Los primeros tiempos de la gestión Kirchner mostraron a un Julio Ramos espantado por el rumbo del Gobierno. Ahora, el dueño de Ambito Financiero parece oficialista. Dice que la economía “anda bien”, que Kirchner y Cristina lo invitaban a Santa Cruz cuando nadie iba, y que la Argentina seguirá marchando bien. ¿Oportunismo, negocio o convicción?
Por Walter Goobar
Julio Ramos no es un apasionado por el ciclismo. Sin embargo, una de las paredes de su despacho está tapizada con una preciosa colección de bicicletas en miniatura, de la cual está orgulloso. “Esta es una réplica de la del Che Guevara, esta otra es de marfil, aquella es de la muñeca Barbie”, va contando el dueño de Ámbito Financiero.
“Todo comenzó como una crítica irónica, fina. A principios de los ’80 me mandaron una bicicleta de regalo con una dedicatoria que decía: para un diario que fomenta las bicicletas financieras”, sonríe Ramos al recordar su primera pieza de colección.
Pocos dirigentes parecen estar más alejados hoy de la ideología que rodeó el mundo financiero de parte de los ’80 y los ’90 como el presidente Néstor Kirchner. Pero llama la atención la forma favorable con que el diario de Ramos trata en el último tiempo a la administración K.
–¿Qué méritos le ve al gobierno de Kirchner?
–Tiene muchos méritos. Todo gobierno, como toda persona, es en definitiva un balance de cosas buenas y cosas malas. De Kirchner elogio que reivindicó el papel de los presidentes argentinos, quienes eran demasiado dadivosos con el exterior. Eso es innegable. Otro mérito es que encaró la obra pública, que aún no es suficiente, pero el camino es bueno. No me gusta que capte voluntades políticas. Esa es la parte mala. Pero lo bueno es que lo hace a través de obras.
–¿Y el pago anticipado al FMI?
–Me parece bien que le haya pagado al Fondo aunque no lo debería haber hecho de un solo golpe. Esto creó un conflicto de reservas que, por una cuestión de imagen, necesita recuperar aceleradamente. Pero cancelar deuda me parece muy bueno. Con toda la actividad periodística que tengo, creo que el último argentino que bajó un poco la deuda fue Arturo Illia entre 1963 y 1966. Todos los demás la incrementaron. Vuelvo a lo de antes, hay medidas cotidianas que me parecen bien y otras que están mal. Los cambios en la composición del Consejo de la Magistratura, por ejemplo, están mal.
–¿Cuán kirchnerista se definiría usted?
–¿Yo? Fui amigo de Kirchner... digamos que frecuentaba a Kirchner y a su esposa en la época en que nadie iba a Santa Cruz. Ellos me llevaron a ver el Glaciar Perito Moreno cuando nadie iba. Kirchner vino dos veces a este diario cuando no era conocido y nadie lo atendía. Yo tenía una relación bastante fluida con él cuando era gobernador, pero desde que llegó a presidente me recibió una sola vez.
–¿Se anima a definirse como kirchnerista light?
–No, yo no soy kirchnerista ni antikirchnerista. Soy un individuo que cree en determinados valores. Al que los aplica, yo lo tengo que apoyar. Cuando Carlos Menem aplicó determinados valores en los que yo creía desde antes que él, lo apoyé.
–¿Y cuándo dejó de ser menemista?
–No dejé, ni dejo de ser menemista. He hablado con él, aunque no lo veo. Menem tuvo cosas buenas y también malas, y yo siempre las dije.
–Bueno... ¿cuándo empezó a verle el saldo en rojo al balance de Menem?
–Si hago un balance de Menem, veo que tuvo más cosas positivas que negativas. Privatizar era necesario, achicar era necesario, pero no regalar tanto las empresas. No hubo un punto de ruptura con Menem.
–¿La misma lógica aplica con Kirchner?
