Bono, el líder del grupo U2 convenció al secretario del Tesoro de EEUU Paul O´Neill de que lo acompañara en una gira por Africa para ver en directo las consecuencias del endeudamiento externo y arrancarle un compromiso de ayuda para el Tercer Mundo. Funcionarios del Tesoro, agentes del Servicio Secreto y periodistas tan disparen como MTV, la revista Rolling Stone o El País de Madrid, acompañaron a la “extraña pareja” en su gira africana
Por Walter Goobar
El avión que hace dos años sirvió para transportar al candidato George Bush durante la campaña electoral que encumbró en la presidencia, llevaba ahora dos pasajeros muy distintos: Bono, el cantante de U2 con lentes rosados, camisa oscura y barba de dos días le explicaba al atildado secretario del Tesoro norteamericano, Paul O´Neill las maravillas de Ghana. O´Neill el tipo que además de firmar de puño y letra los billetes de 20 dólares se ha caracterizado por formular declaraciones denigrantes sobre la Argentina – como por ejemplo que “los argentinos son la causa de sus problemas” o que “nadie los obligó a ser lo que son"- asentía con la cabeza y dudaba con la mirada."Tal vez sea posible ver las cosas a través de los ojos del otro," había dicho O'Neill durante la preparación del viaje. "Me voy a coseguir unos anteojos como los de Bono y le voy a dar una peluca gris", bromeó el funcionario antes de iniciar la gira que los llevaría a Ghana, Sudáfrica, Uganda y Etiopía
Bono y O´Neill habían decidido utilizarse mutuamente, eso estaba claro. Pero ni el uno ni el otro buscaban publicidad personal. La gira africana de Bono era el resultado de una insólita conjunción de factores: la astucia del cantante y su habilidad para conmover , por la vía religiosa, los sentimientos de una administración reaccionaria; el entusiasmo de O´Neill por la investigación económica sobre el terreno; la evidencia abrumadora de que Africa no puede esperar más. Tal vez, también, un inconfesable afán de Bush de pasar a la historia con alguna acción más notable que una guerra antiterrorista ilimitada y universal.
Africa mía. A partir del Foro Mundial de Davos que se llevó a cabo en Nueva York y donde se registró el primer encuentro con O´Neill, el irlandes Bono ha logrado que los problemas de Africa, el continente olvidado, volvieran a aparecer en los radares de la política exterior norteamericana. George Bush recientemente anunció un paquete de 5.000 millones de dólares de ayuda y ha comenzado a considerar la posibilidad de de aliviar la carga de la deuda externa, las restricciones comerciales, la epidemia del HIV e inclusive se ha empezado a hablar de un Plan Marshall para Africa equivalente al implemanetado en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
"Es el hombre que tiene la billetera de los EEUU, y yo estoy tratando de conseguir que la abra", explicó Bono antes de embarcarse en el tour de la pobreza con O´Neill. "Hay tanto en juego que almorzaría con Satanás si fuera necesario”, confió Bono a The Edge, el guitarrista de U2 que le planteaba su temor de que sus contactos con O´Neill perjudicaran al grupo porque este quedara asociado con los conservadores. Otros, en cambio se preguntan si Bono está cabalgando sobre la Casa Blanca o la Casa Blanca sobre él. El ultraconservador O'Neill no esconde su escepticismo respecto a la ayuda al extranjero como lo demostró cuando dijo que “antes que ayudar a la Argentina tenía que pensar en los plomeros y los carpinteros norteamericanos”.
La duda que asalta a muchos es si la genuina pasión del cantante irlandés logrará cambiar el enfoque de Washington o si los halcones de la administración Bush solamente piensan en utilizar su fama para mejorar su imagen internacional.”Bono sabe muy bien lo que hace”, dice Salih Booker, de la organización no gubernamental Africa Action. Y agrega: "pero él corre el riesgo de legitimar perspectivas como la globalización que a la larga pueden ser muy perjudiciales."
Bono, asegura que sabe lo que hace. Mientras otras estrellas de rock eligen causas como quien compra ropa de cuero de Gucci, él y su esposa Ali han militado en Amnesty International, Greenpeace y el Fondo para los Niños de Chernobyl durante muchos años. En 1986 trabajaron durante un mes y medio en un orfanato en Etiopía, pero cuando comprendió que el centro de los problemas del Tercer Mundo pasaban por la cancelación de 350.000 millones de dólares de deuda, cambió de estrategia: primero pensó en el Papa, luego en algunos jefes de Estado europeos y finalmente en George Bush. Su controvertida idea es que la celebridad y no la musica pueden cambiar el mundo.
