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La familia del piloto discrepa con la empresa y la Fuerza Aérea. Sin autorización judicial, la Fuerza Aérea difundió la presunta desgrabación de la caja negra del Boeing que estalló en Aeroparque. Un hermano y un hijo del piloto rechazan la versión oficial. Más denuncias sindicales que nadie investiga.

Por W.G.
Cuando se cae un avión en Europa o Estados Unidos, como fueron los casos de Swissair, TWA y Panam, se investigaron los accidentes y siempre se encontraron fallas en las máquinas. En la Argentina, la culpa siempre es del piloto. Desde el primer día se pretendió introducir la hipótesis del error humano: la culpa la tiene el piloto. LAPA, la Fuerza Aérea y el aeropuerto se lavan las manos.” Ricardo Weigel, hermano de Gustavo, comandante que conducía el Boeing 737 que estalló en el campo de golf de la Costanera, descree de las “revelaciones” de la caja negra de la nave.
En el diálogo con Veintidós está presente también Guillermo Weigel. Tiene 24 años y es hijo del piloto fallecido. Sólo hablará una vez para arriesgar por qué su padre volaba máquinas con problemas: “La empresa te dice: ‘Si no querés volar este avión, tomátelas’. Si tenés siete hijos, como mi viejo, no te podés ir. Tenés que volar o volar”.
A tres semanas del accidente, la investigación sólo apunta a la responsabilidad del piloto, pero no se ha detenido a investigar las flagrantes contradicciones en las que incurrió la empresa. Desde la “bandada de pájaros” que alegó Andrés Deutsch, dueño de LAPA, hasta la negación de planillas técnicas que acreditan advertencias de los pilotos sobre fallas graves en las naves, como publicó esta revista.
Ricardo Weigel recuerda haber escuchado a su hermano quejarse porque “los aviones sólo se detenían cuando aplicaba los frenos al mango”.
Sobre la grabación de la caja negra, señala: “Si el piloto y el copiloto estaban de acuerdo en salir a volar, con la alarma sonando, es porque la escuchaban habitualmente y no implicaba peligro”.
La diputada Alicia Castro denunció que la Dirección Nacional de Aeronavegabilidad (DNA) realizó en 1998 cuarenta inspecciones suplementarias sobre naves de LAPA. Inhabilitó a doce por encontrar deficiencias en los talleres de mantenimiento que no estaban autorizados por la Fuerza Aérea.
La culpa siempre viene de arriba
Aun en la hipótesis de que el piloto de LAPA haya cometido un error, es curiosa la insistencia de la Fuerza Aérea y de la empresa para deslindar responsabilidades. El Manual de Prevención de Accidentes de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI, entidad a la que la Argentina está adherida) indica en su punto 3.3.1: “La seguridad incumbe en último término a la dirección, ya que sólo ella controla la asignación de recursos. Por ejemplo, la dirección de la línea aérea selecciona el tipo de aeronave que ha de adquirirse, el personal que lo ha de volar y las rutas por las que ha de operar, además de los entrenamientos y procedimientos opcionales que se deben utilizar”. La Argentina es el único de los miembros de la OACI en que el control aéreo y la investigación de eventuales accidentes están en manos de la Fuerza Aérea.
Revista Veintitrés
ID nota: 2699
Numero edicion: 62      01/08/1999