Dos millones de personas vieron su increíble descargo público. El backstage contado por Reynaldo Sietecase. Ibarra, la política sucia y la SIDE. ¿Cuál es su verdadera cara: la del mecenas de grupos de rock imberbes o la del Don Corleone que pagaba las coimas a la Federal y los inspectores?
Por Gustavo Cirelli y Walter Goobar
Cualquier estrategia que impulse la defensa del ex gerenciador del boliche Cromañón corre con un defecto insalvable: el propio Emir Omar Chabán. Por mérito propio o imposición ajena (o ambas cosas a la vez), desde hace algo más de un año y tres meses, Chabán construyó una realidad que lo hace llorar. Al menos en público, como lo hizo durante una entrevista televisiva que vieron dos millones de personas.
¿Llora de verdad Chabán?
Su presente y su futuro, por cierto, no son envidiables. Es cierto que pasa sus días encerrado en un calabozo del penal de Marcos Paz, leyendo y repasando con rigor obsesivo las 40 mil fojas de la causa que lo dejó a la sombra. Tan cierto como que tiene tiempo para elaborar cada uno de sus actos. Y también para delinear un perfil social y judicialmente aceptable que contribuya a una libertad remota.
Al término del programa del lunes 13, emitido por Canal 9, quedó sobrevolando una pregunta: ¿Es o se hace Chabán?
¿Es una suerte de Doctor Jeckyll y Mister Hyde, que maneja sus máscaras según corresponda?
¿Es el atormentado artista que llora desconsolado y dice sentirse “traicionado” por su público al que “siempre cuidó”?
¿O más bien el empresario “progresista” que anotaba en un cuadernito las coimas pagadas para poder “meter” más gente de lo racionalmente permitido en la trampa de Cromañón?
¿Hablamos de un mecenas que brinda ayuda generosa a grupos de rock imberbes o del Don Corleone que arreglaba con inspectores municipales y policías corruptos para violar la ley peligrosamente?
Esta nota, suerte de backstage mediático, judicial y psicológico de Chabán, intenta responder al acertijo primitivo: ¿es o se hace?
¿Cuál es el Chabán verdadero?
El que dice que no entiende nada de política pero que esperó a la caída de Ibarra para lanzar su estrategia de medios.
El que se muestra al margen de todo pero sigue los consejos de un ex policía bonaerense con vínculos en la SIDE y políticos sucios del conurbano profundo.
El artista progre y transgresor.
El desalmado empresario.
La víctima.
El victimario.
O simplemente un manipulador.
Lo concreto es que eligió a la tevé como escenario para jugar su carta más fuerte desde que cayó preso. Y Chabán actuó y lloró. Lo hizo ante cuatro reconocidos periodistas, seis cámaras, unos cuantos testigos presentes en la sala de filmación y una multitud mirando al otro lado de la pantalla (que podría llenar 40 veces el estadio Monumental), con maqueta de Cromañón incluida, en horario central. Las conclusiones de su actuación mediática son, por definición, subjetivas. Pero en algo coinciden todos los consultados para esta nota: si hubo una estrategia defensiva detrás de su aparición pública su resultado fue, como mínimo y en una lectura bien intencionada, confuso.
Su abogado, Pedro D’Attoli, como todo letrado defensor que dice creer en la inocencia de su cliente, traza (o lo intenta) un plan con el objetivo de devolverle la libertad a su cliente. Hoy Chabán está preso porque se lo acusa por “estrago doloso”, con el agravante de haberse fugado tras la tragedia. La pena que le corresponde a esa figura legal va de los 15 a los 20 años de prisión. Una sentencia que recién la dictaminará un tribunal oral, según fuentes judiciales, dentro de un par de años, por la cantidad de imputados y testigos que hay en la causa. El tiempo en que la defensa pretenderá, al menos, atenuar la imputación a estrago culposo, lo que reduciría la condena a cinco años. Pero el plan de D’Attoli cuenta con un escollo titánico: la indómita personalidad de Chabán, tan acostumbrado al grotesco de los escenarios del “under” porteño, que disfruta de transgresiones y bordes. Pero, al parecer, carece de sensibilidad ante los otros o, al menos, de sentido de la oportunidad. Un personaje que gustó de mostrarse al margen de todo, un surte de rebelde lúdico pero que sigue los consejos del oscuro ex policía bonaerense, con fuertes vínculos en la SIDE. También vinculado a lo más rancio de la política del conurbano. Ese también es Chabán.
Y es un actor. Siempre lo dijo. Y lo repitió con palabras y gestos durante la entrevista que le realizaron los periodistas Samuel Gelblung, Reynaldo Sietecase, Sylvina Walger y el ex conductor de Puntodoc Daniel Tognetti. Y algo más: Chabán no está loco. Así lo confirmaron las pericias psiquiátricas que le realizaron tras su detención y que constan en el expediente. Por lo tanto, tiene responsabilidad de sus actos. Por lo tanto, no es inimputable. Entonces, ¿qué tiene en la cabeza? ¿Su tendencia al histrionismo exagerado complicó la estrategia de D’Attoli?
