Obama prepara el garrote y la zanahoria

En su gira internacional, el candidato demócrata cautiva a Europa, piensa reeditar la política de disuasión de Harry Truman, pero aún no ha definido quién será su compañero de fórmula

Por Walter Goobar
wgoobar@miradasalsur.com
Con un cortejo que incluyó una docena de consejeros en política exterior, su equipo de campaña, tres presentadores de las televisiones de mayor audiencia y centenares de periodistas, Barak Obama realizó una gira triunfal desde Kabul hasta Londres que le ha proporcionado el lustre internacional que necesita   para vencer en noviembre.
El candidato demócrata ha superado con relativo éxito la prueba de fuego que representa el delicado debate sobre la presencia norteamericana en Irak. Su contrincante, el republicano John McCain ha quedado solo y descolgado reclamando una victoria que nadie, ni los iraquíes, quieren.  Hasta el New York Times se negó a publicar un artículo en el que McCain respondía a las propuestas internacionales de Obama.
Apelando a la receta de que "soldado que huye sirve para otra guerra", Obama plantea que la cuestión no es Irak sino reforzar la presencia en Afganistán y frenar el proyecto nuclear iraní. Lo hace con tal fuerza que la propia Administración Bush ha cambiado ya en esta dirección.
El candidato demócrata no se anda con chiquitas: quiere tratar a Irán como Truman trató a la Unión Soviética en 1947. Se trata de una reedición de la política del garrote y la zanahoria, disuasión nuclear y diplomacia, Plan Marshall y OTAN. En aquella época EEUU armó su doctrina de la contención basada en su capacidad para combinar negociación con amenaza. En ese sentido, Obama quiere persuadir al mundo  de que será también capaz de armar una nueva doctrina estratégica frente a la proliferación nuclear, para combatir el terrorismo y contener la amenaza iraní, sustituyendo la fracasada Guerra Global contra el Terror de George Bush.
Esta claro que con los demócratas el realismo regresa a la política internacional norteamericana.
Aunque los europeos lo traten casi como un presidente electo, Obama todavía no ha sido nominado por la Convención demócrata ni ha anunciado  quien lo secundará como candidato a vicepresidente.
Un dato que ha despertado especial curiosidad es que los dos senadores que acompañaron a Obama en su gira -Jack Reed, demócrata por Rhode Island, y Chuck Hagel, republicano por Nebraska- suenan en las apuestas de posibles compañeros de fórmula.
El dilema para Obama es elegir una vicepresidenta como Hillary Clinton -con la que la boleta demócrata podría subir su cotización, pero con quien la cohabitación a largo plazo podría ser un martirio-, o elegir un vicepresidente sin el gancho de Hillary.
Las expectativas de que Clinton se convierta en la compañera de fórmula de Obama cayeron en junio a un 10% en el mercado de predicciones de la prestigiosa agencia Intrade Prediction Markets. Una de las razones es que Michelle, la mujer de Barack, no parece querer a Hillary en el asiento de copiloto. Sin embargo, tal y como está el panorama, podría ser la parejae que imponga el partido al candidato.
Los operadores de Intrade consideran al senador por Virginia, Jim Webb, la personalidad con mayor opción de convertirse en el vicepresidente de Obama, con un 21% de probabilidades. Tiene 62 años, fue antiguo republicano y secretario de la Marina con Reagan (1987-1988), combatió en Vietnam y es considerado un héroe nacional: algo parecido a McCain, al que neutralizaría. Pisándole los talones estaría el general Wesley Clark, quien desató una controversia por sus declaraciones contrarias a la capacidad de McCain de afrontar crisis serias. También va tomando cuerpo la opción de designar a un senador republicano, Chuck Hagel, uno de los tres únicos republicanos que se sumaron a los demócratas en la propuesta de fijar fecha al retiro estadounidense de Irak. Su aparición junto a Obama en Afganistán ha multiplicado sus posibilidades.
Otras opciones serían los católicos Anthony Zinny, 64 años, de Pennsylvania, y general retirado de cuatro estrellas, y Joe Biden, 65 años, senador por Delaware desde 1973 y presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. También se habla -entre otros- de Bill Richardson, gobernador de Nuevo Mexico y de Chris Dodd, senador por Connecticut.
Sean quienes sean los designados, y dados los puntos débiles de Obama y McCain, la elección de vicepresidente en estas elecciones será crucial para las expectativas de ambos. Por eso los acompañantes de Obama en su gira han disparado de nuevo las especulaciones. En todo caso, no hay que olvidar que, sumando todos los años de sucesión por muerte o renuncia del presidente, Estados Unidos ha sido gobernado nada menos que casi un cuarto de siglo por ex vicepresidentes que asumieron automáticamente el puesto del número uno.
Pero no todas son rosas para el candidato demócrata que piensa invertir cinco millones de dólares en publicidad durante la transmisión de los juegos olímpicos de Beijing. Su periplo también fue acompañado de severas críticas, a su estilo y a su visión estratégica, que The Washington Post califica de excéntrica en su artículo editorial. Lo suyo es la audacia de la vanidad, sostiene el columnista conservador Charles Krauthammer, en una paráfrasis malévola del libro del candidato La audacia de la esperanza. Sobriedad, Herr Obama, le aconsejaba Roger Cohen en The New York Times.
Obama necesita ahora que alguien le recuerde en cada momento que todavía no ha vencido. Lo acecha el pecado de la desmesura y del exceso de confianza en sí mismo. Si supera la última tentación, será presidente.
Diario Miradas al Sur
27-JUL-2008