Además de una concepción militarista de la seguridad basada en un supuesto control del territorio y aumento en la potencia de fuego, Stornelli se ha rodeado de una serie de personajes dudosos entre los que se destacan la mujer y el abogado del líder de la barra brava de Boca y el exonerado ex jefe de la Policía Federal, Roberto Giacomino. Ese emtorno abona las teorías de quienes ven en el vínculo de Stornelli con el ex presidente de Boca y actual jefe de Gobieerno de la Ciudad, una posible vía para una alianza entre Daniel Scioli y Mauricio Macri.
Por Walter Goobar
www.waltergoobar.com.ar
Con una paciencia y una meticulosidad propias del relojero que no fue, el ex fiscal del caso Skanska y del tráfico de armas a los Balcanes, Carlos Stornelli desembarcó en el gabinete bonaerense y desde los primeros minutos comenzó a generar polémica. El ministro de Seguridad de Daniel Scioli no sólo propone desandar la reforma impulsada por su antecesor León Arslanian, sino que su idea de "reconciliarse" con la policía significa -en los echos-, el retorno de la Maldita Policía.
Además de una concepción militarista de la seguridad basada en un supuesto control del territorio y aumento en la potencia de fuego, Stornelli se ha rodeado de una serie de personajes dudosos entre los que se destacan la mujer y el abogado del líder de la barra brava de Boca y el exonerado ex jefe de la Policía Federal, Roberto Giacomino. Ese emtorno abona las teorías de quienes ven en el vínculo de Stornelli con el ex presidente de Boca y actual jefe de Gobieerno de la Ciudad, una posible vía para una alianza entre Daniel Scioli y Mauricio Macri.
El recién estrenado ministro de Seguridad de Scioli insiste en que su prioridad es elevar la moral y el espíritu de los efectivos y en ese contexto una de sus primeras medidas fue levantar del aire la serie Policías en Acción. Si no fuera trágico sería cómico: rápidamente tuvo que dar marcha atrás porque corría el riesgo de morir acribillado por el rating.
"Hay que poner la policía en la calle, que es donde debe estar. Hay una gran parte del personal que esta ociosa, otra que está desmotivada", afirmó con tono psicologista el ex fiscal que parece ignorar que la historia de la bonaerense es la de sus vínculos con el delito organizado y las zonas liberadas.
El Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (CEPOC) analizó el primer discurso que pronunció Stornelli en el acto por el "Día de la Policía de la Provincia". Frente a ese auditorio que nunca pudo ser totalmente depurado, Stornelli hizo varias promesas: "Mayor presencia policial preventiva. Nuevas comisarías en función del mapa del delito", "Mayor logística y potencia de fuego de la Policía".
Pero lo más grave es que colocó a los policías en el lugar de las víctimas: "No queremos más familias desmembradas a causa de muertes absurdas ocasionadas por delincuentes incorregibles", dijo omitiendo toda referencia al gatillo fácil. .
Si los delincuentes son "incorregibles", para qué el trámite judicial, este será reemplazado con el aumento de la "capacidad de fuego de los cuadros policiales". Parece una carta blanca para deshacerse de ellos. Una variante del "meta bala" del ex gobernador y ex miembro de la Tiple A Carlos Federico Ruckauf.
"Necesitamos eliminar los muros artificiales y la impropia desconfianza que existe entre la Policía y la comunidad. La Policía debe ser la sociedad, y la sociedad, la Policía", sentenció Stornelli. Pocas veces, un funcionario público definió con más precisión las características de un Estado Policial.
El primer resultado de esa re- definición de la Policía
fue el nombramiento de Daniel Salcedo como jefe de la Bonaerense.
"Viene a ser un jefe policial", balbuceó Stornelli cuando se le recordó que en la estructura de su antecesor, León Arslanian, no existía la figura de jefe de la policía, ya que había tres superintendentes que conformaban la plana mayor.
"Creo que una fuerza policial tiene que tener un mando policial, más allá de que este controlado por sus jefes civiles", explicó el ex fiscal haciendo suya una de las medidas reclamadas por Juan Carlos Blumberg.
Otra medida de Stornelli fue el intento de nombrar como su secretaria privada a Soledad Spinetto, la mujer del jefe de la Doce, Rafael Di Zeo quien hoy purga una condena de cuatro años y tres meses en el penal de Ezeiza.
"Es amiga personal mía", ella "hace muchos años que trabaja en la administración pública provincial", se defendió Stornelli y añadió que no se fijaba con quien está casado cada uno de s empleados.
Ante el revuelo provocado por el rumor congeló a la mujer del Rafa en su actual cargo de asesora en la Secretaría de Asuntos Agrarios.