Su defensa asegura que nada tuvo que ver con la decisión del empresario de aparecer en tevé. Otras fuentes, en cambio, afirman que D’Attoli no fue ajeno al tema. Mientras que cerca del letrado apuntan al resto del entorno de Chabán, en particular su amigo Guillermo Silva o el inefable ex policía Rodolfo Campisi.
Pero algo también es real, la entrevista –como revela Reynaldo Sietecase– fue pedida por muchos medios y periodistas a lo largo de meses. Una y otra vez fue rechazada o postergada hasta un momento más propicio. Y el momento llegó: Aníbal Ibarra, otro a quienes los familiares de las víctimas responsabilizan por la tragedia, fue destituido tras un controvertido juicio político impulsado por la Legislatura porteña. Con Ibarra destituido no es casualidad que tanto Chabán como Patricio “Pato” Fontanet, cantante de Callejeros, salieran a hablar. Algo que define a las claras el oportunismo del gerenciador de Cromañón, el mismo que dice no tener idea de política pero que esperó que cayera Ibarra para hacer su show público en televisión.
El empresario y Callejeros tienen el mismo objetivo: que en sus carátulas se mantenga la imputación por estrago pero que cambie de doloso a culposo. Un abogado que tiene participación en la causa como querellante reconoce en estricto off the record: “No es descabellado pensar que esa modificación la terminen obteniendo más adelante, en el juicio oral. Puede resultar muy cínico y doloroso, pero sigan las actuaciones de los abogados. ¿Por qué? Porque con el estrago doloso las compañías de seguros no están obligadas a pagar un centavo. Si es culposo, sí. Y detrás de todo esto también hay mucho dinero en juego”. De ser así está claro que la estrategia defensiva del único detenido puede coincidir con los intereses económicos de otros actores del proceso. Parece miserable. Lo es.
Pero aún falta bastante. Antes Chabán, con su sola aparición en la pantalla, desató la ira y el dolor de los familiares. Una de las madres más combativas, Nora Bonomi, mamá de Sebastián, afirmó tras ver las imágenes: “Verlo fue repugnante. Da mucha bronca. No hay que olvidarse que este tipo estudió teatro”. Así se fueron repitiendo los testimonios de los familiares: “Adoptó el papel de víctima que no le corresponde”, dijo Mónica la Vía, hermana de una de las 194 verdaderas víctimas de la masacre. Ya en junio del año pasado, durante su estadía en la casa Papillón, en el Delta del Tigre, tras su transitoria liberación, Chabán había puesto un acercamiento hacia los familiares de los muertos. Así fue como recibió a los padres de Cristian Viega Méndez, un joven muerto en Cromañón, y a Rosa David, mamá de Mariano y Verónica Valsangiácomo, ambos fallecidos en la masacre de o nce. De este último encuentro, Veintitrés fue testigo. En él, Chabán no lloró en ningún momento, vale aclarar que no había cámaras de por medio. Dijo entonces: “Soy la víctima 195”, concepto que repitió ahora para la televisión. Al igual que inculpar a tres supuestos jóvenes como los iniciadores del infierno a quienes el empresario habría visto claramente, en un ambiente donde el aire ya estaba enrarecido, nebuloso, por el vaho propio del calor, el humo de los cigarrillos en un lugar sin ventilación, y el hecho de que antes de Callejeros hubiese tocado el grupo Ojos Locos, en un show donde también se habrían prendido bengalas. Tuvo, sí, Chabán, la misma actitud distante y soberbia: escuchar poco y nada a su interlocutor y ser minucioso en su relato del horror, tomando una distancia de los muertos que hiela la sangre. Por ejemplo, brindó para la tevé postales del horror sin inmutarse.
