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Policías en acción

El tiroteo a la casa del subjefe de la Policía Federal sumado a varios episodios destinados a amplificar la sensación de la inseguridad despiertan sospechas sobre la existencia de alguna oscura interna policial.



Por Walter Goobar
Una seguidilla de hechos de violencia aparentemente atribuidos al fenómeno de la inseguridad, podrían tener una causa mucho mas peligrosa: una sórdida interna en el seno de la Policía Federal. Cuando balean la casa del subjefe de la fuerza y la noticia no aparece en los medios, cuando policías afectados a la captura de "ladrones que usan chalecos antibalas de la policía" se balean entre ellos y cuando se producen casi en simultáneo espectaculares tiroteos, persecusiones y tomas de rehenes en zonas estratégicas de la Capital  -como Belgrano o Congreso-, no se trata de meros episodios  de inseguridad, sino de hechos destinados a amplificar la sensación de la inseguridad para dirimir alguna oscura interna policial.
Una alta fuente del ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos confirmó a BAE que en la  medianoche del domingo 24 de febrero, cinco personas a bordo de un Fiat 128 tirotearon la casa del Subjefe de la Policía Federal, Comisario General Jorge Oriolo en Parque Leloir. En el misterioso enfrentamiento con carabinas y revólveres 38, uno de los dos agentes de la custodia de Oriolo -que no tenían chaleco antibalas-, recibió un disparo en la cabeza. Para el ministerio de Justicia -que es de quien depende la Federal-, se trató de un hecho delictivo, pero no logró explicar los motivos por los que el episodio fue silenciado.
Las razones del hermetismo policial  son dos: que el tiroteo sea el resultado de una interna policial o que el valor de la vivienda sea demasiado elevado para exponerla a la prensa.
Un par de días después del tiroteo a la vivienda del comisario Jorge Oriolo, agentes de Robos y Hurtos y de la comisaría de Monte Castro que buscaban una banda que asaltaba con chalecos policiales se balearon. Uno de los oficiales de la comisaría murió y el otro resultó herido.
Los policías de la comisaría 43 que
buscaban una banda que opera en los barrios de Monte Castro, Floresta, Villa Luro, Villa del Parque y Villa Devoto y que utiliza chalecos de brigada, no sabían que Robos y Hurtos también les seguía los pasos y balearon a otros dos federales de la 43ª.
Ninguna de las dos duplas vestía uniforme. Dos se movían en una moto y los otros dos en un auto, y ninguno de los dos vehículos eran oficiales. Para completar, no se conocían. 
Ladrones que asaltan disfrazados de policías y policías que patrullan sin uniforme. Si no hubiera muertos y heridos de por medio, sería la trama perfecta para una comedia de enredos. 
Lo más llamativo es que según la versión oficial, el móvil de Robos y Hurtos  no era oficial pero tenía una baliza identificatoria.
Lo que nadie explicó ni oficial ni extraoficialmente fue qué había sido lo que les resultó "sospechoso" a los policías que dispararon contra sus colegas.
La Federal apeló a la versión del "lamentable error" para una historia que hace aguas por los cuatro costados.
La versión policial se choca con la de los testigos: "Nadie escuchó la voz de alto, le tiraron sin mediar palabra", dijo a Telam un testigo presencial y amigo del federal muerto.
El pasado jueves, un matrimonio y sus hijos adolescentes fueron sorprendidos por dos ladrones que los llevaron a un cajero automático en el barrio de Belgrano. Los ladrones  que tenían a la familia como rehenes llamaron tnto la atencción que en el 911 se recibieron dos llamadas dando su descripción y la de la camioneta.
Uno de los delincuentes protagonizó dos tiroteos al intentar primero parar a un automovilista y luego a un cadete de delivery. Este último fue baleado en una rodilla antes de que los policías  pudieran controlar al ladrón. A diferencia de lo que ocurre con los policías, los ladrones no se balean entre ellos.
De todos modos, el episodio de Belgrano guarda una curiosa  similitud con otro asalto, tiroteo y muerte a una cuadra del Congreso.
El frustrado  intento de robo ocurrió en la pizzería de Entre Ríos 118, casi esquina Hipólito Irigoyen, a metros del Congreso de la Nación.
Tres hombres ingresaron con intenciones de robo, pero se toparon con un policía vestido con ropas de civil.
Cuando el policía les dio la voz de alto, los ladrones respondieron a balazos y se produjo un fuerte enfrentamiento.
El tiroteo terminó cuando uno de los asaltantes cayó muerto, mientras que uno de sus cómplices resultó herido y otro logró escapar a la carrera.
Dos robos con tiroteo y rehenes en dos zonas que garantizan una fuerte repercusión mediática.
Si estos actos delictivos tienen como denominador común una interna policial, vale la pena preguntarse qué papel juega cada uno de los protagonistas  y quiénes son los demás actores. Lo más peligroso de la inseguridad es cuando no queda claro de dónde proviene.
Diario BAE
11-MAR-2008

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