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SULTAN DE BRUNEI

Manual para dilapidar una fortuna

El sultán de Brunei ya no es el hombre más rico del mundo: dilapidó 20 mil millones de dólares. Su hermano gastó 700 mil dólares por día. En la familia se regalaban aviones, autos de Fórmula 1 y lotes de prostitutas. Las fiestas las animaba Michael Jackson y las clases de golf las dictaba el mítico Jack Niklaus. Todo esto ocurrió en un país en el que los ciudadanos no pagan impuestos. Una historia que parece de otro planeta.

Por Walter Goobar
No puede decirse que el hombre esté en la ruina, si debajo de su colchón todavía pueden encontrarse 20 mil millones de dólares. Sería la envidia de cualquiera, pero para él, Sultán de Brunei, es una catástrofe porque significa “apenas” la mitad de la fortuna que tenía ocho años atrás y la pérdida de un trono: Hassanal Bolkiah ya no es el habitante más rico del mundo. Quedó quinto en ese ranking gracias a un fenomenal despilfarro combinado con factores económicos y financieros.
SOPLÁ LA VELITA. En 1997, Bolkiah conmemoró su cumpleaños número 50 con una fiesta que costó 17 millones de dólares y en la que cantó Michael Jackson. Las clases de golf las dicta el maestro Jack Niklaus. Cada vez que viaja, lleva una comitiva de 420 personas en uno de los 17 aviones de su flotilla. En tierra se moviliza en 200 coches de lujo. Cuando su hija cumplió 18 años, le regaló un avión Airbus A-340 pintado del color preferido de la princesa y cuando quiere disfrutar de su deporte favorito contrata al equipo argentino de polo. Los derroches de la familia real de Brunei dieron la vuelta al mundo cuando la revista Fortune nombró al Sultán el hombre más rico del mundo en 1993.
EL GRAN HERMANO. El sultán de Brunei, Hassanal Bolkiah, heredó el trono de su padre en 1967. Sus hermanos Mohamed y Jefri tuvieron que conformarse con cargos gubernamentales y el disfrute de fortunas sin límites de ceros.
A Jefri, por ejemplo, cuando le gusta un traje de Armani o Versace, suele encargar cien copias del modelo. Una vez gastó 5 millones de dólares en relojes cuyo “encanto” era marcar las horas con una pareja copulando. Además, dilapidó petrodólares comprando hoteles de lujo en Nueva York, Londres y París, y construyendo el Jerudong Park Hotel, un mastodóntico parque de diversiones que costó 1.000 millones de dólares y que cuenta con ocho piscinas, nueve restaurantes, macetas de oro y la mayor sala de espera del mundo. Una inversión irrecuperable y un escándalo con rebote judicial porque el dinero de decenas de inversores se evaporó entre las cuentas de su alteza.
META Y PONGA. Entre los mayores tesoros de Jefri figura el antiguo Playboy Club de Londres, reconvertido en palacio. El príncipe posee varios jets privados, 600 vehículos y es dueño de la joyería Asprey, la favorita de la reina Isabel II. No acaban aquí sus caprichos: ha pagado 16,7 millones de dólares por el cuadro Desnudo reclinado en una almohada, de Modigliani, y 10 millones por una escultura en bronce de Degas.
Tine cuatro esposas, como lo permite la ley islámica, una amante oficial, y en los años dorados llegó a contratar a cuarenta prostitutas para entretener a su séquito. Esta red de prostitución de lujo se dio a conocer hace tres años, cuando Miss Estados Unidos 1992, Shannon Marketic, señaló que fue llevada a Brunei con una millonaria propuesta de trabajo, pero una vez en el enclave la llevaron a la cama de Jefri, en medio de una orgía. Marketic afirma que ella y otras seis modelos estuvieron secuestradas en el palacio real durante 32 días, les confiscaron los pasaportes y los pasajes de avión. Marketic presentó una demanda por 90 millones de dólares, pero una jueza la desestimó porque los demandados tenían inmunidad diplomática. Acusaciones similares vinieron después de una ex Miss Inglaterra.
DE REMATE. Los malos tiempos comenzaron cuando las relaciones entre los tres hermanos comenzaron a resquebrajarse. En 1997 el sultán ordenó que se congelaran todas las cuentas de Jefri y que se redujeran los gastos de sus cuatro esposas y 35 hijos a un máximo de 300.000 dólares mensuales. El príncipe, ofendido, abandonó el país llevándose decenas de miles de millones de las arcas públicas y tras haber arruinado el mayor conglomerado empresarial del país, Amedeo Development Corporation, que debe hacer frente a una deuda de 16.000 millones de dólares. Se calcula que en un período de diez años el príncipe Jefri gastó 747.000 dólares diarios.
Igual que su hermano, como monarca absoluto del país, Hassanal Bolkiah no sabe diferenciar entre el dinero público y su fortuna personal. Antes de la crisis económica asiática, Brunei tenía una renta per capita de 14 mil dólares –una de las más altas del mundo–, además de salud y educación gratis. Sin impuestos que pagar, los 330 mil habitantes del sultanato toleraban todas las extravagancias de la familia real. Hoy, con la caída del precio del petróleo mundial, los súbditos se han comenzado a quejar del sultán, sus varias esposas, amantes e hijos.
Así, el sultanato más famoso y excéntrico del mundo tuvo que poner bandera de remate a los caprichos de la familia real. El remate fue el último episodio en la decadencia del pequeño territorio situado en la costa noreste de la isla de Borneo, con 315.000 habitantes –casi la mitad empleados en el Estado– que no pagan impuestos y tienen educación, salud y parte de la diversión gratis.
Los organizadores tuvieron que habilitar 21 depósitos para exponer tres simuladores de vuelo de un Airbus A-30, un helicóptero Comanche y un Fórmula 1, jacuzzis de mármol, un simulador de Fórmula 1, motores para una flota de Mercedes-Benz, 100 candelabros de oro, pianos hechos a mano, una colección de joyas de varios miles de piezas, cuadros, porcelana o inodoros bañados en oro. Pero sólo se consiguió recaudar 7,5 millones de dólares. Un vuelto, según el príncipe.
Revista Veintitrés
ID nota: 10618
Numero edicion: 163      02/03/2001
 
 
 

 

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