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El gerenciador y la Policía

Es obvio que las soluciones para los crecientes índices de ciolencia y delito no dependen de si la Policía está en manos nacionales o municipales.


Por Walter Goobar
Hasta hace dos meses, gobernar la Ciudad autónoma de Buenos Aires  era para Mauricio Macri una tarea de técnicos profesionales que sólo administran la cosa pública. Y pàra gestionar hacían falta buenos gerentes. Con los gerentes y los administradores Macri soñaba reemplazar la Política y la Ideología, dos nociones de las que abomina. Dicho y hecho. El slogan electoral de gestionar y gerenciar le vino como anillo al dedo para llegar al Gobierno, pero ahora está empezando a comprobar que gobernar no se trata solamente de saber gerenciar. 
Está descubriendo que una Ciudad no se administra como un club de fútbol: cada decisión requiere elegir entre una, dos o más opciones y  cada decisión que toma o deja de tomar es política e  ideológica.
Lo cierto es que en estos sesenta días como Jefe de Gobierno ha hecho bastante poco.
Sus dos primeras y polémicas medidas   fueron aumentar el endeudamiento de la Ciudad por 1600 millones de pesos para obra pública y  priorizar a los porteños en los hospitales. Hasta ahora, ninguna de esas dos medidas se han implementado.
Nadie puede reprocharle al gestionador boquense que no sepa gestionar el Teatro Colón o la Cultura porque, al fin y al cabo no se lo votó para eso.  Macri vino a gerenciar o a gestionar la ideología de la seguridad: mucha, mucha policía.
Independientemente de si hay más baches o menos subtes, Macri todavía no ha exhibido un plan de gobierno ni de seguridad.
Su caballito de batalla, el traspaso de la Federal, está empantanado en el delicado tema de la financiación y el traspaso de fondos.
En esa disputa están en juego 52 comisarías, con un presupuesto estimado de 900 millones de pesos, que según el Gobierno nacional deberían salir de la coparticipación federal para pagar la seguridad de los vecinos de Buenos Aires.
Desde la campaña Macri sabía que las provincias se negarían a subsidiar la seguridad de los porteños. Entre quienes no votarían esa cesión de recursos nacionales se cuentan varios de sus aliados como el neuquino Jorge Sobisch.
Ante la negativa de traspasarle los fondos, Macri ha amenazado con anunciar en marzo la creación de la policía porteña. Hasta cierto punto es una bravuconada.
Aún si crea una fuerza policial propia, el Jefe de Gobierno debe resolver que características tendrá, su formación, su competencia, su equipamiento.
. Su ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, busca modelos extranjeros inspirados en la policía de  Londres, París, Canadá y Madrid, pero ninguno de esos modelos tiene índices de miseria, marginalidad y violencia comparables a los de la Argentina.
Lo grave del asunto es que el ex juez  Montenegro ni siquiera tiene un plan propio sino que está trabajando sobre un proyecto de policía ciudadana elaborado por el diputado Eugenio Burzaco  junto con Cristian Ritondo. Burzaco había sonado para ocupar la cartera de Seguridad, pero finalmente Macri se inclinó por Montenegro y Burzaco ahora se ha acercado al gobernador Daniel  Scioli.. 
De hecho los principales puntos que han aparecido en los medios sobre el eventual plan macrista para la creación de la policía pertenecen al plan de Ritondo-Burzaco.
El ex juez Montenegro es consciente que crear una fuerza propia insumirá más tiempo del que exige la velocidad marketinera de su jefe.
Macri, por su parte le confesó a Montenegro y a otros miembros del Gabinete que  ya está ansioso. Mauricio fue claro: Hay que hacer cosas, no esperar a presentar la medida perfecta o convertirse en burócratas".
Para Montenegro la tarea no es tan sencilla: hay que crear una Academia de Policía y luego sentarse a esperar los egresos a razón de mil por año. Para estar a la altura de Madrid, Buenos Aires necesita unos ocho mil policías, pero con los actuales índices de delincuencia y violencia, los expertos aconsejan contar con 15 mil que es una cifra comparable a los 10 mil hombres sobre los que dispone hoy la Federal.
El problema es que la formación de los agentes porteños demorará  entre dos y cuatro años o más, ni Macri ni sus votantes podrán verlos en acción antes de las presidenciales del 2011.
Macri sostiene que dos años son suficientes para otorgarle la placa y el arma a un policía novato. Argumenta que ése es el tiempo de capacitación en los países desarrollados, pero ese razonamiento no resiste la prueba de la realidad. En los países que Montenegro está analizando, los policías provienende capas medias con estudios terciarios o universitarios. En la Argentina, el grueso de los reclutas proviene de zonas marginales.
También hay que crear  un Servicio Penitenciario de la ciudad, porque la cárcel de contraventores no sirve.
Para todo esto habrá que duplicar los actuales recursos con los que cuenta la seguridad porteña, lo que elevaría la cuenta a 1.800 millones de pesos.
Montenegrio le presenta planes semanales a Macri pero sobre cada tema el Gerenciador boquense es el que tiene que decidir. Evidentemente, es más fácil comprar jugadores.
Hasta ahora, la gran novedad en materia de seguridad es que le cambiaron las remeras verdes por chombas blancas a la Guardia Urbana para que controle el tránsito, la alcoholemia, labre infracciones y -por supuesto-, recaude.
Llama la atención que Macri nunca haya puesto énfasis en el simultáneo traspaso a la ciudad del Puerto y de la Justicia. No. Sólo pone interés en disponer de la policía. Esa obsesión por disponer de uniformados a su mando desnuda  la superficialidad que se le asigna al tema de la inseguridad.
Es obvio que las soluciones para los crecientes índices de ciolencia y delito no dependen de si la Policía está en manos nacionales o comunales.
Menos mediático que el gobernador Daniel Scioli,
Macri se muestra cada vez más dedicado a la construcción de su figura política que a la gestión urbana. En lo referente a la Policía, parece haber elegido un papel que le sale bien: el de victimizarse porque no le dan la policía.
Por lo pronto, Macri ya no recuurre a las escenificaciones fáciles para expicar sus propuestas: no salta mas los baches, no habla de la falta de higiene de la Ciudad ni recurre a un reloj para cronomtrar los delitos.
En campaña las promesas son gratis y la Policía también. Después, ambas se tornan carísimas.
Diario BAE
19-FEB-2008
 

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