El abogado Miguel Ángel Pierri, penalista con experiencia en mediatizar causas judiciales, y a la vez querellante en el expediente Cromañón, opina: “Desde el punto de vista de una defensa mediática, la aparición de Chabán fue desastrosa. Es una figura que no tiene imagen hoy para estar en los medios. Se defendió muy mal. Justo él habla de pacto de silencio, que de existir, como dice, debería ser quien lo rompa. Además, con su pésima comunicación y al no manifestar en ningún momento dolor por los pibes muertos, sólo terminó por exasperar aún más a los padres”. Otro abogado, protagonista de la causa, ve como un error “el intento brusco de querer cambiarle la imagen a Chabán, pretender convertirlo de victimario en víctima. No es creíble porque no le dio a la gente la capacidad y el tiempo de digerir la nueva imagen”. En tanto Eduardo Guarna, defensor de Callejeros, afirma: “El peor enemigo de Chabán es Chabán mismo. Él está preso de su histrionismo y de la imagen de transgresor que construyó a lo largo de 25 años. Siempre se caracterizó por ir contra el orden. Hoy eso le juega en contra”. Y agrega: “Me da la impresión de que la entrevista no fue una decisión de D’Attoli, sino de los familiares y amigos de Chabán”. Otra abogada querellante, María del Carmen Verdú, coincide con su colega: “Más que estrategia, Chabán intentó dar pena pero se enterró solo. Dudo que D’Attoli le haya aconsejado presentarse como más sufriente que las víctimas, porque cualquier defensor le hubiera aconsejado decir: ‘Lo que yo estoy sufriendo no tiene comparación con lo que sufren los padres de las víctimas’. La idea de victimizarse o salir a responsabilizar al público es una barbaridad”. Mauricio Castro, letrado querellante, dice: “Chabán sembró la duda de que Callejeros entró la pirotecnia y dijo cualquier pavada sobre temas puntuales como el de las salidas de emergencia”.
La verborragia de Chabán cabalga sobre la idea de diluir la responsabilidad propia y derivarla hacia Callejeros y el público, instalando la idea del atentado perpetrado por “tres ángeles exterminadores” de torso desnudo y pantalones cortos, de color rojo eléctrico. Y va más allá: en su universo Chabán los autores materiales pertenecerían a alguno de los grupos rivales en el mundo del rock. Una supuesta conspiración macabra. Incierta. Pero sobre poco creíble. En este punto, la teoría de Chabán se contradice con unos 200 testigos que dicen que fue una sola persona y que tiró una candela que produjo el incendio.
Chabán tiene su estilo, algo que hasta su propia defensa intenta comprender: “Omar es muy particular. No es una persona como usted o como yo. Tiene un pensamiento que no es el del común de la gente: lee mucho a Freud y se interesa en el comportamiento de las masas”, describen cerca de D’Attoli.
–Por momentos parece que delira, ¿así buscan declararlo insano o inimputable?
–No. Los informes psíquicos y psicológicos dan todos perfectos, más allá de que indiquen que tiene la autoestima muy alta y que no tiene mucha empatía por el prójimo.
Ante el pésimo rédito que le dejó a la defensa, en términos de percepción social, una fuente del estudio D’Attoli se deslinda de la actuación de su cliente y le atribuye la iniciativa de la nota a Fátima, la hermana del empresario, y a su amigo Silva. “Hace mucho que Omar quería dar una entrevista. Esta vez se decidió y la dio”, dice pidiendo reserva de su nombre. En cambio quien sí habla es Vicente D’Attoli, hermano de Pedro y codefensor de empresario. Explica mientras redacta las 50 carillas de un recurso de apelación ante Casación para tratar de lograr que Chabán recupere la libertad: “Un juicio se dirime en tres escenarios: el juicio escrito (en la etapa de la instrucción), el juicio oral y el juicio mediático”. Aunque D’Attoli admite que “hubiera preferido que no entrara en temas judiciales porque no es la persona adecuada para hacerlo”. Sin embargo aclara que él estuvo presente en la entrevista y que “cuando lloró, lloró en serio. No quiso victimizarse”. Y reconoce D’Attoli: “No veíamos conveniente la entrevista. Pero quién para a Chabán”. Si su defensor lo dice...
Ahora ya lo sabemos.
Chabán es.
No se hace.
las lecturas de un reo
La tradición oculta,
de Hannah Arendt.
Siete ensayos críticos: “Sobre el imperialismo”, “Culpa organizada”, “La tradición
oculta”, “Los judíos
en el mundo de ayer”, “Franz Kafka”,
“La ilustración y la cuestión judía” y
“El sionismo. Una retrospectiva”.
Un análisis de la Alemania post 1945.
Masa y Poder, de Elías Canetti.
Dividido en tres tomos, este libro intenta explicar por qué la psicología de las masas es distinta a la psicología de los individuos que la componen. Canetti lo escribió, en parte, para refutar a la teoría de Sigmund Freud y, al mismo tiempo, para comprender al nacionalsocialismo.
Política y tragedia, de Eduardo Rinesi.
La relación entre la tragedia como género literario o teatral y la tragedia como uno de los estilos relevantes del pensamiento filosófico y político. Examina la naturaleza de la acción política y los obstáculos que ella misma crea en torno a su autoproclamada ambición emancipadora.
Obras completas, de Sigmund Freud.
Es una recopilación de la obra entera del padre del psicoanálisis. Dividida en varios
tomos, entre los más
relevantes y difundidos se encuentran
Interpretación de los sueños, Primeras publicaciones psicoanalíticas y Estudio sobre la histeria.
Revista Veintitres
Numero edicion: 401 16/03/2006