–Kirchner es distinto. La verdad es que él me respeta. Nunca me hizo una observación pública. Puede hacer públicamente alguna referencia indirecta, pero no directa como a otros periodistas. Él sabe que yo tengo una tradición ética. Yo habré apoyado determinadas cosas de Menem, pero nunca hice negocios con Menem. Nunca le pedí que designara un funcionario. Kirchner sabe que si vamos a la época de la represión, yo tengo más sanciones de los militares que él. Kirchner respeta eso y nos llevamos bien así, a la distancia.
–En los últimos meses, Ámbito está menos crítico...
–Si el diario está menos crítico es porque habrá visto que hay menos objeciones que hacer. Yo no soy como la revista Noticias que alardea que fue opositora durante treinta años. No tiene sentido hacer de la oposición un sistema, un modus operandi. Ámbito cuando tiene que decir algo bueno lo dice y si hay menos críticas es porque hay menos cosas impactantes, sobre todo porque la economía quedó en un segundo plano y la economía, en general, anda bien.
–Y esto se refleja en la línea editorial...
–Hoy conviene adherir a Kirchner y no lo hacen solamente los que no pueden hacerlo. Es lógico que el diario refleje el humor de los lectores. Criticamos cuando hay que criticar y elogiamos cundo hay que elogiar.
–¿Cómo le cayó el cambio de Roberto Lavagna por Felisa Miceli?
–Creo que “era” un negocio para Lavagna. Él no quería entrar en una lucha de inflación a base de pactos porque eso degrada a cualquiera...
–¿Cree que Lavagna se curó en salud?
–Sí. A él le convino irse cuando lo hizo. Ganó en ese momento, pero ahora se está diluyendo. Hace declaraciones cada tanto para recuperar las primeras planas de los diarios, aunque algunas son tonterías. Pero admitamos que nadie imagina a Lavagna reuniéndose todos los días para hacer un pacto de precios para el azúcar, la yerba, los escarbadientes... No era una tarea digna para él.
–¿Y Miceli?
–Es una buena técnica pero tiene que asumir un papel micro. Se pasa el día en el supermercado. No está planteándose el gran acuerdo con Brasil, ni la negociación con el FMI. Digamos que asumió con esta idea de Kirchner.
–Y en cuanto a la política, ¿qué opina de la captación de lealtades por parte de Kirchner de los dirigentes que seguían a Duhalde?
–No es tan hábil el Gobierno captando sino que la riqueza cambió la política. Esta riqueza abundante, el superávit de casi el 4 por ciento del PBI...
–¿Cómo es eso?
–Digamos que un gobernador no puede pelearse con Kirchner y negarle ayuda porque ahí le van a aplicar fuertes recortes. Entonces, los gobernadores, los intendentes tienen que adherir. El último que ha dicho esto fue Manuel Quindimil, un hombre que descreía totalmente de Kirchner, pero se dio cuenta de que no le puede negar a la población de Lanús los fondos de un Gobierno que tiene tanta plata. Con los empresarios pasa lo mismo: usted habla con ellos en privado y no les gusta la política de Kirchner, pero públicamente quieren ir a sacarse una foto con el Presidente. No pueden arriesgar empresas con un gobierno que tiene tremenda cantidad de dinero. Entonces tienen que transigir. Kirchner ha conseguido la adhesión de casi todo el país. Hasta hay un grupo de duhaldistas como Juan José Alvarez, Eduardo Camaño, Francisco de Narváez que se preguntan qué van a hacer aislados de un gobierno que tiene tanto dinero. Claro que son adhesiones pegadas con tela adhesiva: al primer traspié que tenga el Gobierno, la mayoría de esa gente se aleja. Son muy pocos los que no pueden adherir: no puede adherir Mauricio Macri, Jorge Sobisch, no pueden adherir determinados diarios, porque dependen de la venta de cada día: no creo que La Nación, de repente, se vaya a hacer kirchnerista. Los diputados pueden borocotear, los empresarios también, pero los diarios no porque se venden todos los días.
–¿Y cuál es el rol de la oposición?
