Sergio Perrone se formó junto a René Favaloro y realizó más de medio millar de trasplantes. Ahora, él y su equipo tienen en sus manos la vida del "Gitano". ""Para mi es igual que un desconocido", dice
Por Walter Goobar
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Es el cardiólogo y médico clínico que encabeza el equipo que deberá hacer un doble trasplante - de corazón y pulmón-, al popular Sandro. "No es fácil sobrellevar la idea de que alguien tiene que morir para poder darle vida a estos enfermos", confiesa Sergio Perrone al tiempo que afirma que famosos y no famosos son iguales para él.
Cuenta que "el Gitano" le pidió que intercediera a favor del titular del Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), que debió presentar la renuncia por haber dado a publicidad datos sobre la ubicación del cantante en la lista de espera.
Al momento de hacerse esta entrevista, Sergio Perrone tiene dos pacientes en "emergencia nacional" a la espera de un donante y otros dos a punto de entrar en esa lista. "Son pacientes que si no reciben un trasplante se mueren a corto plazo", dice el médico. Sin embargo, Perrone desaconseja que los familiares recurran a los medios para solicitar donantes.
El médico responsable del trasplante de Sandro, empezó con los transplantes en 1983 bajo las órdenes de René Favaloro y no lleva la cuenta de cuantos a realizado, pero seguramente supera el medio millar.
--¿Porqué decidió dedicarse a esta especialidad?
--Estaba haciendo mi residencia en cardiológía en el Sanatorio Guemes y pensaba volverme a Rosario. René Favaloro había hecho los tres primeros trasplantes con muy malos resultados: solo uno había sobrevivido unos seis meses. En 1983 no había ningún cardiotrasplantado vivo en Argentina. Favaloro me llamó un día y me preguntó si quería dedicarme a los trasplantes. Le dije que no porque cómo me iba a dedicar a eso si en Argentina se morían todos. Se enfureció, pero luego me mandó a estudiar a EEUU. En noviembre de 1984 hicimos el primer trasplante cardíaco exitoso en una chica que después se hizo famosa porque fue la primera trasplantada que después tuvo un hijo. El segundo trasplantado se murió. Fui llorando a lo de Favaloro y le dije que quería tirar la toalla. Me dio una larga charla y me ordenó que hiciera otro trasplante lo antes posible.
--¿Hasta cuando trabajó con Favaloro?
--Hasta su muerte.
--¿Cómo se banca la presión de saber que tiene la vida de sus pacientes en sus manos?
--No están en manos de uno solo. Están en manos de un equipo bastante numeroso. No es que quiera deslindar responsabilidades, pero estas cosas no se pueden hacer si uno no trabaja en equipo.
--¿Qué es lo que más pesa?
---La responsabilidad de tener la vida de la gente en las manos pesa demasiado, pero lo que más pesa es el hecho de que la vida de ese paciente depende de la vida de otra persona.
--¿Qué quiere decir?
--Alguien tiene que morir para poder darle vida a esta gente. Le puedo asegurar que eso no es fácil de sobrellevar. Al principio, le pedía a mis colaboradores que no me contaran que el donante era padre de dos chicos o que lo balearon porque le robaron el kiosko, o que se cayó de un andamio. Yo creo que no es fácil sobreponerse a estas cosas solo. Se superan porque hay un grupo de trabajo que incluye un psicólogo.
--¿Cuál es su receta para sobrellevar esto?
--Los buenos resultados. No hay mejor receta que ver vivito y coleando a un paciente que estaba desahuciado.
--¿Nunca piensa en tirar la toalla?
--Si, muchas, Cuando el paciente está sufriendo y se siente mal y yo estoy empecinado en que siga viviendo, en que tiene que aguantar porque le va a llegar la hora. ¿Vale la pena que uno le siga metiendo fichas? Yo creo que si, que vale la pena el esfuerzo porque la gratificación es muy grande. Una vez tuve un diálogo con una paciente que estaba muy mal. Le dije: mirá, nosotros no vamos a tirar la toalla, pero si vos tirás la toalla estamos perdidos, porque nosotros no la vamos a poder levantar otra vez. Esto es un esfuerzo en conjunto. No es el médico solo.
--¿No hay riesgo que los médicos se sientan una especie de semidioses?
--Hace mucho tal vez me creía un semidios, ya no. Creo que todos en algún momento nos sentimos invencibles, pero hace mucho que a mi no me pasa.
--¿Qué le pasa a usted cuando el paciente es un famoso?
--El paciente piensa que las cosas cambian. Por ahí cree que el trato es diferente, pero para nosotros no. El dia que a un famoso lo trate diferente, le voy a dar un buen consejo: que se busque otro médico.
