situación consolidando su situación interna. Sabiendo hasta dónde quiere llegar y plantarse donde no está dispuesta a ceder en intereses fundamentales.
Por otra parte, no hay que olvidar que la posibilidad de default con el Fondo sigue latente. El default con el Fondo es un arma de última instancia. Desde luego, mejor no tener que utilizarla, pero nunca hay que olvidarla como una posibilidad frente a una negociación inviable.
*Integrante del Grupo Fénix,
ex ministro de Economía
Revista Veintitrés
ID nota: 1885
Numero edicion: 288 15/01/2004