Además de la amistad, ¿qué otras cualidades le atribuye el ministro a la muchacha? Su biografía, por cierto, está plagada de lazos políticos y policiales.
Sin embargo no es cierto que Stornelli solamente sea amigo de Spinetto. En diciembre de 2004
(cuando todavía no conocía a Spinetto) Di Zeo visitó los tribunales federales de Comodoro Py para visitar a Stornelli. Sin hacer declaraciones, ambos salieron juntos de la sede judicial. "El encuentro no tiene nada que ver con temas de la fiscalía", respondió Stornelli a una agencia sobre la sorpresiva visita del jefe de la Doce que poco antes había estado prófugo.
En su búsqueda de aliados, el ministro de Seguridad bonaerense escucha con mucha atención los consejos del experimentado abogado Marcelo Rocchetti quien además de defensor del Rafa Di Zeo y de varios policías de la Federal -entre ellos, el ex jefe de la Federal Roberto Giacomino, procesado y exonerado por corrupción.
Con la llegada de Stornelli al ministerio de seguridad, la empresa Dinatech se alzó hace menos de un mes con un contrato para proveer insumos informáticos a la gobernación bonaeresnse. Se trata de la misma empresa involucrada en el escándalo que le costó el cargo a Giacomino.
Pero el exonerado jefe policial tiene amigos por todos lados. Uno es Stornelli que fue uno de los invitados de honor al casamiento de su hija. Pero su influencia no se limita a las dependencias del ministerio de Seguridad bonaerense. Su abogado, Marcelo Rochetti también fue confirmado por Mauricio Macri como Director de Seguridad de la Legislatura porteña.
Esta semana, el equipo de Stornelli sufrió la primera baja del nuevo gobierno de Daniel Scioli. El subsecretario de Seguridad bonaerense, Martín López Perrando, el fiscal de instrucción porteño que se había pedido licencia para sumarse al equipo de Stornelli, presentó su renuncia. Lopez Perrando adujo "diferencias metodológicas en la gestión y en la política de seguridad oficial".
En sus explicaciones Stornelli ratificó: "yo soy el que diseñó la cuestión, el que arma y desarma la cuestión, yo lo traje y yo le pedí que se vaya" y volvió a explicar que "no hay otro motivo que cuestiones de trabajo que surgieron casi inmediatamente, a los 2 o 3 días" de iniciada la gestión.Lo concreto es que el portazo produjo una verdadera sacudida en la administración de Daniel Scioli, ya que tuvo lugar en momentos en que la inseguridad alcanza niveles más que preocupantes.
Además, el funcionario saliente era de extrema confianza de Stornelli (es uno de los tres fiscales que desembarcaron con el ministro en la Provincia) y su decisión fue tan sorpresiva como polémica.
Por lo pronto, un ex fiscal de Mercedes reemplazará a López Perrando. Se trata de Carlos Alberto Stagnaro, quien se sumó al equipo de Carlos Stornelli en diciembre.
Tras conocerse la noticia del alejamiento hubo especulaciones y versiones de todo tipo. Incluso se escucharon rumores respecto de una probable renuncia de Stornelli, golpeado no sólo por la inseguridad sino también por su vínculo con la esposa de Rafael Di Zeo y el desplazamiento de su mujer del área técnica de la Casa Rosada.
Parecería que a Stornelli, de su vocación frustrada, le queda hoy una colección de cuarenta relojes de bolsillo con los que libra una carrera contra el tiempo.
Porteño del barrio de Flores, Carlos Stornelli nació hace 47 años. Su padre, Atilio, llegó a teniente coronel del arma de Ingenieros, y pasó a retiro en diciembre de 1983, después de haber actuado como interventor de la dictadura en la ex Radio Belgrano.
En 1973 vivió un año en El Cairo, donde la familia se había mudado siguiendo al padre que integraba una misión de las Naciones Unidas.
cuando iba al colegio La Salle aún soñaba con ser relojero. Mientras cursaba en las aulas del Dámaso Centeno pensó en la carrera militar, para seguir los pasos de su padre. Pero se le pasó enseguida. En 1980, el hijo del teniente coronel devenido interventor de radio,empezó a estudiar Derecho en la Universidad de Buenos Aires, aunque el ex fiscal nunca dejó de visitar el Círculo Militar de Olivos, un lugar frecuentado hasta hace poco por los represores detenidos por crímenes de Lesa Humanidad.
La década del ´80 marcó otros dos puntos de inflexión en la vida de Stornelli: el trabajo en Tribunales, donde ingresó apenas terminado el servicio militar que hizo en el Comando en Jefe por gestión de su padre, y un noviazgo que terminaría en matrimonio.