–En este panorama que se ha creado, en el que Kirchner con plata provoca todas, o casi todas, las adhesiones, está la oposición abierta como la del radical Iglesias, Sobisch, Macri y López Murphy y hay otra oposición, que es la más peligrosa para el Gobierno, que es cerrada pero con careta de adhesión, y esa es muy amplia.
–¿Es una suerte de oposición silenciosa...?
–Silenciada. Por eso el Gobierno los mantiene cerca pero no adentro. El panorama va a cambiar para el 2007 porque nadie tiene la certeza de que Kirchner vaya a ganar y vaya a seguir manejando todo el dinero del país. Ahí hay alguno que apuesta a que otro gane y va a ser el gran beneficiado.
–¿Y qué lugar les queda a Carrió, Macri, Murphy y Sobisch?
–Son oposición política que tiene manifestaciones de tipo general y hay algunos pocos medios de prensa que son la oposición con la noticia del día de ayer. Pero también hay que reconocer que en el caso de la reforma del Consejo de la Magistratura hubo una operación de adhesión muy fuerte y efectiva...
–Pero en general es Kirchner el que le marca la cancha a la oposición.
–Siempre la cancha la marca el que avanza, el que hace el movimiento. Los otros contraatacan o se defienden o se arrinconan contra el arco. Eso es natural en la política. Lilita Carrió tiene una posición muy frontal. Hay otros que son más tenues.
–Usted es un zorro viejo en este terreno; ¿qué le parece la política de medios del Gobierno?
–No es buena. Es absurdo que en la Cumbre de Mar del Plata le hayan impedido a Bush dar una conferencia de prensa. Tampoco creo que sea bueno que el presidente Kirchner no dé conferencias de prensa. Tampoco creo que sea bueno que Cristina Kirchner haya ganado en la provincia de Buenos Aires sin haber dado nunca un reportaje ni un debate en serio.
–En sus diálogos con miembros del Gabinete, ¿usted plantea sus críticas sobre la política de medios?
–Medio en serio y medio en broma lo hago siempre. Pero ellos dicen que son así, que el Presidente no quiere intermediarios, que le gusta reunir a la gente ante una tribuna, sabiendo que los diarios lo van a tener que reproducir. Kirchner tiene un método. A mí no me gusta, pero es su método.
–¿Cree que ese método es efectivo o puede ser un boomerang?
–Entre un 80 y un 85 por ciento de la prensa está tomada o simpatiza con el Gobierno o lo necesita para subsistir. Esta es la realidad. La prensa que puede quedar libre es muy poca. Así que a mí el método no me gusta ni desde el punto de vista monopólico ni desde el punto de vista político.
–¿Cómo pintan las perspectivas para el 2006 en la Argentina?
–La bondad de la economía argentina no es fruto de una circunstancia excepcional, sino fruto de que China e India se han decidido a consumir materias primas y entonces países como la Argentina o como Chile –que tiene el cobre a más del triple de su precio original–, con productos del campo, tienen una demanda que antes ni soñaban tener. Lo que está sucediendo en la Argentina podría compararse al año 1880, cuando los frigoríficos descubren el enfriamiento, venden en Europa y viene el auge argentino.
–¿Entonces usted no comparte la visión pesimista de aquellos que creen que es un fenómeno de corto aliento?
–No veo ningún argumento sólido para decir que es de corto aliento. Yo no creo que China, que recién ha agregado 400 millones de personas al consumo y tiene 900 millones en la pobreza va a dejar de agregar gente. India va a hacer lo mismo. El bloque asiático importa casi la misma cantidad de productos argentinos que toda Europa.
–¿Cree que la Argentina está aprovechando esas condiciones al máximo?
