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El negocio de los narcos

La noticia policial de la semana, fue el secuestro de más de mil kilos de cocaína de máxima pureza, lista para ser contrabandeada a España, en las instalaciones de una empresa en Avellaneda. La droga estaba oculta en el doble fondo de los carros de transporte de placas de plástico usadas para cubrir el césped de estadios durante los recitales de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat.

Por Walter Goobar
La gira de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina  -bautizada "dos pájaros de un tiro"-, fue usada como  cobertura para una gigantesca y sofisticada operación de tráfico de drogas. El verdadero negocio de Stadcover Eventos, la empresa que puso el piso protector del césped en los recitales de Serrat y Sabina, no eran los espectáculos sino el tráfico de drogas a Europa. Pese a que la operación para contrabandear una tonelada de cocaína a Españafracasó, el caso demuestra que los narcos no sólo disponen de tecnología cada vez más avanzada en la producción agrícola y la transformación industrial sino también en el transporte, las comunicaciones y el desarrollo de nuevos productos. La imaginación de los traficantes  es proporcional al monto del negocio que manejan.
La mecánica de la operación fue llamativa pero no excepcional. Para el recital de Sabina y Serrat, Stadcover Eventos importó temporalmente las planchuelas plásticas para proteger el césped de la Bombonera.
Además de las planchuelas trajeron seis carros que sirvieron para mover las placas. Terminados los recitales, las planchas de plástico se llevaron a un depósito y los carros a una especie de taller. En ese lugar se cambiaron los fondos metálicos de los vehículos, incorporando una especie de pisos huecos en los que metieron más de 80 panes de 1200 gramos de cocaína en cada carro. En el taller de la calle Deán Funes al 200, en Avellaneda, se secuestraron 700 kilos de droga. El resto, unos 400 kilos, se estaba procesando en una quinta de Tortuguitas alquilada por un viejo conocido del Batallón 601, Ernesto Lorenzo, , alias "Willy" y "Mayor Guzmán", integrante de la banda de secuestradores que encabezaba Aníbal Gordon.
Muchas veces se da a entender que la cocaína se mueve a través de mulas que llevan pastillas en el estómago o pequeños paquetitos. Nada más ingenuo: el grueso de la cocaína que se trafica en el mundo y en la Argentina se mueve en cargamentos y operaciones sofisticadas como la que se acaba de abortar en la Argentina. Y hay un dato contundente: el 95 por ciento de la cocaína que pasa por la Argentina va a España.
Más que perseguir mulitas o consumidores, es imprescindible que se haga un control minucioso de los containers que entran y salen del país.
En la Argentina, además del recital de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat ofrecido en Boca Juniors este año, Stadcover prestó servicios en River Plate, en 2006, durante los recitales ofrecidos por los Rolling Stones y los U2.
El caso Stadcover revela que los narcos cuentan con verdaderos ejércitos de ingenieros, abogados, contadores y otros universitarios bien pagados en sus departamentos jurídicos, logísticos, de marketing, relaciones públicas y finanzas.
Es casi seguro que la organización trajo mucho más que una tonelada de cocaína. Lo habitual es que una parte del embarque original, tal vez la mitad, se destine al consumo interno en el país de tránsidto. Eso ya les asegura el negocio. La otra mitad la arriesgan en el envío a España. 
En Buenos Aires esa droga vale aproximadamente siete millones de dólares, mientras que del otro lado del Atlántico cotiza a 50 millones de Euros y  unos  24 millones de dólares en los Estados Unidos; donde se vende al por menor a 120 dólares el gramo. O sea que el negocio de pasar droga a los Estados Unidos tiene un margen bruto de 16 millones de dólares por tonelada, pero el margen para el distribuidor allá es de 96. Ningún evento logra esa rentabilidad.
Extrañamente la DEA no logra desmantelar el negocio seis veces mayor y más visible en su propio país. Pretende arruinarlo, eliminando la oferta externa. Es una doble miopía porque la oferta eliminada desde un país se mueve a otro.
Ante lo infructuoso de la guerra contra las drogas, la influyente revista británica The Economist periodicamente recomienda una solución de mercado: arruinarles el negocio, legalizando la droga. Parece realista, y, sin embargo, también es miope. El negocio de los narcos no es la droga, sino la prohibición. Mientras algo esté prohibido, tendrán oportunidades.
"Supongamos -dice el analista mexicano Gabriel Zaid- que la droga llegue a ser un negocio lícito. El efecto inmediato sería un desplome de precios, lo cual aumentaría la demanda, pero no la rentabilidad del negocio. Teniendo ya montado el aparato de producción y distribución, y hasta mercancía almacenada, es de suponerse que, al principio, los narcos sigan vendiendo droga (pirata, frente a la legítima). Y que busquen mercados más prometedores, ya sea de lo mismo en otros países o de otra cosa prohibida en el país.
Oportunidades no faltan. Están prohibidos los secuestros, el contrabando, el pirateo, la trata de blancas, la prostitución infantil. Lo que no es creíble es que optarán por arrepentirse, desmantelar sus empresas y meterse a un convento.
Los gánsters no desaparecieron cuando terminó la prohibición del alcohol. Entraron al negocio de traficar cigarrillos y otros productos racionados durante la segunda Guerra Mundial, al agiotismo, los casinos, la droga.
Lo mismo ocurrió con la banda de Anibal Gordon que a lo largo de tres décadas ha ido mutando de actividad de acuerdo a estrictos principios de rentabilidad.
Desde el retono de la democracia, integrantes o ex integrantes de esta banda que formó la Triple A y luego actuó en el campo de concentración conocido como Automotores Orletti, han participado en todo tipo de delitos.
En 1992 Ernesto Lorenzo fue detenido por un intento de robo a la sucursal de plaza San Martín del Lloyds Bank. El 29 de octubre de 1995, al volante de una camioneta, fue detenido una vez más en el barrio de Belgrano. En la caja transportaba un cuadro de Goya del sigloXVIII, Retrato de María Teresa Ruiz de Apodaca y Sesma. Lo había robado la banda de Gordon dos meses después de secuestrar a Guillermo Patricio Kelly, en 1983, del Museo de Arte Decorativo Odilio Estevez, de Rosario. La obra de arte estaba valuada en más de tres millones de dólares.
En 1997 otros miembros de la misma banda perpetraron el robo de 164 cajas de seguridad del Banco  de Crédito Argentino de
Callao y Las Heras. La anteúltima caída de Lorenzo fue el 28 de octubre de 2000 en una casaquinta de General Rodríguez, como miembro de un grupo de narcotraficantes, su último oficio.
Más recientemente, en agosto de 2005 Honorio Carlos Martínez Ruiz -otro integrante de la banda de Gordon-, fue detenido por el robo de cajas de seguridad del Banco Nación.
A lo largo de tres décadas han demostrado que en la Argentina nunca faltan oportunidades en el mercado de lo prohibido.
Gordon murió en 1988, pero los miembros de su banda hicieron realidad el lema de los soldados de fortuna: "Los mercenarios nunca mueren. Van al infierno para reagruparse.”
Diario BAE
22-ENE-2008

 

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