"Al principio me negué a recibirlo," dice Paul O'Neill, quien se incorporó a la lista de interlocutores del cantante que incluye al Papa Juan Pablo II, Bill Clinton, George Soros, Bill Gates y el secretario de estado, Colin Powell. "Yo pensé que era una de esas estrellas de rock que solo quería usarme." Pero después de su primer encuentro, O'Neill cambió de opinión. "Es una persona seria. Se preocupa por estos temas y sabe mucho sobre ellos", confesó. "Hemos exprimido a esos países al punto que sus sistemas de salud son incapaces de funcionar," dice Jeffrey Sachs, el economista de Harvard que en 1986 negoció la reducción de la deuda externa boliviana y que a comienzos de este año acompañó a Bono al Africa."Los sistemas educativos están destruidos, hay gran cantidad de muertes asociadas con el colapso de la salud pública y la falta de acceso a medicamentos. Yo no creo que ningún norteamericano pueda aceptar esto”, dice Sachs
Ilusiones. Su objetivo es conseguir que Estados Unidos y las naciones más poderosas del planeta, así como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se olviden de la deuda que tienen contraída los 52 países más pobres del planeta, la mayoría de ellos africanos. La cifra de esta condonación asciende a 350.000 millones de dólares. Con esta perspectiva, Bono y otras persoanlidades crearon hace tres años una plataforma denominada Jubilee 2000 -ahora rebautizada como Drop the Debt-, de la que se convirtió en embajador oficioso. El cantante reconoce que "suena bastante absurdo que un cantante rockero vestido de cuero negro se ponga a hablar de la Organización Mundial de la Salud, de la deuda externa o de la lacra que supone el HIV en muchos países africanos. Pero creo que tengo que aprovechar mi posición de celebridad privilegiada para acceder a las personas, a los medios de comunicación y a los centros financieros que nos pueden ayudar".
Bono se definió ante el presidente de Ghana, John Kufuor: :"Soy un aficionado entre profesionales”. Y agregó: "Creo que existe un derecho humano fundamental de perdonar la deuda y empezar de nuevo. Estoy aquí para aprender”. Una hora después se anunciaba que los organismos internacionales habían condonado 90 millones de la deuda externa y el pago de 150 millones por concepto de servicios.
Mientras Bono recorría las villas miseria y establecía contactos con organizaciones no gubernamentales, O´Neill se alojó en el hotel más lujoso de Accra y durante una charla en la Cámara de Comercio Norteamericana aseguró :”Tenemos que ser testarudos y exigir resultados....Estoy decidido a lograr que el Banco Mundial se concentre en los resultados. No quiero que me digan cuantos chicos han ingresado en la escuela, sino cuantos pueden leer, escribir y manejar una computadora después de seis años de escolaridad. Eso es lo que importa”.
Cuando se encontraron nuevamente en el hotel Bono se limitó a decir: “No tengo las respuestas para todos los problemas”, mientras O´Neill replicó:"Si tuviera las respuestas, mandaría una receta.No es tan facil." Al menos sobre
ese punto, la extraña pareja estaba de acuerdo.
Al dia siguiente el jefe del Tesoro norteamericano proclamó que “los mercados son el mejor lugar para conocer la economía de un país', y convenció a Bono que lo acompañara a visitar un mercado popular. O´Neill estaba convencido de que toda la ayuda prestada a África en las últimas décadas no había servido para nada: “El continente está peor, en líneas generales, que en 1970. Hay que cambiar el sistema del todo y empezar de nuevo, o dejar de derrochar dinero de una vez por todas”. El funcionario es ingenuo, optimista y brutalmente sincero, sin duda el personaje más atípico de la Administración de George W. Bush. En Wall Street llegaron a calificarlo de idiota, pero Bono lo considera “un buen hombre”. “Estos tomates, por ejemplo, son demasiado pequeños, no tienen la forma adecuada y no se pueden exportar. La solución es fácil: mejores semillas”, opinó O'Neill. “Alguien tendrá que explicarle que el raquitismo vegetal se debe a la falta de agua”, suspiró un miembro de la comitiva.
Buen salario. Durante la estadía en Ghana, Bono le explicó a O´Neill que con su jubilación de 500.000 dólares anuales se podría pagar la educación primaria para la mayoría de los chicos de Accra, la capital del país; que con los 150 millones de dólares en acciones que él posee se podría armar una red hopspitalaria para la mitad del país o cancelar el pago del servicio de la deuda por un año. Sólo con vender su colección de corbatas de seda O´Neill podría proveer de agua potable a las barriadas más pobres de la capital de Ghana.