--¿Por qué los famosos creen que van a tener un trato diferente?
--Ellos a veces piensan que uno los considera diferentes, porque la gente los considera diferentes. Es muy posible que la gente los considere diferentes, pero el dia que deje de considerar distintos a dos pacientes será el momento de dedicarme a otra cosa.
--¿Cómo se siente con el caso Sandro?
--Nunca personalizo. Para mi Sandro o cualquier otro famoso es igual que un desconocido. Muchas veces hacemos más por un desconocido que no tiene cobertura que por un famoso.
--¿Qué preguntas le hace Sandro?
--Quiere saber las mismas cosas que el resto de los que están en espera. Nosotros nos manejamos con toda la verdad. Es la única manera de establecer una relación de confianza con los pacientes.
--No siente que si Sandro vuelve a cantar será también gracias a usted?
--(Se rie) Y también hay madres que crían a sus hijos gracias a nosotros y economistas que ejercen gracias a nosotros...
--¿Qué opina sobre el relevo del director del Incucai por haber dado detalles sobre el doble trasplante de Sandro?
--Sandro no se sintió bien conque se diera a publicidad su situación. Es lógico su razonamiento, porque esto le trajo más problemas a él que a cualquier otra persona.
--¿Qué problemas?
--Por un lado, la violación de su intimidad. Por otro, Sandro se preocupa que los otros pacientes piensen que le van a dar cierta prioridad a él. No es asi, porque para nosotros famosos y no famosos son iguales.
--Uno de los problemas fue que se dio a conocer su lugar en la lista de espera...
--La lista de espera es pública.
--Pero la difusión del tema no tuvo que ver con un agravamiento de su estado?
--Para nada. El está exactamente igual como estaba hace un par de meses.
--Pero hubo una metida de pata del Incucai.
--El director del Incucai, Armando Perichón dijo que cometió un error. A mi me pareció precipitada su renuncia porque es un excelente profesional. Creo que la decisión de él fue apresurada y la conducta de Sandro también fue apresurada. Creo que en ningún momento, ninguno de los dos midieron las consecuencias: Perichón no midió las consecuencias de dar el nombre y la posición en la lista. Debe haberlo hecho para fomentar las donaciones.
--¿Y Sandro?
--También fue desmedido el enojo de Sandro. Tuvo miedo que alguien pensara que lo podían beneficiar cuando el no buscaba eso. Perichón me llamó para pedirle disculpas a Sandro y Sandro me llamó para que intercediera a favor de Perichon porque se sintió mal él. Pero no hubo nada que hacer.
--Pero el caso tuvo un efecto paradojal porque despertó suspicacias sobre la lista de espera...
--Hay muchas cosas que tienen un efecto paradojal y uno no se da cuenta. Cada vez que aparece un padre en la tele diciendo que su hijo se muere si no consigue un donante. Ese padre no se da cuenta que indirectamente necesita que se muera otro chico para que se salve el suyo. Yo entiendo la desesperación de los padres, pero creo que el mensaje logra el efecto contrario. Por eso es una cosa que tiene que ser manejada con muchísimo cuidado. Hay países donde se ha estudiado este fenómeno: termina siendo contraproducente porque detrás del mensaje de amor hay un mensaje de muerte.
--Cuando un padre le plantea que quiere salir a los medios, ¿Qué le dice?
--Nosotros nunca hemos apoyado ese tipo de pedidos públicos.
--¿Ni siquiera los que están en emergencia nacional?
--Nosotros no aconsejamos, pero si nos preguntan les decimos que no es conveniente.
--¿Por qué la gente tiene tantas dificultades para donar sus órganos?
--La gran mayoría porque no se da cuenta. Ni siquiera los médicos que trabajan en terapia intensiva piensan que un paciente que está a punto de fallecer puede permitir que otros vivan gracias a los órganos que él done. Tampoco se puede pretender que la familia, con el shock de la muerte se acuerde de la donación.
--¿Escucha música de Sandro?
--¿Se ríe) Es música para mujeres
--¿Qué música le gusta?
--Variado, de todo un poco.
--¿Tiene algún hobby?
--La medicina. A tal punto que desde 1992 no me tomaba vacaciones con mi familia. Pero hace menos de dos años sufrí un golpe muy fuerte que me ha hecho replantearme muchas cosas
--¿Qué le pasó?
--Una de mis hijas se salvó de milagro en el accidente en el que murieron los chicos de la escuela Eco en octubre de 2006 cuando regresaban a Santa Fe, luego de un viaje solidario a una escuela rural de Chaco. Yo tuve que ocuparme de traer desde Rosario a los heridos y los muertos. Esa experiencia me cambió la vida.
Revista 7 Días
2-MAY-2008