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De la opinión pública a la emoción pública

Durante los 101 días de lockout los ruralistas lograron contar una historia acerca de la nación, apropiarse de los símbolos de la Historia, como la escarapela,y el monumento a la bandera. En cambio, al Gobierno, le ha costado construir secuencias coherentes. Porque se trata de crear una serie de historias en forma de telenovela o realityshow, y es el encadenamiento de las mismas lo que permite captar la atención de la gente y alimentar el suspenso.

Por Walter Goobar
Todos recuerdan la carpa blanca: la de los maestros. Es la que alcanzó la máxima consagración mediática, pero la historia argentina estuvo signada por otras carpas políticas: la infausta carpa menemista, cuyas consecuencias seguimos pagando hasta hoy.
Ahora, cuando el conflicto con el campo entró en una nueva instancia, la Argentina parece haber ingresado en un nuevo formato mediático: la guuerra del camping: una guerra entre acampantes a favor y en contra de las retenciones.
La guerra de las carpas es un excelente ejemplo de lo que el ex presidente del Parlamento de Escritores, el francés Christian Salmon revela en Storytelling, un ensayo que descubre la cara oculta de los mecanismos clave del poder.
El storytelling es una nueva modalidad de comunicación que actualiza las estrategias de la persuasión y desarrolla y profundiza las técnicas de la propaganda, utilizando los recursos del universo narrativo para crear un clima emocional favorable al logro de los objetivos de quien lo utiliza.
Las palabras "política", "compromiso", "ideología" quedan anuladas por una instancia que las supera: el storytelling o el arte de contar una historia. Es la "nueva arma de distracción masiva".
La carpa de Alfredo De Angeli y los ruralistas es la continuación -por otros medios-, de la novelesca guerra de las tranqueras que fue un novedoso ensayo en el arte de simular, convencer y movilizar a la opinión pública.
En un mundo donde la relación con la realidad transcurre entre reality shows, Internet y la televisión por cable, la narración actúa como una válvula de escape. Según Salmon, hoy en día el discurso político sólo tiene posibilidad de ser escuchado si aparece como una historia heroica más que como una letanía. Este es el lugar que vino a ocupar la guerra de las carpas, el de una nueva arma de distracción masiva que los ruralistas utilizan para vender sus mensajes al público.
Ya no se trata de actuar primero políticamente y, luego, de comunicar. Según Salmon, comunicar se transforma en una oposición entre dos términos: statecraft (acción política) y stagecraft (puesta en escena de esa acción). Ya no son un complemento la una de la otra, sino que esta última se vuelve prioritaria. Christian Salmon demuestra que historias como la de las carpas  no sólo formatear nuestra relación con la realidad sino -lo que es más inquietante- fabrican la realidad misma.
Em EEUU este proceso comenzó a desarrollarse durante el mandato de Ronald Reagan, cuando, para imponerse, la revolución conservadora necesitaba convencer a parte de la población de que adoptase el credo neoliberal. Reagan y sus asesores, a los que en esa época comienza a llamarse spindoctors (hechiceros), desarrollan la idea según la cual contando historias y estructurando la comunicación día tras día se logra focalizar la atención de la gente. El mensaje tiene como objetivo encuadrar el debate político. Esta doctrina se reforzará con Clinton y con consejeros como James Carville y Paul Beguela, que comienzan a dar forma a esta práctica del storytelling. Más recientemente, estos mismos expertos en comunicación han trabajado por ejemplo en la elección de Evo Morales en Bolivia..
La guerra de las tranqueras antes, y la guerra de las carpas ahora, no deben ser analizadas sólo como una técnica de comunicación que tendría como objetivo engañar a la gente. Eso es una simplificación, y digamos que funciona de esa forma en un primer nivel, pero no es sólo una técnica de manipulación, sino un dispositivo que incluye a los medios, Internet... y, una vez que la maquinaria está lanzada, todo el mundo participa de este relato que se parece bastante a un reañity- show. Durante los 101 días de lockout los ruralistas lograron contar una historia acerca de la nación, apropiarse de los símbolos de la Historia, como la escarapela,y el monumento a la bandera.
En cambio, al Gobierno, le ha costado construir secuencias coherentes. Porque se trata de crear una serie de historias en forma de telenovela o realityshow, y es el encadenamiento de las mismas lo que permite captar la atención de la gente  y alimentar el suspenso. Que todos se pregunten: "Después de este episodio, ¿qué pasará?, ¿cómo seguirá la historia?".
Con la pugna por las carpas no se pretende modificar las convicciones de la gente, sino que se busca hacerla partícipe de una historia apasionante, de una gran novela. Apunta a la credulidad y a la emoción. Es la realidad en la que vivimos. Hemos pasado de la opinión pública a la emoción pública. Lo importante ya no es el debate de ideas, sino la regulación de las emociones. Néstor Kirchner ejerció al poder sobre la base del relato de "la salida del Infierno". Su relato -con el que uno puede estar de acuerdo o no- se basaba en una experiencia real. La experiencia precede a la narración. Luego, el relato analiza la experiencia y la transmite.
A la inversa, el cuento armado por el campo precede a la experiencia, porque lo que quiere es prescribirla, dictarla y orientarla. De alguna manera, es el fin de la política  tradicional: ahora se impone el storytelling.
Según Salmon, la gestión política se convierte en una gestión ideológica de masas. Si la política se vuelve cada vez más un espectáculo, un escenario o una narración, es porque los políticos no tienen nada trascendente que contar. No pueden iniciar un combate colectivo, no pueden unir a la nación alrededor de verdaderos desafíos, como la lucha contra la pobreza, el crecimiento, la educación, la ecología. Se sienten impotentes frente a todos estos retos, por lo que deciden ubicarse del lado del valor, de lo simbólico, y se crea una política basada en el mito. Inventamos mitos para divertir, para distraer. El capitalismo emocional, corresponde a la era de la ficción en que vivimos.
Intuyendo este nuevo capítulo de la telenovela rural, los militantes de Compromiso K madrugaron a los ruralistas con la instalación de las carpas, lo cual no necesariamente implica que ganen la pelea por la narración y el relato de las retenciones.
La urgencia del macrismo  desesperada por despejar la plaza contrasta con la anuencia de toda la oposición con el lockout en el que se avalaron piquetes, requisas, los clavos miguelitos en las rutas nacionales y el desabastecimiento.
Ayer, los mismos medios que hace una semana se rasgaron las vestiduras con la detención de Alfredo De Angeli reclamaban la inmediata represión de los manifestantes que no requisaban mercadería ni dificultaban los negocios de nadie. El macrismo improvisó dos desalojos ante las cámaras. Hubo forcejeos, escupitajos y  escaramuzas mediáticas como parte de una narrativa bastante inconsecuente.
Pero ayer se incorporaron Raúl Castells y Alfredo De Angelis para darle más fuerza al relato.
Narrar, simular, persuadir, movilizar. Se trata de una técnica cuyo único propósito es reforzar la existencia de la realidad-ficción. La realidad- mediática sustitutiva de la realidad-real.
Diario BAE
25-JUN-2008

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