La extraña pareja visitó ACS-BPS, una empresa de computación norteamericana que procesa las boletas del sistema de salud estadounidense desde Accra donde los 800 empleados que trabajan a destajo cobran la quinta parte que en EEUU. Aunque la empresa no paga impuestos, a O´Neill lo único que le llamó la atención fue ver gente “con vestidos muy coloridos y hermosos”. Vaticinó que en el futuro los 19 millones de habitantes ganarían 30.000 dólares anuales, pero por ahora tendrían que conformarse con ingresos anuales de 350 que es un monto menor que hace 40 años. Bono trató de ser diplomático: "Yo sé que hay un debate sobre la explotación de bajo salarios por parte de empresas extranjeras, pero si los gobiernos paralelamente logran explotar a las empresas, entonces yo creo que está bien."
Regreso. Bono extrajo una cuchara de plástico y empezó a engullir lentamente, la 'pasta con vegetales y salsa de tomate' de la ración de campaña acondicionada en una caja rectangular. Preguntó si iban a pasar la noche en el remoto aerópuerto de Tamale, al norte del país, en el territorio árido que se extiende hacia Burkina Fasso. Nadie fue capaz de responder. Su compañero Paul O'Neill, miraba la pista desierta bajo el cielo cubierto de nubes y se secaba las gotas de sudor. 'Ya empieza a llover', dijo alguien, al escuchar un golpeteo sobre el techo de chapa. 'No es lluvia, son las alas de los murciélagos', explicó uno de los soldados del Ejército de Ghana estacionados.“Todo sirve para aprender”, dijo O'Neill, desabrochándose otro botón de la camisa.
Pasada la medianoche y tras siete horas de espera, se pudo localizar al presidente de Ghana y pedirle su avión oficial, capaz de volar entre tormentas. “¿Ven cómo todo tiene solución?”, sonrió el optimista O'Neill cuando pudo, al fin, sentarse en el jet presidencial. Asegura que los países en desarrollo han recibido un billon de dólares en préstamos durante los últimos 50 años, sin prosperar de forma apreciable. Zambia por ejemplo, ha recibido 2.000 millones de dólares y es, en realidad, es un 40 por ciento más pobre de lo que era en 1964, cuando accedió a la independencia. Contra eso se puede argumentar que muchos créditos fueron a parar a los bolsillos de dictadores apoyados por Washington o Paris durante la Guerra Fría, como fue el caso de Mobutu Sese Seko en Congo o Jean Bedel Bokassa, en la República Centroafricana.
Durante la visita a la fábrica Ford de Pretoria, en Sudáfrica, O´Neill abrumó a los invitados con su conocimiento de las estadísticas industriales, ve a la humanidad como un conjunto de cífras. “Los números son su pornografía”, susurraba Bono
La realidad. Pero si los equemas del Secretario del Tesoro resistieron en Ghana, en Sudáfrica se resquebrajaron. Después de visitar la fábrica de automóviles que reforzó sus idea que “con buenos líderes e inversión privada y trabajo se consigue prosperidad”, O´Neill visitó el hospital Chris Hani Bragwanath, de Soweto, el mayor centro médico del mundo con 28.000 consultas diarias y miles de camas, que está desbordado por la epidaemia de HIV. O´Neill no ignoraba que tres de cada cuatro pacientes de SIDA están en Africa, y que en la miserable Soweto una de cada tres personas es víctima de la enfermedad. Después de esa visita el Secretario de Estado empezó a usar el lenguaje voluntarista propio de Bono y a adamitir que hacía falta dar mucho más dinero para luchar contra el HIV.
En Uganda, Bono llevó a O´Neill a TASO, una organización que trabaja en Kampala, la capital ugandesa, con los enfermos de SIDA que ha matado ya 900.000 personas en Uganda, un país con menos de 24 millones de habitantes. Después de esa visita a O´Neill no le quedaban dudas de que durante ese viaje había conocido cosas mucho peores que nacer en una cabaña de Musuri sin agua ni electricidad.
Uganda se enfrenta ahora a un dilema atróz. Para proporcionar antiretrovirales a las madres con HIV , el país necesita entre 40 y 50 millones de dólares anuales. Y hay países, entre ellos EEUU, y ONG dispuestas a hacer lo posible para reunir esa suma. Pero el Ministerio de Economía, respaldado por el FMI , prefiere que el dinero no llegue. La economía es pequeña y precaria y la entrada de 50 millones haría subir el valor de la moneda local, lo que a su vez impediría exportar café a precios competitivos. Hay que elegir entre la salud y las exportaciones. La economía o la vida.
Para Bono, el viaje concluyó en el aeropuerto de Shanon de Irlanda donde el cantante invitó a su compañero de gira africana a tomar una cerveza Guinness. Alguien le acercó una caja de donde extrajo unas remeras con la leyenda “Gria (será guía??? Pregunto yo Negrete a Claudio Días) africana de la extraña pareja, 2002”. Y los retratos de Jack Lemmon y Walter Matthau, los protagonistas de la célebre película. El norteamericano se entusiasmó con el regalo. Se puso la remera e insistió en posar con ella y no se la sacó hasta volver al avión.
Revista Veintitrés