–Ahí es donde yo discrepo con este gobierno, porque creo que tremenda bonanza externa se emplea mal, porque se lo emplea para subsidios, para pactos de precios que no tienen mucho sentido. No se desarrollan industrias de base, no hay una política industrial. Vivimos parando el avance de Brasil sin tener una política que nos permita ayudar a las industrias para que crezcan, como lo hace el Banco de Desarrollo brasileño. Creo que la riqueza que está llegando a la Argentina no está siendo bien empleada por este gobierno, pero eso no quiere decir que no va a seguir viniendo. Por suerte el 2006 no es un año electoral porque este gobierno es muy propenso a gastar en épocas electorales...
bruto diario
Por Eduardo Blaustein*
No hay una metáfora muy lograda en el hecho de que Ámbito haya nacido en el comienzo mismo de la última dictadura (diciembre de 1976) sino una obviedad más bien tosca. El tipo de tosquedad elemental, un poco bruta, un poco bestia, que caracterizó y sigue caracterizando pese al paso de los años el estilo, la prosa y diríamos el ideario de ese periódico si no fuera que la palabra ideario le queda un poco ridícula.
señor de los mercados
Por Fernando Ruiz*
Es apasionante. No tiene rigor, prolijidad, escritura pulida, normas éticas sublimes, pero sí espíritu. Atrae, transmite vibraciones y sobre todo, comunica.
Quien quiere estar a la vanguardia de la información sobre el poder debe leerlo. Por mucho tiempo ha habido buenos comunicadores que eran malos periodistas al lado de buenos periodistas que eran malos comunicadores. Ámbito no cultiva estilo o calidad, pero sí lectores.
Su historia es un testimonio de lo mal que debatimos. Su periodismo pivotea alrededor del ministro de Economía. Y hay tres figurones en la historia de Ámbito que yo narré: Martínez de Hoz, Sourrouille y Cavallo. Los tres han sido nominados como manchas negras de la historia. Sin matices ni defensas.
Sin embargo, Martínez de Hoz no era un zar de la economía sin limitaciones, Sourrouille sufría los ataques de su propio gobierno, y Cavallo varias veces quiso reformar la convertibilidad y no lo dejaron. Pero esos matices clave se pierden. La historia de Roberto Lavagna y de Felisa Miceli puede terminar del mismo modo. La reconstrucción de la historia como una lucha entre el bien y el mal es la vía argentina hacia el atraso.
Debatir mal lleva a sufrir más. Tanto en la salida de Martínez de Hoz como en la última de Cavallo, las voces más críticas pedían una devaluación del 20 o 30%. Pero las salidas fueron tan mal debatidas y conducidas que finalmente la devaluación fue varias veces superior y con más costos humanos. Ámbito, ágora de la conversación económica, contribuyó a esta forma polarizante de debatir.
Como decía Sartre, todos podemos ser “semicómplices” y “semivíctimas”. Ámbito lo ha sido también de nuestra tortuosa historia económica reciente.
*Profesor de Periodismo y
Democracia de la Universidad Austra
¿Por qué cambió?
Analía del Franco, de Analogías. “Es muy probable que a Julio Ramos le haya pasado lo mismo que a muchos sectores de la sociedad, que hasta hace un tiempo veían en Néstor Kirchner a una persona sin plan ni pensamiento estratégico. El estilo presidencial confunde a algunos, pero ya muchos se han dado cuenta de que el Presidente se pone del lado de los intereses de la mayoría. Evidentemente, Ramos también se ha dado cuenta y por ello trata al Gobierno de una manera distinta.”
Artemio López, de Equis. “No creo que haya que hacer una lectura ideológica del tema. La libertad de empresa a veces supera a la libertad de prensa y los medios deben procurar su financiamiento. Creo que es en esta lógica en la que se inscriben los movimientos de Ámbito Financiero. En síntesis, ni Kirchner ni Ramos cambiaron, sólo hay intereses que coinciden que no tienen que ver con lo ideológico.”
Marcelo Zlotogwiazda, periodista. “Me llama la atención que ahora Ámbito critica a Carlos Menem por haber privatizado el petróleo. Pero más allá de esto hay que tener en cuenta que Kirchner no cambió nada. La política económica de Lavagna y Miceli es muy homogénea. Por lo tanto, Ámbito se ha dado cuenta tarde de que el Gobierno no es el zurdaje izquierdista, como diría Mirtha Legrand.”
Revista Veintitrés
Numero edicion: 396 09/02/2006