Stornelli está casado con la abogada Claudia Reston, con quien tiene tres hijos varones. Ella era directora de Asesoría Técnica en la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia, pero a fines de enero fue trasladada a otro cargo..
Anteriorrmente, la letrada estuvo vinculada al estudio jurídico del ex ministro de Interior menemista Carlos Corach. En 1993, con la ampliación del fuero federal y el padrinazgo de Corach y el ex juez Rafael Oliden, Stornelli tuvo el espaldarazo para llegar al puesto de fiscal federal.
La relación con Corach es una de las tres banderas que los enemigos de Carlos Stornelli gustan agitar.
Las otras dos son el pedido de sobreseimiento de Amira Yoma en la causa por lavado de dinero conocida como Narcogate y una presunta afinidad con los militares que reivindican la dictadura.
De hecho, el ex jefe del Ejército y actual embajador en Colombia, general Martín Balza siempre atribuyó su procesamiento en la causa por el tráfico de armas a Croacia a una conspiración urdida por los sectores más cavernarios del Ejército que nunca le perdonaron el discurso de autocrítica institucional que pronunció en abril de 1995.
Esa autocrítica sobre la represión ilegal le generó enemigos acérrimos y le valió la expulsión del Círculo Militar. El titular del Círculo era el general Genaro Díaz Bessone, quien además de anigo del padre de Stornelli fue jefe del Segundo Cuerpo del Ejército y ministro de Planeamiento del gobierno de Jorge Rafael Videla.
En lo que hace al sobreseimiento de Amira Yoma, el ex fiscal subraya que él lo pidió con carácter de provisional y que el que decidió el cierre definitivo de la causa fue el juez Nerio Bonifatti.
Antes de esto, ya había investigado a Julio Mahárbiz (lo procesó por irregularidades en la administración del Instituto de Cinematografía), por Livio Forneris (lo investigó por desmanejos cuando era secretario de Deportes de la Nación) y hasta por Matilde Menéndez (en la causa por reintegros a los institutos psiquiátricos), todo lo cual no parece enrolarlo en las filas de los fiscales menemistas.
En 1999 tomó la causa por la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador y emprendió una tarea exhaustiva para en 2001 poner tras las rejas durante seis meses al propio Carlos Menem.
En la época de "la servilleta de Corach" algunos jueces federales lo bautizaron "Storbelli". En Tribunales dicen que Stornelli fue amigo del juez Jorge Urso hasta que la causa de las armas les dividió los caminos.
Con Scioli, el trato comenzó tiempo antes de las elecciones, pero la del ex motonauta no fue la primera propuesta política que recibió.
En 2003, Mauricio Macri lo tentó primero con ser candidato a legislador. Ya en la segunda vuelta, Stornelli aceptó la propuesta de ocupar la Procuración General porteña, con la yapa de fundar una Oficina Anticorrupción porteña. Pero Macri fue derrotado frente a Anibal Ibarra.
Cuando Stornelli vió frustrados sus sueños de incursionar en política, barajó la posibilidad de suceder a Macri en el club de sus amores. En mayo de 2004 hubo carteles y pasacalles con la leyenda "En Boca: Stornelli", pero rápidamente desaparecieron.
En el 2004 gracias a su buena relación con la ex ARI Graciela Ocaña, Stornelli fue nombrado al frente de la fiscalía especial para el PAMI. Desde allí decantó dato por dato de una megainvestigación contra intermediarios de la época de Víctor Alderete. También tuvo en la mira, en otra causa, a popes sindicales kirchneristas por el desvío de parte de un crédito de 285 millones de dólares del Banco Mundial destinado a reconvertir las obras sociales.
Más recientemente, el líder de Pro barajaba su nombre entre los candidatos a ocupar el Ministerio de Justicia. Pero finalmente Stornelli cruzó el Riachuelo, aunque nunca perdió los teléfonos directos de jefe de Gobierno porteño.
Antes de asumir como ministro, Stornelli estaba dedicado a investigar las explosiones en Río Tercero y tuvo a su cargo la causa por las irregularidades en el Indec, y la investigación del caso Skanska le trajo roces con el Gobierno.
Stornelli quedó en el centro de la polémica cuando trascendió que había llamado al ministro del Interior Aníbal Fernández para anticiparle el procesamiento de dos funcionarios presuntamente involucrados en el caso Skanska.
No deja de ser una paradoja que este hombre que se define a sí mismo como de centroderecha, que veranea en hoteles militares, que votaba a Alvaro Alsogaray y Mauricio Macri festeja sus cumpleaños en el Círculo Militar, haya recibido del gobernador Daniel Scioli el encargo de velar por la seguridad a los bonaerenses. Tal vez sea una paradoja. O tal vez no.
Revista 7 Días
9-FEB-2008