Las cumbres que se celebran en Latinoamérica se han convertido en una prueba de fuego para diversas diplomacias europeas, que con total naturalidad pretenden imponer su agenda y descubren -sorprendidos-, que los países del sur están cabreros, díscolos y hasta retobados.
Por Walter Goobar
Más allá del cliché de las fotos de familia y las declaraciones de buena voluntad, las cumbres que se celebran en Latinoamérica se han convertido en una prueba de fuego para diversas diplomacias europeas, que con total naturalidad pretenden imponer su agenda y descubren -sorprendidos-, que los países del sur están cabreros, díscolos y hasta retobados.
Cada uno tiene lo suyo: el que no encuentra un mar de petróleo, ya lo tenía desde antes; otro está a punto de ahogarse en la abundancia de su soja; un tercero es socio del Alca pero es socialista; dos andinos están afiliados al TLC mientras que un tercero reivindica el indigenismo después de cinco siglos de conquista. Eso sí, todos compiten en los crecientes niveles de desigualdad.
Los europeos fingen demencia y se turnan para mandas sus patrullas disciplinarias.
Ante las notorias ausencias de Sarkozy, Brown y Berlusconi, el ror disciplinante le tocó esta vez a la alemana, Angela Merkel, ecundada por el español José Luis Rodríguez Zapatero.
Nunca mejor elegida Lima, la antigua capital del Virreinato español para ese cometido.
Durante un breve encuentro a solas con la canciller alemana la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, le planteó que "se debe analizar por qué un continente con recursos humanos, naturales, muy ricos y muy variados, es tal vez hoy el continente con mayor grado de desigualdad". Sostuvo que ahora se suma el de los alimentos: "Parece ser que los capitales que durante mucho tiempo se radicaron únicamente a partir de la especulación financiera, han empezado a trasladarse al mundo de los alimentos, porque obviamente eso tiene mayor rentabilidad", subrayó.
Pero Merkel y Rodriguez Zapatero parecen más interesados en hacer buenos negocios con los biocombustibles que les ofrece Brasil, que atacar los probleemas de la especulación alimentaria y la desigualdad social.
Las pruebas están a la vista: el canciller Jorge Taiana mantuvo una dura reunión -lque no fue calificada como "positiva" - con el encargado de comercio de la Unión Europea, Peter Mandelson. Los europeos exigieron más facilidades para el ingreso de los productos del Viejo Continente con la misma fuerza conque los argentinos plantearon el fin de los subsidios para poder colocar los productosagrícolas. Fue un diálogo de sordos, por lo que la propuesta de llegar a una alianza estratégica entre el Mercosur y la Unión Europea seguirá siendo una bella expresión de deseos.
18-MAY-2008-05-19
Diario Miradas al Sur